Capítulo 3. Un Esposo para Mamá
Praxis repasaba los planos una vez más. Odiaba el campo y quería marcharse de Bibury cuanto antes. Sin embargo, para eso tenía que convencer a los propietarios de los terrenos que le faltaban por comprar.—Solo míralo, Owen —el griego apartó la vista del periódico cuando escuchó aquella voz infantil femenina. Entonces se encontró con dos niños frente a él, mirándolo de pies a cabeza como si lo evaluaran y al mismo tiempo cuchicheaban entre ellos—. No sonríe y viste de negro. ¿Por qué viste de negro, señor? ¿Se ha muerto su perrito también?Praxis miro hacia los lados más de una vez para comprobar que la niña le hablaba a él y no a alguien más.—¿Me hablas a mí? —le preguntó.—¿Y a quién más? —la niña bufó mientras se soplaba el flequillo que me caía en la cara—. ¿Ves a alguien más aquí? También es medio tonto, Owen. No nos sirve.Praxis frunció el ceño y no supo por qué sintió curiosidad por la pareja de pequeños. No debían de pasar los cinco años y aún así, al menos la pequeña, hablaba como si tuviera treinta.—¿Y para qué no sirvo si se puede saber, señorita? —preguntó de repente sin saber bien por qué hacía tal pregunta.—Para esposo —respondió la pequeña. Parecía que ella era la que llevaba la voz de canto de los dos pequeños.—¡Ah, caramba! —Praxis quiso reír, pero simplemente no le salió y eso le perturbó. Llevaba tanto tiempo sin reir que probablemente sus músculos no se acordaran de cómo hacerlo—. ¿No me diga que está usted buscando esposo tan joven, señorita?—Para mí no, tonto —la niña volvió a bufar—. ¿Estás loco? ¿Cuántos años crees que tengo? ¡Yo soy una niña!—Puedo verlo —murmuró el griego por lo bajo con buen humor.—Es para nuestra mamá —el niño habló por primera vez—. ¿Quieres casarte con nuestra mamá?Praxis se recostó sobre su silla y miró divertido a los hermanos. Aunque no eran idénticos, podía adivinar que eran gemelos.—Bueno, eso depende de muchas cosas. Veamos —sin saber el motivo, le apeteció conversar con los niños y extendió una silla a cada uno—, siéntense a la mesa y vamos a discutirlo.—¿Dicatislo? ¿Y eso qué cosa es? —la pequeña que era más avispada preguntó con el ceño fruncido mientras su hermano miraba a Praxis con demasiado interés. Como si el griego acabara de decir que tenía super poderes o hablaba con los animales.—Discutirlo —la corrigió el griego—. Significa que Me van a decir por qué buscan esposo para su madre y yo decidiré si acepto la propuesta o no.—Pospueta, ¿qué es eso? ¿Por qué hablas tan raro? —volvió a saltar a preguntar la niña—. ¿Tienes algo en la lengua?—Aaaaaah —intervino el niño por primera vez—. Seguro te quemaste la lengua por robarte las galletas recién sacadas del horno. ¿A qué sí? A mí me pasa cada vez que mamá hace galletas. Mamá me regaña, pero es que no me puedo aguantar.—Eso es porque eres un glotón, Owen —le señaló su hermana.A Owen se le pusieron las mejillas coloradas de pronto y aunque Praxis era consciente de que la niña aquella de lengua afilada llevaba una corrección, la escena le causó gracia y lo dejó pasar. De todas formas, no eran hijos suyos para andar regañando o corrigiendo.—No tengo la lengua quemada, hablo diferente porque no soy de Gran Bretaña, sino de Grecia.—¡Vayaaa! —exclamó Phil tan asombrado como fascinado, al contrario de su hermana que parecía impaciente y lo dejaba notar mediante resoplidos—. ¿Y dónde queda Grecia?—Cruzando el océano. Muy lejos —respondió Praxis.—¿Más lejos que Nunca Jamás?—Mucho más lejos —volvió a responder, divertido con la fascinación del niño. Eso le hizo preguntarse muchas cosas, la principal incógnita era... ¿era ya tiempo de pensar en buscar una esposa y tener una familia?No estaba seguro, porque al tener una familia tendría una debilidad y sus enemigos podían aprovecharse de eso. Praxis tenía una misión en la vida, un plan de venganza que apenas había iniciado.—Mejor vámonos, Owen —diho la niña entonces poniéndose de pie para ir hasta su hermano y tirar de él para que la siguiera—. Este señor es muy estirado para mamá y te apuesto a que no jugará en el barro con nosotros.—¿Por qué? —la ilusión de Owen se desinfló como un globo pinchado.—Porque es tonto —respondió su hermana.—Oye, jovencita maleducada, que tengo un nombre y es Praxis —saltó el griego de repente. No supo por qué de un momento a otro se sintió irritado.—¡Ja! —la niña se rió mientras torcía los labios en una mueca que se le hacía extrañamente conocida—. Incluso tiene nombre de tonto. Vámonos, Owen.Los pequeños se perdieron del local corriendo por entre las mesas y Praxis simplemente se quedó ahí, tieso como una estatua. ¿Qué acababa de pasar?'Pues que una niña te acaba de dejar en ridículo ', le respondió su conciencia.¡Una niña! ¡De cinco años como máximo!Aquello era lo más absurdo que le había pasado en mucho tiempo. Sin dudas aquellas tierras estaban llenas de sorpresas.De repente se preguntó por la madre de los niños. ¿Qué clase de mujer había concebido y educado a semejantes dos especímenes?Praxis sonrió y apartó a un lado el café ya frío, sin muchas ganas de volver al periódico. Algo le decía que conocería a la tan mentada muy pronto.Entonces, como si la hubiera llamado con el pensamiento, escuchó una voz femenina a sus espaldas.—Disculpe, señor, he visto que mis hijos lo molestaban hace unos minutos —hablaba la mujer un poco nerviosa y a Praxis se le pusieron de punta los vellos de la piel, porque tenía la sensación de haber escuchado esa voz antes—. Lamento mucho las molestias, son muy traviesos y...En cuanto Praxis se dio la vuelta para mirarla a los ojos, ella enmudeció y él se quedó de piedra sin saber que hacer tal vez por primera vez en su vida.A Praxis su instinto no me había engañado, conocía a esa mujer... y muy bien.—Thalia...Lo único que pudo pronunciar fue su nombre antes de que ella se desmayara.Capítulo 4. El Padre de los NiñosTras un leve desvanecimiento, Thalia se había medio convencido de que Praxis no era más que producto de su imaginación.Pero no.Ahí estaba, en el mismo lugar. El demonio en persona, tan incongruente en un restaurante de campo que casi se rio ante lo absurdo.Casi. Había muy poco en ese delicioso hombre que le provocara ganas de reír.Pasó una eternidad sin que apartara la mirada de él, que la correspondía con toda la fuerza de su feroz mirada.Thalia tuvo que esforzarse por rechazar las imágenes que amenazaban con invadirla. El recuerdo de lo sucedido entre ellos hacía ya demasiado tiempo como para recordar cada detalle. Sin embargo, ella no podía olvidarlo.—Thalia West, sí que eres tú —al fin habló Praxis. Su voz era como ella la recordaba. Inquietante. Peligrosa—. Explícame qué hace una heredera de Londres trabajando como camarera aquí.—Da la casualidad de que poseo un talento innato para la atención al cliente —respondió ella en su tono más aleg
Capítulo cinco. A vivir conmigo.—¿Qué? —Thalia sintió que el color abandonaba su rostro.—Una pregunta sencilla, aunque poco delicada. No utilizamos protección, Thalia. Y si esos niños tienen cinco años…Thalia sentía el pulso latir contra ella.—¿Por qué hablamos de esto? ¿Y a ti qué te importa, Praxis? De todos modos, me he mudado a otro lugar muy lejos de ti y ha pasado demasiado tiempo. No necesito nada de lo que tú puedas dar…Ella se interrumpió, horrorizada.La realidad la golpeó con fuerza. Y se sintió engullida en la ferocidad de la mirada de Praxis.Sentía como si él se hubiese lanzado contra ella. ¿Deseaba que lo hubiera hecho?¿Tanto anhelaba su contacto? Ya conocía la respuesta. La sufría cada noche por más de cinco años.—¿Se trata del nuevo intento de tu familia para chantajearme? —preguntó él con frialdad, aunque en su mirada ardía el desprecio—. Esto no terminará tal y como imaginas, Thalia. Te lo aseguro.Los peores temores de Praxis se habían hecho realidad. Y segu
Capítulo 6. A las buenas o a las malas.Praxis estaba allí, sintiéndose como un ángel vengador, mientras Thalia lo miraba boquiabierta.Como haría alguien inocente… cosa que Praxis desestimó.—No va a suceder nada de lo que acabas de decir —Thalia se cruzó de brazos.—Esto no es negociable.—¿Acaso tienes la impresión de que yo… trabajo para ti? —la carcajada de Thalia bordeaba la histeria—. El único interés que sentí jamás por ti fue como emisaria de mi familia por el bien de mi hermano. Al que, debo recordarte, aún no has llevado ante la justicia.—¿Y no era esa tu táctica?En contra de su voluntad, Praxis se acercó a ella. Al comprobar que estaba al alcance de la mano, se detuvo.Esa mujer era la única adicción que había tenido jamás, y no iba a sucumbir a ella.—No hay ninguna táctica —contestó ella furiosa—. Es mi vida. Una vida construida a mi gusto. Me da igual lo que pienses de ella y no me gusta que irrumpas aquí como si tuvieras algún derecho…—Tengo todo el derecho —insisti
Capítulo 7. Queremos un papáThalia terminó de arropar a sus hijos, lista para contarles el cuento antes de dormir. Se sentó en el sillón frente a la cama de los niños y abrió el libro por la página en la que se había quedado el día anterior y empezó a leer. Sin embargo, a los pocos minutos, su príncipe de ojos azules la interrumpió.—Mamá —la llamó Owen—, ¿a mi papá le pasó lo mismo que al de Simba? ¿Por eso Olivia y yo no tenemos papá?A Thalia se le encogió el pech0 y después tembló. No sabía por qué sufría más, si por la tristeza que veía en las expresión de sus mellizos o por el encuentro que había tenido esa misma mañana con Praxis Stratos… el padre de ellos. Se moría de miedo por enfrentar la realidad, no tenía idea de lo que iba a suceder a partir de esa noche.—No, corazón —respondió ella por fin—. Su papá está vivo, pero está muy leeeejos.Tal vez leerles el cuento del Rey León había sido una mala elección para aquella noche.—¿Dónde? —esta vez fue Olivia, la mayor de los me
Capítulo 8. Me las vas a pagar Praxis conducía con los músculos demasiado tensos y las manos parecían pegadas al volante con pegamento blanco. El camino se abrió ante un claro y apareció una cabaña. Praxis rechinó los dientes. Porque era una estampa acogedora y demasiado sencilla.Había esperado encontrar la clase de «cabaña», de la gente como Christian West, enormes mansiones en lugares como Londres, Chelsea anda Kensigton.Pero esa no era así.Praxis no sabía bien qué pensar sobre una casa tan poco pretenciosa. Mucho menos sobre la mujer que estaba en la entrada, iluminada por la suave luz del interior.Maldita fuera.Praxis se detuvo y salió bruscamente del coche, estirándose y tomándose más tiempo del necesario para alisarse la camisa, aunque no le hiciera falta.—Espero que no hayas tenido dificultad para encontrar el lugar —saludó ella con esa voz jovial… que él detestaba.—Soy capaz de utilizar un localizador GPS, gracias —gruñó él. Thalia en cambio se limitó a suspirar suave
Capítulo 9. Lleguemos a un trato.Para Praxis era en extremo difícil controlar lo que aquella mujer todavía le hacía sentir. Detrás de cada mirada de ella había un latido desbocado suyo, unas ganas intrínsecas de doblegarla muy a pesar de que lo pretendía disimular con aquel odio inusitado. Ella era como un vendaval. La miraba expectante a todo porque lo que recordaba de esa mujer le despeinaba los sentidos, le revolvía las mariposas en el estómago. En algún momento él se preguntaba a sí mismo si hacía todo aquello por tenerla a ella o por atrapar a su familia en derredor de su venganza.—Parece que tenemos que ponernos de acuerdo en algo —intentó sonar calma ella, pero se desmoronaba de miedo.—No hay nada que hablar. Me has robado cinco años de la vida de mis hijos y no te concedo uno más —apuntó él. El aguacero no hacía más que apretar, era como si el cielo estuviera llorando antes de tiempo por la tormenta que se avecinaba par ella. Como si los dioses se lamentaran de sus futura
Capítulo 10. Conquistando a los gemelos Praxis y Thalia compartieron una cómplice mirada de desazón. Quedaba claro para los dos que la niña Olivia West no estaba tan dispuesta a ser la nueva hija de Praxis Stratos como sí se podía ver que lo estaba su hermano.—Hablaré con ella —había pedido Thalia al hombre que la condicionaba tanto. —Mejor lo hago yo.—Soy su madre, Praxis —insistió ella encaminandose detrás de su hija.—...Y yo su padre.Esas palabras contundentes no llegaron solas. Él la tomó del brazo, quedaron pegados mirando hacia distintas direcciones hasta que fueron girando sus rostros y las bocas se encontraron demasiado cerca, los ojos azules del griego le gritaron furiosos miles de ofensas a los grises de la oportunista Thalia. No obstante, también me gritaban algo más: un fuego arrasador cargado de hambre que no se había apagado en cinco años. ¡Maldita fuera! La tenía a centímetros de distancia y la presión en el brazo Thalia fue tan dolorosa que ella se quejó bajito.
Capítulo 11. Tu calvario apenas comienza Después de pasar dos días más junto a los pequeños gemelos y a Thalia, Praxis ya no quería ni siquiera tener que irse al hotel y buscaba cualquier excusa para seguir junto a sus hijos, no se sentía cómodo lejos de ellos y eso le empezaba a preocupar.Una mañana, mientras la hermosa mujer que le habia dado dos hijos preciosos se alistaba para irse a trabajar, cosa que aún no terminaba de parecer le bien al griego, cuando justo entró en su habitación con todo el derecho que nadie le habla dado.—Pero, ¿cómo te atreves?Thalia se cubrió con una pequeña toalla su torso desnudo mientras Praxis trataba de bajar el nudo en garganta que se le hizo al verla.—No hay nada que tengas novedoso para ver, pequeña West —el griego disimulo su deseo con una pequeña dosis de cinismo, pero no podía dejar de mirarla—. Te recuerdo que tú solita me ofreciste todo eso en su día.Para ella aquellas palabras eran ofensivas y solo tenían como finalidad hacerla sufrir.