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EL REENCUENTRO

Lo sacudió, no solo la inesperada presencia de ella. También su situación vulnerable. Desnudo, mostrándose como una simple mercancía.

—Ahora eres un puto.—Más que rabiosa parecía indignada. Su hermosa bruja estaba frente a el, más hermosa, sofisticada. Su golpe no le dolió. Estaba demasiado enfocado en todo su esplendor para darle importancia a un simple toque.

—Angélica. Mí bruja.—Intento abrazarla, le dolió cuando está retrocedió unos pasos.—No te alejes de mí.

—No quiero abordar los sentimientos. Solo vine a comprobar si mis visiones eran ciertas.—Esta bajo la vista, no pudo disimular el brillo de la lujuria al ver su miembro, aún erecto. —Sigues igual Siebog. No suelo pagar por sexo pero hoy puedo hacer la excepción y fornicar con un puto demonio.

—No es lo que parece. Necesitaba dinero para buscarte.—Ella no respondió ante su sinceridad. Solo posó sus dedos sobre los botones delanteros de su vestido beige. Se veía costoso, igual las joyas que adornaban su belleza.

El vigor se hizo más latente cuando el vestido cayó al suelo. Dió dos pasos hacia el, dejando atrás sus zapatos. No tenía ropa interior.

—Ahora, más te vale darme tu mejor servicio.—Angelica se lamió los labios.—Pague mucho por ti.

—No es lo que crees. —Le empezaba estresar su frialdad. Lo veía como si fuera una simple mercancía que usaría por unas horas.—Igual no te haré esperar "Anubis".

La tomo de la cintura, con un movimiento ascendente la elevó. Está enrosco sus piernas alrededor de sus cinturas. La punta de su miembro rozo su coño, al frente de sus ojos sus hermosos pezones le pedían atención, noto que sus pechos se notaban más abultados. Eso le pareció unos instantes, después lo dejo pasar y se enfocó en llevarlos a su boca para lamerlo. El cuerpo de su bruja vibró, se movió para continuar la fricción erótica de sus partes que deseaban unirse.

—Siebog.—Su nombre al salir de sus labios. Fue un sonido que casi lo electrocuta. Algo muy interno en su interior se removió.

Dejo sus pezones y la beso. La unión suave se entrelazo en el jugueteo de sus lenguas, en la profundidad húmeda y dulce. La sincronicidad no se había perdido. Apenas tuvieron tiempo de separarse para tomar aliento.

Entre jadeos, los fuertes latidos de sus corazones se combinaron con ansiedad, la misma de sus partes. La depósito sobre la camilla de masaje, en una esquina. Abrió sus piernas. Antes de bajar para tomar posesión de su coño con la boca, volvió a besarla en los labios. Esa vez tierno y fugaz pero más significativo.

Hasta que sus fluidos no bañaron su boca, no dejo de hundir la lengua en su vagina. El sabor era exquisito.

—¡Oh, siebog!. Te nececito dentro de mí. —Su bruja se retorcía de placer. Movía sus caderas en círculos sabrosos. Llevada por el gozo.

Froto su miembro cuando soltó su coño, ella tenía los ojos cerrados, una fuerte agitación en su pecho se evidenciaba. Le abrió más las piernas. Froto su glande contra la abertura. Empezó a entrar despacio. Estaba muy cerrada.

—¡Ay!. Entralo todo. —Dio un empujón violento, la hizo sacudirse.—¡Ahhh!.—Grito.

—¿Te dolió?.—Le pregunto, seguido se mantuvo estático. Ella en cambio sobó sus glúteos y los apretó. Se empezó a mover debajo de el.

—No, —Se paso la lengua por los labios.—Muevete puto demonio, necesito todo de ti.—Sus miradas se entrelazaron, cuando ella, imploro prácticamente que la follara.

Le dió lo que quería, se movió con fuerza, levantando sus gritos. Su miembro salía y entraba de su coño con fuerza. Este vibraba y lo chupaba en su interior. La abrió bien para ver los choques pélvicos. El coño adquirió un tono enrojecido mientras lo machacaba con fuerza.

—¡Si, ricooo!. No pares, dame duro.

—¿Te gusta que te folle duro?.

—¡Ay sí!.—Le contestó entre gemidos. El también sentía morir dentro de su coño. Se desvanecía en la sensación. Hasta sentir fuertes sacudidas. Se vacio dentro de ella. Como tantas veces lo hizo en el pasado.

Cuando se desplomó ella lo recibió con un abrazo, juntos recuperaron el ritmo normal de sus respiraciones. El sello de ese reencuentro mágico/sexual fue un dulce beso.

—¿Besas así, a todas tus clientas?.—Esa pregunta lo llevo abrirse y delatar sus sentimientos.

—No. Solo a la bruja que me tiene loco de amor.—La volvió a besar. Su verga sorpresivamente se volvió a encender. La cargo, esa vez, el destino fue la cama que estaba en uno de los rincones, tapada con una cortina de satín dorado.

—Si la hubieras amado tanto, no la habrías abandonado hace 5 años. Fue un tiempo cruel para mí. Nunca deje de esperarte.—Las manos de Angélica eran tan delicadas.

—Debía volver. —Mientras abría su corazón, también le abría las piernas a ella. De su coño brotaba su semen colorido.—Ademas al momento de irme mis sentimientos no eran claros hacia ti. —Le paso una toalla para eliminar un poco el líquido.

—¿Y ahora?.

—Es una pregunta tonta. He renunciado a todo por ti, mí bruja.—Tomo una de sus delicadas manos y la beso. A la par coloco su punta frondosa en la entrada de su coño y la penetro. —Moria por esto. —Se movió despacio en su interior.

—¡Ay!. Siebog mí amor.—Escuchar esas palabras le dieron a entender que había valido la pena volver.

—Te amo mí brujita.—La punteo con fuerza.

Esa cogida fue bestial paso casi una hora frotando su coño, con su enorme verga. Hasta hacerla pedir piedad. Deseaba borrar la sombra de cualquier hombre que la hubiera tocado en esos años de ausencia.

Una hora más tarde, Angélica empezó a vestirse. Antes de colocarse el calzado lo miro con aire autoritario.

—Si tienes algo aquí que desees llevar. Ve a buscarlo. Debemos irnos. Nuestro viaje a Francia será largo.—Nego con la cabeza, no tenía nada. No deseaba alejarse de ella nunca más. La abrazo por la espalda.

—No soportaría estar ni un minuto más sinti. Incluso compartirte, Angélica.—Aun tenía una duda. A ella se le notaba que le había ido bien esos años. Seguro debía tener cientos de pretendientes, quizás un amante. —Me gustaría saber si hay alguien en tu vida.

—Sí.—Ella lo enfocó. Se veía tan serena, incluso sus ojos brillaban, como si amara a ese hombre.— Supe de el justo cuando te marchaste. Lo amo más que a mí misma y si deseas ir conmigo debes aceptar esta nueva realidad.

—No deseo compartirte. Mi naturaleza me impide no ser egoísta.—Se empezaba a quebrar, había tardado tanto que la había perdido.

—Deberías hacerlo. El nos espera allá fuera. —Fue lo último en decir está, mientras miraba la pantalla de su móvil. Al parecer ese hombre acababa de enviarle un mensaje. Debo salir. Te espero fuera. No tardes más de 5 minutos. Ya te espere 5 años. No pienso esperar ni un minuto más, ni uno menos.

—Si decido asumir esa nueva opción en tu vida. Saldré antes de ese plazo. —Miro su desnudez. —Bueno, mejor que sean 10 minutos. Debo vestirme.

—Perfecto. La madame sabe de nuestra situación. Te estaré esperando en la camioneta negra que está justo frente a la salida.—Ella se acercó y le dió un beso.

Cuando Angélica salió, fue como si la oscuridad lo volviera a atormentar. Sopesó una realidad con ella. La otra con su ausencia matandola.

No supo que hacer, mientras se empezaba a vestir pensó en que lo mejor sería volver al infierno del que nunca debió volver a salir.

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