Entro a la casa, con el corazón desbocado, loco, hiperactivo, como si le quisieran salir alas y volar donde estába Siebog. A pesar de eso solo ser un plan para acabar con Andrake, le gustó sentirlo dentro de ella. Lo que experimento fue diferente a lo que habia conocido con el señor Andrake cuando hacían el amor. Rodó los ojos por pequeño salón colorido. Su cuerpo permanecía estampado a la puerta, con ganas de volverla abrirla y salir corriendo, para perderse en el bosque junto al misterioso ser.Se alejo de la puerta, entendía que estaba en una encrucijada. Jamás se perdonaría así misma si esas mujeres perdían la vida por su culpa. Unos pasos, luego la voz particular de Bruna la hizo aterrizar. —Buenos días Princesa. —Bruna aún bostezaba, retorcía su cuerpo, para estrellar sus huesos. Era espantoso escuchar los crujidos sonoros.—Buenos días Bruna.—Le contestó con timidez. —Al parecer saliste al bosque, hacer travesuras.—Ella clavo los ojos en sus chanclas, estaban llenas de barr
No lo esperaba tan temprano, al parecer el no soporto la tortura de ser engañado y regreso unas horas antes de lo programado. Sus fuertes pasos fueron retumbando, pareciera que estremecía el piso de madera. Como si creará huecos invisibles, con sus huellas impetuosas.Más de cerca, pudo comprobar su estado desaliñado, al parecer no había dormido nada. Quizás también había estado con otra mujer, pero ella tenía la ventaja de que eso ya no la afectaba.Este primero refunfuño, hasta soltar su lengua.—Hueles a traición, Angélica.—La olfateó, incluso reparo su cuerpo con sus diabólicos ojos.—Te revolcaste con ese demonio cupido'. —La halo del brazo, removiendola como una muñeca de trapo.—¡Hueles a el, maldita puta!.—Señor Andrake, deje mi princesa tranquila.— Le gruño a Bruna.—Esta no es ninguna princesa. Es solo una puta.—Ella se hastío de sus insultos y decidió defenderse. Hizo un movimiento brusco para zafar su brazo del poder de ese monstruo.—¡Ya basta!, usted no es mí dueño. —Se a
Una pequeña caminaba en medio del fuego, entre las voces apenas logro indentificar la madre que llamaba a su hija. Solo veía botas sucias de barro, en sus lisas pieles se reflajaban las llamas del fuego.La pequeña salió de su escondite, fue presa del calor, sentía confusión, todo se empezaba a derrumbar sobre ella. Estaba desolada, intento buscar a su madre entre los rostros conocidos, hasta verla cubierta de humo, dormía plácidamente, entre las brasas que la consumían. Hasta que ella también se empezaba a ahogar por el humo y el calor abrasador. Se espanto.—¡Ah!.—Sentía que también le faltaba el aire. El pánico acrecentó cuando observó toda la oscuridad.Era casi siniestro. Las paredes rústicas, la humedad que le empezaba a retorcer el olfato. Intento levantarse, se frotó los ojos con esperanza de que aún estuviera dentro de una pesadilla, poder salvar a la niña y a su madre. En definitiva era el mundo real, la pesadez de su rostro se lo confirmo, el fuerte dolor en sus mejillas.
Estaba desesperado, más que eso, a los límites de rozar la locura, presentía que perdía la batalla con relación a Angélica, permanecía atado, solo con ese sentimiento que le quemaba las entrañas. Ella no lo miraba como antes solía hacerlo, con dulzura y embeleso. Incluso lo llamo Andrake a secas en sus últimas conversaciones. También el respeto era cosa del pasado.Por esa y otras razones había decidido llevarla al calabozo del harén, era lo bastante seguro para que no pudiera escapar y contaba con algunos de sus mejores guerreros para custodiarla.Unos minutos atrás cayó en la salvajada sádica de cogerse a Tibisay en su presencia, con la esperanza de verla sufrir, no logro su objetivo, permaneció indiferente. Eso lo termino de quebrar.Por eso estaba en medio del bosque, desnudo, con el miembro ensangrentado, la sangre de Tibisay lo había manchado de la manera mas sucia. Una acción en vano, no logro nada. Más bien dejar a la loba en estado moribundo.Se transformó antes de adentrarse
Empezaba a desesperarse, esa bruja lo había dejado sin defensas luego de hacerla suya aquella noche. Casi se pierde en la furia cuando la vió en los brazos del diablo lobo, por suerte recapacitó al notar su inconsciencia, no se había marchado por voluntad, el prácticamente la había secuestrado.Ya habían pasado 2 dos soles y dos lunas. Tiempo en que sus súplicas resonaban en su mente. La escuchaba a cada momento. Incluso en ese preciso instante de soledad, mientras veía el horizonte, trepado en la cima de un árbol.—¿Qué me hiciste bruja?.—Dijo entre dientes, lo cual resonó en su cueva baldía. Veía las llamas arder en la hoguera, entro sus manos en esta, para palpar el fuego abrasador. Así mismo se sentía por dentro, por causa de esa bruja. Enterró una flecha en la tierra, después intento cerrar los ojos. En todas partes estaba ella. El como demonio no entendía su conexión, siempre ignoro que algo pudiera generarle sentimientos."Siebog, ayúdame. Volvió a escuchar la voz a lo lejos".
Después de adentrarse nuevamente en el bosque, no inicio su caza regular, solo volvió a la cueva, para guardar el bulto. Ese día su único alimento habían sido las manzanas. Le cayó la noche, oliendo algunas pantaletas que encontró en el bulto de Angélica. Sin duda todo era de ella. Su esencia estába impregnada en el ajuar. Con la llegada de la luna llena, ante sala del día cumbre donde está se uniría al sol en un baile sangriento. Bajo para cazar. Tal cual el demonio errante que se había convertido en las últimas semanas.Al estar el bosque más iluminado, se le hizo más fácil atravesar dos cuervos con su flecha, mientras estaba colgado de la cúpula de un árbol. Cuando tocó tierra con la cena en sus manos. El olor a sexo, vampiros, mezclado con el de lobo, se sintió. Fue escurridizo. Estos tenían una conversación interesante con la loba. Por su alto derroche de feromonas, debía ser una Omega. Eso estaba a su favor. No tenían los sentidos tan agudos como los Alphas y los beta. Los que
Había perdido la noción del tiempo, ese calabozo parecía que pronto se convertiría en un matadero. Esa mañana al despertar, sentía un inusual sabor a metal en la lengua. Más le floretaeba el fétido olor a sangre en descomposición. Fue repugnante. Camino de un lado a otro. Con suerte ese día no vería Andrake. Después del episodio pasional que tubo con la loba, en el cual, la dejo moribunda, no había regresado. Solo Betsy había ido a llevarle comida, no sintió maldad en la loba. Solo existía mucha fiebre sexual en su cuerpo. Lo lamentaba por la otra chica, ya había soñado con su muerte. No se tomó la molestia en contestar. Su visión fue clara. Las embestida de ese lobo fue tan violenta que la desgarro por dentro. Ella era débil, una simple Omega. Fue imposible no sentir lástima por Tibisay.Cuando sintió unos pasos acercarse, calmo su impaciencia y se sentó en el borde de la cama. Aceptaría cualquier trato con tal de salir de ese lugar húmedo y oscuro. Betsy fue quien entro con la ba
Daba vueltas sin cesar por la amplia habitación, donde la había encerrado Andrake unas horas atrás, luego de sacarla del calabozo. Su plan era escapar, más, ante la cruel resignación de su alma. Siebog no iría por ella. Se vió en el espejo. Estaba triste, otra vez su destino sería incierto, el no cumpliría su pacto. En su otra vida fue la muerte precoz de ella, incluso antes de que el cáncer la matará. En la otra vida murió entre las brasas. Le faltaban algunas pocas piezas a su rompecabezas mental, pero ya intuía quién pudo haber sido, uno de sus verdugos.La puerta de la recámara fue abierta. Era Betsy, le traía otra bandeja. Está contenía el almuerzo. Su apetito estaba algo pasmado, más después de ver la terrible muerte de Sharon.—No tengo hambre, Betsy.—Levanto una de las tapas, era cordero asado.—Hoy lo menos que tengo es ganas de comer carne. Puedes llevártelo.—No señorita. No provoque al rey Alpha, el la necesita fuerte para esta noche. — Recordó el ritual de la luna de sang