Dos días después, se despertaron más temprano de lo normal. La manada de Tierra les había dado provisiones y monturas, y también su bendición. Se encontraban en la frontera norte, listas para hacer una pequeña visita que resolvería sus dudas de una vez por todas. Se giro para despedirse del pequeño grupo que las acompañaba a la salida. —Eres bienvenida aquí cuando quieras —le dijo la madre de Tauriel, Irene—. No todos los cantos llaman a una pareja. Algunos, como el tuyo, sanan grietas en lo más profundo del alma. Esperamos tu regreso, Dayleen McNally. Aquellas palabras la conocieron mucho. Hasta hace unas semanas, todavía era la paria de su manada, la había exiliado y nadie buscó justicia por ella. —Gracias, Luna Madre. Me siento bendecida con su recibimiento, y espero poder volver pronto. Hasta que nos volvamos a encontrar —se despidió con un nudo en la garganta. La mujer sonrió con cariño. —Hasta que nos volvamos a encontrar —luego volteó su mirada hacia Annika—. Salúdame a
Tragando saliva, Dayleen camino detrás de la basura de Annika con el corazón palpitando. —Eryn era un sol. El de toda persona que la conociera, en realidad —dijo la abuela, guiándolas hacia adentro—. Y tú… tienes su fuego. No solo hablo de que seas de la manada de fuego, hablo de lo que hay en tu corazón. Viene de familia, supongo.Se sentaron junto a la chimenea mientras el atardecer hacia brillar los cristales con una luz dorada muy hermosa.Dayleen sentía que algo se removía dentro de ella al escucharla decir: "familia" otra vez. Pensó que esa palabra estaría fuera de su vocabulario durante mucho tiempo.—Disculpe que le pregunte esto pero, ¿mi madre alguna vez habló de mi padre? —preguntó sin aliento. Era probable que pudiera conocer la identidad de su progenitor de una vez por todas.La abuela bajó la mirada.—No mucho. Solo decía que lo amaba más de lo que debía. Que era peligroso para ti que él estuviera cerca. No quería que nadie supiera que existías, tu sola existencia era u
Esperó por una respuesta con la ansiedad recorriendo su cuerpo. Lo que ella decía no tenía ningún sentido, porque...Tiky asintió lentamente. —Mi nombre completo es Rattiky McNally. Soy hermana de Arwen McNally, tu abuela Dayleen. Nunca relacionaron a Annika contigo porque ella recibió el apellido Strong de su padre, y su madre adoptó el apellido de él al casarse. Pero cuando escuché tu canto anoche, Dayleen… sentí a mi hermana en ti. Y comprendí que el fuego corre igual en ambas.»Con el tiempo Eryn se dió cuenta de que Annika era familiar suyo. Y fue ella quien me ayudó a proteger a mi dulce niña de la Luna Agatha.Annika se cubrió la boca con la mano, y Dayleen sintió un nudo apretarse en su estómago. —¿Entonces… somos primas? —susurró. —De sangre, claro —dijo Tiky, tomando sus manos—. Pero hay algo más… algo que muy pocos saben. Y debe mantenerse en secreto por ahora. Se levantó, caminó hacia un viejo baúl y sacó una caja forrada en cuero y seda. Dentro, había documentos a
El fuego crepitaba débil en el centro de la sala principal. Sebastián miraba el inventario de la manada con el ceño fruncido y las manos firmemente apoyadas sobre la mesa de piedra. Las provisiones no alcanzarían para otra semana. No si el bloqueo de la manada de Tierra seguía. Comenzaba a creer que algo peligroso estaba pasando, pero primero necesitaba asegurarse de ello. La puerta de su cabaña recibió un toquido suave pero urgente. —Adelante —declaró con un tronido. Rápidamente entraron los visitantes que esperaban fuera. —Ya no tenemos carne fresca —dijo uno de los soldados—. Los cazadores están yendo más lejos cada vez… y no regresan todos. Sebastián apretó la mandíbula. La desesperación comenzaba a hacer estragos en los ojos de su gente. Y aunque no lo dijera en voz alta, sabía que era su culpa. La guerra silenciosa que había iniciado, la desconfianza, las decisiones impulsadas por rabia y… por Aria. Aria. Siempre susurrándole cosas que le hacían vacilar de sus decision
Prefacio ...Hoy era el día en que finalmente se uniría con su mate frente a toda la manada. Después de todo su sufrimiento, por fin sería su Luna, la Luna de todos aquellos que la habían mirado con desprecio y desdén.Sonrió mientras volvía a acomodarse el vestido blanco, el cual era sencillo y humilde, tal y como su rol debía de ser. Una madre para la manada, pura y limpia de malos sentimientos. La noche comenzaba a caer, sentía los nervios recorrerle desde la punta de los pies al estómago, su corazón latía agitado por la emoción.Escuchó bullicio afuera de la cabaña, la mayoría se dirigía al templo de celebraciones. Ahí tendría lugar el día más importante de toda su vida, el día por el que había valido la pena no ceder a sus pensamientos deprimentes y dejarse caer al vacío.Terminó de arreglarse hasta que sonaron los tambores que anunciaban el comienzo del espectáculo.Suspiró, lista para salir de su escondite y unirse a la celebración.Su mano tomó la perilla, casi preparada par
-Meses atrás... - Dayleen sabía que ser parte de la manada FUEGO INDÓMITO era un modo de asegurar su supervivencia ante ese mundo moderno que se había formado luego de que la tierra había sido testigo de una de las guerras entre razas más sangrientas de la historia. Pero saberlo y hacerlo eran cosas muy distintas, no conseguía dar resultados y pronto sería expulsada de la manada. Miró sus manos con impotencia. Eran totalmente inútiles. —Aunque las mires durante diez horas seguidas, seguirán sin ser capaces de controlar el elemento, Dayleen —le había dicho su madre por décima vez. Frunció el ceño sin comprender sus palabras. —Deberías apoyarme, no desalentarme —refunfuño—. Cuando veas a tu hija ser parte de la servidumbre de la manada desearás haberme motivado más. Eryn la observó con una expresión de tristeza. —Lo siento, cariño. Pero la sacerdotisa nos lo dijo a tu padre y a mi desde que naciste, que no posees ni un poco de la chispa del fuego, tal vez siendo guerrera
Dayleen se miró en el espejo, ajustándose el vestido blanco que su madre le había preparado para el ritual de graduación.Era un día importante para ella y para los demás jóvenes de la manada, así que quería sentirse especial. Pero su mirada se desvió hacia el lunar plateado en su hombro, y se sintió un poco incómoda.Las dudas no habían podido dejarla en paz. ¿Qué significaba ese lunar? ¿Por qué había aparecido de repente? Quizás era una enfermedad que recién iniciaba.Su madre la llamó desde fuera de la habitación, recordándole que era hora de ir a las aguas termales con las demás chicas.Solto un suspiro cargado de nervios.Era una tradición que las madres llevaran a sus hijas a bañarse en las aguas termales de la manada antes del ritual de graduación. Por lo que tenía sentido que Dayleen se pusiera un poco nerviosa, sabía que las demás chicas venían de familias más ricas y tradicionales.Se suponía que debía vestirse con ropa tradicional que hubieran heredado las mujeres de su fam
Dos meses habían pasado desde la graduación, y Dayleen y Sebastián habían estado pasando cada vez más tiempo juntos. Habían ido de caza, explorado el bosque e incluso habían tenido algunas sesiones de entrenamiento intensas. Dayleen había empezado a sentirse más cómoda en su presencia, y Sebastián parecía disfrutar de su compañía. ¡La compañía de una simple Omega! Un día, mientras paseaban por el bosque, Dayleen le preguntó sobre su pasado. Quería hacerlo dede el comienzo pero le daba miedo arruinar lo que tenían si indagaba más allá. —¿Qué pasó entre tú y mi prima, Aria? —preguntó, mirándolo con curiosidad. —Nuestros padres no aprobaron la relación —confesó Sebastián, suspirando—. Aria ya estaba comprometida con otro lobo desde su nacimiento, y mis padres querían que yo me casara con alguien de una manada aliada para fortalecer nuestras alianzas. Después de todo, era mi deber volver a la manada más fuerte y hacer mi Luna a una mujer sin poder político era inconcebible. —¿Y tú