Capítulo cuarenta y ocho. The End Cuando Britney se despertó estaba oscuro. Un pájaro cantaba no muy lejos. Movió la cabeza. Las cortinas de la habitación estaban cerradas, pero una intensa luz artificial se abría paso por una rendija. Debía de ser temprano por la mañana o tarde por la noche. Gradualmente se dio cuenta de que ya no le dolía nada. En medio de la oscuridad se pasó la mano por el vientre… Sus ligeros movimientos alertaron a la enfermera de guardia. La mujer se acercó con una sonrisa. —¿Quiere que llame a su marido? Está abajo con su hija. Britney frunció el ceño. Debía de ser un caso de confusión de identidades. —¿Mi hija? No, eso no es posible… Owen tiene un hijo, yo tuve un hijo. Se llama Adonis. ¿Dónde está? —Allí, allí — la enfermera calló a Britney poniéndole un termómetro bajo la lengua —. No hay por qué preocuparse, querida. La bebé había tragado un poco de líquido, así que está en observación. Su marido se ha dividido entre usted y la niña, pero le he
Se suponía que aquel matrimonio era solo de apariencias… Lo único que Gael tenía que hacer era casarse con la hija de Praxis Stratos…, pero no podía tocar a su nueva y tentadora esposa. Olivia había impuesto las reglas, pero de repente su matrimonio le parecía demasiado práctico. El deseó ardió en él y entonces quiso convertir el acuerdo temporal en uno permanente. ****Ya comienza la última historia de esta saga. No te pierdas la oportunidad de conocer a la intrépida Olivia Stratos.****
Capítulo Uno: Deberíamos casarnos —Creo que deberíamos casarnos. Gael Rutherford se atragantó con la cerveza y, dejando la botella sobre la barra del bar, empezó a toser mientras miraba a la mujer que había estado a punto de matarlo con cuatro palabras. Aunque ella merecía la pena. Su pelo era casi tan negro como el de él, sus ojos de un azul más claro que el suyo. Tenía los pómulos altos, las cejas arqueadas y una expresión de fiera determinación. Llevaba un vestido de verano en color amarillo que dejaba al descubierto un par de piernas fabulosas y unas sandalias con florecitas blancas que mostraban unos dedos con las uñas pintadas de rojo. — ¿Casarnos? ¿No crees que antes deberíamos… no sé, ir a una cita o como mínimo cenar juntos? Ella miró al camarero, como para comprobar que no estaba escuchando la conversación. —Sé que debe sonar un poco raro… Gael soltó una carcajada. —Raro es decir poco. —No obstante, tengo mis razones. — Ah, me alegra saberlo —
Capítulo dos. ¿Por qué yo?El escalofrío que le provocó a Gael el roce de su mano lo pilló desprevenido… Y también a Oliva parecía haber sentido algo porque apartó la mano de inmediato. No importaba, se dijo Gael. Podía sentirse atraído por una mujer sin hacer nada al respecto. De hecho, no se dejaba llevar por su pene desde que tenía diecinueve años. — Al menos podrías escucharme — insistió Olivia. Frunciendo el ceño, Gael volvió a sentarse. No estaba interesado en lo que pudiera decir, ¿pero por qué arriesgarse a ofender a un miembro de la familia Stratos? —Muy bien, te escucho. —Quiero que te cases conmigo. —Sí, eso ya lo sé, ¿pero por qué? —Porque es lo más lógico. Gael seguía con la convicción de que a aquella señorita le faltaba un tornillo en el cerebro.—¿En qué universo? — Tú quieres la parcela para que tu primo construya un hotel y yo quiero un marido temporal. —¿Temporal? Ella rio suavemente, un sonido rico y musical, el pelo negro flotando alrededor d
Capítulo 1. El Precio de la libertadThalía no dejaba de observar la ciudad de Londres por la ventanilla del auto a medida que el mismo avanzaba. No quería hacerlo, pero no tenía otra opción. Su hermano estaba en problemas y como era habitual, su padre la había obligado a limpiar el desastre. Sin embargo, Christian West había llegado demasiado lejos. —Tienes que convencer a Praxis de que retire los cargos contra tu hermano —le había exigido su padre—, a como de lugar. Su destino estaba cada vez más cerca. El reloj seguía avanzando. El servicio de seguridad de Stratos había inspeccionado su coche y su persona, y enviado una foto suya a la planta ejecutiva donde, según le habían informado, la esperaban. Tenía diez minutos antes de ser considerada un riesgo para la seguridad.Había creído que jamás volvería a encontrarse con Praxis Stratos.Se alisó la falda lápiz y evitó asomarse al espejo del coche para comprobar su maquillaje por enésima vez. No tenía sentido. Iba a enfrentarse a é
Capítulo 2. Un millón de euros—Me tendrás a mí, Praxis —contestó Thalia.Praxis vio latir el pulso en el cuello de Thalia. Si no supiera la verdad, pensaría que estaba desesperada. Pero todo eso, como tres años atrás, no era más que un engaño.—Creo que subestimas tus encantos —observó él con crueldad—. ¿De verdad crees valer más de un millón de euros?—Por supuesto —ella palideció aunque se mantuvo firme.—No pretendo insultarte —mintió Praxis—, pero jamás pagaría por algo que podría conseguir gratis. Y en abundancia.—Y yo que pensaba que preferías mantener amantes —espetó ella—. Dudo que te salga gratis.—¿Una noche para saldar la deuda de tu hermano? Eso no me atrae —Praxis se encogió de hombros—. Pero ¿una amante? ¿Durante el tiempo que yo decida? Eso es otra cosa. Aunque más… fatigoso.Thalia apretaba los labios y empezó a cerrar los puños antes de dejar caer las manos.—Maravilloso —contestó ella con una ligereza claramente falsa, ya que ella misma era falsa, por mucho que rea
Capítulo 3. Un Esposo para Mamá Praxis repasaba los planos una vez más. Odiaba el campo y quería marcharse de Bibury cuanto antes. Sin embargo, para eso tenía que convencer a los propietarios de los terrenos que le faltaban por comprar. —Solo míralo, Owen —el griego apartó la vista del periódico cuando escuchó aquella voz infantil femenina. Entonces se encontró con dos niños frente a él, mirándolo de pies a cabeza como si lo evaluaran y al mismo tiempo cuchicheaban entre ellos—. No sonríe y viste de negro. ¿Por qué viste de negro, señor? ¿Se ha muerto su perrito también?Praxis miro hacia los lados más de una vez para comprobar que la niña le hablaba a él y no a alguien más.—¿Me hablas a mí? —le preguntó.—¿Y a quién más? —la niña bufó mientras se soplaba el flequillo que me caía en la cara—. ¿Ves a alguien más aquí? También es medio tonto, Owen. No nos sirve. Praxis frunció el ceño y no supo por qué sintió curiosidad por la pareja de pequeños. No debían de pasar los cinco años y
Capítulo 4. El Padre de los NiñosTras un leve desvanecimiento, Thalia se había medio convencido de que Praxis no era más que producto de su imaginación.Pero no.Ahí estaba, en el mismo lugar. El demonio en persona, tan incongruente en un restaurante de campo que casi se rio ante lo absurdo.Casi. Había muy poco en ese delicioso hombre que le provocara ganas de reír.Pasó una eternidad sin que apartara la mirada de él, que la correspondía con toda la fuerza de su feroz mirada.Thalia tuvo que esforzarse por rechazar las imágenes que amenazaban con invadirla. El recuerdo de lo sucedido entre ellos hacía ya demasiado tiempo como para recordar cada detalle. Sin embargo, ella no podía olvidarlo.—Thalia West, sí que eres tú —al fin habló Praxis. Su voz era como ella la recordaba. Inquietante. Peligrosa—. Explícame qué hace una heredera de Londres trabajando como camarera aquí.—Da la casualidad de que poseo un talento innato para la atención al cliente —respondió ella en su tono más aleg