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Capítulo 05: ¡Mate, te encontré!

¡De inmediato, se acercó gateando hacia el baúl!, sentada frente a ese objeto y con manos temblorosas, lo abrió.

En su interior… ¡Una capucha blanca!

—¿Qué es esto…? —se preguntó, sosteniendo la capucha blanca entre sus manos, sin recordar en absoluto su origen.

¡BOOOM!  

En ese instante, un destello cegador iluminó todo el oscuro sótano. 

Connie cerró los ojos, una helada ventisca la envolvió, y sólo pudo ver una escarcha blanca rodeándola.

Pero en un parpadeo…

¡Se encontró en un bosque majestuoso, antiguo y colosal!

—¿Dónde estoy…? —susurró, hasta que un aroma delicioso sacudió todos sus sentidos, estremeciéndose por completo ante la embriagadora fragancia. 

Connie cayó de rodillas, su mano cubriendo ligeramente su nariz. 

«¡ES ÉL!»

Aulló su loba. 

«¡Es nuestro mate! ¡Nuestro destinado!»

—Pero yo… Siento que, ya conocía este aroma… —susurró Connie, su rostro mostrando un hermoso rubor. 

"Ah… Maldición… Qué bien huele…" 

Pensó, sorprendiéndose de sus propias ideas indecentes.  

……… 

✧✧✧ En el territorio de la manada "Luna Plateada". ✧✧✧

—¡Debemos separarnos! —gritó uno de los hombres lobo que lideraba el grupo de búsqueda, su voz resonando con urgencia en el aire helado.

En el corazón del bosque de la manada Luna Plateada, la mañana se había teñido de desolación tras el devastador ataque que había arrasado el pueblo. 

Cinco grupos se formaron, cada uno compuesto por miembros de distintos rangos y habilidades, todos unidos con un mismo objetivo…

¡ENCONTRAR A ALFA CONNOR!

Entre ellos, un grupo de jóvenes, hábiles pero aún sin despertar a sus lobos, decidió dividirse para cubrir más terreno.

—¡Yo iré por el río y terminaré en las grandes cascadas gemelas! —anunció una joven, con determinación.

Su cabello lacio y corto hasta su cuello, era de tonalidad negra, enmarcando su rostro lleno de valentía. Sus ojos, un azul intenso, la hacían destacar entre la manada, donde el gris oscuro predominaba, salvo por el Alfa, cuyos ojos grises eran más claros que cualquiera, brillando como dos majestuosas lunas.

Ella era una mestiza, hija de una loba de Luna Plateada y un lobo de la manada hermana Noche Carmesí, conocidos como "lobos rojos". 

Con solo dieciséis años, Blanca estaba en el umbral de su transformación.

Había aprendido a rastrear y a usar plantas medicinales, y este era el año en que su loba debía despertar.

A medida que avanzaba entre la maleza y las rocas, descendiendo por las laderas, llegó al río. 

El caudal del río había crecido por las lluvias, y el sonido de la corriente chocando contra las rocas era casi ensordecedor.

De repente, sus pasos se detuvieron. 

¡UN AROMA FAMILIAR LE HIZO COSQUILLAS EN LA NARIZ!

¡Sus ojos se abrieron desmesuradamente!

—¡ALFA! —gritó, su voz llena de desesperación, mientras comenzaba a correr a lo largo de la orilla, con dirección a las cascadas gemelas.

Su corazón latía con fuerza, la angustia y la preocupación marcaban su rostro. 

Al llegar a la orilla de las cascadas, se asomó, mirando hacia abajo, donde el agua caía con una ferocidad imponente.

Había sido criada para ser la futura Luna de la manada, la compañera que Alfa Connor elegiría ese año, al despertar su loba. 

Sin pensarlo, Blanca se lanzó desde la cascada. 

PUUUF~ 

Al salir del agua. La joven comenzó a toser, y observar en esa dirección. 

—Cof~ cof~ Alfa… Alfa, ¡es usted…! —ella corrió a toda prisa, llegando a tropezar un par de veces, pero eso no la detuvo. 

La lluvia comenzaba a caer, no había tiempo que perder. La poderosa, alta y musculosa figura masculina de ese hombre lobo Alfa, yacía inconsciente frente a ella. 

Las heridas aún sanando en el cuerpo de ese macho, la hicieron estremecer de dolor, como si fuese ella misma la que estuviese lastimada. 

Blanca a como pudo, comenzó a arrastrarle a un lugar seguro. 

—¡No lo dejaré aquí, Alfa! ¡Lo ayudaré! 

••••••••••

Los árboles enormes se alzaban como gigantes en el antiguo bosque, donde la luz del sol apenas lograba filtrarse a través de las copas densas. 

Tap~ tap~

Los ecos de sus pasos resonaban en la tierra, el césped y la maleza, creando un ritmo frenético que se mezclaba con su respiración agitada.

Sus ojos, rojos como la sangre, reflejaban una mezcla de atención y desesperación. 

Sentía un ardor insoportable en su cuerpo, una llama que la consumía mientras un grito interno la guiaba hacia la dirección correcta. Pero justo en ese instante…

¡¡PUUUUM!!

Un estruendo ensordecedor atravesó las ramas de los gigantescos árboles, como si un gran monstruo se desatara en el bosque.

—¡AAAAH! —gritó la mujer-loba híbrida, cayendo de rodillas cuando el suelo tembló violentamente, como si algo muy pesado hubiera caído.

La loba Connie, miró hacia atrás, su instinto de Alfa se intensificó; frunció el ceño y mostró sus colmillos con ferocidad mientras sus ojos buscaban en el entorno con cautela.

De pronto, un olor desconocido invadió sus fosas nasales, un aroma extraño y penetrante.

¡Ella se giró de inmediato!

Detrás de ella apareció un hombre alto e imponente en su presencia.

Sus ojos color avellana brillaban intensamente, y su cabello castaño, ligeramente desordenado, caía sobre sus hombros. Un pendiente púrpura colgaba de su oreja izquierda.

Vestía ropas marrón: pantalones ajustados, botas altas, una camisa de manga larga y una capucha que le daba un aire misterioso.

Sus miradas se cruzaron en ese instante. 

—¿Loba? Apestas a sangre y estiércol —dijo él, con un gesto de desdén—. He localizado al intruso —su voz sonó como un susurro, como si hablara con alguien más. 

Connie estaba a punto de transformarse en su forma lobuna.

—¡¡¡NO TE ME ACERQUES!!! —rugió ella, entre el terror y la rabia.

Pero antes de que pudiera liberar a la loba que llevaba dentro, el extraño apareció frente a ella en un abrir y cerrar de ojos…

¡La dejó inconsciente de un solo golpe!

………

Cuando la loba híbrida despertó, un dolor punzante llegó a su cabeza. 

En ese momento, se dio cuenta de que estaba atrapada de los brazos por dos fuertes hombres. 

—¡¿Quiénes son?! ¡Déjenme ir! —gritó, luchando mientras la arrastraban por un pasillo elegante.

Todo a su alrededor era tan limpio, ordenado y blanco… casi cristalino.

¡Ella se sorprendió!

¿¡Dónde estaba!?

Los hombres se detuvieron ante unas enormes puertas que se abrieron lentamente, revelando un gran salón.

Connie contuvo el aliento al ver un impresionante trono, pero lo que realmente la dejó impactada, fue la persona que estaba sentada en él.

La exquisita y embriagadora aroma de ese Rey albino, llegó a ella como la chispa que encendió un fuego en su interior, provocando una avalancha de emociones. 

—¡¡¡AAAAHHH!!! —gritó ella, sintiendo un dolor agudo nuevamente sacudir su cabeza.  

Sus piernas cedieron, cerca de caer de rodillas, de no ser por los dos hombres que la agarraban de sus brazos con una fuerza casi violenta.

El imponente Rey se levantó de su trono. 

—Suelten a la loba —exigió, su voz grave y demandante.

En el momento que la soltaron, en cuestión de segundos, ese Rey albino apareció frente a ella y la agarró en el aire. 

Los ojos rojizos de esa hermosa hembra, haciendo contacto visual con esos afilados violetas de ese Rey, antes de perder el conocimiento entre sus fuertes y musculosos brazos.

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