Capítulo 9. Lleguemos a un trato.Para Praxis era en extremo difícil controlar lo que aquella mujer todavía le hacía sentir. Detrás de cada mirada de ella había un latido desbocado suyo, unas ganas intrínsecas de doblegarla muy a pesar de que lo pretendía disimular con aquel odio inusitado. Ella era como un vendaval. La miraba expectante a todo porque lo que recordaba de esa mujer le despeinaba los sentidos, le revolvía las mariposas en el estómago. En algún momento él se preguntaba a sí mismo si hacía todo aquello por tenerla a ella o por atrapar a su familia en derredor de su venganza.—Parece que tenemos que ponernos de acuerdo en algo —intentó sonar calma ella, pero se desmoronaba de miedo.—No hay nada que hablar. Me has robado cinco años de la vida de mis hijos y no te concedo uno más —apuntó él. El aguacero no hacía más que apretar, era como si el cielo estuviera llorando antes de tiempo por la tormenta que se avecinaba par ella. Como si los dioses se lamentaran de sus futura
Capítulo 10. Conquistando a los gemelos Praxis y Thalia compartieron una cómplice mirada de desazón. Quedaba claro para los dos que la niña Olivia West no estaba tan dispuesta a ser la nueva hija de Praxis Stratos como sí se podía ver que lo estaba su hermano.—Hablaré con ella —había pedido Thalia al hombre que la condicionaba tanto. —Mejor lo hago yo.—Soy su madre, Praxis —insistió ella encaminandose detrás de su hija.—...Y yo su padre.Esas palabras contundentes no llegaron solas. Él la tomó del brazo, quedaron pegados mirando hacia distintas direcciones hasta que fueron girando sus rostros y las bocas se encontraron demasiado cerca, los ojos azules del griego le gritaron furiosos miles de ofensas a los grises de la oportunista Thalia. No obstante, también me gritaban algo más: un fuego arrasador cargado de hambre que no se había apagado en cinco años. ¡Maldita fuera! La tenía a centímetros de distancia y la presión en el brazo Thalia fue tan dolorosa que ella se quejó bajito.
Capítulo 11. Tu calvario apenas comienza Después de pasar dos días más junto a los pequeños gemelos y a Thalia, Praxis ya no quería ni siquiera tener que irse al hotel y buscaba cualquier excusa para seguir junto a sus hijos, no se sentía cómodo lejos de ellos y eso le empezaba a preocupar.Una mañana, mientras la hermosa mujer que le habia dado dos hijos preciosos se alistaba para irse a trabajar, cosa que aún no terminaba de parecer le bien al griego, cuando justo entró en su habitación con todo el derecho que nadie le habla dado.—Pero, ¿cómo te atreves?Thalia se cubrió con una pequeña toalla su torso desnudo mientras Praxis trataba de bajar el nudo en garganta que se le hizo al verla.—No hay nada que tengas novedoso para ver, pequeña West —el griego disimulo su deseo con una pequeña dosis de cinismo, pero no podía dejar de mirarla—. Te recuerdo que tú solita me ofreciste todo eso en su día.Para ella aquellas palabras eran ofensivas y solo tenían como finalidad hacerla sufrir.
Capítulo 12. Privilegios en la prisión La casa de alquiler de Praxis era enorme y estaba más alejada del pueblo, era solo una enorme casa en la parte más alta de la colina y con una hermosa playa al frente. Thalía casi podía apostar que el hotel que el griego quería construir sería en aquella parcela… aunque por lo que se comentaba en el pueblo, el griego quería hacer algo muy muy grande que ocupara casi la mitad de las tierras de Bibury.A la mayoría del mundo le parecería el paraíso, pero Thalía sabía que era su prisión.Praxis entró en la mansión, un despliegue de arquitectura, con espacios abiertos comunicados con el exterior. Desde todos los ángulos se veía el mar.Thalia lo siguió. ¿Qué podía hacer? ¿Volar hasta tierra firme?—He contratado a un equipo de seguridas —le informó él mientras entraban en un dormitorio que colgaba sobre el mar y la fulminaba con la mirada como si hacía cinco años ella se hubiese quedado embarazada a propósito. A Thalia se le ocurrió que seguramente
Capítulo 13. No me casaré contigoPara Praxis er la expresión estupefacta en el rostro de Thalia hizo que casi mereciera la pena casarse con ella en contra de su propia voluntad.Y mejor aún fue ese destello de ira que demostraba que no estaba tan tranquila como pretendía aparentar.Praxis estuvo a punto de mostrarle cuánto le agradaba esa reacción, pero se contuvo a tiempo. Thalia no se lo merecía, pero ¿por qué debería ser él la única persona temiendo lo inevitable? Ella era una West, había conspirado contra él junto con su abominable padre y hermano. Todo era culpa suya.Ignoró la vocecilla de su interior que le recordó que todas las conspiraciones habrían sido en vano si él no hubiera perdido la cabeza, tomándola sin protección.Le horrorizaba haber perdido el control de ese modo, cuando su padre había pasado largos años enseñándole cómo arrancar toda emoción de cada momento y situación. Incluso el sexo debía ser una liberación, nada más.Se esforzó por recuperar el control, como
Capítulo 14. Un día de playaThalia tenía su campo de visión bloqueado por la figura amenazante de Praxis Stratos. Él parecía más duro que un muro de piedra, sin embargo, ella no se amilanó y le hizo frente.—Tengo una vida más allá de ti, Praxis —le dijo con un tono de voz impersonal para que no el griego no se diera cuenta de lo mucho que le imponía su presencia— y un trabajo al que presentarme.—Ya no tienes trabajo. Ahora eres mía, tu único trabajo es cuidar de mis hijos y servirme como te pida.Ella se indignó ante la siguiente cucharada de realidad de lo que sería su vida al lado de semejante imbécil cuando fuera su mujer. No obstante, de momento, no lo era.—Todavía no soy tu esposa. Así que déjame en paz que bastante tengo con lo que me impones a la fuerza.Trató de pasar por su lado, pero Praxis la retuvo, la tomó con fuerza pegándola a su duro torso y apresándola contra el auto.—Tú me perteneces —decretó el griego enrabietado—. Lo hiciste en su día, lo haces ahora y lo hará
Capítulo 15. ¿Dónde está mi hija?Praxis y Thalia compartieron por primera vez en sus vidas, la sensación más desagradable que podían tener en común: miedo por haber perdido a un hijo.Los dos gritaban el nombre de su pequeña hija por toda la playa mientras Thalia llevaba en brazos a su hijo previendo el mismo incidente.Incluso llegaron a llamar a la policía que cuidaba el lugar, todo se había vuelto un caos a su alrededor y hasta el pequeño estaba asustado por su gemela. Los salvavidas buscaban en el mar y la situación no podía empeorar.—¿Dios mío dónde está mi hija? ¡Mi hijita! ¡Ha sido tu culpa! —le gritaba Thalia a Praxis—. Tú supuestamente los estabas cuidando y viniste a pelearte conmigo por una estupidez y ahora mi hija puede estar...Ni siquiera podía terminar la frase. Le dolía solo pensarlo y también sentía que su deber con su otro hijo iba más allá de ponerlo nervioso por la desaparición de su hermana.Todo se salía de control por segundos. Praxis no se atrevía a llevarle
Capítulo 16. Te quiero a tiEra su enemiga.Praxis tenía un millón de motivos para no desearla con tanta ansia, un ansia culpable de que estuviera en ese lío. Praxis se había ordenado mantener las manos quietas. Detenerse antes de empeorar la situación… pero me había resultado imposible.Él, que era capaz de contemplar a los hombres más poderosos del mundo y hacer que lamentaran haberle sostenido la mirada, apenas podía controlarse ante una mujer a la que debería despreciar.Era una locura. Cinco años no habían suavizado su reacción. ¿Cómo esperaba conseguirlo en los seis días que había estado fuera de ese pueblo maldit0?Lo cierto era que no había estado preparado para verla.El brillo que había visto al volver a encontrarla, y que había atribuido a la iluminación del sol de Bibury, había empeorado. O más bien mejorado. Thalia resplandecía y él no tenía ni idea de qué hacer.—Te quiero a ti, pequeña Wets. Quiero cada espacio de tu cuerpo, de tu piel, de tus deseos. Quiero morderte la