La diosa bendijo a las manadas del mundo, otorgando un don especial a cada una. Uno de esos dones, exclusivo del primer Alfa, se transmitía a través de generaciones, formando lo que se conocía como "la rama principal" de la herencia real. Connie, una hembra híbrida, poseía ese don por derecho divino, heredado de su madre, la anterior Alfa, uno tan poderoso como era… Manipulador y borrar recuerdos de su víctima, por medio de una mordida especial. De pie en el espacioso baño, Connie recargó su espalda contra la puerta, apoyando una mano en su pecho izquierdo. Su corazón latía desenfrenado, y aunque intentaba calmarse, era prácticamente imposible. Abrió lentamente los ojos, y el celeste claro que los caracterizaba se tiñó de un rojo carmesí. «¡No podemos seguir así!», le gruñó su loba, Sary, en un susurro interno. «¿Y qué sugieres? Está claro que él se aprovecharía de mis circunstancias si descubre la verdad…», respondió Connie, exhalando mientras apoyaba ambas manos en el lava
—¿Y con quién los vas a tener? ¿Aún no te has dado cuenta, pequeña loba? —dijo Gael, apareciendo ante ella en un instante, su dedo señalando su vientre. Él se inclinó hacia Connie, su rostro a centímetros de distancia de esa hembra, y le susurró: —Tú quedaste estéril por culpa de ese Alfa. La magia de mi dragona está "sanando" tu vientre. Pero, después de hacerlo, el único con suficiente poder para embarazarte y asegurarte un parto sin complicaciones soy yo. Cualquier intento con otro ser terminará irremediablemente en un trágico aborto para ti. Connie guardó silencio sorprendida. Viendo cómo ese Rey se marchaba. ………… Más tarde esa noche. El salón del consejo se extendía en una habitación rectangular, donde una mesa ovalada plateada brillaba bajo la luz tenue, rodeada de sillas blancas y acolchadas con altos respaldo. —¡No, majestad! ¡Es una asquerosa loba! —gritó uno de los consejeros del Rey dragón, su voz llena de desprecio. —Tampoco estoy de acuerdo. Sería un insulto c
—¡Ahora son enemigos! —rugió un hombre lobo maduro, su voz resonando con furia. —Hay que aceptarlo. La alianza se ha derrumbado. Ya no existen las tres manadas hermanas —declaró un hombre lobo guerrero, frunciendo el ceño mientras apretaba los puños sobre la mesa del consejo. —Estoy de acuerdo. Luna Plateada debe preocuparse solo por sí misma. Todos los que no pertenezcan a nuestro círculo son enemigos —afirmó un hombre lobo anciano, acariciando su larga barba blanca con gesto grave. En su trono, Alfa Connor observaba en silencio. ¿Qué podía decir? Garra Dorada fue la primera de las tres manadas hermanas en caer. Nadie sabía con certeza cómo el enemigo había logrado derribar a una de las más fuertes, dejando solo a unos pocos miserables supervivientes. Su territorio estaba ahora arrasado, desolado. Noche Carmesí se hundió en el caos cuando el collar de la Alfa Connie estalló. Un collar que sellaba su poder, uno que solo podría fallar si quien lo había colocado en un r
Tres meses. Habían pasado más de tres meses desde que la Alfa Connie… ¡DESTRUYÓ CASI TODA LA MANADA! En las tierras de la manada "Noche Carmesí", rodeadas por densos bosques, una flora y fauna abundante entre pantanos y montañas. El pueblo de la manada, pequeño, humilde, compuesto por cabañas que se alzaban acogedoras y rústicas. La mansión de la manada, aunque antigua, sencilla, no muy grande, pero hermosa. Una ventaja tenían los llamados "lobos rojos". Recostruían en poco tiempo su pueblo después de feroces batallas. PERO… La situación actual era diferente. ¡Todos maldecían a Connie! —¡¿Por qué tuvo que ser híbrida?! —¡Por culpa de la anterior Alfa no tenemos tierras de cosecha! —¡Por culpa de Connie muchos animales de los que nos alimentamos murieron! Todo era quejas en la manada. Y es que… La magia que esa loba liberó cuando el collar que la aprisionaba estalló. Dejó aún grandes sectores inservibles y congelados. ¿Cómo quitaban un hielo de una magia
Las nubes grises cubrían el cielo en una tarde sombría, el viento soplaba con fuerza, anunciando la llegada de una tormenta inminente.Connor, el poderoso Alfa de la manada Luna Plateada, salió a recibir a la inesperada visitante.Su alto y atlético cuerpo se movía con una gracia felina, su cabello rojo como el fuego ondeando con la brisa, y sus ojos grises, como lunas llenas, destellaban con el poder de su lobo interior, Sirius, alerta y listo para cualquier peligro.Cuando la figura encapuchada en blanco se acercó, Connor sintió que el corazón le daba un vuelco.Esa silueta, esa presencia…¡No podía ser!Al quitarse la capucha, Connor se encontró cara a cara con Connie, su propia hermana, esa ex-Alfa de Noche Carmesí. —¿Connie? —exclamó Connor, atónito, acercándose a ella y agarrándola firmemente por los brazos—. ¡¿Dónde has estado?! ¡¿Tienes idea de lo preocupado que estuve por ti?! Connie correspondió el abrazo de su hermano, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.—Es una l
El Rey Gael se acercó en un segundo hacia Connor. Quedando justo un paso frente a ese Alfa pelirrojo, invadiendo con su presencia imponente su espacio personal como un claro reto. Su mirada afilada de un intenso violeta, fija en ese Alfa de Luna Plateada, reflejaba una calma inquietante. —Te equivocas. No necesito tu aprobación. Su destino ya está decidido. Alfa Connor, frunció el ceño. —¿Cómo puedes tratar a Connie como si fuera un mero contrato? —preguntó Connor, con voz pausada, apenas logrando contener su ira y no sacar sus garras ante ese ser. Gael levantó una ceja, una sonrisa altiva curvando sus labios. Su aura era la de un Rey que no se dejaba afectar por las emociones de seres "inferiores", como consideraban en su Clan, a los lobos. —Es lo que es, Alfa. Connie lo sabe, y yo soy el único que puede enseñarle a controlar su poder antes de que vuelva a descontrolarse y muera. ¡Connor se sorprendió por un instante!, rápidamente volviendo a la cama. Un gesto pensat
PUM~ ¡El cuerpo de Gael fue a dar contra la pared cercana!, una expresión inalterable en él, sin siquiera mostrar un gesto de dolor, ni ninguna emoción más que frialdad. El Rey Gael, se preparó para el ataque. Connor se abalanzó sobre él, sus garras listas para desgarrar. Pero el Rey dragón, con un movimiento ágil y despreocupado, esquivó el ataque, dejando que el Alfa se estrellara contra la pared de la oficina. ¡CRAAAAANK! ¡Los muebles de los alrededores quedaron hechos trizas! —Eres fuerte, pero eso no te salvará —dijo Gael con voz fría, su mirada desprovista de emoción. Connor se giró rápidamente, lanzando un nuevo ataque, pero Gael se movió con la gracia de un depredador. Con un giro de su cuerpo, desvió el golpe y contraatacó, empujando a Connor hacia atrás con una fuerza abrumadora. PUM~ El Alfa cayó al suelo, aturdido, mientras Gael se mantenía firme, su expresión imperturbable. —¿Qué creías, que podrías desafiarme sin consecuencias? —dijo Gael, su tono lleno
El viento soplaba con fuerza, trayendo consigo el aroma fresco de la lluvia que se avecinaba. Nubes, oscuras y amenazantes, se amontonaban sobre el cielo, mostrando la luz de los relámpagos. Gael, con su mirada intensa y su presencia dominante, la retenía de la cintura con una firmeza que hacía estremecer a la hembra híbrida. Pese a su furia, Connie no podía dejar de sentirse atraída por el aroma que emanaba de él. La loba de Noche Carmesí, intentó mantener la compostura. —No me subestimes. Te puedo sorprender —dijo ella, con un tono que desafiaba su autoridad. El Rey dragón esbozó una pequeña sonrisa. Sus afilados ojos violetas, viéndola con intensidad. —Oh, pequeña loba, no es subestimarte. Pero ya que estás rebosante de confianza, intentémoslo —con un movimiento rápido, Gael la atrajo aún más hacia él. —AH~ —soltó Connie, un pequeño sonido. Su cuerpo sin nada de distancia al de ese Rey. El aliento cálido de Gael, rozando el rostro de Connie. Ella sintió cómo