— ¿Ya viste que metió a una mujer en su cama?— dijo una de las doncellas mientras limpiaban la sala privada del Rey.— Lo vi, nunca antes había traído una mujer aquí — susurró la otra y las dos miraron hacia el interior de la habitación, por la parte que les dejaba divisar la puerta entreabierta, donde se quedaron sorprendidas al ver como el gran Rey Darius III acariciaba con delicadeza infinita la mejilla de esa mujer dormida.— Pues me alegro, a ver si así hecha a su amante del ala oeste, trata a mi prima muy mal. — volvió a hablar la primera.— ¿Es tan desagradable como dicen? Creí que serían habladurías.Y justo cuando la otra chica iba a contestar, Alí entró en la sala haciendo que las chicas regresaran rápidamente al trabajo, una ahuecaba los cojines del sofá y la otra sacaba el polvo del mueble bar.Pero no solo entró Alí, iba acompañado del médico de palacio, aun así ninguno de los dos las notó, el servicio siempre era invisible para la gente y eso era bueno, el buen servicio
Después de aquello, el Rey se volvió a sentar junto a la cama de Miryam implorando que el antídoto funcionara, tomó su mano observándola dormir y viendo que su sudor había desaparecido y su respiración era mucho más calmada como si simplemente estuviera durmiendo plácidamente.— Tienes que vivir…Alí llegaba en ese preciso instante a los calabozos de palacio, en el sótano del castillo. Si algo tenía claro Álvaro es que haría lo que hiciera falta para sacarle la información al arquero.Entró en la mazmorra y lo vio atado sonriendo de lado mientras se acercaba a la mesa con instrumentos de tortura y se puso sus guantes de cuero negro, lo que estaba claro era que le sacaría toda la información que pudiera.— ¿Entonces ya me dirás quién es tu jefe?El prisionero sentía dolor en cada parte de su cuerpo, sobre todo en sus costillas y los riñones, el maldito Alí por supuesto que no iba a dejarlo salir de esa sin contarle todo lo que sabía, no estaba dispuesto a dejar que quién fuera que los
Después de toda aquella tensión y miedo, por fin algo salía bien y Maryam pronto moriría, sabía que era completamente imposible salir airosa de ese veneno, nadie jamás había sobrevivido a él porque no había cura posible, Sahira lo sabía y por eso fue la forma en que decidió matar a su hermana, a través de ese veneno incurable qué tan celosamente guardaban los hombres del rey.Decir que no estaba feliz sería mentir, la muerte de su hermana estaba cerca y ella por fin conseguiría la seguridad de que nadie más podría descubrirla. Con Maryam muerta, estaba salvada, porque nadie nunca sabría su secreto.Sahira se miraba al espejo observando su rostro. ¿Por qué demonios le había tocado ser la maldita hermana fea? Toda la vida se lo habían dicho. Quizá no tan directamente, al menos no la mayoría, pero si de una forma indirecta que ella podía entender con facilidad.Incluso su propia madre siempre creyó que su hermana conseguiría un marido rico que le diera la vida que siempre quiso tener, Cr
Asad estaba muy molesto, cinco años, cinco malditos años, había pasado lejos de allí por él y ahora interrumpía su reunión con una maldita carta de a saber qué fulana.—¿Puedes dejar los problemas con tus putas para luego? Esto es un tema serio — gruñó molesto Asad, porque solo quería dejar zanjada su misión y cobrar su premio.Darius levantó la mirada para clavarla en la de su primo, estaba muy molesto de que alguien nombrara de ese modo a Maryam.—¡No te permito que …!— gritó poniéndose en pie de golpe con gesto amenazador.— ¿No me permites que llame putas a tus putas?— Lo cortó Asad, levantándose también y rodeando la mesa que los separaba para quedar más cerca de su primo.— Me importa poco que seas el rey, hicimos un trato. He cumplido, ahora tú debes cumplir tu parte y luego podrás perseguir faldas tanto como quieras.Asad se enamoró de una plebeya y la familia real al completo estuvo completamente en contra de su relación, él con una simple pobretona sin ningún tipo de linaje.
A pesar de ser el rey, Darius III tenía una cosa muy clara y era que su primo Asad necesitaba el beneplácito de su madre para casarse y que él no podía aprobarlo si ella no lo hacía, había cosas que estaban por encima de su lugar en el trono y era el respeto a sus progenitores, era casi ley en su cultura que debía respetarse, los deseos de los padres y eso ni siquiera un monarca podía saltárselo.Por eso, Darius había mandado a su madre lejos cinco años atrás por dos razones, la primera el ataque que él mismo vivió al ser drogado. Eso significaba que sus defensas en el palacio no eran tan adecuadas como creía y que todos corrían peligro, no quería que nada le sucediera a la reina madre.Pero la segunda razón quizá era la más importante. Darius no quería reconocer lo que le había hecho a esa chica, era incapaz de creer que hubiera sido capaz incluso estando drogado y, a la vez, se sentía responsable de ella, en la obligación de cuidarla, así que ¿Cómo iba a explicarle a su madre que te
— Está bien, me casaré, con quien yo elija, madre, yo ya estoy enamorado, no me puedo casar con cualquiera, sería muy infeliz si no fuera ella mi esposa.Para Padme eso fue toda una revelación¿Y si resultaba que su hijo había elegido tan mal como su sobrino?— Así que enamorado ¿Sabes que no es imprescindible estarlo para casarse, verdad?— Lo sé mamá, pero… la amo — fue lo único que se le ocurrió para ganar tiempo.— Y yo me alegro, por eso quiero conocerla, si me gusta le daré mi visto bueno y entonces conseguiré libertad para tu primo en su elección de esposa.Está bien madre, haz tu equipaje porque vuelves a palacio.Padme vivía feliz allí, alejada de todo el ajetreo de la capital, no era algo que la emocionara mucho volver a encontrar, pero si debía volver para asegurarse un nieto sin duda lo haría.Unas pocas horas después llegaban a la capital, la reina madre fue llevada al palacio Real, donde se le asignaría a su antigua habitación.Mientras tanto, Darius sube a su caballo par
Por fin Asad era libre para ir a buscar a su novia y casarse con ella, cada uno de los días que había pasado lejos de ella eran una tortura para él, pero a su vez solo recordar los bellos ojos de Maryam y la forma en que su rostro se iluminaba al sonreír, le daba fuerzas para seguir adelante solo de pensar que cualquier día volvería a buscarla, victorioso de su misión solo para pedirle que se convirtiera en su esposa y decirle quién era realmente.Porque Maryam jamás supo quién era en realidad, ya que cuando la conoció él salía vestido con el uniforme de un guardia de palacio y nunca le dijo la verdad para protegerla, pero ahora que por fin tenía el permiso del Rey pensaba contarle todo.Asad podía sentir su corazón retumbando con fuerza en el instante en que sus nudillos golpearon la puerta de la humilde casa donde Maryam vivía con su hermana y su madre años atrás ¿Y si se habían mudado? ¿Y si ya no era capaz de encontrarla?Y por un instante eso creyó cuando un pequeño niño de no má
Ahora sabía lo que debía de hacer y era, como siempre, poner en mal a su hermana. Demostrarle a todos la clase de mujer que era ella.—Asad, yo lo siento. Por tu mirada y la forma que me lo has preguntado, puedo notar que todavía amas a mi hermana, pero bueno, ella no solo tiene cuatro hijos. También se ha convertido en una mujer muy mala, una que haría cualquier cosa para conseguir lo que desea.—¿A qué te refieres con eso?Sahira, hasta se atrevió a derramar un par de lágrimas que limpio de inmediato.—Me apena mucho tener que ser yo la que te tenga que decir esto sobre mi hermana, pero ella haría cualquier cosa por dinero.— Eso no es posible Sahira yo conozco a Maryam es una buena mujer.— Nadie dijo que no lo sea, pero tiene a cuatro hijos a los que mantener ¿Crees que su dignidad les dará de comer? — ella negó— No Asad, Sahira hace lo que sea por sus hijos y cuando digo lo que sea me refiero a lo que sea que le paguen bien.La conversación con la hermana de la mujer que ama lo h