Meses después
Leonardo Álvarez
Ha pasado algún tiempo desde que hablo con Camila, y en este momento no sabía la forma en la cual describir nuestra relación, digo, nunca nos hemos visto, aunque faltan, ¿Semanas? Para que podamos reunirnos por primera vez en la universidad, y la verdad no tenía la más mínima intención de compartir los detalles de ese encuentro con mis amigos.
No sé que estaba pasando conmigo, no podía ir a la cama con otra mujer porque constantemente ella está colada en mis pensamientos, no sé si es porque hablamos casi todo el día, desde que amanece hasta altas horas de la noche y no sé si en realidad sea bueno, pero me gusta hacerlo, siempre encuentra una manera distinta para hacerme reír, es una chica única.
_ Leonardo. – escuché la voz autoritaria de mi padre, quién sabe qué quiere ahora, seguramente mi hermano se negó a ayudarlo, y ojalá yo pudiera hacer lo mismo, pero no tenía la fortaleza necesaria para hacerlo.
_ Padre. – respondí acercándome a su despacho, donde se encontraba. Me miró con una sonrisa en su rostro, no sabía que significaba aquel gesto, pero le respondí de igual manera. - ¿Me necesitabas? – pregunté mientras revisaba el teléfono, había vibrado y esperaba que fuera Camila.
_ ¿Estás ocupado en algo? – preguntó, lo miré y guardé el teléfono. – Creo que ocultas algo, Leonardo. – mencionó nuevamente. Enarcó una ceja, pero dudaba en decirle de Camila, creo que era un poco apresurado mencionarla, después de todo no nos conocemos, y seguro que él querrá saber todo de ella, su familia, sus estudios, su estado de cuenta, todo lo que le importa a él.
_ Solo estaba pendiente de uno de los proyectos de la universidad. – respondí dudoso de mi respuesta, él me miró dudando un poco, pero luego sonrió, creo que había caído en mi respuesta.
_ Tu hermano es un insolente, ¿Puedes creer que me ha dicho que no trabajará en mis empresas? ¡Qué se cansó de mis malos tratos! Cómo si yo fuera el culpable de que no diera todo de él. – mencionó. Sabía que todo lo que decía mi hermano era verdad, nuestro padre era un hombre estricto y la mayoría de las veces impotente, todo le parece mal si no se hace como lo pide.
_ ¿Qué harás? – pregunté. No sabía que más podía decir o hacer.
_ Qué el busque su camino, verás que no lo conseguirá y volverá llorándome para admitirlo nuevamente, por ahora, solo tú serás el encargado de trabajar en mis empresas una ves yo muera. – mencionó cómo si quedara poco tiempo para aquello. – Ahora, quiero saber si ya has pensado en lo que te dije la última vez. – agregó.
¿Qué me había dicho la última vez? Bueno, el piensa que necesito una “buena mujer” a mi lado, lo sé, no va con mi estilo de vida, pero eso me ofrecería más carácter y a la larga terminaría acostumbrándome y enamorándome de ella, según lo decía él, pero no estaba seguro de que eso sería así.
_ Sí lo he pensado, pero estoy joven aún para comprometerme a eso, haré el intento, pero no prometo nada. – respondí.
_ Está bien, te presentaré a una muchacha, es hija de uno de mis socios, espero que se lleven bien. – dijo golpeándome levemente con el codo, no entendía por qué le gustaba mantener el control de todo.
_ Si se trata de Ana, perderás tu tiempo, no quiere verme ni en fotos. – mencioné sonriendo, no quería que me obligaran a esto, además, si pensaba en relacionarme con alguien era con Camila, aunque se tratara de un simple acuerdo entre ambos, pero eso mi padre seguramente jamás lo permitiría, ya que era una muchacha de clase social inferior a la nuestra.
_ Pensaré en algo. – mencionó sonriendo, sabía muy bien sus alcances y seguro que muy pronto Ana estaría aquí en la casa dispuesta a volver a intentar algo conmigo.
Salí de la habitación y me dirigí a la mía, quería encerrarme y hablar con Camila, seguro ella tendría algunas palabras de aliento para mí, cómo siempre lo hacía. Respondí al mensaje que había dejado hace algunos minutos.
“Hola, ¿Cómo amaneciste?” – escribió ella, sonreí y recordé la noche anterior, por primera vez, aunque ya no mantenía las esperanzas en ello, hicimos una videollamada en la que nos mantuvimos hablando mucho tiempo, escuchaba murmullos de algunas personas y luego sus mejillas se enrojecían, estaba usando una polera que dejaba ver una parte de sus senos, detalle cada centímetro que me dejó apreciar.
“Hola, bien y tú, ¿Cómo amaneciste?” – pregunté sonriendo a la pantalla, hasta soñé con aquel momento, tocando aquella piel que me parecía tan suave, definitivamente me hubiera quedado soñando con ella.
“Bien también, gracias”. – mencionó. – “¿Tendrás que ir a la universidad?” – preguntó nuevamente, lamentablemente tenía que hacerlo, me quedaron algunos exámenes pendientes, así que sería mucho mejor que terminara de una vez con ello.
“Sí, terminaré algunos proyectos que me quedaron pendientes y volveré a la casa. No te preocupes que seguiré hablándote y te iré comentando que tal me está yendo”. – respondí, sabía que tal vez se sentiría triste por ello, pero es lo que hay. Me pregunto, ¿Qué hizo ella para tenerme así? Nunca me había preocupado tanto por alguien, ¿Será por que ha sufrido mucho durante su vida? No tenía idea, pero me daba miedo.
“Bueno, cuídate”. – mencionó adjuntando una carita sonriente. “Me avisas si interrumpo en algún momento”. – agregó.
“Nunca serás un problema para mí, pero te avisaré cualquier cosa”. – mencioné. – “Recuerda una cosa, ¿Quieres?”. – agregué.
“¿Qué cosa?”. – preguntó.
“Eres hermosa, demasiado hermosa”. – respondí adjuntando una carita enamorada y un par de corazones. Nunca había hecho este tipo de cosas y ahora sí lo estaba haciendo, me sentía un poco cursi, si es que se podía describir de esa manera.
“¡Basta! Harás que me lo crea”. – mencionó ella. No podía creer que en realidad me dijera aquello, era cómo si estuviera dudando de si misma y eso obviamente no lo iba a permitir, porque para mí, realmente era hermosa.
“Solo estoy diciendo lo que ven mis ojos, eres única”. – escribí sonriendo a la pantalla cómo en un inicio. Ni siquiera podía controlar lo que ella provocaba en mí, estando solo no habría problema, pero si alguien se llegara a enterar de esto sería mi fin, mi ruina frente a mis amigos.
“Eres un mentiroso”. – mencionó ella, dejé la conversación hasta ahí, porque llegó Esteban a buscarme, supongo que aprovecharía la ocasión para hablar de lo bien que le ha ido en la universidad, hace cualquier cosa para entrar en el radar de mi padre, aunque este último, muchas veces lo ha ignorado.
_ Hola. – saludé bajando las escaleras, Esteban, como lo imaginaba, ya estaba en conversaciones con mi padre, solo espero que no se le ocurra conversar de sus muchas conquistas, y menos de las mías.
_ ¡Amigo! – dijo alzando la voz, nunca me había llamado así, suponía que algo traía entre las manos. - ¿Ya nos vamos? – preguntó, asentí y luego salimos juntos de la casa, revisé mi teléfono. - ¿Con quién hablas? – preguntó Esteban, no pude contestar aquel mensaje de Camila.
_ Con nadie, ¿Por qué lo preguntas? – pregunté dejando mi teléfono en el bolsillo, tendrás que esperarme Camila, pensé.
_ Estabas sonriendo mientras mirabas el móvil, además, últimamente solo estás viendo ese aparato. – respondió mi amigo sonriendo. – No será que las cosas están saliendo mejor de lo que pensabas con esa conquista tuya. – mencionó en un tono libidinoso que no me sentó para nada bien.
Camila SáezMiraba el móvil a cada momento, esperando alertamente si llegaba un mensaje de Leonardo, ese hombre se había metido en mi cabeza de una manera asombrosa que nunca imaginé pudiera suceder, y es que de un momento pasamos a ser completos desconocidos a conocernos más que nuestras propias familias. Tranquila, Camila, seguro no es nada, debe de haber llegado a la universidad, te hablará cuando pueda hacerlo. – me decía a mi misma una y otra vez para ver si me lo creía y para acabar con ese miedo a que deje de hablarme repentinamente. No creía en las palabras que había dicho Martha, ni siquiera en la confesión de Leonardo, nunca me pareció un hombre de aquella clase… nunca imaginé que solo le interesaba acostarse con cuanta mujer se le atravesara, es más, me negaba a creerlo, tenía una visión muy diferente de él, era un hombre atento, cariñoso, dispuesto a hacer lo que fuera para alegrarme el día cuando me encontraba triste, ese era el Leonardo que conocía, no ese promiscuo al que se refería su madre y él mismo. _ ¿En qué piensas? – preguntó Leonardo, él me guiaba a la habitación en la que me quedaría, su casa era enorme, cosa que me daba un poco de pena, yo no debCapítulo 6
Camila Sáez Tenía que salir del baño en pijama, para peor solo traía puesto un short corto y una polera corta, definitivamente esperaba que Leonardo no me viera así, ojalá y siguiera abajo con su padre, quien lo había mandado llamar hace unos minutos antes. Aún podía sentir la presión de sus labios contra los míos, la forma en la que apresaba cada espacio de mi boca con su lengua, me mordí el labio pensando en su forma de besar, en su manera de hacerme sentir esto aquí dentro de mi corazón. Leonardo Álvarez Cuando desperté me di cuenta de que estaba abrazando a Camila, es impresionante lo que esta mujer provoca en mí, con solo imaginarme besándola mi piel se estremecía provocando que mi entrepierna se endureciera, traté de alejar aquellos pensamientos de mi mente para que no se sintiera incómoda al sentir mi miembro rozando su trasero. Volví a dormirme embriagado por el aroma de su cabello, aunque suene loco, nunca había dormido al lado de una mujer, siempre cumplía mi cometido y me largaba dejándolas solas, pero ahora era diferente. Claro que había planeado quedarme junto a ella, Capítulo 8
Camila SáezUna semana después. Nuevamente nos encontrábamos en la plaza, era hermosa, Leonardo se había quedado corto la primera vez que me habló de este lugar, supongo que no era muy expresivo en ese sentido, o tal vez, no se había dado el tiempo de fijarse en cada detalle de este sitio. Anoche pasamos la noche fuera de la casa, solo llegamos esta mañana para darnos una ducha y cambiarnos de ropa, Martha, la madre de Leonardo, estaba muy preocupada por nosotros. ¿La razón? Leonardo se peleó con su pad
Leonardo Álvarez Camila estaba durmiendo en mi pecho, en varias ocasiones me ha dicho la paz que le brinda escuchar los latidos de mi corazón, pero si supiera que en realidad es ella quien me da la tranquilidad que siempre he querido. Traté de acomodarla despacio en la cama, no quería que despertara, tenía que bajar a buscar algo de comer para que ella comiera más tarde, además, aprovecharía de hablar cara a cara con mi padre, no soportaría un insulto más en contra de Camila, y esperaba que eso le quedara completamente claro. Camila Sáez. No tenía idea donde íbamos, pero estaba confiada que estando a su lado nada podía lastimarme. El camino se hizo más largo que ayer, hemos hecho compras del supermercado, comprado algunos artículos que podrían hacernos falta, bueno, todo lo ha hecho Leonardo, yo tenía mi propio dinero, pero no me había dejado gastarlo. _ Leonardo, ¿Dónde vamos? – mencioné sonriendo, ya íbamos a más de una hora, había muchos autos en la pista, supongo que por eso se me hacía tan eterno. Leonardo Álvarez Cuando desperté me di cuenta de que Camila ya no estaba a mi lado, me levanté en su búsqueda, pensé que estaba en el baño aseándose, pero tampoco estaba. Bajé rápidamente las escaleras y busqué por todas las habitaciones, finalizando en la cocina, estaba preparando el desayuno o almuerzo, supongo. Me senté en la isla y esperé a que se diera cuenta de mi presencia, se escuchaba una música suave de fondo, sonreí y me imaginé una vida así, a su lado, desayunando, almorzando, cenando, pasando mi vida con ella. Último capítuloCapítulo 11
Capítulo 12