Guardo el celular en cuanto veo a Farah salir con una cartera en sus manos que antes no había visto que tenía. Abro la puerta para ella, pero se detiene antes de entrar al auto y me mira fijamente. Está dudando si decirme algo o no, pero esta mujer no es de las que se quedan con las palabras en la boca. —¿En serio vas a ayudarme? —Ya estoy movilizando todo para el permiso de salida del Jet. Cuando lleguemos al aeropuerto van a necesitar tus documentos ¿Quieres que pasemos por tu casa o algún lugar buscándolos? —Siempre tengo todos mis documentos en mi cartera por si ocurre una emergencia como la de ahora. —Perfecto, entonces vamos al aeropuerto. —Abro más la puerta del auto, y si antes me había sorprendido cuando Stella me abrazó, definitivamente el que lo hiciera Farah lo superó todo. —De todo el mundo jamás pensé que serías tú quien me ayudaría. —Siempre debemos esperar lo inesperado. Anda, sube. —Si le cuentas a alguien que te he abrazado, olvidaré esto que estás haciendo por
Stella, Jezabel y Farah escuchan a escondidas a Elizabeth y Aarón. —Quiero besarte —dijo Stella en un susurro, sin poder o querer medir sus palabras. Comenzaba a sentirse cansada de tener que estar alejando a Aarón, de estarlo rechazando, sobre todo cuando, en realidad, no quería hacerlo. —Hazlo, bésame. Ni siquiera tienes que pedir permiso, puedes hacer lo que quieras conmigo, corazón… Sabes mi posición, sabes lo que yo quiero y deseo, y que si no he avanzado es para respetar los tuyos. —Yo… Ella acercó su rostro aún más a el de él, sin dejar de mirar sus labios. Ese hombre era como una melodía que, aunque evitabas seguir escuchando, sonaba en todas partes, haciéndote inevitable no escucharla, tararearla y aprendértela; de esas canciones que al final te terminan gustando mucho más de lo que podías llegar a imaginar. Sabía que podía llegar a arrepentirse de sus actos, pero su cuerpo tenía vida propia, y así como no pudo controlarse para lanzarse sobre él, mucho menos pudo hacerlo
Aarón le cuenta a Stella sobre la historia de los cinco amigos. Narrador Omnisiciente. Detuvo el auto frente a la mansión Relish, pero antes de que Stella pudiera salir, él sostuvo su mano, pidiéndole quedarse. No sabía cómo comenzar, y no es porque fuera algo malo, o triste, no era un secreto de estado. Todo lo contrario. Él siempre contaría su infancia y adolescencia con ilusión y emoción, porque fueron buenos tiempos. No podía quejarse, había personas que realmente la pasaban fatal, pero ellos tres, fuera de pequeños problemas y dolores por pérdidas, no padecieron de grandes desgracias. —Para que puedas entender esta historia debo ir años atrás, muchos años atrás; dónde mis padres se miraban por primera vez y caían el uno por el otro en seguida, donde los padres de Archer no se conocían, y en cambio, Karla, su madre, tuvo una relación fugaz, de unos dos meses con Ángel, el padre de mi amigo Ángel quien, como puedes darte cuenta, se llamaban igual. Luego fue que se integraron Loga
Aarón Abernathy.Una vez que salimos del auto, caminamos a la par. Nuestros hombros se tocaban, y nuestras manos se rozaban de vez en cuando. Mientras seguíamos el camino del sendero que llevaba hacia el patio trasero, no parábamos de reír como unos tontos. ¿Cómo dejar de hacerlo si el solo hecho de que ella fuese feliz me hacía serlo a mí también? Antes juraba que comenzaba a encontrarme perdido, pero era tan solo una suposición, empezaba a estarlo; ahora, me encontraba más que seguro de haber caído por aquella mujer de cabello largo, cintura ancha, intelecto y coeficiente alto, y mirada atrapante. Inigualable, esa era la palabra para describirla.Siento que, si dejo pasar esta oportunidad, nunca volveré a tener otra.Pero tampoco quiero asfixiarla o atosigarla con algo que ella no quiere.Seguimos caminando y nos detenemos abruptamente cuando escuchamos la voz de su mejor amiga sonando por los parlantes, aparentemente se ha adueñado del micrófono, y aparentemente también se encuentr
Me siento un rato y me tomo otra cerveza con Josh, quien ya había conseguido un enchufe donde cargar su nuevo juguete, es decir, la tableta de Kindle, y hasta había pagado una cuenta. No sabía que le gustaba leer, pero parece que sí, porque es algo que lo tiene muy entusiasmado. Yo reviso el aparato con él y opino sobre qué libros debería comprarse. Mientras él busca libros intelectuales, de ética y deporte, yo le agrego unos de historias eróticas, cosa que lo hace indignarse, pero al final, termina eligiendo otros que le llaman la atención por las portadas muy sugerentes. Vemos como todos se van yendo, hasta que él también decide irse. Suspiro y levanto mi vista, encontrándome con Stella, quien une sus manos en súplica. Yo frunzo el ceño sin entender qué es lo que quiere, hasta que se hace a un lado y me deja ver a Jezabel realizando un baile que debería ser sensual, pero, debido a su borrachera, termina siendo una serie de movimientos descoordinados, que van a la par de sus altas c
26 de enero de 2021Stella Gilabert.¿Recuerdan cuando al comenzar esta historia yo les contaba que tenía muy, pero de verdad, MUY mala suerte? Bueno, con todo lo que he vivido hasta ahora, había olvidado lo que era eso. Ya no me pasaba nada bochornoso, o bueno, un poco sí, pero ya no era extremista, no llegaba a ser algo malo.Parece que mi racha se ha acabado.Ayer llegué a la oficina y lo primero que quise fue ir a ver a Farah, grande fue mi sorpresa al enterarme que ella no había venido y que seguía de viaje, al parecer estaría un poco más de tiempo por fuera. Y digo que fue mucha mi sorpresa, porque, según los trabajadores de aquí, rara vez la jefa viaja, y cuando tiene que hacerlo lo hace los fines de semana, pero los lunes siempre estaba aquí puntualmente.Yendo al grano, pues, resulta que, al dar media vuelta para irme a mi oficina de trabajo —donde mis dos nuevos compañeros esperaban por mi entusiasmadamente—, me tropecé con una de las pasantes que deben venir obligatoriament
—No quiero más dramas en mi vida —me quejo, intentando esconder mi rostro, poniéndolo sobre el escritorio.—Dicen los murmullos mañaneros de ICON que cierta señorita llamada Analía anoche tuvo una cita romántica, con un chico llamado Michael, con el que se puso de novia…—¡¿Qué?! —Levanto mi rostro con una rapidez infalible al escuchar lo que me dice.—Y eso no es todo… —Josephine, como buena compañera chismosa y lengua larga que es, se sienta frente a mí y me cuenta todo, entusiasmada —, resulta que anoche Josh fue a su casa, para poder explicarle bien lo que había ocurrido entre tú y él en el cuarto de limpieza.—¡Que no pasó nada! — Hasta ganas de llorar tengo por la frustración que me ha causado todo este tema. Desde que ocurrió eso no han parado de salir rumores absurdos, teorías y conspiraciones sobre Josh y yo siendo amantes desde hace unas semanas. ¡Y eso que solo tengo tres semanas trabajando aquí! Sí, voy a llorar.—Lo sé, querida. No creo que estés tan desquiciada como para
28 de enero de 2021Stella Gilabert.Edward Daniels me hace sentir incómoda al colocar una mano en mi cintura y apretarla con fuerza. Yo trato de sonreír genuinamente, pero el pensar en él realizando esa acción que no me gusta, me desconcentra. En cuanto el fotógrafo termina de tomar las fotos necesarias desde todos los ángulos requeridos, me separo de él, quitando su mano de mi cintura y sonriendo de una manera demasiado forzada. Podría jurar que él se da cuenta, pero tan solo enarca una ceja y camina, con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón de vestir, hacia la pequeña mesa que está a un costado y que contiene algunas bebidas alcohólicas y un par de vasos de vidrio.Yo suspiro con fuerza y voy hacia el camarógrafo. Juntos elegimos las imágenes que creemos que son mejores, y vuelvo a sobresaltarme cuando el hombre se coloca detrás de mí. Prácticamente pone su barbilla sobre mi hombro izquierdo y yo me volteo, mirándolo de forma poco amigable.No puedo creer que me haya ca