Capítulo cuarenta y tres. Dos buenas razones.—No hace falta, sólo me he golpeado en la espalda. El bebé está bien — Britney volvió en sí y se soltó de las manos de Owen e intentó levantarse sin ayuda.—Pero, ¿cómo estás tú? — él le preguntó preocupado.La joven lo miró cortante. Había una auténtica preocupación en sus ojos y se reflejaba en su voz.—También estoy bien — ella sonrió aunque tenía la terrible sensación de que no era así, le seguía doliendo el golpe, pero si se lo decía la mandaría al hospital.—Entonces nos las podemos arreglar solos. Gracias a todo el mundo — Owen hizo un gesto en dirección al servicio que lo había seguido —. Vayan a preguntar a alguna de las chicas si está lista la habitación de la señora Stratos, por favor.Se quedaron los dos solos fuera de la casa. Britney miró la fachada norte. Desde allí aún parecía sombría y desnuda, pero dentro se había convertido en un hogar. Allí era donde quería que naciera su hijo.—No hace falta que te molestes por mí, Owe
Capítulo cuarenta y cuatro. Yo maté a mi novia.Owen tomó a Britney en brazos y se dirigió a la casa. —Hay algo que debo decirte, Britney — murmuró él entonces mientras subía las escaleras con cuidado —. Lo siento, pero no es una confesión fácil de hacer para mí… O para ti de escuchar…Su esposa iba a escuchar la verdad e iba a ser él quien se la dijera. Owen respiró hondo un par de veces, pero había llegado ya a la habitación y aún no había dicho nada. Entonces, pensando en que ella empezaría a preguntarle a causa de su silencio, liberó su pesadilla privada en cuanto llegaron al dormitorio.—Britney, el hecho es que yo maté a mi novia Sally. Fue culpa mía que muriera.Sintió que el cuerpo de ella se ponía rígido entre sus manos.—No puede ser.—Cómo me gustaría que no fuera así — dijo él dejándola suavemente en la cama.—¿Pero… cómo? — la voz de la joven era poco más que un susurro.Owen sentía la aprensión en la voz de Britney. Ya no había vuelta atrás. Tendría que escuchar la tris
Capítulo cuarenta y cinco. Estaré a tu lado cada minuto. Empezó a entrar y salir gente de la habitación de Britney llevando sábanas y noticias de que el doctor estaba a punto de llegar. Nonna Bacchari le puso hielo en los labios. La vida giraba alrededor de ella pero su mundo se circunscribía a los brazos de Owen. —Oh… Owen… esto se suponía que no debía suceder. Le he hecho algo terrible a Donatello, y tú ni siquiera me amas… — dijo la joven con debilidad. La abrazó más fuerte. —El trabajo y mi pasado no me han permitido admitirlo hasta ahora, Britney. Te amo. Ahora me doy cuenta de lo equivocado que he estado al no comunicarte mis sentimientos. Por favor, perdóname… Déjame amarte, déjame mantenerte a salvo aquí, para siempre… El doctor irrumpió en medio de una oleada de aire frío. Una vez examinada, se llevó a Owen aparte. Britney quedó en manos de Nonna. La anciana le pasaba una esponja por la cara y le daba mas hielo para que chupara. —Oh, sería una pena que no llegara al h
Capítulo 1. El Precio de la libertadThalía no dejaba de observar la ciudad de Londres por la ventanilla del auto a medida que el mismo avanzaba. No quería hacerlo, pero no tenía otra opción. Su hermano estaba en problemas y como era habitual, su padre la había obligado a limpiar el desastre. Sin embargo, Christian West había llegado demasiado lejos. —Tienes que convencer a Praxis de que retire los cargos contra tu hermano —le había exigido su padre—, a como de lugar. Su destino estaba cada vez más cerca. El reloj seguía avanzando. El servicio de seguridad de Stratos había inspeccionado su coche y su persona, y enviado una foto suya a la planta ejecutiva donde, según le habían informado, la esperaban. Tenía diez minutos antes de ser considerada un riesgo para la seguridad.Había creído que jamás volvería a encontrarse con Praxis Stratos.Se alisó la falda lápiz y evitó asomarse al espejo del coche para comprobar su maquillaje por enésima vez. No tenía sentido. Iba a enfrentarse a é
Capítulo 2. Un millón de euros—Me tendrás a mí, Praxis —contestó Thalia.Praxis vio latir el pulso en el cuello de Thalia. Si no supiera la verdad, pensaría que estaba desesperada. Pero todo eso, como tres años atrás, no era más que un engaño.—Creo que subestimas tus encantos —observó él con crueldad—. ¿De verdad crees valer más de un millón de euros?—Por supuesto —ella palideció aunque se mantuvo firme.—No pretendo insultarte —mintió Praxis—, pero jamás pagaría por algo que podría conseguir gratis. Y en abundancia.—Y yo que pensaba que preferías mantener amantes —espetó ella—. Dudo que te salga gratis.—¿Una noche para saldar la deuda de tu hermano? Eso no me atrae —Praxis se encogió de hombros—. Pero ¿una amante? ¿Durante el tiempo que yo decida? Eso es otra cosa. Aunque más… fatigoso.Thalia apretaba los labios y empezó a cerrar los puños antes de dejar caer las manos.—Maravilloso —contestó ella con una ligereza claramente falsa, ya que ella misma era falsa, por mucho que rea
Capítulo 3. Un Esposo para Mamá Praxis repasaba los planos una vez más. Odiaba el campo y quería marcharse de Bibury cuanto antes. Sin embargo, para eso tenía que convencer a los propietarios de los terrenos que le faltaban por comprar. —Solo míralo, Owen —el griego apartó la vista del periódico cuando escuchó aquella voz infantil femenina. Entonces se encontró con dos niños frente a él, mirándolo de pies a cabeza como si lo evaluaran y al mismo tiempo cuchicheaban entre ellos—. No sonríe y viste de negro. ¿Por qué viste de negro, señor? ¿Se ha muerto su perrito también?Praxis miro hacia los lados más de una vez para comprobar que la niña le hablaba a él y no a alguien más.—¿Me hablas a mí? —le preguntó.—¿Y a quién más? —la niña bufó mientras se soplaba el flequillo que me caía en la cara—. ¿Ves a alguien más aquí? También es medio tonto, Owen. No nos sirve. Praxis frunció el ceño y no supo por qué sintió curiosidad por la pareja de pequeños. No debían de pasar los cinco años y
Capítulo 4. El Padre de los NiñosTras un leve desvanecimiento, Thalia se había medio convencido de que Praxis no era más que producto de su imaginación.Pero no.Ahí estaba, en el mismo lugar. El demonio en persona, tan incongruente en un restaurante de campo que casi se rio ante lo absurdo.Casi. Había muy poco en ese delicioso hombre que le provocara ganas de reír.Pasó una eternidad sin que apartara la mirada de él, que la correspondía con toda la fuerza de su feroz mirada.Thalia tuvo que esforzarse por rechazar las imágenes que amenazaban con invadirla. El recuerdo de lo sucedido entre ellos hacía ya demasiado tiempo como para recordar cada detalle. Sin embargo, ella no podía olvidarlo.—Thalia West, sí que eres tú —al fin habló Praxis. Su voz era como ella la recordaba. Inquietante. Peligrosa—. Explícame qué hace una heredera de Londres trabajando como camarera aquí.—Da la casualidad de que poseo un talento innato para la atención al cliente —respondió ella en su tono más aleg
Capítulo cinco. A vivir conmigo.—¿Qué? —Thalia sintió que el color abandonaba su rostro.—Una pregunta sencilla, aunque poco delicada. No utilizamos protección, Thalia. Y si esos niños tienen cinco años…Thalia sentía el pulso latir contra ella.—¿Por qué hablamos de esto? ¿Y a ti qué te importa, Praxis? De todos modos, me he mudado a otro lugar muy lejos de ti y ha pasado demasiado tiempo. No necesito nada de lo que tú puedas dar…Ella se interrumpió, horrorizada.La realidad la golpeó con fuerza. Y se sintió engullida en la ferocidad de la mirada de Praxis.Sentía como si él se hubiese lanzado contra ella. ¿Deseaba que lo hubiera hecho?¿Tanto anhelaba su contacto? Ya conocía la respuesta. La sufría cada noche por más de cinco años.—¿Se trata del nuevo intento de tu familia para chantajearme? —preguntó él con frialdad, aunque en su mirada ardía el desprecio—. Esto no terminará tal y como imaginas, Thalia. Te lo aseguro.Los peores temores de Praxis se habían hecho realidad. Y segu