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Capítulo 02: Un embarazo planeado.

Tras lentos parpadeos, la hembra Alfa abrió sus ojos con dificultad. Su mirada celeste se encontró de inmediato con…

¡UNA PRISIÓN!

—¿Qué…? —susurró, moviéndose con agitación, pero se dio cuenta de que sus muñecas y tobillos estaban encadenados. 

Cadenas rojas, grabadas con símbolos extraños, la mantenían cautiva.

La celda estaba cubierta de inscripciones de sangre seca, en las paredes, en el suelo, incluso en la silla de madera donde se encontraba atada.

Connie, vestida únicamente con una larga bata negra, sintió que la oscuridad la envolvía. 

Los recuerdos la golpearon como una tormenta.

—No… Yo… Soy un monstruo…

Sollozó la hembra, sus lágrimas deslizándose por sus pálidas mejillas, mientras su corazón se desgarraba en mil pedazos.

En su memoria, los cadáveres de los lobos rojos de su manada. 

—Lo que hice no tiene perdón de la diosa… Merezco esto, no… Merezco la muerte… 

••••••••••

En el imponente trono del castillo de "Luna Plateada", Alfa Connor se sentaba con un porte majestuoso, su brazo izquierdo vendado y su vestimenta oscura como la noche. 

Su mirada gris clara, fría y penetrante, se clavaba en el Beta que tenía frente a él, un hombre que ardía de furia.

—¡¡RENUNCIO!! ¡Prefiero morir antes que seguir siendo el Beta de esa loba desquiciada! Alfa Connie mató a mi esposa, ella fue una de las muchas víctimas de su poder —rugió, temblando de rabia, Beta Gedeón.

La furia de ese hombre lobo pelirrojo era comprensible. Su esposa, aunque no su mate, era la loba que había amado con cada fibra de su ser… y ahora estaba muerta.

—No te cité para escuchar tu lamentable historia, Beta Gedeón. Quiero un reporte detallado de todo lo que ocurrió en los territorios de "Noche Carmesí" durante la guerra.

—¡Alfa Connie se volvió loca! —gritó, su voz resonando en las paredes del castillo—. ¡El collar que sellaba su misteriosa magia estalló de la nada, y desató una tormenta helada que arrasó todo el territorio de la manada! 

El corazón de Connor se endureció ante las palabras de Gedeón. 

—Así que fue eso, entiendo —respondió con un suspiro —. Pero aún así, no puedes renunciar.

—¡ENTONCES MÁTAME! —retó Gedeón, mostrando los colmillos con desprecio—. ¡No tiene sentido dejarme vivir, porque ahora que no tengo nada mas que me importe perder, puedo intentar acabar con esa loba híbrida!

—¡SUFICIENTE! No continuaré escuchando tu parloteo melancólico. 

Los guardianes de Connor se movieron rápidamente, rodeando a Gedeón, alertas. 

¡CLANK!

Las puertas del salón se abrieron de par en par, y el Beta de Luna Plateada ingresó apresurado e irrumpió en la sala.

—¡ALFA! ¡HAY NUEVAS NOTICIAS! —exclamó Beta Arlen, primo de Connor, su voz temblando de urgencia.

Connor dirigió su mirada gris hacia sus guardianes.

—Saquen a Beta Gedeón de aquí y enciérrenlo en una celda —ordenó, su tono helado.

—¡NO! ¡YA DIJE QUE ME MATEN! ¡QUIERO MORIR! —gritaba Gedeón mientras lo arrastraban fuera. 

Cuando las puertas se cerraron, el Alfa se quedó a solas con su fiel Beta.

—¡Alfa! Connie ha despertado, nuestra hechicera la tiene cautiva, y no sabemos cuándo se romperán nuevamente los sellos. Ella… puede ser un peligro para todas las manadas del mundo lobo.

—¿Qué insinuas con eso, mi Beta? También es tu prima, ¡no le daré la espalda a mi hermana! —gruñó ese Alfa, con indignación. 

—Destierro, muerte o… ¿qué otra opción tenemos? —susurró Beta Arlen, cabizbajo— La alianza cayó. Estamos al borde de la extinción, cientos de bajas en las tres manadas hermanas. 

Connor masajeó su nuca, un gesto de estrés, mientras cerraba los ojos por un momento, sumido en pensamientos. 

Su hermana al borde de la muerte. 

Su hermano más pequeño, Alfa de la tercera manada en la alianza… ¡Desaparecido!, y de sus lobos, solo sobrevivieron algunos refugiados. 

Sus padres… Probablemente, muertos. 

De los tres Alfas hermanos, era el único que quedaba capaz de dirigir. 

Al abrir sus ojos, su mirada gris se posó fríamente en su Beta.

—Un contenedor. 

—¿Eh…? —Arlen hizo un gesto de confusión, incapaz de entender la dirección del pensamiento de su Alfa.

—Que engendre una cría con la que compartir su magia. Si transmite su poder, podría ayudarla a estabilizarse. Podemos intentarlo.

—¡Pero Alfa! Connie no ha encontrado a su mate. Desde que despertó su loba a los dieciséis, han pasado siete años y… 

—Se casará con un lobo lo suficientemente fuerte de su manada, no importa si no es el destinado —interrumpió Connor, levantándose de su trono y comenzando a caminar hacia la salida.

—¿Habla en serio, Alfa? Su manada ha quedado hecha ruinas cubiertas de hielo. Muchos lobos rojos han muerto. ¿Quién podría ser su esposo? 

—Su Beta lo hará, Connie no volverá a ser la líder. Él tomará el cargo del Alfa de Noche Carmesí. 

—¿Él?, pero Alfa… Ese tipo acaba de irse gritando que quiere morir —continuaba ese Beta en rechazo. 

Connor se detuvo, volviéndose hacia Arlen, y dijo con su gruesa voz imponente: 

—Es el candidato más adecuado. Que él la preñe; lo único que me importa es salvar la vida de mi hermana. NADA más. 

……….

⁠✧⁠✧⁠✧⁠ Tres meses más tarde. ✧⁠✧⁠✧

La manada de Noche Carmesí tiene hermosos rituales tradicionales, uno de ellos, es la celebración de bodas.

En el anillo, al momento de sellar tu amor con tu pareja o destinado bajo la luz de la luna, aparecen perlas rojas…

Pueden aparecer hasta un máximo de cinco perlas, es la manera de saber cuánta conexión hay en la pareja. 

—Ya pasaron dos meses desde la boda —susurró la mujer-loba, Connie. Sus ojos celestes viendo el glamuroso anillo de plata en su dedo anular izquierdo— Y fue la primera vez en toda la historia de la manada, que en el anillo… No se mostró ni una sola perla. 

Clack~ 

La puerta de su habitación resonó esa noche, al abrirse, el nuevo Alfa de Noche Carmesí, Gedeón, ingresó. 

—¡Habla rápido y no me hagas perder el tiempo! ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme? —le preguntó ese Alfa pelirrojo de mala manera. 

Connie, sentada en el borde de la cama, vestía una bata roja de mangas largas, su rostro pálido, era evidente que había perdido peso, lucía cansada y demacrada. 

—Estoy embarazada… —susurró ella. 

La sorpresa invadió el rostro de ese Alfa, hasta que… 

¡Alfa Gedeón estalló de ira!

¡En cuestión de segundos acercándose a Connie y tumbándola sobre la cama! 

POF~ 

El macho pelirrojo rodeó el cuello de esa hembra con sus grandes manos. 

—¡QUE CONVENIENTE PARA TI! ¡SE HA CUMPLIDO EL COMETIDO! ¡VIVIRÁS AL COMPARTIR TU PODER CON ESE MONSTRUO EN TU VIENTRE! 

¡Connie colocó sus manos en los antebrazos de ese Alfa, insertando sus garras! 

—¡UUGH! —hizo ella un sonido de asfixia. 

¡Él sangraba, pero no la soltaba!

¡Ella lo empujó con sus piernas! 

PUUUUM~

¡Ese Alfa fue a dar contra la pared! 

CRAANK~ 

Un abrupto sonido de los muebles rompiéndose alrededor. 

—¡Sabes que yo tampoco quería esto, Gedeón! —gruñó ella, levantándose de la cama a la vez que mostraba sus colmillos con furia—. ¡No quería un cachorro tuyo! ¡Quería encontrar a mi mate! ¡Quería un matrimonio feliz como el que tú gozaste con tu esposa! 

—¡¡UNA QUE TÚ MATASTE CUANDO TE VOLVISTE LOCA!! —gruñó ese macho, levantándose de entre los muebles rotos—. ¡Como sea! ¡No quiero saber más de ti, o la cosa en tu vientre! —habló él, saliendo enfurecido de la habitación. 

La hembra se dirigió a la cama, donde se dejó caer acostada boca arriba, su mano sobre su vientre, sus lágrimas deslizándose lentamente por sus mejillas. 

—Diosa… ¿Esto es parte de mi castigo por la muertes que causé?… Duele… Esto duele mucho… —sollozó ella, cubriendo su rostro con sus manos.

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