Malik y Romma se encontraban en la cocina envueltos en batas y preparando sándwiches para recuperar fuerzas luego de una tarde de placer. El hombre sacó refrescos del refrigerador mientras Romma rellenaba un pan con todo lo que había sobre la mesada.
Reían y retozaban embadurnándose con mayonesa que luego lamían uno de la piel del otro, cuando sonó el timbre.
Romma fue a abrir y se encontró con Nicky. Se abrazaron y luego de un leve beso en los labios, lo invitó a pasar.
El amigo entró con su habitual parloteo, el cual silenció al ver a Malik en la cocina.
Por alguna razón que Romma no entendía, Malik y Nicky no se soportaban. A Malik no le gustaba que fueran tan apegados e íntimos, y Nicky decía que su mirada le producía escalofríos. Que a través de sus ojos se veía un alma fría.
Tan pronto se saludaron con un frio “Hola” de ambas partes, la sensación de incomodidad fue evidente en esa cocina. Malik comió algo y rápidamente dijo que iba a vestirse. Romma prefirió que fuera así. No le era fácil ver como su mejor amigo y su amigovio se odiaban mutuamente.
Conversaban tonterías cuando Malik volvió completamente vestido y le habló a Romma, mientras Nicky, sentado sobre la mesada comía aceitunas de un frasco.
— Debo irme, hermosa… —miró de reojo al modelo que fingía ignorarlos mientras se abrazaban.
— Sabes que no tienes que hacerlo, y en algún momento van a tener que aceptarse.
— Ay, guapito, no te sientas obligado a irte por mí, me haces sentir culpable— dijo Nicky con aquel tonito falso que Romma conocía tan bien— pero si es tu gusto… nada qué hacer.
— Cierra la boca, Nicky. — advirtió Romma conociendo lo venenoso que podía ser su amigo cuando alguien no le caía bien.
— Nos vemos luego, hermosa. — besó los labios de la joven y se dirigieron a la puerta. Malik salió y Romma se volvió sobre sus pies.
— Nicky, uno de estos días…
— Me vas a dar las gracias por sacar a ese tipo de tu vida.
— ¿Que tienes contra Malik? Por qué te comportas así con él.
— Ya te lo he dicho, me da mala vibra, no me gusta su aura. Y espero que muy pronto te lo sacudas de encima. Contamina tu aura maravillosa.
— No tienes derecho a hacerme esto, la estábamos pasando muy bien.
— No te quejes tanto, que ya habías tenido lo que necesitabas. No me gusta ese tipo, no lo soporto, y te lo he dicho muchas veces.
— Pues a mí si me gusta y te lo vas a tener que aguantar.
— Con tanta delicia que hay allá afuera, y tenías que fijarte en ese hombre con ojos tan oscuros como el último rincón del infierno.
— No exageres, tonto y ya para de comer, te va a sentar mal. — le quitó el frasco de aceitunas y lo tapó. — Tienes una figura que cuidar, vives de eso.
— Y no sólo por eso, mi amorcita…— hizo un gesto pícaro elevando varias veces las cejas. — Tengo que contarte algo… y por el jeque se me había olvidado.
— ¿De qué se trata?
— Estuve averiguando sobre nuestro galán misterioso y es nada más ni nada menos que Alessandro Dolciani, el futuro heredero de las empresas Dolciani. Es un súper extra mega empresario de Finanzas. — se tapó la boca con su mano, uno de sus gestos típicos cuando estaba emocionado.
— ¿Y? — Preguntó la joven con indiferencia — ¿A qué viene tanta emoción?
— No te entiendo, niña… Un hombre que nada literalmente en dinero, te dice que quiere proponerte un negocio y tú como si te hubiera preguntado la hora.
—Nicky, piensa por un segundo y dime que podría querer alguien como ese tipo conmigo. Él no tiene nada que ver con mi trabajo ni yo con el de él, así que la conclusión lógica es que por algún tipo de fetiche o quizás qué, me quiere meter a su cama y ya. Se le nota que es un típico don Juan acostumbrado a que las mujeres se tiren al piso para que les camine por las espaldas. Eso es todo, Nicky.
— Insisto en que deberías averiguarlo.
—Aunque quisiera, que no es el caso, ya no tengo su número.
— Eso no es excusa, Bitch, hay mil formas, si lo deseas, yo me ocupo de conseguirlo.
— No, gracias, olvida ya ese tema. Por cierto, ya que estás aquí, me darías tu opinión en un diseño, no lo sé, pero no logro resolverlo.
— Música para mis oídos, soy todo tuyo, mi Rommy.
Romma pensó por un momento que debería llamar luego a Malik para suavizar el incidente, pero se dio cuenta de que no era que le importara tanto lo que él pensara y dejó de lado la idea. De todas formas, no existía ningún hombre en el mundo que llegara a ocupar un puesto más importante en su vida que Nicky y cualquiera que no lo aceptara tal y como era, tendría que salir de su entorno.
— Hola, abuelo… ¿Qué tal todo? — saludó Alessandro con una gran sonrisa al anciano que se encontraba en un cómodo sofá en un lado de su oficina ubicada en el piso 25 de la Torre Dolciani, donde funcionaba su Grupo Empresarial y desde dónde podía supervisar cada decisión a tomar. Lorenzo confiaba plenamente en todos sus gerentes y subgerentes, porque eran seleccionados cuidadosamente, pero jamás apartaba su vista de águila de sus empresas. Era su centro de mando y su oficina era más cómoda que ostentosa. Una hermosa vista de la ciudad, especialmente aquel parque donde solía caminar Lorenzo con su difunta esposa Gianna, cuando llegaron muy jóvenes a ese país, sin nada más que un par de maletas, sueños, ganas de trabajar y casi nada de dinero. Se fueron huyendo de su país, Italia, a causa de que sus familias se oponían a su relación por antiguas reyertas y tan pronto tuvieron la edad para hacerlo, se casaron en secreto y dejaron atrás todo para comenzar en otro país. Nunca más tuvieron
Romma saltó delante de su mesa cuando escuchó el timbre del comunicador sobre su escritorio. Maldito aparato que un día le iba a provocar un infarto. Fue hasta él y presionó un botón. — Dime, Mina. Mina era su asistente desde hacía algunos meses y no le estaba yendo bien ajustándose a la forma de trabajar de Romma. — Tiene una llamada del señor Alessandro Dolciani. Dice que es importante y que usted le espera. — No recuerdo que…— repentinamente recordó aquel nombre y se sintió extrañada. Habían pasado ya varios días de aquella vez en el restaurante y pensó que jamás volvería a tener algo que ver con ese nombre. Pero ya le iba a poner el punto final a ese tema. — Pasa la llamada… y por favor, cambia el maldito tono de este aparato. No lo soporto. Apretó otro botón y habló al aparato. — Romma Estévez. ¿Qué desea, señor Dolciani? — Invitarle a cenar conmigo esta noche donde usted prefiera, si eso le hace sentir más cómoda. La voz que sonó del otro lado se escuchaba más profunda
Romma se presentó a su trabajo temprano, como cualquier día, y para mantener su cabeza lejos de lo que la agobiaba, trabajó sin descanso. Había ojeras en sus ojos al final de la tarde y sentía que el cuello se le partía y de sólo pensar que esa noche vería a Alessandro, se le erizaba la piel. No sabía en qué tipo de lío se estaría metiendo.Se encontraba en el taller dando toques a los trajes que se confeccionaban, cuando el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón vaquero, vibró. Lo sacó y tal como lo esperaba, era Alessandro.Respiró profundamente y atendió.— Alessandro…— dijo como único saludo.— Romma…— respondió el siguiéndole el juego— te espero en la planta baja. Y cortó.Ahora daba órdenes y ya no era tan encantador, fue lo que pasó por el pensamiento de la chica mientras se dirigía a su oficina. Abrió con su llave y recogió sus cosas y decidida, volvió a salir. Fue directa al ascensor, entró, marcó la planta baja y esperó. Al abrirse las puertas, allí estaba él, con un tr
Luego de trabajar toda la mañana, Romma fue a almorzar con Nicky en un lugar cercano a su oficina.Necesitaba contarle todo. Nicky iba a ser su único sostén es esa aventura y daba gracias al Cielo por tenerlo. No creía poder lograrlo sola.Mientras comían pizza y cerveza, lo puso al tanto de todo lo discutido y Nicky abrió los ojos a todo lo que daban y dejó escapar un gritito cuando le dijo lo del beso.— Bitch, mi corazón está latiendo tan fuerte ahora que creo que voy a quemar las calorías de esta comida sin ir al gym. ¿Cómo fue ese beso? ¡Qué envidia!— Nada del otro mundo, un simple beso… creo que es más la fama que la lana…— dijo despectiva.— Eso no es lo que dicen tus ojos, están brillando.— Porque estoy preocupada, hoy vamos a reunirnos y luego de eso, mi vida se va a poner de cabeza.— Disfruta la travesía, Rommy, no te niegues nada con ese maniquí, gózalo y saca el mayor provecho de esta aventura.— No me voy a acostar con él — replicó en voz muy baja pero firme.— Tú te l
Conforme transcurrían los días, la pareja se hacía más notoria y fue cuando Romma pensó en lo que debía hacer con Malik.El mundo entero se podría creer lo de su romance incipiente, pero Malik era otra cosa. Acostumbrado en su trabajo a siempre tratar de ver más allá, era capaz de mirar a las personas y saber si mentían o no. Y era realmente bueno en eso así que su plan debería ser excelente. Lo estuvo pensando y se lo comentó a Alessandro en su siguiente cita, cuando pasó por ella a la oficina para ir a almorzar.—Creo que deberíamos idear algo para que nos vea con sus propios ojos, porque Malik me conoce y sabe que los compromisos me producen urticaria, él mismo ha intentado durante los últimos dos años el llevarme con su familia y que acepte comprometerme. — contó Romma.— ¿Y por qué mantener una relación de dos años con alguien si no tienes intenciones de comprometerte?— No, porque él sabe muy bien que tengo mis objetivos bien planteados y ser una esposa, ama de casa y madre, no
—Jamás te voy a perdonar eso, Romma Estévez. — expresó Nicky ofendido. —No seas idiota, Nicky— desestimó la chica la expresión de su amigo, sin dejar de notar que por primera vez en mucho tiempo la llamaba por su nombre completo. En serio estaba ofendido. —¿Cómo puedes haber hecho eso con Malik y no permitirme el placer de estar presente? Una verdadera amiga no hace esas cosas. Ver eso me habría dado noches enteras de gusto al sólo recordarlo viviendo su propia oscuridad. Pero, por otro lado, me complace enteramente que ya ese ser haya salido de tu vida, no te convenía para nada. Contaminaba tu belleza personal, tu aura tan especial. —No digas esas cosas, Nicky, el pobre estaba tan mal. Odié hacerlo pasar por eso. —Yo estoy tan feliz que deberíamos salir a celebrarlo. Romma y Nicky conversaban en aquel loft de ensueño que habitaba Nicky y al que le gustaba llamar “su nido de sueños cumplidos”. Había sido lo primero que el joven adquiriera al comenzar a cosechar éxitos en su carrer
Tras ser anunciada por su asistente, Alessandro recibió en su oficina la visita de Analía Caballer, quien como era normal en ella, se veía impactante en su ropa de diseñador y su estilo elegante y aristocrático. La hermosísima mujer, de abundante melena castaña, perfectamente peinada sin un solo cabello fuera de lugar, dejó su costoso bolso sobre la butaca frente al escritorio de Sandro y fue directamente hacia el hombre con los brazos extendidos, a lo cual él respondió con un abrazo.—¿Cuánto tiempo más piensas dejarme en el olvido, sin llamarme ni dar señales de vida, Alessandro Dolciani? —reclamó la joven haciendo gestos con sus preciosos ojos verdes. Aún con sus brazos alrededor del cuello de Sandro, y con su cuerpo pegado al de él como al descuido, mirándolo con coquetería, le hizo un puchero apretando sus labios color borgoña. — Es imperdonable que me tengas en este abandono. Ni siquiera una llamada…no te perdono. Después de haber pasado momentos tan especiales juntos, creo mere
Romma se encontraba aprensiva. Ese día iría a conocer al famoso “abuelo” de Sandro. Y de ese primer encuentro dependería en gran manera el desarrollo de los planes entre ellos. La lógica implicaría que ella tratara de resultarle simpática para que la visualizara como una posible candidata a nieta política, pero esa era la parte que le preocupaba a la joven. Nunca había hecho nada para simpatizar, y con su complicada visión de lo “conveniente” no sabía si sería capaz de mostrarse encantadora ante aquel señor. Sin embargo, ya estaba montada en ese bote, así que tocaba remar para no hundirse. El abuelo iba a conocerla, y pondría su mayor empeño es mostrarse cuando menos respetuosa, ya vería qué más podría conseguir teniendo el carácter que tenía y se le vino a la cabeza que, si su padre pudiera aconsejarla en ese momento, le diría con su típico desdén por la delicadeza: corre, hija, sal de aquí, mientras solo le desagradas. No te quedes lo suficiente para que te odie.Pero Lorenzo Dolcia