Zinnia con la mirada perdida y la voz muy, muy bajita y titubeante le decía al dragnir lo ocurrido, Kaldem escuchaba con una enorme sonrisa de diversión en la cara mientras la loba se hacía nudos para hablar, al parecer en su última misión huían de una ola de arañas y se lanzaron a un pozo. El oso debido al frío empezó a dormirse y Zinnia para mantenerlo despierto decidió que lo mejor era comenzar una calurosa sesión de besos con el karhu. La sonrisa de Kaldem ya no era suficiente, el dragnir se reía entre dientes, la loba le estaba contando que se había comportado salvajemente durante una misión con su prometido, lo cual no hubiera tenido nada de extraño, excepto por el hecho de que ella negaba tener cualquier sentimiento hacia Birgrem. Se estaba divirtiendo demasiado con la historia y además de ser vergonzosa y divertida no lograba ver el problema, si la madre de Zinnia escuchaba la historia estaba seguro que querría condecorar a su hija. La voz de Zinnia se volvió más suave
La voz de la madre de Zinnia se alejaba cada vez más de él, ella le hablaba algo sobre la naturaleza de Zinnia, se sentía terriblemente frustrado. — ¡aghhhh! ¿su naturaleza? si fuera su naturaleza agresiva y guerrera podría manejarlo, pero esto... suspiró Birgrem sintiendo que cientos de generaciones de sus descendientes desaparecían de los anales de la historia con cada minuto que pasaba. La mujer volvió a hablar, Birgrem ya no lograba escucharla, el dolor había remitido por unos instantes y el frío se había extendido otra vez con fuerza dentro de él, estaba cayendo en ese estado de semi-hibernación otra vez. ¿Cómo podía manejar aquella naturaleza caprichosa e infantil que tenía? le gustaba que fuera así, era muy divertido molestarla para ver cómo su rostro se ponía rosado y escuchar a su loba refunfuñar, pero que no pudiera controlar su magia era otra cosa. El mundo a su alrededor empezó a difuminarse, por un momento le pareció sentir más presencias junto a él, pero el
Zinnia miró sin comprender las palabras de Birgrem, ella no había intentado matarlo, ¿Por qué querría hacerlo? ella incluso le advirtió que no podía morir durante esa misión. — ¿Desde cuándo quiero que mueras? explotó Zinnia. — ¿No te dije que te prohibía morir allá abajo? Y ahora me acusas de matarte, eres increíble, tú… Zinnia estaba realmente molesta, ella no había tenido ninguna intención de matar a Birgrem, ella intentaba protegerlo allá abajo, sí, había cometido un error, pero ya lo había enmendado. Las palabras de Kaldem resonaban en sus oídos, Zinnia estaba terriblemente frustrada, podía comprender que fuera importante para ellos mantener su virilidad y su hombría y todas esas cosas, pero de ahí de tener una pequeña molestia a acusarla de intentar matarlo, eso ya era demasiado extremo. — Eres un idiota… le gritó Zinnia. — … yo jamás he querido que mueras y tú me dices que intenté matarte, ¿Sabes lo nerviosa que estaba allá abajo? — ¡Sigh! Olvídalo Zinnia, haré de
Zinnia vio a Królik marcharse con un plato de galletas y su taza de té, no estaba muy segura de cuándo Birgrem ayudo a que Królik y Kanthú se volvieran tan unidos. Zinnia empezó a poner atención a los comentarios en el comedor, todos ellos hablaban de Birgrem como si el oso hubiera muerto, no como si tan solo se hubiera marchado, de seguro volvería algún día, después de todo decía que era su prometido, no se marcharía así como así. Zinnia contemplaba el fondo de su taza hacia un buen rato había terminado todo su contenido, algunas de las frases que había escuchado seguían dando vueltas en su cabeza, los cazadores tenían un alto concepto del oso. Muchos de ellos hablaban de su gran corazón cuando tenía pequeños gestos que ni siquiera ellos habían pensado en tener durante sus misiones, otros recordaban como el karhu se mantenía firme, tanto que parecía intransigente y al final terminaban viendo que tenía razón. Zinnia estaba molesta, muy molesta y con quién más molesta estab
Estaba seguro que todas las veces que se besaron a escondidas no era otra cosa que una aventura para la loba, un simple disfrute físico y nada más profundo o que involucrara algún sentimiento. Su oso chasqueó los dientes, aunque no esperaba que ella saliera corriendo a buscarlo si había tenido la ilusión de que por lo menos se quejara de su partida, aunque lo llamara irresponsable o desertor. — No pongas esa cara Birgrem… dijo Hyllen viendo al oso fruncir el ceño. — … las hembras caprichosas son así, solo cuando pierden al macho que las estaba persiguiendo se arrepienten de no haberlo aceptado. — Es verdad… concedió el oso. — … solo creo que a ella nunca le importó que la persiguiera. Los cazadores guardaron silencio, en ese punto lamentablemente todos estaban de acuerdo, después de todo Zinnia no se cansaba de dejar muy en claro que no eran nada y nunca serían algo. El camino hacia la base en la frontera les tomaría una semana, dos días después Birgrem estaba de
Estación fronteriza. Un cazador entró en la oficina del alfa, la base fronteriza estaba ubicada en una colección de cuevas a lo largo de una pequeña cadena de colinas que conformaban la frontera misma. Los cazadores se movían a través de una serie de túneles en el interior que conectaban las cuevas a lo largo de cinco kilómetros, desde el exterior había un gran número de entradas ocultas entre rocas o detrás de arbustos tupidos, los túneles eran un laberinto que muchas veces no conducían a ningún lado. Los cazadores habían colocado señales a todo lo largo para no perderse, señales que solo ellos podían reconocer, con el tiempo las señales quedaban para los refuerzos que venían cada cierto tiempo. El alfa Alcem soltó un gruñido, al parecer los rumores sobre las ruinas estaban dejando de ser rumores, un anciano había desaparecido en aquel lugar, sus parientes al no tener noticias de él habían ido a buscarlo y lo único que encontraron fueron los restos del anciano y su mula,
Zinnia se alejó del estudio, las lágrimas se amontonaban en sus pestañas, llegó a su habitación y se encerró, se envolvió en la manta que había hecho con la red que le diera Birgrem y empezó a llorar. Estaba sola, en verdad estaba sola, Birgrem se había marchado incluso después de decirle hasta el cansancio que ella era suya. "Hasta el cansancio" esa frase retumbó en su mente y las lágrimas salieron con más ímpetu, él se había cansado de ella, ella fue una tonta, ella lo había cansado con su actitud fría y lo había alejado poco a poco hasta que finalmente la distancia entre ellos fue insalvable. La puerta de la habitación se abrió y la madre de Zinnia entró, al escucharla llorar cerró la puerta detrás de ella y se sentó junto a la loba en la cama, Zinnia se sentía horrible y lo que menos quería era que su madre le sermoneara en ese momento. El silencio se prolongaba, la madre de Zinnia no dijo nada, tan solo le dio unas palmaditas de consuelo, varios minutos después la loba si
Alcem empezó a reír con la respuesta de Birgrem, el karhu decía que sus acciones no sirvieron para nada, posiblemente así era para él, pero para el lycan lo cambiaron todo. Trescientos años antes. El desierto de Trumferg. El lobo gris de Alcem corría buscando a su presa, un llygoden había estado causando estragos en la región, los llygoden son prácticamente ratas gigantes, miden un metro de altura y su cola es bífida, cada punta tiene un aguijón con el cual puede insertar veneno paralizante en sus víctimas para devorarlas mientras siguen con vida. El llygoden corría delante de su lobo, la bestia mágica era bastante veloz, pero no lo suficiente como para perder al lycan, lo que Alcem no esperaba era que la bestia fuera tan ágil saltando. Sus colmillos se acercaron a su cola bífida, debía arrancarla de un solo mordisco si no quería terminar como bocadillo de la rata, en el momento en que sus colmillos se estaban cerrando la rata encogió su cuerpo y saltó, delante había un acanti