—No finjas que esto pasará solo porque estás amarrada.—Le decía Esteban a su hermosa prisionera mientras intentaba acomodar su cuerpo arriba del de ella.—Se que esto lo deseas tanto como yo.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?—Le respondió con voz débil pero que aún se resistía por mostrarse rebelde. —Lo puedo sentir. Veo tus ojos totalmente entregados a mi.—Comenzó a desplazar su rodilla en la de ella para abrirla lentamente y entrar en un cruce demasiado sensual.—Puedo sentir a tu piel cómoda, excitada. Con deseos de seguir siendo acariciada por la mía. Stefani ya se había entregado casi por completo ante la presencia de su captor. Gran parte de lo que él decía era verdad pero su orgullo no le haría aceptarlo tan fácil. Estaba entregada a su abdomen y pecho que ya descansaban sobre ella ya sin ropa. Ese abdomen trabajado y marcado, complemento ideal de ese pecho fuerte que ya la domaba en la cama. El espacio era obscuro, en un lugar que podía ser el cómplice perfecto para que ocurriera aquella locura. Ambos eran hijos de los mafiosos más importantes de Europa. Enemigos de toda la vida. Ella capturada mientras que él haciendo valer su dominio en ese momento. Su intención era clara, seducir a la hija de su rival aquella noche. Todo estaba fluyendo como él lo deseaba. Estaba listo para entregarse al placer con la mujer que había robado su corazón. —Quiero quitarte esa cuerdas, quiero demostrar que no me equivoco.—Decía mientras le hablaba al oído con voz suave.—Los dos disfrutaremos más si te entregas a voluntad. —¿Por qué tienes miedo entonces?—Dijo ella dejando fluir la excitación por su boca.—Suéltame y verás lo que puedo hacer para complacerte. La duda en Esteban era su peor enemiga. En aquella cama no había nada que pudiera ser usado como arma. Y aunque lo hubiera, lo que más podía dañarle es el ser rechazado y estar equivocado, pero no había más remedio ante tan avanzada situación. Era el momento de arriesgarse. —Soltaré tus manos, una por una...—Le contó su plan mientras pasaba su lengua a través del abdomen de la joven que estaba debajo de él.—Veamos qué puedes hacer con ellas, tienes todo mi cuerpo para demostrarlo. —Tranquilo, ya lo descubrirás... Stefani quedó libre en aquel minuto. Al menos de las cuerdas pues el cuerpo de Estaban aún estaba en ella, aprisionándola en la cama. Eso no importó para ella. Lo que deseaba ya había comenzado. Se miraron a los ojos un par de segundos. Tiempo suficiente para analizar todo lo que el otro haría. Al terminar ese lapso, Stefani no se resistió más y lo tomó del cuello para besarlo y entregarse de una vez por todas a los deseos constantes que había sentido durante todos esos días por él. La noche había comenzado para estos dos enamorados quienes a pesar de todas las dificultades que habían superado, aún tenían muchas ganas de luchar el uno por el otro. Ni la tragedia, ni las pérdidas, harían que su pasión terminrara.—¡Rápido, saquen a la hija del jefe de aquí!—Esos idiotas lo tenían todo planeado, nos han emboscado. —Le respondía un hombre herido en su hombro izquierdo por una bala que lo perforó. —Debe haber un soplón, nos van abatir.—¡No pierdas la cabeza estúpido! —Le respondía el sicario que perecia tener el mando ahí. —Tenemos que sacarla de aquí o las cuentas con el jefe serán peor.La luna brillaba intensamente en aquel escenario. Parecía que se había puesto su traje de gala, hermoso, luminoso, penetrante. Todo para alumbrar a estos dos grupos de sicarios, que se enfrentaban por las calles de Florencia.La balacera era muy intensa, el grupo de los "Melchi" había emboscado a sus enemigos jurados, los "Bolgia". Estos grupos habían estado en guerra por años, gracias a sus dos líderes que deseaban el poder absoluto del País.Los Melchi habían sido acorralados después de ser interceptados en un terreno aparentemente neutro. La hija del temible líder, había salido a pasear y su escolta la acom
El lugar se veía perfectamente conservado. Todo en él estaba muy ordenado y libre de polvo. Esto era a petición general de "Don Fernando" líder de los capos en todo el país. Este jefe se había ganado su popularidad no solo por inteligente, también por su sangre fría y por un gran olfato para los negocios. Tenía una especie de intuición que le hacía elegir bien a sus socios, así como prevenirse de quien no le sería útil.Don Fernando era el capo líder de los Bolgia, grupo que ya dominaba la mitad de Italia operando desde Roma, la mayor ciudad para sus negocios.—¿Cómo dices?—Preguntó muy enojado mientras golpeaba el escritorio con ambos puños.—¿Ese idiota tuvo la oportunidad de matarla y en vez de eso la trajo a nuestra fortaleza?—Sí señor, es lo que han reportado los hombres que recién llegaron.—Su acompañante se mostraba tímido, estaba claro que no deseaba ser él quien diera las noticias al jefe, pero indudablemente era su trabajo hacerlo y como buena persona de confianza, lo estaba
—¿Qué pretendes conmigo?—Preguntaba intrigada Stefan a su captor.—¿Seré una esclava ahora?—Dudo que tengas la voluntad para serlo.—Dijo él colocándose unos guantes de piel en ambas manos.—Eres muy rebelde, seguro le das muchos problemas a tu padre.—Eso a ti no te importa.—Se mostró molesta.—Yo jamás me someteré a nadie. La conversación ocurría en aquella bodega donde se habían mantenido varias horas ya. Era un lugar que usaban para resguardar barriles que contenían licor con el que surtían sus restaurantes y también a sus aliados. Era muy obscura y fría. El gran espacio que había en ella la hacía ver muy aterradora.La iluminación era un problema, al ser un lugar subterráneo, solo contaban con luz artificial. La electricidad no era una herramienta muy abundante y con un par de focos en casa esquina, se consideraba suficiente para ellos. Stefani estaba amarrada en un poste de cemento, uno que sostenía el peso de todo el lugar. Sus brazos comenzaban a resentir el cansancio por aquel
El escenario era muy desafiante. En ese lugar no se tenía ningún control respecto a los sicarios y el armamento. Todos llevaban pistolas y tenían un temperamento algo inestable. No era extraño ver enfrentamientos de vez en cuando entre ellos, escuchar gritos u hombres desesperados ya que el ambiente no ayudaba mucho.Estos grupos actuaban como una pandilla y no como un grupo organizado, al menos no dentro de las instalaciones.Drogas, armas, sexo, erotismo y vulgaridad, eran algunas de las cosas que se veían en esta vida nocturna a la que estaban acostumbrados.La luna era de los pocos testigos que presenciaban lo que realmente ocurría en las sombras.Muchos de estos hombres no conocían otro tipo de vida, con eso habían crecido y pretendían mantenerse ahí. Eran muy pocos los que deseaban salir de aquello para buscar una vida diferente. En general todos ellos lo disfrutaban y planeaban seguir ahí hasta sus muertes, sin importar lo pronto que llegaran. Un sistema al que algunos llegaban
Las bodegas, ese lugar ocupado por los capos de la mafia como escondite, lugar para torturas y para mantener el armamento en orden.Aquellas bodegas oscuras a las cuales solo se tenía acceso gracias a una llave. Un lugar sumergido en la oscuridad y abandono. Donde algunos insectos, así como roedores buscaban refugio. Un sitio que parecía ser abandonado por las leyes divinas y del hombre, donde lo único que importaba era satisfacer los peores delirios de maldad. Instrumentos sangrientos, sustancias tóxicas y peligrosas, todo eso era refugiado en aquellas paredes, cobijandolas como un hogar.—¡Saquenme de aquí por favor!Gritaba Stefani después de tres días prisionera ahí. Atada en el grueso poste, con una mirada turbia, con la sensación de haber sido olvidada. —¡Prometo que voy a cooperar!Sus lamentos eran escuchados por apenas dos guardias que vigilaban la entrada. Se hacían los sordos, aunque no había mucho con lo que distraerse. Los gritos de la cautiva mujer comenzaban a ser mole