Darius estaba tan a gusto entre los brazos de su futura esposa que se quedó dormido y no fue capaz de salir de madrugada, tal y como había prometido que haría.— Buenos días…— murmuró besando el cuello de su prometida, perdiéndose entre la necesidad y las ganas que su olor, cercanía y calor le provocaban.Y es que el rey había despertado duro, no era como si pudiera evitarlo, al tenerla pegada a su cuerpo.— Darius…— murmuró Maryam casi en un jadeo al sentir como los labios de futuro esposo se deslizaban por la piel de su cuello y bajaban hasta su escote.Luchaba contra la necesidad de pedirle que siguiera y el temor al ser descubiertos, ya que los rayos de sol se colaban por su ventana.— Tss… no hables solo gime — pidió el hombre sin poder contenerse, buscando darle cabida a uno de sus senos en la boca.— Darius ya es de día — logró hablar por fin Maryam agarrando el cabello del rey y tirando de él para que la mirara a los ojos — Van a pillarnos.— ¿Pillarnos?— preguntó él algo inco
Maryam y sus hijos comieron entre risas hasta que Padme entro a la habitación para saludarlos.—¡Abuela! —Los pequeños casi saltaron para ir al encuentro de la mujer quien los recibió con besos y sonrisas.— Papá nos envió un gran desayuno — aseguró un niño.— Y flores para mamá — dijo otra niña.— Ya lo veo, comer todo lo que queráis, pero no tardéis, ya llegaron los estilistas para ponernos a todos guapos — explicó la mujer.Maryam estaba muy feliz, pero no podía evitar pensar en quienes ya no estaban, su hermana a pesar de lo mal que se había portado con ella, ella la había querido. Le gustaría que las cosas hubieran sido diferentes y tenerla allí sin rencores ni envidias, para disfrutar de ese día como cuando eran niñas. Pero sobre todo le faltaba su madre.Maryam ya podía imaginar a su madre con los ojos abnegados en lágrimas, sonrió al pensar en que siempre dijo que quería verla casada con un hombre rico, eso a Maryam le daba igual, se casaría con Darius así fuera el hombre más
Los cuatro niños salieron caminando por la alfombra de flores Naturales que servía de pasarela para llegar hasta el altar, su padre sonreía emocionado al verlos, era imposible que alguien tuviera una sonrisa más amplia en el rostro que la que tenía Darius III ese día.Los pequeños se sentaron en los cuatro asientos designados para ellos en primera fila, junto a su abuela, mientras la mirada de Maryam estaba clavada en la de Darius y la de Darius se clavaba en la hermosa novia.A pesar de estar todo lleno de invitados, la gente influyente del reino y otros pueblos cercanos, Darius no veía nada más que a su prometida vestida con un hermoso vestido blanco agarrada del brazo de su primo y caminando hacia él.Jamás creyó sentirse tan feliz y tan impaciente a la vez, normalmente cuando la gente es feliz quiere que el tiempo pase despacio para que los momentos duren lo más posible, pero en su vida había tenido la sensación de la inmensa dicha que lo recorría para luego darse cuenta de que es
Solo así, Maryam y Darius se separaron ante la mirada atónita y llena de aprobación de toda la corte y caminaron hacia la gran carpa habilitada en el jardín.Fue salir y una lluvia de arroz y pétalos de rosa caerles encima, mientras todos vitoreaban a los recién casados, mientras ellos volvían a hacer gala de su amor al darse otro de esos besos nada castos y llenos de necesidad.Esta vez fueron los pequeños quienes separaron a sus padres, ya que tenían hambre, una de las niñas hizo que su padre la tomara en brazos y otro niño tiro de la mano de su madre hasta llevarlos hasta la mesa principal donde estaban ellos, sus hijos y la reina madre.Pero el Rey solo tenía ojos para su reina y la reina para el rey. Y a pesar de lo que su madre y los niños les decían no podían más que comerse con la mirada, la comida era lo de menos, porque a diferencia de los demás asistentes, ellos solo querían saborear sé el uno al otro como marido y mujer que ya eran.— Creo que iré al baño— dijo Maryam haci
Maryam sabía que tras acabar de limpiar los pasillos del área de invitados de palacio, su faena habría terminado una hora antes por ese día y ya estaría hecho todo el trabajo que le tocaba.No era que deseara marcharse una hora antes de tiempo, su única motivación era ayudar a Sahira con su trabajo y es que su hermana mayor siempre tenía faena atrasada y Maryam no tenía corazón para acabar y dejarla sola con todo, era mejor poder terminar a la hora y marcharse las dos juntas a casa, además, de noche ninguna joven debería tener que caminar sola por ahí, o eso les decía su madre.— Vayan siempre juntas niñas y no confíen en los hombres, solo buscan una cosa de las mujeres y si pueden arrebatársela con facilidad, luego perderán su valor y no podrán tener un buen marido, tal y como les corresponde — luego le sonreía y se dirigía especialmente a ella — sobre todo a ti mi hermosa Maryam, tú conseguirás un marido rico que nos saque de esta pobreza.Pero a Maryam eso no le interesaba, ella no
Sahira estaba molesta, se notaba en la forma de caminar, lo que le provocaba enfado era tener que ir por su hermana. No había podido salir, por su culpa y tuvo que trabajar la noche entera, ella siempre se distraía en su trabajo pensando que luego llegaría Maryam y lo haría, pero aquel día su hermana no apareció.«¿Dónde se encuentra la idiota de mi hermana?»Ninguno de sus compañeros la había visto, pero como ya la conocían, lo más seguro era que estuviera en el ala que le correspondía en el palacio haciendo faena de más o ayudando a alguna compañera en lugar de ir a echarle una mano a ella como siempre, no pensaba perdonarle si ese era el caso.—¡Maryam!— la llamó sin obtener respuesta, abriendo habitación tras habitación hasta encontrarla.—Hermana ¿Qué ha pasado?— le preguntó al entrar a una de las habitaciones y verla llorando, abrazada a sus piernas, malhumorada, creyendo que se quedó dormida.Maryam se sentía mal, le dolía todo el cuerpo y lo peor de todo era que había manchado
Cinco años después.— ¿Entonces te dieron el trabajo?—preguntó Ana, la madre de Maryam observando como su hija se acababa de arreglar.Maryam era tan hermosa que ella siempre había tenido esperanzas de que encontrara un marido rico y las sacara de la pobreza, en lugar de eso se acostó con a saber quién y tuvo cuatro hijos sin padre, aquello desmontó los planes que siempre había tenido para su hija.No sabía cómo podía haberla decepcionado tanto. ¿Pero qué iba a hacer, echarla a la calle como hacían muchas familias en esos casos? No, ella no podía hacerle eso a su niña y mucho menos tras perder a su otra hija, la cual llevaba cinco años desaparecida.¿Qué hombre en su sano juicio aceptaría una esposa con cuatro hijos de otro? Sus esperanzas se rompieron cinco años atrás cuando supo que estaba embarazada y no de uno ni de dos bebes, cuatro.La naturaleza a veces era peligrosa, o tal vez solo castigaba a Maryam por no haberse guardado como debía. Aun así, su hija cada día estaba más herm
— No cariño, yo no te pagaré para que pienses nada, sino para que hagas lo que yo te diga y los clientes prefieren este tipo de ropa.— le mostró un bonito antifaz dorado que dejó sobre la mesa —te pondrás esto en el rostro, les encanta que las chicas conserven cierto misterio.Maryam pudo ver cómo aquel hombre la observaba con lujuria y sintió un intenso escalofrío recorrerla, casi quiso marcharse de ahí, pero la imagen de sus cuatro pequeños la contuvo, ellos necesitaban que Maryam trabajara, que trajera dinero a casa para mantenerlos y si debía ponerse un vestido tan revelador, lo haría, era solo ropa.— Está bien aceptaré ¿Dónde me cambió?El hombre señaló el biombo que había a un extremo de su despacho y Maryam no podía creerlo, tenía que cambiarse ahí frente a él con la única separación de aquel biombo.¿Qué le aseguraba que cuando estuviera desnuda él no la miraría o le haría daño? ¿Cómo podía estar segura de que ese hombre no se aprovecharía de su vulnerabilidad?Ella negó, deb