Leah Cinco meses despuésMe miré en el enorme espejo del vestidor de la nueva casa. Ni siquiera sabía porque había elegido un espejo tan grande, ahora me podía ver en todo mi esplendor, enorme. Nada me entraba, nada. Me había pasado horas dando vueltas en bata después del baño, que aparentemente era lo único que me quedaba bien. Quizás podría ir al curso con una camiseta de Frederick y bata. No me parecía una idea tan descabellada. Mi esposo abrió la puerta de la habitación con una sonrisa en los labios, como siempre estaba radiante. Luego del accidente había realizado grandes cambios, no solo era quien sostenía prácticamente todo, nos daba ánimos, era alguien mucho más optimista, y alegre, tal como si hubiese renacido. Todos estaban sorprendidos, la rehabilitación fue todo un éxito y antes de cumplir los tres meses asistiendo ya podía caminar con la ayuda de un bastón ortopédico. No podía estar más orgullosa de él, me ayudaba con los últimos detalles de la decoración de la casa, l
Frederick Le tapé los ojos mientras la guiaba hasta el cuarto de las niñas. Habíamos trabajado como un grupo de agentes secretos durante días para tener listo el cuarto de las niñas, se convirtió en una especie de proyecto familiar del cual estábamos orgullosos. —Solo unos cuantos pasos más. —Le dije cuando atravesamos el pasillo. —Pronto estaremos en el lugar de la sorpresa. —Ella sonreía, porque tenía ligeras sospechas, ya que le había prohibido entrar en la habitación durante la última semana. Leah comenzó a sacudirse, intentado ver algo, pero se lo impedí. —¿Debería tener miedo? —Sí, absolutamente sí. —Le dije al tiempo que abría la puerta del cuarto de las niñas.Dentro estaban Emma y los niños. Mi hermana finalmente se había mudado con nosotros porque para ser sinceros pasaba la mayor parte de su semana en casa. Además Williams estaba conociendo a alguien y en ocasiones era bastante incómodo para ella estar en el ático que alquilaron luego de la detención de mi madre. Ento
Frederick No podía moverme, las piernas me temblaban y tenía el estómago revuelto. Cada varios segundos se me nublaba la vista y todo me daba vueltas. Nunca en mi vida había estado tan asustado. —¿Frederick? —Emma sacudió la mano frente a mí para sacarme del trance en el que me encontraba. —Debemos irnos porque Leah ya salió del baño y está casi lista. —Llevaba el bolso de maternidad rosa colgando del hombro. Parpadee varias veces, ¿cómo había pasado tan rápido el tiempo? Realmente quería entrar en acción, aunque el miedo me tenía completamente paralizado. Williams entró por la puerta de la habitación con el bolso de maternidad lila que teníamos preparado para una de las bebés, bastante molesto. —Hans, nos está esperando. ¿Pueden decirme que rayos ocurre? —Preguntó señalando su reloj como para darnos a entender que el tiempo corría. —Sé que eres parte de esto, hermano, pero tú no vas a tener que traer al mundo a esos dos bebés. No puedes hacerte rogar. Tragué saliva, tenía la g
Leah Mientras Frederick terminaba el papeleo me llevaron a una habitación y le negaron la entrada a todos los que fueran mi esposo. Me sentí aliviada por eso porque a pesar de conocer sus buenas intenciones. Me estaban volviendo loca. Todos parecían tener una opinión. Mamá me sugería que caminase y Catriona que me sentase, así pronto comenzó una guerra entre los dos bandos que disputaban las riendas del trabajo de parto. Finalmente una de las enfermeras, desalojo la habitación y no pude sentirme más aliviada. Luego de colocarme la bata comencé a caminar por la habitación, colocándome en cuclillas cuando las contracciones me lo permitían para que la gravedad ayudase al descenso de las gemelas, que cada vez estaban más ansiosas por conocer a su familia. El dolor que se me había instalado desde hacía un par de horas, era cada vez más intenso, la espalda me estaba matando, sentía que iba a ser destrozada cuando sacaran a las niñas. Ya era muy tarde para una cesaría. Y la epidural, buen
Leah Me desperté a las cuatro de la mañana con los pechos rebosantes de leche. Estaba segura de que pronto aparecería por la puerta Frederick con una de las dos niñas, ya que no estaba a mi lado. La última vez que habían comido fue a la una de la mañana. Mi esposo estuvo con ellas en su cuarto, me llevó a Olivia primero para ayudarme a colocar el cojín para lactar. Puso a Oliv contra el pecho en la posición de pelota de rugby y la sostuve con mi brazo, luego repetimos el proceso con Sophi que buscó el pezón desesperadamente, como si hiciese semanas que no comía. Desde que llegamos a casa hacia tres días teníamos la misma rutina. Él se quedaba en vela casi toda la noche y dormía un poco cuando lo reemplazaba Emma, mamá o Catriona por la mañana. Pronto necesitaríamos conseguir un poco de ayuda externa, pero aún no lo pensábamos seriamente. Frederick se quedó sentado en un sofá junto a la cama mirando cómo les daba de mamar, extasiado, sin apartar la vista de nosotras, hasta que Oliv
FrederickSe llenó de zombis en la pantalla dividida mientras Eloise y Sheldon disparaban desde un cañón lanza guisantes, bueno ellos me habían dicho que así se llamaba.A nuestro alrededor la sala de juegos del centro comercial era un completo caos de niños jugando. Había decidido salir a dar una vuelta con los trillizos para que Leah descansara un poco, ya habían pasado más tres meses desde el nacimiento de las gemelas y sabía que necesitaba un respiro, tanto como yo un momento a solas con ella, aunque aún no me atrevía a pedírselo.No estaba seguro de cómo funcionaba aquello de volver a la normalidad después de tener un bebé, o en este caso dos. Luego le escribiría a mi amigo de pre parto para que me echase un cable, sabía que el puerperio ya había cesado. Aunque ella no dijo nada a pesar de que ya había pasado un mes de eso. Tampoco lo mencioné porque no quería parecer ansioso. Aunque lo estaba y mucho.—¡Soy muy buena en esto! —Gritó Eloise, saltando y bailando. —¡Te gané! ¿Qué e
Frederick Cinco meses despuésHércules me dio un lengüetazo en el rostro para que despertase, luego tomó el edredón entre sus dientes para tirar con fuerza hasta que quede completamente descubierto mientras movía la cola. No había sido fácil que Leah lo aceptara, de hecho se había vuelto completamente loca tal como imaginábamos, pero finalmente los niños se salieron con la suya. La convencieron de que lo alimentarían, lo sacarían a hacer sus necesidades y jugarían con él. Todo era mentira obviamente, sin embargo pronto se había convertido en parte de la familia. Lo miré con los ojos entrecerrados intentando adaptarme a la luz. —No voy a mentirte, amigo. —Le dije rascándole tras la oreja. —Hubiese preferido que fuese mi esposa. ¿Cuánto voy a tener que esperar para tenerla solo un par de horas para mí? —Hércules inclino la cabeza comprensivo y sonreí. Desde que las niñas habían nacido todo se volvió un completo caos, nunca teníamos tiempo para pasar juntos y cuando llegaba la noch
Seis años después. Frederick Pasé el cepillo por el largo y lacio cabello de Sophia, mientras la observaba en el reflejo del espejo. No podía creer lo grande que se veía, y me parecía que solo ayer la había tenido en los brazos mientras agitaba sus puñitos nerviosa. Tenía el cabello negro, las mejillas rosadas y sus ojos eran de un intenso color azul. Era tan parecida a su hermana mayor que de no ser porque Eloise era bastante más alta podría haber pasado por su trilliza. —¿Puedes hacerme dos coletas? —Me dijo jugando con el dobladillo del vestido de tul blanco que usarían para la boda de Parker y Catriona. Sí, habían pasado cinco años, cientos de idas y venidas, noches enteras apoyando a mi amigo como él lo había hecho conmigo cuando estaba en la misma situación con Leah, para que finalmente se decidieran a dar el paso. A pesar de que el primer intento de mi amigo había sido seis años antes, nunca llegaron a nada hasta hacia tres meses atrás. Luego de que lograsen reconocer que