Horas después, cuando cenó junto a sus esposos, ésta les habló sobre el mensaje que recibió de la reina Jucanda. Ellos también se alegraron al saber que su madre no los volvería a reclamar pero, también, se preocuparon al saber que más como Roger podrían venir a experimentar con ellos. - Supongo que debemos hacer un censo – dijo Brett – y si hay un “No identificables”, reubicarlo o recluirlo en algún lugar para saber de qué tribu proviene. - El problema son los pueblos antimonárquicos – dijo Panambi – si bien la condesa dijo que hablaría con la ex reina para que intercediera con ellos, no sé si todavía serán reacios a cooperar. - Y es muy probable que ahí se oculten más “No identificables” – dijo Eber - ¡Uf! ¡Todavía me da escalofríos recordar ese lugar! - Bueno, ya que son príncipes de nacimiento y vivieron con todas las comodidades, es natural que les choque esas zonas precarias – dijo Panambi – como pasé también por situaciones precarias, sé bien lo que se siente y no deseo que
- Tú serás la reina, pero yo seré quien lleve las riendas de esta relación.La reina Panambi quedó helada ante las duras palabras de su inocente esposo. O, al menos, eso creía de él en los primeros meses de convivencia. Aquel chico retraído y tímido, con problemas de dicción por su tartamudez e inofensiva apariencia, ahora la estaba confrontando tras la fuerte reclusión que les sometió a él y a sus hermanos en el palacio por temor a que les pasase algo. Y es que no le quedó otra opción debido a que había un malvado criminal que apuntaba hacia las reinas, por lo que todos los miembros de la realeza de los cuatro reinos del continente Tellus, estaban en peligro.Por su parte, el príncipe Brett tenía otra percepción de las cosas. Para él, era necesario encargarse del problema personalmente, ya que involucraba a su propia madre. Y aunque no le guardaba cariño por los años de maltrato que les sometió a él y a sus hermanos durante la infancia, juró protegerla por ser la reina del reino del
Y mientras almorzaban, entró en el comedor el mayordomo del castillo, hizo una reverencia y anunció: - Majestades, tengo un mensaje de la actual reina Panambi para su alteza el príncipe Brett. - ¿Para… mí? – preguntó Brett, recuperando su capacidad de habla. - La reina desea verlo en persona. Tiene una propuesta interesante que ofrecerle. - ¿Qué será? – se preguntó Eber, en voz alta. - ¿Será que la reina querrá casarse con nuestro hermano? – preguntó un imprudente Uziel. Repentinamente, el rostro de Brett palideció. Ya de por sí tenía la piel tan blanca que parecía enfermizo, pero ese momento perdió todo rastro de color. Sus hombros temblaron y su estómago se cerró, perdiendo así su apetito. Eber, al notar el nerviosismo de Brett, apoyó una mano sobre su hombro y le dijo: - Brett, aún no sabemos si será eso. Sabes que ni siquiera la reina puede forzarte a un matrimonio por conveniencia. Nuestra tía Yeho se encargó de solucionar el problema. - Lo… lo sé – respondió Brett, inten
El príncipe Brett, junto a su hermano Zlatan, se dirigieron al palacio real en coche. Aunque tenían un chofer designado, Brett sabía conducir por lo que, durante el trayecto, se ofreció a tomar el volante para que el conductor pudiera descansar. Sin embargo, éste tenía otra opinión al respecto: - Majestad, usted no debería siquiera molestarse – le dijo su chofer cuando se detuvieron en una parada – No es bueno que un príncipe conduzca un auto.- Vamos, Mateo – le dijo Brett al conductor – son dos días de viaje y no me gustaría que terminara agotado. Aurora sabe conducir y eso que es una monarca. Bueno, ya abdicó, pero, para mí, sigue siendo una reina.- Como usted diga, señor.Y fue así que, cuando llegaron al palacio, todos quedaron asombrados al ver que en el asiento del conductor se encontraba Brett y no su chofer.Ambos príncipes estaban acompañados de sus escoltas. Y cuando llegaron a la entrada del palacio, fueron recibidos por los guardias de la reina. Uno de ellos se acercó y
- ¡¿¡Los cuatro!?! – dijeron Brett, Aurora y Yehohanan, al unísono.- Así es – insistió la reina – si bien la idea es pedir por la mano del príncipe Brett, pienso que lo mejor para ambos reinos sería que me casara con todos los príncipes solteros del Este. El príncipe Rhiaim ya saldría de la ecuación por estar casado con usted, condesa Yehohanan – ante esto, le sonrió a la condesa – y los demás príncipes que quedaron en el reino del Este también formaron sus propias familias, según las fuentes. Por lo tanto, me gustaría casarme con los que quedan y, así, forjar alianza entre naciones.- Si me permite, su majestad – dijo la condesa Yehohanan – los príncipes han sido educados para servir a sus esposas y forjar alianzas entre familias de la nobleza. Sería un desbalance tomar a TODOS ellos y contenerlos en un harén cuando pueden casarse con otras damas solteras de la Corte o, ¿por qué no? que uno de ellos se case con la siguiente reina al mando…- Ah, el contrato matrimonial tendría fecha
Los príncipes Brett y Zlatan regresaron al ducado junto a la reina Panambi y la condesa Yehohanan. La ex reina Aurora permaneció en el palacio, ya que quería poner a punto algunos asuntos para que la nueva monarca pudiese iniciar ya mismo con su mandato sin inconvenientes.El grupo fue recibido por el duque Rhiaim y los príncipes Eber y Uziel. Éstos se acercaron a Brett y comenzaron a atiborrarle de preguntas.- ¿Cómo te fue la estadía?- ¿De verdad nos casaremos todos con la reina?- ¿Siquiera eso es posible?- ¡Cálmense, muchachos! – les reprendió Brett - ¡No olviden sus etiquetas y saluden a la nueva reina como dignos príncipes!De inmediato, los dos príncipes revoltosos se fijaron en Panambi y, enseguida, inclinaron sus cabezas ante ella a modo de saludo, diciendo:- Bienvenida, su alteza. Esperamos que se sienta a gusto en nuestro hogar.- El placer es mío, majestades – dijo Panambi, respondiendo el saludo del mismo modo – espero que nos llevemos muy bien y acepten mi propuesta d
Si bien Aurora lo rechazó, terminaron siendo muy buenos amigos. Ella lo apoyó con un buen instructor para que pudiese mejorar sus problemas de dicción, mientras que él la protegió a ella y a su novio desde las sombras, en agradecimiento por haberlo tratado como un ser humano y respetado su decisión de vivir en paz en el reino.Lamentablemente, la reina Jucanda se enteró de eso. Pero en lugar de decepcionarse por el rechazo de la reina, le elogio por dejar una primera buena impresión a la Corte del reino del Sur, accediendo también a incrementarle sus ingresos de príncipe e incentivándolo a cautivar a la siguiente monarca que surgiría en diez años por la voluntad del pueblo.- La reina Panambi parece buena – dijo Brett – emana un aura diferente a nuestra madre… o las demás reinas. Por eso, hermano, quería decirte que, esta vez, si estaré bien. Ya no soy el chico tímido de antes.- Lo sé – dijo Rhiaim – pero sabes que siempre puedes contar conmigo y los demás hermanos mayores, que nos a
La reina Panambi se llevó ambas manos en la boca al ver cómo Brett pudo derribar al soldado fácilmente. Gracias a un par de sirvientes que sentían simpatía por los príncipes, ella supo que un soldado quiso arremeter contra sus esposos, valiéndose de una reciente norma interna del palacio que la ex monarca creó para evitar que dañaran el jardín, para “castigarlos” por su reciente infracción. Lo primero que pensó la nueva monarca fue: “Oh, no. Mi esposo es muy débil, no podrá contra ese soldado”, por lo que de inmediato avisó a Eber y Uziel para que lo apoyaran. Y apenas llegaron, lo primero que dijo Eber fue: - ¡Jah! ¿De verdad ese tonto soldado pensó que podría derribar a Brett? ¡Pero si es el más fuerte de los cuatro! Después de mí, por supuesto. - ¡Rayos! ¡Me he perdido la pelea! ¡Le habría derribado a ese intrépido soldado de una! – bramó Uziel. - Esposa querida, de verdad lo lamento – dijo Brett, acercándose a la reina – no dañé ninguna planta, puede verificarlo por usted mis