Leah
Me llevé el tenedor a la boca, sin embargo este quedo a medo camino, la realidad era que ni siquiera sentía deseos de comer, por lo que lo bajé lentamente. Todo lo que estaba ocurriendo me tenía muy estresada y sabía que la había pagado con ellos. Aunque sus travesuras me habían llevado a enfrentarme a Frederick abiertamente, no podía culparlos por querer saber quién era su padre. Cuando decidí no decirle que estaba embarazada, ese horrible día que llamé a mi mamá y me contó que él había llevado a vivir a mi antigua casa a su amante, no creí que la omisión fuese tan difícil de sostener.
Todavía recordaba esa tarde como si hubiese sido ayer. Tenía la absurda idea de que a cinco años de aquel día, ya no dolería, sin embargo sí que dolía, continuaba doliendLeah Caminé por la habitación nerviosa buscando los zapatos que había tomado del vestidor hacia solo un momento y me reí al ver a Eloise con su vestido rosa, una tiara en el cabello, un collar de diamantes que me regaló papá cuando me gradúe y los zapatos que estaba buscando desesperadamente. —Eloise, dame los zapatos de inmediato —le dije en un tono amenazador. — ¿No esperarás que vaya descalza a la cena? Ella hizo un mohín infantil y se los quitó lentamente con una expresión triste en el rostro. —Creo que completaban perfectamente mi estilo, es injusto que deba usar zapatos de niña. No me gustan nada esos zapatos con correas… —Se quejó con un tono muy teatral, lanzándose de espaldas sobre la cama y dejando la tableta a su lado. —Pero son mis zapatos y tú princesita, aún no puedes usar tacones, pero podrías usar las botas si eso te hace sentir más cómoda. —Además necesito que guardes el collar de diamantes. No quiero tener sorpresas desagradables como con los pendientes de perla
Leah —Pero que niñitos tan adorables… —dijo Serena con la mejor de sus sonrisas, levantándose de su sitio en la mesa cuando entramos al comedor, tarde por supuesto. Con los niños rara vez llegaba temprano a algún sitio, aunque con gusto me hubiese perdido aquella cena. —Pensamos que ya no vendrían —. Le golpeó la cabeza a Collins como si fuese un perro y Eloise lo miró con la ceja alzada. Yo le apreté ligeramente el hombro como señal de advertencia. Mi pequeña princesa, no era exactamente una suave niñita. Puede que en esos momentos pensamientos de arrastrar a la rubia por la sala o morderle las pantorrillas estuviesen arremolinándose en su cabecita. Intentando, simular los empujé levemente hacia adelante para que la saludasen, pero ella los ignoró completamente, para enfocarse completamente en Frederick. —También fue un gusto verte, Serena —murmuré entre dientes y Collins me miró con el ceño fruncido. Catriona, tenía razón Serena no había cambiado en nada, seguía siendo igu
Leah Deje sobre el escritorio de mi antiguo despacho una caja con mis cosas. Nada parecía haber cambiado, mi papá había ordenado que cerraran la oficina por si en algún momento decidía volver a la empresa, esa era la esperanza que mantenía viva desde que había partido. Quién iba a saber que su deseo se cumpliría en circunstancias tan complejas. Como parte del trato con el padre de los niños consistía en llevar a cabo una articulación entre ambas compañías, lo mejor era trabajar desde allí. De esa forma podría aprovechar la guardería para los trabajadores, estar cerca de los trillizos y en contacto con su padre. Debíamos encargarnos de encontrar un colegio. Me gustaba la educación pública, pero temía que a Collins lo quisiesen pasar al nivel superior. No quería separarlos, aunque ahora era decisión de los dos y debía respetar eso, por mucho que me costase. Los niños entraron detrás de mí, arrastrando los pies. —¿Por qué debemos venir aquí? —Se quejó Eloise. — ¿Por qué no podemos
Leah La directora de Marketing y de diseño murmuraron entre risas cuando Frederick entro en la sala de juntas en donde Dani en representación de mi papá anunciaría la reciente articulación con Futura y hablaríamos de los proyectos que llevaríamos a cabo a partir de ese momento. Su presentación era muy detallada. Ambas se separaron dejando disponible una silla entre ellas y Ailina, la directora de Marketing, una morena de piernas largas y labios carnosos, se mordió el labio hinchado y ronroneo:—Sr. Sheffield, le guardamos un sitio… —Ambas rieron cómplices, pero Frederick me vio al otro extremo de la mesa de caoba y me dedico una gran sonrisa levantando la mano. —Muchas gracias señoritas, pero creo que será mejor intercambiar ideas con Leah. —Yo rodé los ojos y me mordí la lengua para no mostrar ninguna reacción a las miradas penetrantes de sus admiradoras. La morena hizo un puchero y tuve que resistir los deseos de vomitar. —Pero dinos que iras al after luego de la oficina… —Él s
Frederick Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde y es encontrado por otro. Creo que la frase que solía repetir mi padre de vez en cuando nunca había tenido tanto sentido como en el momento en que vi a Leah bailando con Dani en el after después de la oficina. ¿Qué era lo peor del caso? Que yo mismo la había convencido de ir con la excusa de que debía integrarse con el resto del personal para pasar un poco de tiempo juntos sin los niños, creí que sería una buena oportunidad para mover mis fichas y llegar a la reina. Yo mismo había llamado a Parker para decirle que les preparase la cena porque llegaríamos después de las diez de la noche. ¿Y todo para qué? Para que ese patético de Daniel Travis disfrutara de mis esfuerzos. La tomó de la cintura para ajustarla más a su cuerpo y me removí en la silla cuando Ailin pasó sus dedos por mi hombro. —Está muy estresado señor Sheffield, debería relajarse un poco. —Se mordía el labio hinchado y acerco su rostro al mío, pero me separé evit
Leah No podía dejarla ir hecha una furia del bar. Necesitábamos hablar, desde que había llegado nos evitábamos todo lo que era posible. Nos esforzábamos por guardar cada cosa que pensábamos bajo un tapete, pero claramente era momento de decir lo que sentíamos. Yo necesitaba decirle lo que sentía: Que era un idiota, eso no había ni que ponerlo en duda. Me había dejado manipular mucho tiempo por mi familia, puede que tuviese mucho que ver con que mi padre me había encargado su cuidado y me sentía responsables por ellos. En cierto modo justificaba sus acciones por su poco contacto con la realidad. Aún así era consciente de lo mierd@s que podían ser y me arrepentía de no haberlas puesto en su lugar antes. Pero, ¿como podría solucionarlo? Ya era bastante tarde. Solo podía prometerle a Leah que a partir de ese momento, si estaba dispuesta a darme una oportunidad, seriamos nosotros cinco y nadie más a partir de ese momento. Me moví entre la gente buscándola con la mirada, todavía no podí
Frederick Doble por la calle 58 pisando el acelerador después de haberme topado con dos semáforos, cada uno de ellos atestados de personas que esperaban cruzar y turistas que a pesar de que había comenzado a llover continuaban caminando lentamente y tomando fotos de cada cosa que veían con asombro. Las gotas de lluvia repiquetearon sobre la carrocería cuando crucé Madison y derrapé al llegar a Park Avenue. Entre un festival de cláxones que sonaban en mi honor.Cuando estuve cerca de la torre donde había comprado un piso un par de años atrás y vivía con Parker, aminoré la velocidad, buscando con rabia el Porsche de Dani, aunque no lo encontré por lo que busqué espacio, maniobrando para estacionar entre un Honda y un Audi aparcados frente a mi edificio. Dejé caer la cabeza agotado contra el volante, mientras intentaba respirar para mantenerme en calma, escuchando el relajante sonido de las gotas de lluvia cayendo sobre el metal. Entonces escuche el sonido de un motor sonando con má
FrederickEl lugar donde me encontraba estaba oscuro a pesar de que el sol se encontraba alto o eso parecía a través de la pequeña ventana que estaba en la parte más alta de la pared, además de que apestaba a humedad y Whisky. No era el mejor sitio del mundo, pero definitivamente era uno de esos sitios a donde a nadie le importa cuánto tomes o lo que sea que hagas con tu vida.Ninguno de los prospectos que me rodeaban podían mirarme sobre el hombro.Miré con dureza el contenido ámbar del vaso y me pregunté de que me había valido todo el esfuerzo realizado para intentar cambiar, si todos creían siempre lo peor de mí. Al ojos del mundo yo seguía siendo el mismo.Nadie me permitiría olvidar mis errores y lo merecía, aunque eso no calmaba el fuego que me consumía.Un hombre que estaba a mi lado bebiendo me observo durante unos segundos fugases y casi pude verme reflejado bajo esos parpados caídos que eran aterradoramente similares a los míos. Por lo que sacudí la cabeza intentando alejar