Maryam tuvo que admitir que todo el mundo necesita una segunda oportunidad, y a la hora de darla no hacía más que recordar que aquella mujer era su madre, al fin y al cabo había pasado por ella todo lo que ahora Maryam estaba haciendo por sus hijos, tal vez se equivocó muchas veces estaba segura, que como ella, hizo todo lo que pudo para sacarla adelante.— Si te lo hubiera contado, a lo mejor me habrías obligado a seguir con sus avances. Recuerda que siempre has querido que me case con alguien poderoso, alguien muy rico y que nos llenara de caprichos — empezó a explicar la joven — yo te hubiera contado que un hombre tan rico iba detrás de mí me habrías alentado a salir con él, aunque fuera un hombre casado.Ana sabía que su hija tenía razón, estaba cegada por sus ilusiones de progresar en la vida y ser una mujer rica y cuando vio lo hermosa que se hacía su hija al crecer siempre la alentó a no enamorarse, a buscar un hombre que pudiera mantenerlas y sacarlas de la miseria, pero ahora
Maryam se plantó frente a la puerta del despacho, respiró profundo antes de golpearla con los nudillos y esperar a que le abrieran la puerta, con el corazón retumbando en su garganta y haciéndole un extraño nudo que no sabía si sería capaz de liberar para hablar.— Pase…— dijo una voz desde el interior del despacho.El corazón casi se le sale por la boca al escuchar esa voz ¿Era él, podía ser eso posible? Tal vez solo estaba demasiado conmocionada por darse cuenta de que ese hombre con el que había terminado teniendo sexo en el corredor, era en realidad su violador.Ese hombre que tanto había deseado y que la había salvado de terminar en la cárcel, resultaba ser el mismo que le robó su inocencia, que la volvió desconfiada y le provocó fobia a salir con cualquier chico e intentarlo de nuevo, ella necesitaba a nadie podía hacerlo sola todo, llevaba cuatro años ocupándose de sus hijas y no le había hecho falta un hombre.Tragó duro y abrió la puerta para entrar, Maryam rogaba a todos los
— Me gustó su cuerpo desnudo — Admitió la chica estremeciéndose porque él le hizo ladear el cuello mientras repartía besos por la delicada piel de esa zona, conteniéndose en marcarla ¿Por qué no lo haría? Ella era suya, le pertenecía, se había vuelto a entregar a él de forma voluntaria.A él le encantaba ese aroma, besar esa piel, le encantaba la forma sumisa en la que ella se mostraba en ese instante.— Creo que lo sospechaba — respondió él con sarcasmo, intentando coquetearle.— ¿Pero sabes qué es lo que más me gustó?— Maryam esperaba avergonzarlo antes de que todo se desmadrara, lo que no sabía era que eso no funcionaría para alguien como el rey, con tantas amantes que había tenido.— Cuando me agarraste entre tus brazos y me hiciste tuya con todas esas ganas.«Mierda»Pensó Darius III sintiendo como su pantalón apretaba demasiado en la entrepierna a causa de lo mucho que lo había alentado ese recuerdo.Levantó la mirada y se quedó cautivado por los ojos de la joven, llevó una mano
— Si, yo otra vez— contestó la otra observándola con burla.— ya he visto de qué estás hecha, te metiste en la cama del anterior jefe y pretendes meterte en la del nuevo, eres tan patética.Maryam no podía creer que esa mujer no tuviera otra cosa que hacer más que molestarla. ¿Es que le pagaban por meterse en la vida de los demás? Vio como la observaba con desprecio.Aquella idiota la miró de arriba a abajo enojándose al darse cuenta de lo hermosa que era, la semana pasada ella se había puesto el vestido que llevaba y no le quedaba tan bien. Era de una de esas telas que marcaban absolutamente todo, y aunque no se consideraba gorda, a ella le resaltó cada defecto, pero a Maryam, parecía diseñado para esa chica, con ella allí nadie la tendría en cuenta.— Te confundes, eres tú quien lo desea y solo reflejas en mí tu frustración — aseguró Maryam harta de la situación, solo ve por él y ya, a mí, déjame en paz.— Eres una zorra que solo busca un hombre rico, está claro que intentas seducirl
La hermana de Maryam estaba furiosa,.no tardaban en llegarme las noticias y novedades referentes a todo lo que sucedía con su hermana, cinco años sin su presencia le habían hecho olvidar que ella estaba allí solo para fastidiarla, para quitarle lo que era suyo, primero la atención y el amor de su padre, ahora él hombre que le pertenecía.— ¡Estoy rodeada de imbéciles! — gritaba Sahira caminando de un lado a otro del lugar sin entender cómo su hermana había salido tan pronto de las mazmorras, apenas un día y estaba de nuevo vivita y coleando, fuera como si nada hubiera sucedido y eso que su plan parecía infalible.La esposa del hombre asesinado se arrodillado frente a Sahira implorando su perdón, sabía que ella era la amante del rey, la concubina favorita, la tenía viviendo como una reina desde hacía cinco años y le daba todos los caprichos sin negarle nunca nada.Al menos eso le había contado una de sus sobrinas, quién era una de sus damas de compañía de ella, sabía que no importaba l
Por fin la jornada de trabajo terminó para Maryam, había atendido a varios clientes importantes sirviéndoles copas y acompañándolos o dándoles conversación, también incitarlos a apostar más dinero en los juegos, pero por fin podía marcharse a casa.Llegó al vestuario esperando no encontrarse de nuevo a esa compañera con la que había peleado antes de empezar a trabajar y por suerte ni ella ni nadie más apareció increpándola.Maryam estaba de buen humor, se cambió rápidamente poniéndose su ropa cómoda y salió del vestuario encontrándose de frente con Alí, casi se choca con él pero el hombre la sujetó de los brazos para que no cayera.— ¿Está bien?— preguntó el hombre mirando a la chica a los ojos.Maryam se sonrojó enormemente al recordar como ese hombre que tenía delante la había encontrado con su nuevo jefe, y asintió dando un paso atrás avergonzada.— Perdoné, no miraba por dónde andaba.— después de aquello caminó rápidamente hacia la salida, tenía que ir hasta su casa y ya era basta
— Mi señor, la chica a la que me mandó seguir ha sido secuestrada — decía uno de los hombres que trabajaban para el rey, tras entrar sin tan siquiera avisar en su despacho.— Se donde la tienen.Darius III había mandado seguir a Maryam desde el día anterior, cuando ella salió de comisaría, tenía claro de quienes intentaron incriminarla en aquel asesinato, volverían a atacarla de algún modo y la mejor forma de identificar a quienes fueron era usándola de anzuelo y mandándola seguir, o eso se decía a sí mismo porque en realidad lo que pretendía era protegerla, pero eso era algo que jamás reconocería. Lo que el rey no esperaba, bajo ningún concepto, era que el corazón le diera un vuelco tan grande en el momento de saber que alguien había secuestrado a esa mujer, no, por nada del mundo, el Rey no permitiría que algo malo le sucediera, no si él podía impedirlo y nadie tenía más poder en el país que él, ella la máxima autoridad. — Debes llevarme allí ahora — Exigió Darius quien tras dedifa
— Bien, ahora quiero que usted y sus hombres se marchen y dejen el coche encendido para que esta ramera roba maridos y yo escapemos. — No, a ella no puedes llevártela.— Darius sabía la verdad, ella no había ido tras el esposo de esa mujer, al rey le había tocado en varias ocasiones ver como el difunto pretendía acosar a Maryam. — Es el único seguro que tengo de que me dejaréis escapar, en cuanto esté lo suficientemente lejos de aquí la soltaré y podréis recuperarla, pero no pienso marcharme sin un rehén que me asegure la huida. Darius dudó, pero asintió al ver como ella hizo otro corte superficial sobre el cuello de Maryam por el que empiezan a resbalar nuevas gotas de sangre que sé nuevo se colaron por su escote distrayendo su atención. — Está bien, nos retiramos, pero no vuelvas a herirla.— exigió el rey apretando los dientes por tener que ceder y, sobre todo, por dejarla allí y no poder llevársela con él. Al final el rey se dio por vencido y salió de esa casa ordenando a sus h