Leah
Esperé que el chofer se estacionara en el Madison y bajé rápidamente para subir inmediatamente a grandes zancadas los escalones. Estaba demasiado nerviosa y ansiosa para esperar al aparca coches, el chofer de mi padre se la debería apañar solo. Los niños estarían esperándome con una batería de preguntas, sobre todo Collins, mi pequeñín especial. Él habría sacado cálculos inmediatamente de que probabilidades había de que Frederick fuese su padre. Era un tema que había evadido desde que tenía tres y me di cuenta de que no era como sus hermanos, que había respuestas que para él no eran suficiente, por lo que necesitaba llegar al fondo del asunto con todo.
—Buenas noches, señorita Koch —.Me saludo el portero, abriéndome la puerta. — ¿Qué tal fue la presentació
FrederickAmbrose me miró sorprendido, abrió la boca para decir algo un par de veces, pero volvió a cerrarla, indeciso sobre lo que estaba a punto de decir. Estaba tan asombrado como yo. Por lo que se sentó pesadamente en una de las sillas frente a mi escritorio de ébano y me miró durante varios minutos en silencio.—Entonces —repitió, para confirmar que estaba procesando bien la información. — ¿Ella es la dueña de Futura? Pero la cosa no termina, allí. ¿Tienen tres niños? —Sacudió la cabeza asombrada. —Realmente estoy de piedra, no creo haberme sorprendido tanto en toda mi vida. —Se inclinó hacia adelante —Tu suegro se la tenía bien guardada. Por eso rechazó la invitación al congreso y evadió el tema cuando le pregunté porque no te enviaba a ti en su lugar.Me c&oa
FrederickNo recordaba la última vez que me había sentido tan nervioso. Las piernas me temblaban mientras subía al ascensor y sentía las palmas sudadas. Los trillizos me habían dejado un mensaje diciendo que me esperaban a las cuatro de la tarde . Por lo que sin pensarlo dos veces. Deje todo y corrí a verlos. De camino había pasado por una juguetería a comprarles un obsequio, nunca antes entré a una juguetería para ser franco, y me fue más difícil de lo que esperaba decidirme. Decirle al vendedor que ellos eran niños de cuatro años, parecía bastante superficial e inexacto. Porque sí, tenían cuatro años, aunque dudaba que fuesen niños convencionales.Finalmente me decidí por una muñeca Barbie para Eloise, unos legos para Sheldon y Salí de allí en busca de un microscopio pa
FrederickNo hacía falta ser un genio para ver que los niños nuevamente habían tramado todo. Esperaron que su madre fuese a trabajar y le enviaron un mensaje a su niñera desde probablemente su tableta para enviarla muy lejos.Negué con la cabeza lentamente, entrecerrando los ojos. Era justo lo que pedí que evitásemos; los problemas y era justo en lo que me habían involucrado. Claro que ellos eran niños pequeños que no median las consecuencias, era en gran parte mi culpa por no tomar los recaudos necesarios.— ¿Qué demonios haces aquí Frederick? —Me levanté lentamente del sofá, dejé la tacita de juguete en la mesita y coloqué las manos en los bolsillos del pantalón. Era algo que solía hacer cuando estaba muy nervioso o estresado. —Es evidente que ni siquiera
LeahMe llevé el tenedor a la boca, sin embargo este quedo a medo camino, la realidad era que ni siquiera sentía deseos de comer, por lo que lo bajé lentamente. Todo lo que estaba ocurriendo me tenía muy estresada y sabía que la había pagado con ellos. Aunque sus travesuras me habían llevado a enfrentarme a Frederick abiertamente, no podía culparlos por querer saber quién era su padre. Cuando decidí no decirle que estaba embarazada, ese horrible día que llamé a mi mamá y me contó que él había llevado a vivir a mi antigua casa a su amante, no creí que la omisión fuese tan difícil de sostener.Todavía recordaba esa tarde como si hubiese sido ayer. Tenía la absurda idea de que a cinco años de aquel día, ya no dolería, sin embargo sí que dolía, continuaba doliend
Leah Caminé por la habitación nerviosa buscando los zapatos que había tomado del vestidor hacia solo un momento y me reí al ver a Eloise con su vestido rosa, una tiara en el cabello, un collar de diamantes que me regaló papá cuando me gradúe y los zapatos que estaba buscando desesperadamente. —Eloise, dame los zapatos de inmediato —le dije en un tono amenazador. — ¿No esperarás que vaya descalza a la cena? Ella hizo un mohín infantil y se los quitó lentamente con una expresión triste en el rostro. —Creo que completaban perfectamente mi estilo, es injusto que deba usar zapatos de niña. No me gustan nada esos zapatos con correas… —Se quejó con un tono muy teatral, lanzándose de espaldas sobre la cama y dejando la tableta a su lado. —Pero son mis zapatos y tú princesita, aún no puedes usar tacones, pero podrías usar las botas si eso te hace sentir más cómoda. —Además necesito que guardes el collar de diamantes. No quiero tener sorpresas desagradables como con los pendientes de perla
Leah —Pero que niñitos tan adorables… —dijo Serena con la mejor de sus sonrisas, levantándose de su sitio en la mesa cuando entramos al comedor, tarde por supuesto. Con los niños rara vez llegaba temprano a algún sitio, aunque con gusto me hubiese perdido aquella cena. —Pensamos que ya no vendrían —. Le golpeó la cabeza a Collins como si fuese un perro y Eloise lo miró con la ceja alzada. Yo le apreté ligeramente el hombro como señal de advertencia. Mi pequeña princesa, no era exactamente una suave niñita. Puede que en esos momentos pensamientos de arrastrar a la rubia por la sala o morderle las pantorrillas estuviesen arremolinándose en su cabecita. Intentando, simular los empujé levemente hacia adelante para que la saludasen, pero ella los ignoró completamente, para enfocarse completamente en Frederick. —También fue un gusto verte, Serena —murmuré entre dientes y Collins me miró con el ceño fruncido. Catriona, tenía razón Serena no había cambiado en nada, seguía siendo igu
Leah Deje sobre el escritorio de mi antiguo despacho una caja con mis cosas. Nada parecía haber cambiado, mi papá había ordenado que cerraran la oficina por si en algún momento decidía volver a la empresa, esa era la esperanza que mantenía viva desde que había partido. Quién iba a saber que su deseo se cumpliría en circunstancias tan complejas. Como parte del trato con el padre de los niños consistía en llevar a cabo una articulación entre ambas compañías, lo mejor era trabajar desde allí. De esa forma podría aprovechar la guardería para los trabajadores, estar cerca de los trillizos y en contacto con su padre. Debíamos encargarnos de encontrar un colegio. Me gustaba la educación pública, pero temía que a Collins lo quisiesen pasar al nivel superior. No quería separarlos, aunque ahora era decisión de los dos y debía respetar eso, por mucho que me costase. Los niños entraron detrás de mí, arrastrando los pies. —¿Por qué debemos venir aquí? —Se quejó Eloise. — ¿Por qué no podemos
Leah La directora de Marketing y de diseño murmuraron entre risas cuando Frederick entro en la sala de juntas en donde Dani en representación de mi papá anunciaría la reciente articulación con Futura y hablaríamos de los proyectos que llevaríamos a cabo a partir de ese momento. Su presentación era muy detallada. Ambas se separaron dejando disponible una silla entre ellas y Ailina, la directora de Marketing, una morena de piernas largas y labios carnosos, se mordió el labio hinchado y ronroneo:—Sr. Sheffield, le guardamos un sitio… —Ambas rieron cómplices, pero Frederick me vio al otro extremo de la mesa de caoba y me dedico una gran sonrisa levantando la mano. —Muchas gracias señoritas, pero creo que será mejor intercambiar ideas con Leah. —Yo rodé los ojos y me mordí la lengua para no mostrar ninguna reacción a las miradas penetrantes de sus admiradoras. La morena hizo un puchero y tuve que resistir los deseos de vomitar. —Pero dinos que iras al after luego de la oficina… —Él s