Capítulo 5

Malik y Romma se encontraban en la cocina envueltos en batas y preparando sándwiches para recuperar fuerzas luego de una tarde de placer. El hombre sacó refrescos del refrigerador mientras Romma rellenaba un pan con todo lo que había sobre la mesada.

Reían y retozaban embadurnándose con mayonesa que luego lamían uno de la piel del otro, cuando sonó el timbre.

Romma fue a abrir y se encontró con Nicky. Se abrazaron y luego de  un leve beso en los labios, lo invitó a pasar.

El amigo entró con su habitual parloteo, el cual silenció al ver a Malik en la cocina.

Por alguna razón que Romma no entendía, Malik y Nicky no se soportaban. A Malik no le gustaba que fueran tan apegados e íntimos, y Nicky decía que su mirada le producía escalofríos. Que a través de sus ojos se veía un alma fría.

Tan pronto se saludaron con un frio “Hola” de ambas partes, la sensación de incomodidad fue evidente en esa cocina. Malik comió algo y rápidamente dijo que iba a vestirse. Romma prefirió que fuera así. No le era fácil ver como su mejor amigo y su amigovio se odiaban mutuamente.

Conversaban tonterías cuando Malik volvió completamente vestido y le habló a Romma, mientras Nicky, sentado sobre la mesada comía aceitunas de un frasco.

— Debo irme, hermosa… —miró de reojo al modelo que fingía ignorarlos mientras se abrazaban.

— Sabes que no tienes que hacerlo, y en algún momento van a tener que aceptarse.

— Ay, guapito, no te sientas obligado a irte por mí, me haces sentir culpable— dijo Nicky con aquel tonito falso que Romma conocía tan bien— pero si es tu gusto… nada qué hacer.

— Cierra la boca, Nicky.  — advirtió Romma conociendo lo venenoso que podía ser su amigo cuando alguien no le caía bien.

— Nos vemos luego, hermosa. — besó los labios de la joven y se dirigieron a la puerta. Malik salió y Romma se volvió sobre sus pies.

— Nicky, uno de estos días…

— Me vas a dar las gracias por sacar a ese tipo de tu vida.

— ¿Que tienes contra Malik? Por qué te comportas así con él.

— Ya te lo he dicho, me da mala vibra, no me gusta su aura. Y espero que muy pronto te lo sacudas de encima. Contamina tu aura maravillosa.

— No tienes derecho a hacerme esto, la estábamos pasando muy bien.

— No te quejes tanto, que ya habías tenido lo que necesitabas. No me gusta ese tipo, no lo soporto, y te lo he dicho muchas veces.

— Pues a mí si me gusta y te lo vas a tener que aguantar.

— Con tanta delicia que hay allá afuera, y tenías que fijarte en ese hombre con ojos tan oscuros como el último rincón del infierno.

— No exageres, tonto y ya para de comer, te va a sentar mal. — le quitó el frasco de aceitunas y lo tapó. — Tienes una figura que cuidar, vives de eso.

— Y no sólo por eso, mi amorcita…— hizo un gesto pícaro elevando varias veces las cejas. — Tengo que contarte algo… y por el jeque se me había olvidado.

— ¿De qué se trata?

— Estuve averiguando sobre nuestro galán misterioso y es nada más ni nada menos que Alessandro Dolciani, el futuro heredero de las empresas Dolciani. Es un súper extra mega empresario de Finanzas. — se tapó la boca con su mano, uno de sus gestos típicos cuando estaba emocionado.

— ¿Y? — Preguntó la joven con indiferencia — ¿A qué viene tanta emoción?

— No te entiendo, niña… Un hombre que nada literalmente en dinero, te dice que quiere proponerte un negocio y tú como si te hubiera preguntado la hora.

—Nicky, piensa por un segundo y dime que podría querer alguien como ese tipo conmigo. Él no tiene nada que ver con mi trabajo ni yo con el de él, así que la conclusión lógica es que por algún tipo de fetiche o quizás qué, me quiere meter a su cama y ya. Se le nota que es un típico don Juan acostumbrado a que las mujeres se tiren al piso para que les camine por las espaldas. Eso es todo, Nicky.

— Insisto en que deberías averiguarlo.

—Aunque quisiera, que no es el caso, ya no tengo su número.

— Eso no es excusa, Bitch, hay mil formas, si lo deseas, yo me ocupo de conseguirlo.

— No, gracias, olvida ya ese tema. Por cierto, ya que estás aquí, me darías tu opinión en un diseño, no lo sé, pero no logro resolverlo.

— Música para mis oídos, soy todo tuyo, mi Rommy.

Romma pensó por un momento que debería llamar luego a Malik para suavizar el incidente, pero se dio cuenta de que no era que le importara tanto lo que él pensara y dejó de lado la idea. De todas formas, no existía ningún hombre en el mundo que llegara a ocupar un puesto más importante en su vida que Nicky y cualquiera que no lo aceptara tal y como era, tendría que salir de su entorno.

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