Dos días después del señor Andrake haberse marchado seguia en ascuas, a la espera de valor, para marcharse de una vez por todas.Ese monstruo diabólico volvería al día siguiente, necesitaba huir, incluso sus sensores se alarmaron al notar que la zona era más transitada de lo habitual, eso habia limitado su escape hasta el momento.Ese mismo día, una horas más tarde, se armó de valor. Estaba decidido, se marcharía entrada la noche, había guardado algunas raciones de alimento en su mochila, un foco, fósforo, lo suficiente para recorrer el bosque, además ya estaba más fuerte. La noche anterior tuvo una fuerte vicio, en esto no estaba el señor Andrake, sino Siebog, la tomaba de la mano, mientras caminaban en medio del bosque. Se excito de solo pensarlo.Fue bajando los escalones. Electricidad, fue lo que sintió ante los recuerdos del sueño. Cuando vió a Bruna junto a Sofía, Mara y a Elsa jugando a las cartas en el salón. Intento disimular su sonrisa torpe. Solo fue y se sentó a su lado,
Debía estar loco para seguir en el mundo terrenal, su misión había terminado cuando el hada huyó por cuenta propia, lo que quedaba en el cuerpo de esa bruja era una leve huella, disfrazada de tatuaje, para que su espíritu no se escapara.Su mayor traición solo fue quedarse, si no también haberse dejado seducir por una bruja. No lo podía negar, había sido la mejor experiencia que había tenido en su perra vida, ninguna demonia se comparaba a ella. La siguió con la vista, desde que salió del río, hasta que se recostó en la orilla. Su miembro empezaba a avivarse otra vez.No podía negarse la oportunidad de saciarse otra vez, quizás la obsesión que tenía por sus formas y su delicada belleza. Salió del río, la hermosa bruja ya se cubría con su bata de algodón.Cuando estuvo a su lado, le mostró que el fuego que ella había encendido, no se apagaba tan fácil. —Servidora fea, debes estar lista, para soportar todo lo que te espera.—Sonrio, la bruja maliciosa. Odiaba que le perteneciera al dia
El paisaje urbano no solía ser de su agrado, menos cuando en su manada rodeada de una basta vegetación salvaje, tenía un tesoro que lo esperaba. Su pequeña bruja de ojos azules.Esa mañana fue igual a la anterior, firmó papeles, concernientes al traspaso de la herencia, también le tocó dejar su firma registrada en algunos bancos donde su padre tenía exorbitantes sumas de dinero. Ahora era más rico de lo que siempre ambiciono, los placeres estaban a su merced y esperaba aprovecharlos todos.El hotel de su propiedad estaba en plena zona Cosmopolitan, con la facilidad de que también los mejores clubes los tenía cerca. La noche anterior había disfrutado al mirar algunas putas, moverse muy bien alrededor de un tubo plateado, del cual se sobaban como si fuera una polla, dura y venosa como la de el.No tuvo ganas de cogerlas, le basto con unos tragos, tanto el como su beta se marcharon del sitio a una hora prudente.A Elioth le tocó partir ese día a primera hora. Era hiperactivo que le lleva
Entro a la casa, con el corazón desbocado, loco, hiperactivo, como si le quisieran salir alas y volar donde estába Siebog. A pesar de eso solo ser un plan para acabar con Andrake, le gustó sentirlo dentro de ella. Lo que experimento fue diferente a lo que habia conocido con el señor Andrake cuando hacían el amor. Rodó los ojos por pequeño salón colorido. Su cuerpo permanecía estampado a la puerta, con ganas de volverla abrirla y salir corriendo, para perderse en el bosque junto al misterioso ser.Se alejo de la puerta, entendía que estaba en una encrucijada. Jamás se perdonaría así misma si esas mujeres perdían la vida por su culpa. Unos pasos, luego la voz particular de Bruna la hizo aterrizar. —Buenos días Princesa. —Bruna aún bostezaba, retorcía su cuerpo, para estrellar sus huesos. Era espantoso escuchar los crujidos sonoros.—Buenos días Bruna.—Le contestó con timidez. —Al parecer saliste al bosque, hacer travesuras.—Ella clavo los ojos en sus chanclas, estaban llenas de barr
No lo esperaba tan temprano, al parecer el no soporto la tortura de ser engañado y regreso unas horas antes de lo programado. Sus fuertes pasos fueron retumbando, pareciera que estremecía el piso de madera. Como si creará huecos invisibles, con sus huellas impetuosas.Más de cerca, pudo comprobar su estado desaliñado, al parecer no había dormido nada. Quizás también había estado con otra mujer, pero ella tenía la ventaja de que eso ya no la afectaba.Este primero refunfuño, hasta soltar su lengua.—Hueles a traición, Angélica.—La olfateó, incluso reparo su cuerpo con sus diabólicos ojos.—Te revolcaste con ese demonio cupido'. —La halo del brazo, removiendola como una muñeca de trapo.—¡Hueles a el, maldita puta!.—Señor Andrake, deje mi princesa tranquila.— Le gruño a Bruna.—Esta no es ninguna princesa. Es solo una puta.—Ella se hastío de sus insultos y decidió defenderse. Hizo un movimiento brusco para zafar su brazo del poder de ese monstruo.—¡Ya basta!, usted no es mí dueño. —Se a
Una pequeña caminaba en medio del fuego, entre las voces apenas logro indentificar la madre que llamaba a su hija. Solo veía botas sucias de barro, en sus lisas pieles se reflajaban las llamas del fuego.La pequeña salió de su escondite, fue presa del calor, sentía confusión, todo se empezaba a derrumbar sobre ella. Estaba desolada, intento buscar a su madre entre los rostros conocidos, hasta verla cubierta de humo, dormía plácidamente, entre las brasas que la consumían. Hasta que ella también se empezaba a ahogar por el humo y el calor abrasador. Se espanto.—¡Ah!.—Sentía que también le faltaba el aire. El pánico acrecentó cuando observó toda la oscuridad.Era casi siniestro. Las paredes rústicas, la humedad que le empezaba a retorcer el olfato. Intento levantarse, se frotó los ojos con esperanza de que aún estuviera dentro de una pesadilla, poder salvar a la niña y a su madre. En definitiva era el mundo real, la pesadez de su rostro se lo confirmo, el fuerte dolor en sus mejillas.
Estaba desesperado, más que eso, a los límites de rozar la locura, presentía que perdía la batalla con relación a Angélica, permanecía atado, solo con ese sentimiento que le quemaba las entrañas. Ella no lo miraba como antes solía hacerlo, con dulzura y embeleso. Incluso lo llamo Andrake a secas en sus últimas conversaciones. También el respeto era cosa del pasado.Por esa y otras razones había decidido llevarla al calabozo del harén, era lo bastante seguro para que no pudiera escapar y contaba con algunos de sus mejores guerreros para custodiarla.Unos minutos atrás cayó en la salvajada sádica de cogerse a Tibisay en su presencia, con la esperanza de verla sufrir, no logro su objetivo, permaneció indiferente. Eso lo termino de quebrar.Por eso estaba en medio del bosque, desnudo, con el miembro ensangrentado, la sangre de Tibisay lo había manchado de la manera mas sucia. Una acción en vano, no logro nada. Más bien dejar a la loba en estado moribundo.Se transformó antes de adentrarse
Empezaba a desesperarse, esa bruja lo había dejado sin defensas luego de hacerla suya aquella noche. Casi se pierde en la furia cuando la vió en los brazos del diablo lobo, por suerte recapacitó al notar su inconsciencia, no se había marchado por voluntad, el prácticamente la había secuestrado.Ya habían pasado 2 dos soles y dos lunas. Tiempo en que sus súplicas resonaban en su mente. La escuchaba a cada momento. Incluso en ese preciso instante de soledad, mientras veía el horizonte, trepado en la cima de un árbol.—¿Qué me hiciste bruja?.—Dijo entre dientes, lo cual resonó en su cueva baldía. Veía las llamas arder en la hoguera, entro sus manos en esta, para palpar el fuego abrasador. Así mismo se sentía por dentro, por causa de esa bruja. Enterró una flecha en la tierra, después intento cerrar los ojos. En todas partes estaba ella. El como demonio no entendía su conexión, siempre ignoro que algo pudiera generarle sentimientos."Siebog, ayúdame. Volvió a escuchar la voz a lo lejos".