Luego de un par de días de que todos lograran ponerse de acuerdo, dado que tanto Gianina, Sara y Johana tenían que convencer a sus respectivas «parejas» para una cita triple, las tres se habían montado en un taxi —Gianina no quería utilizar el vehículo de los Messina— y se habían encaminado hacia el restaurante en cuestión. Gianina había decidido dejar a Francesco bajo el cuidado de Adriana, el ama de llaves, la única, junto a su esposo, que se había ganado su confianza en aquellos pocos días que llevaba viviendo en la mansión de los Messina. Como Adriana tenía el día libre, había decidido llevar al niño al parque de atracciones que Gianina tanto le había prometido, por lo que Francesco no se opuso en ningún momento a que su madre lo dejara con ella. «Listo me ha salido este muchacho», pensó Gianina y sonrió, mientras se montaba al taxi. Una vez llegaron al restaurante en cuestión, las tres mujeres, ataviadas con sus mejores galas para impresionar a aquellos tres desconocidos, se
Al llegar a la mansión de los Messina, las tres mujeres se apearon rápidamente del coche y se adentraron en la vivienda. Sin embargo, la comitiva iba liderada por Gianina, quien lo hizo con la cabeza en alto.Una vez Gianina traspasó el umbral, se topó de lleno con Adriano, quien la esperaba sentado en el amplio sofá de cuero de la sala.—¡Por fin te dignas a aparecer! —exclamó con cierto sarcasmo—. Mis empleados no tienen por qué cuidar de tu hijo mientras tú andas por ahí con Dios sabe quién.—¡Ah! —suspiró Gianina—. Suban, chicas, yo tengo una escena de «celos» —dijo mientras dibujaba las comillas en el aire—, por delante. Así que, si quieren dormir, no me esperen.No sabía cuánto tiempo podía demorar con aquella estúpida conversación que sabría que mantendrían.Sara y Johana intercambiaron una breve mirada, se encogieron de hombros y, luego de despedirse de su amiga, subieron las escaleras, sin perder tiempo, dejando a Gianina y a Adriano a solas.—Dime la verdad —dijo Adriano en
UN MES MÁS TARDE—Es cierto, signore Messina, que se casará con Vittoria y se ha desencantado de la futura madre de sus hijos —le preguntaba un periodista a Adriano a la salida de la empresa de alta costura.—Eso no es cierto.—Pero en las fotos se los ve acaramelados…, se puede ver en los ojos de ambos.—Es una foto de mala calidad y, aunque no tengo por qué dar explicaciones, diré la verdad, en esa escena yo le estoy recordando a Vittoria lo mucho que la quise, pero también el daño que me hizo —respondió Adriano—. Vittoria no es nadie ya para mí.—¿Cómo puedes decir eso de tu futura esposa? —preguntó la madre de Adriano, quien acababa de unirse a la multitud.—Signora Messina, entonces usted afirma que la prometida oficial de Adriano, su hijo, es la señorita Vittoria.—Mamma, per favore —le suplicó Adriano, jalando a su madre de la manga de su abrigo.—Por supuesto que sí. Adriano la ama demasiado…—¡Qué no, mamá! —exclamó Adriano fuera de sí.Ya estaba harto de la prensa y de que s
Aquella noche, una vez más, como tantas otras noches durante el último mes, Sara, Johana y Gianina salieron a una nueva cita.Sorpresivamente, sus acompañantes seguían siendo los mismos de la primera vez.Las tres estaban más que sorprendidas de que no hubieran tenido que estar busque y busque en las apps de citas, para congeniar con alguien.Gianina, esa noche, se vistió particularmente atractiva. Con su «pareja», dado que no podía ponerle otro nombre, ya que estaba comprometida con Adriano de manera pública, habían mantenido relaciones, pero esa noche pensaba darle el cierre.Sentía que él, poco a poco, se estaba enamorando de ella, y temía que eso pudiera poner en jaque el contrato que tenía con Adriano, por lo que quería dejar las cosas claras o cerrarlas, si eso era necesario.—¿A dónde vas así vestida? —le preguntó Adriano al verla bajar las escaleras, junto a sus amigas.—Tengo una cita.—Ah, ¿sí? —preguntó, alzando las cejas—. Pues esta no será su noche, esta noche tú eres mía
Gianina obedeció. Abrió la carpeta y comenzó a leer.—¿Cómo obtuviste esto?—Tengo contactos —respondió Adriano—. ¿Tú crees que no puedo obtener toda la información que quiera, siempre que lo desee?—¿Qué es? —preguntó Johana, quien tenía el ceño tan fruncido que sus cejas casi formaban una V.—Es el testamento de Antonio —respondió Gianina, sin apartar la vista de Adriano.—Así es —asintió Adriano—, es el testamento de tu difunto esposo. —Sonrió con cierta malicia.Gianina frunció el ceño.Sabía muy bien lo que le diría, cuál era el as bajo la manga de Adriano, sin embargo, ella tenía el as de picas.Ganaría o ganaría.—Sara, Johana, por favor, esta vez en serio, vayan y disfruten.—Oh, ¿nos vas a dejar sin ver el espectáculo completo? —preguntó Sara, malhumorada.—Después les cuento —repuso Gianina, haciéndole un gesto a su amiga para que los dejaran a solas.Johana se puso de pie y Sara la imitó, aunque a regañadientes. —Sabes que no es lo mismo que te lo cuenten a que lo veas en
—¡No lo puedo creer! —exclamó Sara.—¿Hablas en serio? —le preguntó Johana, realmente sorprendida.—Pues, así es. Es tal y como se los acabo de decir. ¡Me dijo que me ama! —dijo Gianina en voz baja para no despertar a Francesco, quien se había cruzado a la habitación de Johana, y se había vuelto a dormir abrazado a su madre.—¿Y qué diablos haces aquí? ¿Por qué no estás con él haciendo…? —Sara le guiñó el ojo—. Bueno, ya sabes a qué me refiero.—¿Qué demonios dices? —le preguntó con el ceño fruncido—. No pienso acostarme con él porque me haya dicho que me «ama» —agregó, poniendo énfasis en la última palabra.—Ah, pero sin motivos sí, ¿no? —la interrogó Johana con las cejas en alto.—A ver, yo no tengo problema en acostarme con él, pero una cosa es que me guste y que me agrade estar con él y otra, muy distinta, es permitir que siga confundiendo las cosas —sentenció Gianina.—Según tú, ¿qué es lo que está confundiendo? —preguntó Sara. —Estoy casi segura de que cree estar «enamorado» de
Luego de cortar la comunicación, las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Gianina.—¡Es una víbora! —dijo Johana con los dientes apretados.Gianina no dijo nada y tampoco lo hizo Sara.La ansiedad había aumentado en su ser, con cada palabra que había intercambiado con Vittoria, su cuerpo temblaba y sentía que no podría controlarlo más.—Tengo que hablar con Adriano.—No estás bien, Gianina, sabes que estás con un ataque de ansiedad —le dijo Sara—. Mejor cálmate y luego hablas con él.—No… no… no puedo. No puedo seguir así. Estoy cansada de todo esto. ¿Por qué diablos la vida es así conmigo? ¿Por qué siempre termino en la mierda? Si no es por un motivo, es por otro…Tras aquellas palabras, se llevó una mano al pecho y comenzó a hiperventilar.Sara se levantó rápidamente y se acercó a ella. La abrazó con fuerza.—Tranquila, cariño, tranquila…—Me… me fal… me falta el aire… —dijo Gianina a duras penas.—Ven, vamos a mi habitación —repuso Sara mientras la conducía hacia la puer
UNA SEMANA MÁS TARDELos últimos días habían transcurrido en la mayor tranquilidad, para suerte de Adriano y de Gianina, quienes no se habían bajado la guardia, pero sí se habían relajado lo suficiente como para que la noticia del telediario los tomara por sorpresa.—«El diseñador y empresario de modas, Adriano Messina, vuelve a estar en la primera plana de todas las revistas del corazón. Durante la mañana de hoy, se filtraron dos audios en los que queda expuesta la verdad de la relación de Adriano con Vittoria y el enojo que esto produce en la señorita Gianina Costa, quien, aparentemente, quiere atrapar a Adriano Messina con la excusa de que se irá con sus hijos aún nonatos».Adriano y Gianina intercambiaron una mirada mientras desayunaban viendo la televisión.Sara, Johana y Francesco se miraron entre sí, antes de enfocar sus miradas en Adriano y Gianina que habían quedado estupefactos ante los audios que se habían reproducido posteriormente a que la presentadora diera la supuesta n