Capítulo 4. El Padre de los Niños
Tras un leve desvanecimiento, Thalia se había medio convencido de que Praxis no era más que producto de su imaginación.Pero no.Ahí estaba, en el mismo lugar. El demonio en persona, tan incongruente en un restaurante de campo que casi se rio ante lo absurdo.Casi. Había muy poco en ese delicioso hombre que le provocara ganas de reír.Pasó una eternidad sin que apartara la mirada de él, que la correspondía con toda la fuerza de su feroz mirada.Thalia tuvo que esforzarse por rechazar las imágenes que amenazaban con invadirla. El recuerdo de lo sucedido entre ellos hacía ya demasiado tiempo como para recordar cada detalle. Sin embargo, ella no podía olvidarlo.—Thalia West, sí que eres tú —al fin habló Praxis. Su voz era como ella la recordaba. Inquietante. Peligrosa—. Explícame qué hace una heredera de Londres trabajando como camarera aquí.—Da la casualidad de que poseo un talento innato para la atención al cliente —respondió ella en su tono más alegre, sin corregirlo y decirle que ella era la dueña del local—. Lo descubrí tras irme de Gran Bretaña.—¿Y te sorprende? —la voz de Praxis se volvió más letal, provocando una tormenta en el interior de Thalia. No solo recordaba cada detalle de lo sucedido aquella noche en Londres, lo sentía. Su cuerpo lo revivía, una sensación tras otra—. Mira hasta dónde estabas dispuesta a llegar por tu hermano. ¿Cómo pudiste dudar de tu… talento?—Me alegra ver que no has cambiado —continuó ella sin quitar la sonrisa—. ¿Deseas un menú de degustación completo? Yo me ocupo de la comida que corre por cuenta de la casa por el inconveniente de antes, pero si tomas asiento, alguien más podrá guiarte en el viaje de tu elección por nuestros vinos. Hoy proponemos…—Si quisiera probar vino, Thalia —interrumpió él—, no vendría aquí. Poseo mis propios viñedos.—Claro —ella puso los ojos en blanco.—Sigo sin comprender —el rostro de Praxis se endureció—. ¿Te estás escondiendo? ¿Tienes algún motivo para esconderte?—Estamos en el sur de Gran Bretaña —Thalia frunció el ceño un poco temblorosa, porque… porque Praxis había conocido a sus hijos y si sumaba dos más dos… ella estaría metida en un buen problema—. Nadie viene a esconderse. Pasan sus vidas acumulando motivos para venir. Luego regresan. Y por fin encuentran una pintoresca cabaña rodeada de girasoles y lavanda donde envejecer. Es el paraíso, Praxis. ¿Quién no querría vivir en el paraíso?—Me sorprendes. Yo pensaba que permanecerías atada a tu familia, haciendo los recados de los delincuentes de tu padre y tu hermano. Ese es tu papel, ¿no?Thalia respiró hondo, sorprendida por lo mucho que dolía, a pesar de que lo había esperado desde el momento en que había visto a Praxis.—No te andes por las ramas —contestó ella—. Si te apetece insultarme, hazlo.—¿No lo he hecho? —él enarcó una ceja.—Ya no trabajo para mi padre ni para mi hermana —consiguió contestar Thalia en su habitual tono jovial, a pesar del dolor que sentía. Si no se le notaba, sería como si no existiera—. Si has venido por eso, vas a sentirte defraudado.Praxis se apartó de la pared y deambuló por el pequeño local que hacían llamar restaurante que exponía recuerdos, vinos y el menú de degustación.Hasta entonces, Thalia no se había dado cuenta de lo pequeña que era su local…—Si tienes algún asunto con mi familia, ya sabes dónde encontrarla —añadió ella—. Yo no tengo nada que ver.—Tal vez… si tú lo dices.Él estaba de espaldas, la mirada fija en laa montañas al otro lado de la ventana. Un paisaje que ella había adorado hasta ese momento. ¿Podría volver a contemplarlo sin verlo a él?—Ha pasado mucho tiempo desde que te vi en mi edificio de Londres.—Desde que me viste —repitió Thalia, riendo—. Qué aséptico suena.Praxis se volvió, atravesándola con la mirada. Pero no habló.—Hace cinco años —Thalia intentó dibujar su sonrisa, pero falló—. Aunque de seguro que eso ya lo sabes.—Así es.Algo en el modo en que él la miraba a Thalia le hizo sentir como si estuviera temblando desde dentro. Como si sus huesos la hubiesen traicionado. Tenía la loca noción de que debería lanzarse sobre él y taparle la boca con las manos, impedirle decir lo que fuera a decirle… Pero no lo hizo.—Cinco años —repitió él—. Apuesto a que la misma edad de esos niños que has declarado como tus hijos. Te lo voy a preguntar solo una vez, Thalia y más te vale que no se te ocurra mentirme… ¿Quién es el padre de tus hijos?Capítulo cinco. A vivir conmigo.—¿Qué? —Thalia sintió que el color abandonaba su rostro.—Una pregunta sencilla, aunque poco delicada. No utilizamos protección, Thalia. Y si esos niños tienen cinco años…Thalia sentía el pulso latir contra ella.—¿Por qué hablamos de esto? ¿Y a ti qué te importa, Praxis? De todos modos, me he mudado a otro lugar muy lejos de ti y ha pasado demasiado tiempo. No necesito nada de lo que tú puedas dar…Ella se interrumpió, horrorizada.La realidad la golpeó con fuerza. Y se sintió engullida en la ferocidad de la mirada de Praxis.Sentía como si él se hubiese lanzado contra ella. ¿Deseaba que lo hubiera hecho?¿Tanto anhelaba su contacto? Ya conocía la respuesta. La sufría cada noche por más de cinco años.—¿Se trata del nuevo intento de tu familia para chantajearme? —preguntó él con frialdad, aunque en su mirada ardía el desprecio—. Esto no terminará tal y como imaginas, Thalia. Te lo aseguro.Los peores temores de Praxis se habían hecho realidad. Y segu
Capítulo 6. A las buenas o a las malas.Praxis estaba allí, sintiéndose como un ángel vengador, mientras Thalia lo miraba boquiabierta.Como haría alguien inocente… cosa que Praxis desestimó.—No va a suceder nada de lo que acabas de decir —Thalia se cruzó de brazos.—Esto no es negociable.—¿Acaso tienes la impresión de que yo… trabajo para ti? —la carcajada de Thalia bordeaba la histeria—. El único interés que sentí jamás por ti fue como emisaria de mi familia por el bien de mi hermano. Al que, debo recordarte, aún no has llevado ante la justicia.—¿Y no era esa tu táctica?En contra de su voluntad, Praxis se acercó a ella. Al comprobar que estaba al alcance de la mano, se detuvo.Esa mujer era la única adicción que había tenido jamás, y no iba a sucumbir a ella.—No hay ninguna táctica —contestó ella furiosa—. Es mi vida. Una vida construida a mi gusto. Me da igual lo que pienses de ella y no me gusta que irrumpas aquí como si tuvieras algún derecho…—Tengo todo el derecho —insisti
Capítulo 7. Queremos un papáThalia terminó de arropar a sus hijos, lista para contarles el cuento antes de dormir. Se sentó en el sillón frente a la cama de los niños y abrió el libro por la página en la que se había quedado el día anterior y empezó a leer. Sin embargo, a los pocos minutos, su príncipe de ojos azules la interrumpió.—Mamá —la llamó Owen—, ¿a mi papá le pasó lo mismo que al de Simba? ¿Por eso Olivia y yo no tenemos papá?A Thalia se le encogió el pech0 y después tembló. No sabía por qué sufría más, si por la tristeza que veía en las expresión de sus mellizos o por el encuentro que había tenido esa misma mañana con Praxis Stratos… el padre de ellos. Se moría de miedo por enfrentar la realidad, no tenía idea de lo que iba a suceder a partir de esa noche.—No, corazón —respondió ella por fin—. Su papá está vivo, pero está muy leeeejos.Tal vez leerles el cuento del Rey León había sido una mala elección para aquella noche.—¿Dónde? —esta vez fue Olivia, la mayor de los me
Capítulo 8. Me las vas a pagar Praxis conducía con los músculos demasiado tensos y las manos parecían pegadas al volante con pegamento blanco. El camino se abrió ante un claro y apareció una cabaña. Praxis rechinó los dientes. Porque era una estampa acogedora y demasiado sencilla.Había esperado encontrar la clase de «cabaña», de la gente como Christian West, enormes mansiones en lugares como Londres, Chelsea anda Kensigton.Pero esa no era así.Praxis no sabía bien qué pensar sobre una casa tan poco pretenciosa. Mucho menos sobre la mujer que estaba en la entrada, iluminada por la suave luz del interior.Maldita fuera.Praxis se detuvo y salió bruscamente del coche, estirándose y tomándose más tiempo del necesario para alisarse la camisa, aunque no le hiciera falta.—Espero que no hayas tenido dificultad para encontrar el lugar —saludó ella con esa voz jovial… que él detestaba.—Soy capaz de utilizar un localizador GPS, gracias —gruñó él. Thalia en cambio se limitó a suspirar suave
Capítulo 9. Lleguemos a un trato.Para Praxis era en extremo difícil controlar lo que aquella mujer todavía le hacía sentir. Detrás de cada mirada de ella había un latido desbocado suyo, unas ganas intrínsecas de doblegarla muy a pesar de que lo pretendía disimular con aquel odio inusitado. Ella era como un vendaval. La miraba expectante a todo porque lo que recordaba de esa mujer le despeinaba los sentidos, le revolvía las mariposas en el estómago. En algún momento él se preguntaba a sí mismo si hacía todo aquello por tenerla a ella o por atrapar a su familia en derredor de su venganza.—Parece que tenemos que ponernos de acuerdo en algo —intentó sonar calma ella, pero se desmoronaba de miedo.—No hay nada que hablar. Me has robado cinco años de la vida de mis hijos y no te concedo uno más —apuntó él. El aguacero no hacía más que apretar, era como si el cielo estuviera llorando antes de tiempo por la tormenta que se avecinaba par ella. Como si los dioses se lamentaran de sus futura
Capítulo 10. Conquistando a los gemelos Praxis y Thalia compartieron una cómplice mirada de desazón. Quedaba claro para los dos que la niña Olivia West no estaba tan dispuesta a ser la nueva hija de Praxis Stratos como sí se podía ver que lo estaba su hermano.—Hablaré con ella —había pedido Thalia al hombre que la condicionaba tanto. —Mejor lo hago yo.—Soy su madre, Praxis —insistió ella encaminandose detrás de su hija.—...Y yo su padre.Esas palabras contundentes no llegaron solas. Él la tomó del brazo, quedaron pegados mirando hacia distintas direcciones hasta que fueron girando sus rostros y las bocas se encontraron demasiado cerca, los ojos azules del griego le gritaron furiosos miles de ofensas a los grises de la oportunista Thalia. No obstante, también me gritaban algo más: un fuego arrasador cargado de hambre que no se había apagado en cinco años. ¡Maldita fuera! La tenía a centímetros de distancia y la presión en el brazo Thalia fue tan dolorosa que ella se quejó bajito.
Capítulo 11. Tu calvario apenas comienza Después de pasar dos días más junto a los pequeños gemelos y a Thalia, Praxis ya no quería ni siquiera tener que irse al hotel y buscaba cualquier excusa para seguir junto a sus hijos, no se sentía cómodo lejos de ellos y eso le empezaba a preocupar.Una mañana, mientras la hermosa mujer que le habia dado dos hijos preciosos se alistaba para irse a trabajar, cosa que aún no terminaba de parecer le bien al griego, cuando justo entró en su habitación con todo el derecho que nadie le habla dado.—Pero, ¿cómo te atreves?Thalia se cubrió con una pequeña toalla su torso desnudo mientras Praxis trataba de bajar el nudo en garganta que se le hizo al verla.—No hay nada que tengas novedoso para ver, pequeña West —el griego disimulo su deseo con una pequeña dosis de cinismo, pero no podía dejar de mirarla—. Te recuerdo que tú solita me ofreciste todo eso en su día.Para ella aquellas palabras eran ofensivas y solo tenían como finalidad hacerla sufrir.
Capítulo 12. Privilegios en la prisión La casa de alquiler de Praxis era enorme y estaba más alejada del pueblo, era solo una enorme casa en la parte más alta de la colina y con una hermosa playa al frente. Thalía casi podía apostar que el hotel que el griego quería construir sería en aquella parcela… aunque por lo que se comentaba en el pueblo, el griego quería hacer algo muy muy grande que ocupara casi la mitad de las tierras de Bibury.A la mayoría del mundo le parecería el paraíso, pero Thalía sabía que era su prisión.Praxis entró en la mansión, un despliegue de arquitectura, con espacios abiertos comunicados con el exterior. Desde todos los ángulos se veía el mar.Thalia lo siguió. ¿Qué podía hacer? ¿Volar hasta tierra firme?—He contratado a un equipo de seguridas —le informó él mientras entraban en un dormitorio que colgaba sobre el mar y la fulminaba con la mirada como si hacía cinco años ella se hubiese quedado embarazada a propósito. A Thalia se le ocurrió que seguramente