Romma saltó delante de su mesa cuando escuchó el timbre del comunicador sobre su escritorio. Maldito aparato que un día le iba a provocar un infarto. Fue hasta él y presionó un botón. — Dime, Mina. Mina era su asistente desde hacía algunos meses y no le estaba yendo bien ajustándose a la forma de trabajar de Romma. — Tiene una llamada del señor Alessandro Dolciani. Dice que es importante y que usted le espera. — No recuerdo que…— repentinamente recordó aquel nombre y se sintió extrañada. Habían pasado ya varios días de aquella vez en el restaurante y pensó que jamás volvería a tener algo que ver con ese nombre. Pero ya le iba a poner el punto final a ese tema. — Pasa la llamada… y por favor, cambia el maldito tono de este aparato. No lo soporto. Apretó otro botón y habló al aparato. — Romma Estévez. ¿Qué desea, señor Dolciani? — Invitarle a cenar conmigo esta noche donde usted prefiera, si eso le hace sentir más cómoda. La voz que sonó del otro lado se escuchaba más profunda
Romma se presentó a su trabajo temprano, como cualquier día, y para mantener su cabeza lejos de lo que la agobiaba, trabajó sin descanso. Había ojeras en sus ojos al final de la tarde y sentía que el cuello se le partía y de sólo pensar que esa noche vería a Alessandro, se le erizaba la piel. No sabía en qué tipo de lío se estaría metiendo.Se encontraba en el taller dando toques a los trajes que se confeccionaban, cuando el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón vaquero, vibró. Lo sacó y tal como lo esperaba, era Alessandro.Respiró profundamente y atendió.— Alessandro…— dijo como único saludo.— Romma…— respondió el siguiéndole el juego— te espero en la planta baja. Y cortó.Ahora daba órdenes y ya no era tan encantador, fue lo que pasó por el pensamiento de la chica mientras se dirigía a su oficina. Abrió con su llave y recogió sus cosas y decidida, volvió a salir. Fue directa al ascensor, entró, marcó la planta baja y esperó. Al abrirse las puertas, allí estaba él, con un tr
Luego de trabajar toda la mañana, Romma fue a almorzar con Nicky en un lugar cercano a su oficina.Necesitaba contarle todo. Nicky iba a ser su único sostén es esa aventura y daba gracias al Cielo por tenerlo. No creía poder lograrlo sola.Mientras comían pizza y cerveza, lo puso al tanto de todo lo discutido y Nicky abrió los ojos a todo lo que daban y dejó escapar un gritito cuando le dijo lo del beso.— Bitch, mi corazón está latiendo tan fuerte ahora que creo que voy a quemar las calorías de esta comida sin ir al gym. ¿Cómo fue ese beso? ¡Qué envidia!— Nada del otro mundo, un simple beso… creo que es más la fama que la lana…— dijo despectiva.— Eso no es lo que dicen tus ojos, están brillando.— Porque estoy preocupada, hoy vamos a reunirnos y luego de eso, mi vida se va a poner de cabeza.— Disfruta la travesía, Rommy, no te niegues nada con ese maniquí, gózalo y saca el mayor provecho de esta aventura.— No me voy a acostar con él — replicó en voz muy baja pero firme.— Tú te l
Conforme transcurrían los días, la pareja se hacía más notoria y fue cuando Romma pensó en lo que debía hacer con Malik.El mundo entero se podría creer lo de su romance incipiente, pero Malik era otra cosa. Acostumbrado en su trabajo a siempre tratar de ver más allá, era capaz de mirar a las personas y saber si mentían o no. Y era realmente bueno en eso así que su plan debería ser excelente. Lo estuvo pensando y se lo comentó a Alessandro en su siguiente cita, cuando pasó por ella a la oficina para ir a almorzar.—Creo que deberíamos idear algo para que nos vea con sus propios ojos, porque Malik me conoce y sabe que los compromisos me producen urticaria, él mismo ha intentado durante los últimos dos años el llevarme con su familia y que acepte comprometerme. — contó Romma.— ¿Y por qué mantener una relación de dos años con alguien si no tienes intenciones de comprometerte?— No, porque él sabe muy bien que tengo mis objetivos bien planteados y ser una esposa, ama de casa y madre, no
—Jamás te voy a perdonar eso, Romma Estévez. — expresó Nicky ofendido. —No seas idiota, Nicky— desestimó la chica la expresión de su amigo, sin dejar de notar que por primera vez en mucho tiempo la llamaba por su nombre completo. En serio estaba ofendido. —¿Cómo puedes haber hecho eso con Malik y no permitirme el placer de estar presente? Una verdadera amiga no hace esas cosas. Ver eso me habría dado noches enteras de gusto al sólo recordarlo viviendo su propia oscuridad. Pero, por otro lado, me complace enteramente que ya ese ser haya salido de tu vida, no te convenía para nada. Contaminaba tu belleza personal, tu aura tan especial. —No digas esas cosas, Nicky, el pobre estaba tan mal. Odié hacerlo pasar por eso. —Yo estoy tan feliz que deberíamos salir a celebrarlo. Romma y Nicky conversaban en aquel loft de ensueño que habitaba Nicky y al que le gustaba llamar “su nido de sueños cumplidos”. Había sido lo primero que el joven adquiriera al comenzar a cosechar éxitos en su carrer
Tras ser anunciada por su asistente, Alessandro recibió en su oficina la visita de Analía Caballer, quien como era normal en ella, se veía impactante en su ropa de diseñador y su estilo elegante y aristocrático. La hermosísima mujer, de abundante melena castaña, perfectamente peinada sin un solo cabello fuera de lugar, dejó su costoso bolso sobre la butaca frente al escritorio de Sandro y fue directamente hacia el hombre con los brazos extendidos, a lo cual él respondió con un abrazo.—¿Cuánto tiempo más piensas dejarme en el olvido, sin llamarme ni dar señales de vida, Alessandro Dolciani? —reclamó la joven haciendo gestos con sus preciosos ojos verdes. Aún con sus brazos alrededor del cuello de Sandro, y con su cuerpo pegado al de él como al descuido, mirándolo con coquetería, le hizo un puchero apretando sus labios color borgoña. — Es imperdonable que me tengas en este abandono. Ni siquiera una llamada…no te perdono. Después de haber pasado momentos tan especiales juntos, creo mere
Romma se encontraba aprensiva. Ese día iría a conocer al famoso “abuelo” de Sandro. Y de ese primer encuentro dependería en gran manera el desarrollo de los planes entre ellos. La lógica implicaría que ella tratara de resultarle simpática para que la visualizara como una posible candidata a nieta política, pero esa era la parte que le preocupaba a la joven. Nunca había hecho nada para simpatizar, y con su complicada visión de lo “conveniente” no sabía si sería capaz de mostrarse encantadora ante aquel señor. Sin embargo, ya estaba montada en ese bote, así que tocaba remar para no hundirse. El abuelo iba a conocerla, y pondría su mayor empeño es mostrarse cuando menos respetuosa, ya vería qué más podría conseguir teniendo el carácter que tenía y se le vino a la cabeza que, si su padre pudiera aconsejarla en ese momento, le diría con su típico desdén por la delicadeza: corre, hija, sal de aquí, mientras solo le desagradas. No te quedes lo suficiente para que te odie.Pero Lorenzo Dolcia
Era domingo, y como acostumbraba hacerlo, Romma visitaba a su familia y ese día lo haría con Alessandro. De esa manera, tratarían de ir haciendo en sus familias el espacio para su relación.Ya el hombre estaba advertido de las peculiaridades de cada miembro de ese grupo y cuando llegaron, afortunadamente, el aroma que salía de la cocina, era agradable, lo que implicaba que el experimento culinario de Mariana tenía probabilidades de éxito y el pobre no se vería obligado a fingir que le gustaba algo que todos odiaban.Al entrar a la cocina, donde ya todos se encontraban reunidos nadie se ocupó mucho de Romma, porque su atención estaba puesta en poner la enorme mesa para comer juntos, lo cual sólo les parecía una buena idea a ellos. Aquello era un manicomio de pasarse cosas unos a otros y ninguno advirtió la presencia de Sandro hasta que Nita, quien llevaba el cabello pintado de azul en ese momento, se volvió a preguntarle algo a Romma y lo vio de pie, al lado de su hermana.Sin mucha di