Camila Sáez
Leonardo se ha estado comportando de manera extraña, quedan solo días para nuestra boda y solo deseo que esté a mi lado, sus salidas a las tantas de la noche me están haciendo preguntar si es qué en verdad está dispuesto a casarse conmigo, o si es qué, está arrepentido.
Ha salido hace aproximadamente una hora, son las diez de la noche, sé que ni siquiera es tan tarde, pero es que es la tercera vez esta semana, y eso me preocupa, el Leonardo que conozco no desperdiciaría pasar tiempo con sus hijos y conmigo y lo peor… lo peor es qué no quiere contarme lo que le pasa.
_ Y yo a ti Camila, mi corazón late únicamente por ti, por tu amor, sin ti estaría completamente perdido. – mencioné tomándola entre mis brazos, sus piernas entrelazaron mi cintura provocando que el roce de nuestras entrepiernas provocara esa tensión que terminaría en deseo, ese deseo desenfrenado de querer poseer nuestros cuerpos. _ Hazme el amor. – susurró entre mis labios, mi miembro rápidamente comenzó a endurecerse, sentía el impulso de hacerla mía ya, pero después de muchos días sin tener su cuerpo desnudo junto al mío, deseaba recorrer lentamente cada centímetro de su piel. _ Disculpe. – dije antes de contestar la llamada. _ No dejes a tu mujer sola, ellos van por ella, no te despegues y será mejor que salgas de la ciudad, ¡Ahora! – mencionó alarmándome. Corté la llamada y procedí a llamar a Camila, mi corazón latía aún más fuerte que antes, no contestaba, mi padre y mi madre se acercaron, seguido de mis hijos, de pronto mi teléfono comenzó a sonar nuevamente._ Hola, Camila, venté enseguida para la iglesia, dime, ¿Dónde est&aaCapítulo 44
Camila Sáez. La puerta se abrió, espera que Salvatore ingresara para llevarme con mi familia, pero no, se trataba de Adrián, pero que hacía él aquí, cómo había dado con mi paradero. _ Hola, Camila. – mencionó él, algo en su mirada era distinto, a tal punto que me aterró la forma en que me miraba y el tono de su voz. _ Adrián, ¿Qué haces aquí? – pregunté confundida. - ¿Cómo disté conmigo? – mencioné nuevamente.
_ No podré asistir a tu boda, Salvatore, tengo asuntos más importantes de los cuales ocuparme, pero Ana los acompañará y se encargará de que todo esté bien. – mencionó mi padre sonriendo. _ Está bien padre, pero recuerda que no soy un niño, más niña es ella. – comenté tratando de llevar la contraria de su orden para que no cambiara de opinión. _ Ya he dicho, Salvatore. – mencionó, siempre tan obstinado, me harás un gran favor, padre. Pensé para mi interior. Salvatore y CamilaTengo una sola misión, mantener a Camila a salvo por única petición de Leonardo, así que la llevaré a mi casa, donde pienso cumplir mi palabra. Entré en la habitación donde la tenían prisionera, estaba atada en una silla, amordazada, con una venda en los ojos, verla vestida con aquel traje de novia, tan delicada, tan débil…_ ¿Qué hace esta mujer aquí y en estas condiciones? – mencioné alterado. – Estas no eran mis instrucciones. – grité nuevamente._ Fue mi idea. – dijo una voz conocida acercándCapítulo extra 1
Salí, tenía unos asuntos que arreglar con Ana, digamos que se había quedado en mi habitación, no me agradaba en lo absoluto que lo hiciera, los hombres de mi padre podrían decirle lo sucedido, aunque creo que Ana se acuesta con un par de ellos también, es muy astuta la perra.Volví a casa, subí a la que era mi habitación, donde se estaba hospedando Camila, una vez allí me di cuenta de qué estaba profundamente dormida. Sí, por primera vez en mi vida me dormiría en una habitación que no era la mía, y peor aún, por cedérsela a una mujer con la que ni siquiera había tenido intimidad.Semanas después.
_ Le llamaré que venga antes, si así lo deseas, Camila. – mencioné sonriendo de lado, no sabía qué hacer, pero sí, tenía claro que quería seguir manteniendo la sonrisa en su rostro y así fue._ ¿Harías eso por mí? – preguntó ella sonriendo, verla así se sentía cómo estar en las nubes, volando entre ellas._ Haría todo por que estés bien, Camila. – mencioné, aunque eso significara traer al hombre que te hace feliz, el hombre que te quita el aliento, por el que tu corazón late, desearía ser Leonardo en este momento… Sonreí, nunca deseé ser cómo alg
Aún después de sus palabras era difícil ir a cada reunión a las que me invitaba, en parte, porque sabía que a Leonardo le era una situación incómoda.Por otra parte, Camila tenía razón, me estaba negando a la posibilidad de ser feliz con alguien que no fuera ella, había conocido a una chica de lo más hermosa, su nombre, Evangeline, un nombre muy poco común, creo que nunca lo había escuchado, pero me encanta, es la mujer que me complementa a la perfección.Mi teléfono sonó, la mujer a mi lado comenzó a despertarse, no deseaba hacerlo, así que salí de la habitación para contestar la llamada.