Los cuatro niños salieron caminando por la alfombra de flores Naturales que servía de pasarela para llegar hasta el altar, su padre sonreía emocionado al verlos, era imposible que alguien tuviera una sonrisa más amplia en el rostro que la que tenía Darius III ese día.Los pequeños se sentaron en los cuatro asientos designados para ellos en primera fila, junto a su abuela, mientras la mirada de Maryam estaba clavada en la de Darius y la de Darius se clavaba en la hermosa novia.A pesar de estar todo lleno de invitados, la gente influyente del reino y otros pueblos cercanos, Darius no veía nada más que a su prometida vestida con un hermoso vestido blanco agarrada del brazo de su primo y caminando hacia él.Jamás creyó sentirse tan feliz y tan impaciente a la vez, normalmente cuando la gente es feliz quiere que el tiempo pase despacio para que los momentos duren lo más posible, pero en su vida había tenido la sensación de la inmensa dicha que lo recorría para luego darse cuenta de que es
Solo así, Maryam y Darius se separaron ante la mirada atónita y llena de aprobación de toda la corte y caminaron hacia la gran carpa habilitada en el jardín.Fue salir y una lluvia de arroz y pétalos de rosa caerles encima, mientras todos vitoreaban a los recién casados, mientras ellos volvían a hacer gala de su amor al darse otro de esos besos nada castos y llenos de necesidad.Esta vez fueron los pequeños quienes separaron a sus padres, ya que tenían hambre, una de las niñas hizo que su padre la tomara en brazos y otro niño tiro de la mano de su madre hasta llevarlos hasta la mesa principal donde estaban ellos, sus hijos y la reina madre.Pero el Rey solo tenía ojos para su reina y la reina para el rey. Y a pesar de lo que su madre y los niños les decían no podían más que comerse con la mirada, la comida era lo de menos, porque a diferencia de los demás asistentes, ellos solo querían saborear sé el uno al otro como marido y mujer que ya eran.— Creo que iré al baño— dijo Maryam haci
Maryam sabía que tras acabar de limpiar los pasillos del área de invitados de palacio, su faena habría terminado una hora antes por ese día y ya estaría hecho todo el trabajo que le tocaba.No era que deseara marcharse una hora antes de tiempo, su única motivación era ayudar a Sahira con su trabajo y es que su hermana mayor siempre tenía faena atrasada y Maryam no tenía corazón para acabar y dejarla sola con todo, era mejor poder terminar a la hora y marcharse las dos juntas a casa, además, de noche ninguna joven debería tener que caminar sola por ahí, o eso les decía su madre.— Vayan siempre juntas niñas y no confíen en los hombres, solo buscan una cosa de las mujeres y si pueden arrebatársela con facilidad, luego perderán su valor y no podrán tener un buen marido, tal y como les corresponde — luego le sonreía y se dirigía especialmente a ella — sobre todo a ti mi hermosa Maryam, tú conseguirás un marido rico que nos saque de esta pobreza.Pero a Maryam eso no le interesaba, ella no
Sahira estaba molesta, se notaba en la forma de caminar, lo que le provocaba enfado era tener que ir por su hermana. No había podido salir, por su culpa y tuvo que trabajar la noche entera, ella siempre se distraía en su trabajo pensando que luego llegaría Maryam y lo haría, pero aquel día su hermana no apareció.«¿Dónde se encuentra la idiota de mi hermana?»Ninguno de sus compañeros la había visto, pero como ya la conocían, lo más seguro era que estuviera en el ala que le correspondía en el palacio haciendo faena de más o ayudando a alguna compañera en lugar de ir a echarle una mano a ella como siempre, no pensaba perdonarle si ese era el caso.—¡Maryam!— la llamó sin obtener respuesta, abriendo habitación tras habitación hasta encontrarla.—Hermana ¿Qué ha pasado?— le preguntó al entrar a una de las habitaciones y verla llorando, abrazada a sus piernas, malhumorada, creyendo que se quedó dormida.Maryam se sentía mal, le dolía todo el cuerpo y lo peor de todo era que había manchado
Cinco años después.— ¿Entonces te dieron el trabajo?—preguntó Ana, la madre de Maryam observando como su hija se acababa de arreglar.Maryam era tan hermosa que ella siempre había tenido esperanzas de que encontrara un marido rico y las sacara de la pobreza, en lugar de eso se acostó con a saber quién y tuvo cuatro hijos sin padre, aquello desmontó los planes que siempre había tenido para su hija.No sabía cómo podía haberla decepcionado tanto. ¿Pero qué iba a hacer, echarla a la calle como hacían muchas familias en esos casos? No, ella no podía hacerle eso a su niña y mucho menos tras perder a su otra hija, la cual llevaba cinco años desaparecida.¿Qué hombre en su sano juicio aceptaría una esposa con cuatro hijos de otro? Sus esperanzas se rompieron cinco años atrás cuando supo que estaba embarazada y no de uno ni de dos bebes, cuatro.La naturaleza a veces era peligrosa, o tal vez solo castigaba a Maryam por no haberse guardado como debía. Aun así, su hija cada día estaba más herm
— No cariño, yo no te pagaré para que pienses nada, sino para que hagas lo que yo te diga y los clientes prefieren este tipo de ropa.— le mostró un bonito antifaz dorado que dejó sobre la mesa —te pondrás esto en el rostro, les encanta que las chicas conserven cierto misterio.Maryam pudo ver cómo aquel hombre la observaba con lujuria y sintió un intenso escalofrío recorrerla, casi quiso marcharse de ahí, pero la imagen de sus cuatro pequeños la contuvo, ellos necesitaban que Maryam trabajara, que trajera dinero a casa para mantenerlos y si debía ponerse un vestido tan revelador, lo haría, era solo ropa.— Está bien aceptaré ¿Dónde me cambió?El hombre señaló el biombo que había a un extremo de su despacho y Maryam no podía creerlo, tenía que cambiarse ahí frente a él con la única separación de aquel biombo.¿Qué le aseguraba que cuando estuviera desnuda él no la miraría o le haría daño? ¿Cómo podía estar segura de que ese hombre no se aprovecharía de su vulnerabilidad?Ella negó, deb
Mientras tanto el negocio prosperaba y las minas de diamantes estaban casi en su poder, obviamente no hablaban de diamantes, sino que hablaban en clave, el rey sabía que no podía confiar en nadie, ni siquiera en esa hermosa chica que estaba allí con ellos, cualquiera podía ser un espía, la gente era fácil de comprar y, en su experiencia, había logrado comprender que todo el mundo tenía un precio.Pero durante toda la reunión él estuvo pensando en aquel aroma que pudo identificar en la mujer cuando la tuvo cerca y sobre todo aquel lunar que había en el cuello de ella, era seductor y peculiar.Cuando les llenaba las copas y se acercaba él, Darius intentaba recordar dónde había visto antes el lunar y de repente algo hizo clic en su mente, algo lo transportó aquella noche cinco años atrás, donde sus recuerdos estaban perdidos y nublados, pero era como si su cercanía los hubiera desbloqueado.¿Podía ser esa mujer del antifaz la misma chica que él había tomado aquella noche? Sí, a pesar de
Poco tardó el rey en llegar al palacio y caminar a paso apresurado hasta las habitaciones que habían sido asignadas a aquella mujer, estaba de muy mal humor, con ganas de ponerla en el lugar que le tocaba, que era a sus pies, como el de todos sus súbditos, pero en especial a su maldita concubina, eso era su concubina y se lo haría saber, empezaría por recordarle las obligaciones que tenía con él.— ¿Dónde estás?— gritó dando un portazo y haciendo que las doncellas que atendían a Sahira se asustaran primero y luego se arrodillaran al ver que era su Rey quién había entrado.Él las hizo levantarse con un despreocupado movimiento de su mano y caminó hasta la que estaba más cerca.— ¿Dónde está ella?— preguntó intentando controlar su temperamento para no asustar más a la chica.El rey estaba seguro de que no la encontraría allí, pues la había visto hacía solo un rato en la casa de juegos, aunque tal vez le había dado tiempo a volver, de un modo u otro la castigaría por su desfachatez.— La