Inicio / Hombre-lobo / Lobo Obsesionado. / Un sonido fastidioso.
Un sonido fastidioso.

 

Sin embargo, el simple hecho de mantener su espacio, libre de estos intrusos y a su pueblo a salvo le ha costado la vida de muchos seres queridos porque en cada guerra pierde a alguien que quiere y al no tener a una luna su pueblo es débil, debido a que cuando un alfa se une a una hembra, eligiéndola como a su luna mediante un ritual a la diosa y uno carnal para crear la marca, los guerreros pertenecientes a su manada se vuelven más fuertes, y más difícil para ser destruido; no obstante, sería aún mayor el poder si fuera  la hembra la genuina luna del alfa, porque no es lo mismo suplantar una copia por una original.

La loba que Isaías no estaba viendo se puso de pie, ya que estaba en otro sofá y sonrió tímidamente, queriendo verse inocente, pero él la vio fijo dándose cuenta de que no es lo que aparenta, sin embargo, no podía negar que la mujer es hermosa, aunque de forma salvaje a diferencia de Zoe que transmite inocencia pura y  se ve encantadora. 

Esta loba se ve más adulta, con pechos y caderas exuberantes, curvas que a cualquier hombre haría enloquecer y observándola sin disimulo se lamentó internamente de no haberla conocido hacen varias horas atrás porque hubiera bajado la calentura sexual con ella y no habría acudido a ese lugar.

No obstante, ahora solo tiene algo metido entre ceja y ceja y eso es que Zoe debe terminar lo que ya empezó y no que otra deba resolverlo en su lugar.

—Mi alfa, estoy a tu disposición— le propuso Kira con voz suave y aguda, sonando seductora, a medida que caminaba para aproximarse a su lado.

Con cada paso que ella daba denotaba elegancia, calma y sigilo a la vez, una mezcla que aturdía, y mientras lo hacía celebraba internamente porque veía que Isaías es un hombre demasiado apetecible y guapo. Ya que sus rasgos faciales son únicos y delicados; Isaías es un hombre de ojos azules de forma ovalada, con cejas negras de espesor medio; nariz griega delgada, labios rosa ni intenso ni pálido término medio y de grosor medio, acorde con la longitud de su rostro, y de pelo oscuro con textura suave que apetece ser tocado, con dos pequeños hoyuelos que se le crean en las mejillas siempre que sonríe o hace una mueca.

 «Al menos cumplir con esta misión no será difícil, porque disfrutaré de este alfa», pensó después de recordar la discusión que sostuvo con su hermano y alfa cuando le pidió que debía ser la luna de Isaías. 

Dado que en primer lugar, no quería unir su vida a cualquier alfa por un simple arreglo por poder, y menos sin conocer el lobo con el cual estaba y tendría que servirle como mujer, ya que no todos los alfas son de buen ver, algunos suelen verse más salvajes, y primitivos, porque a medida que pasan los años se abandonan a sí mismos, debido a que por el hecho de no encontrar a su pareja se aburren y no le interesa lucir bien para nadie y suponen que por ser alfas y tener poder tanto sobrenatural como económico deben aceptarlo tal cual y ella suponía que Isaías con la fama de salvajismo que posee era justo así.

Vislumbró sus manos inspeccionando cada dedo, notando la delicadeza de sus uñas limpias y bien recortadas y en su ropa no tenía que fijarse mucho porque él es totalmente perfecto.

Cuando ella le dejó un beso en la mejilla quedó fascinada por el delicioso aroma que desprendía todo él, fue tanto su deslumbramiento que no evitó morderse con sutileza el labio inferior.

—Espero ser la mejor luna de todas— agregó tomando su mano derecha y él bajó la vista a ambas manos entrelazadas y luego la vio a los ojos.

—Lo mismo espero— le dijo sin mostrar emoción, era como si su rostro fuera un bloque frío, difícil de traspasar, pero lleno de misterio; ese que la envolvió y la aturdió mucho, al punto de gustarle.

«Con el aura oscura, justo como me fascinan», cavilaba alucinada.

—Acepté esta unión, aún sin conocerte o investigar tu procedencia porque  únicamente mi madre tiene datos sobre ti, y según me dijo eres una loba guerrera con un buen gen de alfa, aunque sin territorio, solo llegaste a la manada blue hill y que el alfa de la misma te acogió por tu habilidad en el arte de la guerra.

—Oui monsieur (Si, señor mío) — respondió Kira en su lengua original, sonando muy sexy e Isaías a pesar del esfuerzo por ser coqueta no le paró.

—Bien, lo que quiero aclararte es que sin importar la fama que tengas debes tener claro que en esta unión no hay amor, solo un propósito mutuo, beneficio, tú obtienes la grandeza de ser la luna de una de las manadas más estable a nivel económico y mágico y yo la facilidad de una luna para mi pueblo por lo que en el ámbito amatorio no habrá afectos constantes ni cariños excesivos, serán justo lo necesario para aplacar la necesidad de ambos y si por razones que no daré explicaciones me apetece otra hembra, tú únicamente te mantendrá en tu posición y lugar; dormiremos en espacios separados y cuando sientas la necesidad de mí, vendré a ti siempre y cuando yo me sienta en la misma condición— le explicó cada punto con el machismo que lo caracteriza, y Kira necesitó respirar profundo para no insultarlo con unos cuantos improperios vulgares de esos que ella conoce y que no son en francés, pero debe mantener la calma para lograr su cometido por lo que simuló sentirse triste y soltó su mano con la  mirada al piso.

—Lo has dicho, eres el alfa y la hembra debe dejarse guiar por el macho, pero la única cosa que pediré a cambio antes de aceptar todo esto con actitud sumisa es que tú no podrás tener hijos con algunas hembras con la cual forniques, yo como tu luna seré la única que podré engendrar y seguir con el linaje Sharman.

Isaías no le vio importancia a ese simple detalle, por lo que sin pensarlo aceptó porque no tiene la esperanza de encontrar a su luna verdadera si desde hace siglos nadie ha tenido la dicha, ni alfas, betas, deltas, guerreros, gammas, omegas y de los rogers ni mencionarlos, porque esos son castigados una vez dejan de tener un territorio.

—Me parece bien.

—Siendo de ese modo quiero pasar la primera noche junto a mi alfa— le solicitó descarada e Isaías alzó las cejas con un toque de diversión en su mirada, notando que esa loba es mucho más intensa que él.

—Sin el ritual no eres mi luna y aunque me vale madres, igual no cumpliré a la primera, ve a instalarte. Y deja que mi madre y mi abuela te sigan dando amor mientras yo iré a descansar, buenas noches.

 Se despidió sarcástico dejando a la loba con los ojos lánguidos y los labios entreabiertos, ya que justamente también a ella ningún macho le había hecho tal desplante y para pasar por el bochorno y la vergüenza que le creó Isaías, forzó una sonrisa antes de voltearse a ver a las dos mujeres que la veían siendo expectantes.

—Aprenderás a tratarlo, cariño, Isaías suele ser muy directo y brusco, pero con el tiempo él aprenderá a quererte y a respetarte como su esposa—. Isadora la tomó de la mano y la llevó de vuelta al sofá.

—Para entonces verás que ese caparazón duro que muestra mi nieto es solo un escudo que detrás protege a un hombre dulce y amoroso, su abuelo era justo a si y la convivencia nos hizo amarnos y apoyarnos muchísimo.

 Kira volvió a sonreír, sin embargo, esta vez se notaba que era una mueca de dientes afueras que una sonrisa genuina, pero ninguna de las lobas se atrevería a decirle algo por qué reconocen que las palabras de Isaías fueron duras.

En cambio, él cuando llegó a su recámara, lo primero que hizo fue empezar a quitarse el reloj, luego sacó su cartera y móvil dejando todo sobre una mesa de noche. Ingresó al baño donde se deshizo de todas las prendas que cubrían su cuerpo para entrar a la ducha y tomar un baño de agua fría que le ayudaría a mermar la simple erección que a pesar de no estar en su máxima potencia seguía algo rígida.

—¡¡Mocosa ya verás que te encontraré!!— volvió a rezongar, mirándose la entrepierna a medida que el agua caía sobre su cabeza, enfriando el cerebro más no esa extremidad que buscaba enfriar.

Tras culminar se secó completo, retocó su barba que crece sin parar por la tanta testosterona que posee su cuerpo de hombre lobo y cuando estaba a punto de regresar a la recámara escuchó un sonido de una música de hello kitty que lo hizo fruncir el ceño por lo estúpida y chillona que le parecía la melodía y con su audición desarrollada la podía oír mucho más que cualquiera.

—¡Apaguen esa disparatada! — gritó con voz de alfa dándole una orden a todo el que estaba dentro y alrededor de su mansión, pero nadie respondió porque a diferencia de él no podían escucharla porque las paredes de su habitación tienen aislantes de sonidos, pero él sí podía escuchar cualquier ruido fuera de la misma por su capacidad.

Decidido a ir a verificar quien tenía dicha música molesta; se colocó el pantalón largo de su pijama de pettrus y cuando iba al pie de su cama totalmente descalzo la música dejó de sonar, de modo que respiró profundo y se acostó esperando que no volviese a sonar.

 No transcurrieron dos minutos cuando el mismo ruido lo hizo abrir los ojos dándose cuenta de que el teléfono celular de donde provenía dicha melodía fastidiosa y que supuso suyo en medio de su agitación era uno con un cobertor color rosa intenso que fácil pudo haber identificado que no era suyo, pero sumergido en su rabia no se fijó en nada, solo tomo sus pertenencias y salió de esa habitación como alma descontrolada.

—¡Ahora qué coño! — gruñó frustrado sintiendo la cólera bullir en su cabeza y su primer instinto fue tirarlo contra una pared, suponiendo que confundió ese aparato tan simple con su costoso celular, pero no solo eso sino los cientos de informaciones importantes y pruebas de manadas y de algunos alfas que contiene dicho dispositivo. 

Decidido verificar que sus pensamientos no fueran errados y empezó a buscar información en el teléfono, y cuando entró a la galería del mismo vio unas fotos que lo hizo abrir los ojos como platos.

—Mmm….  — creó un sonido ronco. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo