Capítulo seis. Acepto la propuesta. Praxis Stratos, un hombre alto de pelo blanco, rondaba los sesenta años, pero sus sabios ojos azules parecían los de un hombre mucho más joven. Sentado tras el escritorio de su biblioteca, miraba a Gael con ojos serios y él sostuvo su mirada sin pestañear. Sabía muy bien que el primero que hablase perdería poder, de modo que guardó silencio, esperando que Stratos diese el primer paso. La suite de Praxis Stratos ocupaba la mitad de la planta superior del hotel, la suite de Olivia ocupaba la otra mitad. Era un establecimiento elegante de estilo europeo, pero ligeramente descuidado, como si hubiera visto tiempos mejores. Y Gael tuvo que preguntarse si Stratos sería tan rico como decían. Había notado un par de manchas de humedad en el techo y otros detalles. Nada que llamase demasiado la atención, solo pequeñas advertencias: molduras cuarteadas, marcas en el suelo de madera… Por supuesto, eso no demostraba nada. Tal vez Praxis estaba demas
Capítulo siete. Una noticia mala y otra buena. A la mañana siguiente, Gael miraba su ordenador esperando que se conectase la video llamada y, al ver su reflejo en la pantalla, hizo una mueca. Parecía un cadáver. Eso le enseñaría a beber coñac con un anciano que probablemente tenía coñac corriendo por sus venas, pensó. Stratos había querido brindar por el trato y a Gael no se le había ocurrido ninguna razón para no hacerlo. Sin embargo, horas después de escuchar innumerables historias sobre la isla y la infancia de Olivia, todas regadas con vaso tras vaso de coñac, había salido trastabillando de la suite. Apenas había podido pegar ojo, esperando que la habitación dejase de dar vueltas. Y cuando por fin se quedó dormido, en sus sueños era perseguido por Praxis Stratos, que reía como un maníaco mientras Olivia le tiraba ramos de novia a la cara. —No se te ocurra analizar el sueño — murmuró. Cuando tosió, sintió que su cabeza estaba a punto de explotar. Estaba alargando una m
Capítulo ocho. El loco de la familia Silencio. Los hermanos de Gael lo miraban, perplejos. —¿Casarte? — repitió Dorian. —¿Estás loco? — le espetó Hans. —¿Con la morena? —La misma, Olivia Stratos. —¿La hija de Praxis Stratos? — ¿La has conocido, te has enamorado y has pedido su mano en veinticuatro horas? — exclamó Dorian. —¿Quién ha dicho nada de amor? —¿Entonces por qué vas a casarte? —He hecho un trato con Olivia: me caso con ella y conseguimos la parcela. —Esto es llevar las cosas demasiado lejos — opinó Hans. — Ya está hecho. Hemos llegado a un acuerdo y pienso cumplir mi parte. —¿Por qué? —Porque no había otra manera de conseguir la parcela. —Estás loco. — No, no lo estoy — replicó Gael, irritado —. Será un matrimonio temporal y en dos meses nos divorciaremos, pero seguiremos teniendo la parcela. Hans sacudió la cabeza, como si no supiera qué decir, pero Dorian no tenía ese problema. —No puedes hacer eso, Gael. Casarse de ese modo no es… — ¿No es qué? — No e
Capítulo nueve. Vas a meterte en un buen lío.—¿Que vas a hacer qué? — Voy a casarme — repitió Olivia, esperando sentir una oleada de pánico. Sin embargo, no fue así y era muy raro porque si alguien tenía derecho a sentir pánico, era ella. Después de la reunión entre Gael y su padre, había pasado cinco minutos con el hombre que pronto sería su marido, pero Gael apenas había dicho nada; solo que la llamaría al día siguiente. Y, por el momento, no había llamado. Aunque aún había mucho tiempo, por supuesto. Entonces, ¿por qué tenía el estómago encogido y le costaba tanto trabajo respirar? Había pasado la noche sentada en la terraza de la suite, mirando el mar. El viento movía suavemente las hojas de los árboles, llevándole un delicioso aroma a jazmín, pero eso no había logrado tranquilizarla. Y ella sabía por qué. Gael Rutherford era demasiado atractivo. La afectaba como no la había afectado ningún hombre desde Camilo y admitir eso debería ser suficiente para echarse atr
Capítulo diez. El anillo de bodas. Los siguientes días pasaron a toda velocidad. O al menos, eso le parecía a Gael. No vio mucho a Olivia, ¿pero por qué iba a hacerlo? Aquello no era más que un acuerdo entre los dos y, para olvidar que estaba a punto de casarse, se dedicó a explorar la isla. La constructora que Praxis Stratos había creado para la isla era pequeña, algo hecho para los habitantes de la misma pero parecían serios y responsables. Además, contratar gente de la isla haría que la invasión de los Rutherford fuese mejor vista por los lugareños. Condujo por las carreteras de la isla, comprobando que algunas zonas de Isla Real eran yermas mientras la mayoría estaban cubiertas de bosques, flores y cascadas. No había aeropuerto, pero Gael sabía que sus hermanos querrían construir una pista de aterrizaje para sus avionetas y había un claro cerca del hotel que serviría… si podía convencer a Praxis. De otro modo, la única forma de llegar a la isla era ir en avioneta hast
Capítulo once. Ya estamos casados.Gael salió de la joyería con una sonrisa en los labios. Isla Real era una isla tan pequeña que seguramente todos los vecinos se veían como parientes. Nada que ver con Sunset Beach, desde luego. Siempre le había gustado el ruido y el movimiento de California, o al menos se sentía cómodo allí, pero ni siquiera conocía a sus vecinos. Sus hermanos eran sus mejores amigos y las mujeres con las que salía iban y venían sin que se acordase de ellas. Una vez había querido algo más; la clase de conexión con otro ser humano que buscaba la mayoría de la gente, pero había aprendido la lección y después del fiasco de su matrimonio se había aislado, usando el ingenio y el encanto para mantener controladas otras emociones más profundas. No obstante, estaba a punto de casarse. El anillo que llevaba en el bolsillo pesaba como si fuera un ancla y, sin embargo, no podía dejar de pensar en Olivia, como si el rostro de su futura esposa estuviera grabado en su c
Capítulo doce. Un beso de verdad.Olivia penas era consciente de la gente que los miraba. ¿Cómo iba a prestarles atención cuando cada centímetro de su cuerpo parecía estar electrizado? La lengua de Gael jugaba con la suya y Olivia se arqueó hacia él, dejándolo… no, ayudándolo a devorarla. Daba igual que no estuviesen enamorados. Daba igual que no hubiera pensado en besar a su marido. Lo único que importaba en aquel momento era lo que Gael estaba haciéndole y lo que ella sentía. Nunca había sentido nada así. No podía respirar y le daba igual. ¿Cómo podía experimentar esas sensaciones cuando apenas lo conocía y cuando Gael no era Camilo…? Ese nombre fue suficiente para apagar el fuego. Olivia se apartó, mirándolo con cara de sorpresa. Y fue un pequeño consuelo ver la misma sorpresa en los ojos de Gael. —¡Eso es un beso de verdad! — exclamó su padre. Como repuesta, Gael le pasó un brazo por los hombros, apretándola contra su costado. Sonreía con aparente tranquilidad, pero
Capítulo trece. No deberíamos.— Ha sido un beso estupendo — admitió, dándole la espalda al jardín para estudiar a la mujer con la que se había casado. La luz de la luna hacía que su vestido blanco con escote palabra de honor pareciese brillar y Gael no podía apartar los ojos de ella. El fino material del vestido destacaba su asombrosa figura. Todo en ella lo hacía desear abrazarla y besarla hasta que ninguno de los dos pudiese respirar. Y Gael nunca había sido famoso por su contención. Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para no tocarla, pero le gustaría deslizar las manos por su cuerpo hasta hacerla suspirar de placer. Si fuera por él, llevaría a su flamante esposa a la suite donde vivirían durante esos dos meses y la tumbaría en la cama. Levantaría la falda del vestido y la miraría a los ojos mientras entraba en ella, sintiendo esas largas piernas envueltas en su cintura mientras lo recibía, jadeando de placer. Se derramaría dentro de ella y luego, cuando los dos hubie