Capítulo tres. No te vas a arrepentir. Gael esbozó una media sonrisa que la hizo tragar saliva. Era un hombre muy guapo que exudaba encanto y… Y aquello podría ser peligroso, se dijo a sí misma. — Cenar, ¿eh? — repitió él, dejando la cerveza sobre la mesa —. Muy bien, yo nunca rechazo la oportunidad de cenar con una mujer guapa. Sin embargo, te lo advierto: no estoy interesado en casarme. — Lo sé. Por eso eres perfecto. Gael sacudió la cabeza, riendo. — Aún no tengo claro si estás loca o no. — No, no estoy loca. Sencillamente, soy decidida. — Guapa y decidida — murmuró él —. Una combinación peligrosa. — Hay un restaurante muy bueno en la isla: Diego’s. Nos veremos allí a las ocho. — A las ocho en La cantina de la Playa — le recordó él, levantándose. Olivia lo observó mientras se alejaba. Era alto y fibroso y se movía con la gracia de los hombres seguros de sí mismos. En realidad, Gael Rutherford era más de lo que había imaginado. Solo esperaba que no fuese más de
Capítulo cuatro. Una unión buena para todos.Gael lo pensó muy bien antes de volver a hablar.—¿Y cuánto duraría este matrimonio? — Ya te lo dije, dos meses — respondió Olivia, más animada. Llevaba meses armando el plan y, por el momento, Gael Rutherford seguía sentado frente a ella. No había dicho que sí, pero tampoco se había marchado —. Es tiempo suficiente para convencer a mi padre de que al menos lo hemos intentado. — Y cuando nuestro matrimonio 'fracase', ¿crees que tratará de dejar de casarte? — Sí, creo que sí — Olivia se mordió los labios —. Espero que sí. Estoy cansada de los hombres que tratan de ganarse el favor de mi padre. Además, esta es mi única posibilidad de conseguir el fideicomiso a mi manera. Estaré casada, como él quiere, pero será un marido que habré elegido yo y la clase de matrimonio que yo quiero. —Ya veo. La brisa le movía el flequillo a Gael, levantándolo. — Si aceptas, nos divorciaremos a los dos meses — siguió Olivia —. Yo conseguiré mi fidecomis
Capítulo cinco. Trato hecho.'¿Quieres casarte conmigo?'Aquellas tres palabras que a Gael lo hacían sentir un escalofrío. Gael había jurado no volver a cometer el error de casarse, pero aquello era diferente. La primera vez que dijo: 'Sí, acepto' había sido un desastre. Esta vez conseguiría algo más allá de un divorcio rápido. Esta vez, él llevaría el control. Sería él quien dijese cuánto había terminado, él quien se diera la vuelta. Y esta vez, su corazón no estaría involucrado. De modo que asintió con la cabeza. —Muy bien, trato hecho. La sonrisa de Olivia lo dejó sin aliento. Ella le tomó la mano y, como había ocurrido la primera vez, en cuanto rozó su piel sintió una descarga que le subió por el brazo hasta llegar a su torso, haciendo que le latiese el corazón. Si Olivia había sentido lo mismo no se le notaba, de modo que intentó disimular, luchando contra una atracción que era más poderosa de lo que hubiera esperado. —Solo hay una cosa más — dijo ella ento
Capítulo seis. Acepto la propuesta. Praxis Stratos, un hombre alto de pelo blanco, rondaba los sesenta años, pero sus sabios ojos azules parecían los de un hombre mucho más joven. Sentado tras el escritorio de su biblioteca, miraba a Gael con ojos serios y él sostuvo su mirada sin pestañear. Sabía muy bien que el primero que hablase perdería poder, de modo que guardó silencio, esperando que Stratos diese el primer paso. La suite de Praxis Stratos ocupaba la mitad de la planta superior del hotel, la suite de Olivia ocupaba la otra mitad. Era un establecimiento elegante de estilo europeo, pero ligeramente descuidado, como si hubiera visto tiempos mejores. Y Gael tuvo que preguntarse si Stratos sería tan rico como decían. Había notado un par de manchas de humedad en el techo y otros detalles. Nada que llamase demasiado la atención, solo pequeñas advertencias: molduras cuarteadas, marcas en el suelo de madera… Por supuesto, eso no demostraba nada. Tal vez Praxis estaba demas
Capítulo siete. Una noticia mala y otra buena. A la mañana siguiente, Gael miraba su ordenador esperando que se conectase la video llamada y, al ver su reflejo en la pantalla, hizo una mueca. Parecía un cadáver. Eso le enseñaría a beber coñac con un anciano que probablemente tenía coñac corriendo por sus venas, pensó. Stratos había querido brindar por el trato y a Gael no se le había ocurrido ninguna razón para no hacerlo. Sin embargo, horas después de escuchar innumerables historias sobre la isla y la infancia de Olivia, todas regadas con vaso tras vaso de coñac, había salido trastabillando de la suite. Apenas había podido pegar ojo, esperando que la habitación dejase de dar vueltas. Y cuando por fin se quedó dormido, en sus sueños era perseguido por Praxis Stratos, que reía como un maníaco mientras Olivia le tiraba ramos de novia a la cara. —No se te ocurra analizar el sueño — murmuró. Cuando tosió, sintió que su cabeza estaba a punto de explotar. Estaba alargando una m
Capítulo ocho. El loco de la familia Silencio. Los hermanos de Gael lo miraban, perplejos. —¿Casarte? — repitió Dorian. —¿Estás loco? — le espetó Hans. —¿Con la morena? —La misma, Olivia Stratos. —¿La hija de Praxis Stratos? — ¿La has conocido, te has enamorado y has pedido su mano en veinticuatro horas? — exclamó Dorian. —¿Quién ha dicho nada de amor? —¿Entonces por qué vas a casarte? —He hecho un trato con Olivia: me caso con ella y conseguimos la parcela. —Esto es llevar las cosas demasiado lejos — opinó Hans. — Ya está hecho. Hemos llegado a un acuerdo y pienso cumplir mi parte. —¿Por qué? —Porque no había otra manera de conseguir la parcela. —Estás loco. — No, no lo estoy — replicó Gael, irritado —. Será un matrimonio temporal y en dos meses nos divorciaremos, pero seguiremos teniendo la parcela. Hans sacudió la cabeza, como si no supiera qué decir, pero Dorian no tenía ese problema. —No puedes hacer eso, Gael. Casarse de ese modo no es… — ¿No es qué? — No e
Capítulo nueve. Vas a meterte en un buen lío.—¿Que vas a hacer qué? — Voy a casarme — repitió Olivia, esperando sentir una oleada de pánico. Sin embargo, no fue así y era muy raro porque si alguien tenía derecho a sentir pánico, era ella. Después de la reunión entre Gael y su padre, había pasado cinco minutos con el hombre que pronto sería su marido, pero Gael apenas había dicho nada; solo que la llamaría al día siguiente. Y, por el momento, no había llamado. Aunque aún había mucho tiempo, por supuesto. Entonces, ¿por qué tenía el estómago encogido y le costaba tanto trabajo respirar? Había pasado la noche sentada en la terraza de la suite, mirando el mar. El viento movía suavemente las hojas de los árboles, llevándole un delicioso aroma a jazmín, pero eso no había logrado tranquilizarla. Y ella sabía por qué. Gael Rutherford era demasiado atractivo. La afectaba como no la había afectado ningún hombre desde Camilo y admitir eso debería ser suficiente para echarse atr
Capítulo diez. El anillo de bodas. Los siguientes días pasaron a toda velocidad. O al menos, eso le parecía a Gael. No vio mucho a Olivia, ¿pero por qué iba a hacerlo? Aquello no era más que un acuerdo entre los dos y, para olvidar que estaba a punto de casarse, se dedicó a explorar la isla. La constructora que Praxis Stratos había creado para la isla era pequeña, algo hecho para los habitantes de la misma pero parecían serios y responsables. Además, contratar gente de la isla haría que la invasión de los Rutherford fuese mejor vista por los lugareños. Condujo por las carreteras de la isla, comprobando que algunas zonas de Isla Real eran yermas mientras la mayoría estaban cubiertas de bosques, flores y cascadas. No había aeropuerto, pero Gael sabía que sus hermanos querrían construir una pista de aterrizaje para sus avionetas y había un claro cerca del hotel que serviría… si podía convencer a Praxis. De otro modo, la única forma de llegar a la isla era ir en avioneta hast