—¿Qué pretendes conmigo?—Preguntaba intrigada Stefan a su captor.—¿Seré una esclava ahora?
—Dudo que tengas la voluntad para serlo.—Dijo él colocándose unos guantes de piel en ambas manos.—Eres muy rebelde, seguro le das muchos problemas a tu padre. —Eso a ti no te importa.—Se mostró molesta.—Yo jamás me someteré a nadie. La conversación ocurría en aquella bodega donde se habían mantenido varias horas ya. Era un lugar que usaban para resguardar barriles que contenían licor con el que surtían sus restaurantes y también a sus aliados. Era muy obscura y fría. El gran espacio que había en ella la hacía ver muy aterradora. La iluminación era un problema, al ser un lugar subterráneo, solo contaban con luz artificial. La electricidad no era una herramienta muy abundante y con un par de focos en casa esquina, se consideraba suficiente para ellos. Stefani estaba amarrada en un poste de cemento, uno que sostenía el peso de todo el lugar. Sus brazos comenzaban a resentir el cansancio por aquella posición mientras que sus piernas deseaban estirarse. —No te preocupes, no voy a lastimarte.—Dijo él con voz muy cautivadora. —No te creo nada, esos trucos no van a funcionar.—Dijo ella luchando verbalmente por mostrarse fuerte.—¿Crees que hubiera impedido que mi padre te matara?—Se acercó a ella para hacerle ese comentario.—No me hubiera arriesgado a eso solo por un truco. —¿Se supone que debo agradecerte?—Su mirada mostraba sarcasmo. —Podría ser, si es que tu educación así lo permite.—Pero la burla de Estaban terminó por rematar la situación. —¿Agradecer a alguien que me raptó, asesinó a mis hombres y me tiene amarrada aquí?—Aunque estaba molesta, su voz comenzaba a escucharse débil. El cansancio y el estrés ya estaban influyendo. —Con las dos primeras quejas no puedo hacer nada.—Se agachó para cortar las cuerdas que la mantenían atada.—Con la última si puedo hacer algo. Levántate por favor, no te dejaré así. Estaban cortó las cuerdas dejando libre a Stefani. Se dió la vuelta para dejar el cuchillo en la mesa de donde la tomó. La joven recién liberada se mostró sorprenda e inmediatamente se sobó las muñecas y sus brazos, era evidente el alivio que sentía. —Cuando te sientas lista, te pediré que te levantes y me acompañes al comedor.—Aún estaba volteado, recogiendo sus armas de la mesa.—Debes tener hambre y sed, te atenderé de lo mejor. Stefani no dijo nada, solo lo miraba aún con resentimiento. Buscaba la oportunidad perfecta para vengarse de él. Ya daba perdida la situación así que quería hacer el mayor daño posible. Esteban guardó en su saco dos armas cortas y munición, además de una granada y un cuchillo en sus bolsas. Le gustaba estar muy bien armado. Sin dudarlo, Stefani aprovechó su posición para lanzarse contra él lo más sigilosa que pudo. Pero el gran estratega pudo anticipar ese movimiento y se quitó de ahí esquivándola fácilmente. Con el impulso y velocidad, Stefani no pudo detenerse y se estampó contra la mesa quedando acostada en ella. Esteban se acercó muy lentamente, la tomó por la espalda y se recargó en ella tomando una pose muy sensual y así someterla. —No sabía que aún tuvieras tanta energía.—Dijo con voz burlona.—Atacar a tu oponente por la espalda, eso es de cobardes. Stefany luchaba por liberarse moviéndose bruscamente pero no lo nada. —Ahora yo te puedo atacar por atrás, me puedes decir lo que se siente.—Al decir esto, impulsó su cadera hacía los glúteos de ella provocando que su pene hiciera fricción.—Tengo mi arma lista, para mí es mejor que te sigas moviendo. La joven sicaria entendió la situación en la que se encontraba, decidió no luchar más contra él y quedarse quita mientras era sometida en aquella vergonzosa situación. —Lo ves, es sencillo cooperar.—Dijo él acercándose a su oído para hablarle suavemente.—Yo no quiero hacerte ningún daño, ese te lo harás tú sola si continúas así. Stefani solo pudo voltear los ojos en señal de desaprobación, pero no podía hacer más, había quedado atrapada en la trampa del joven mafioso. —A la cuenta de tres, nos vamos a levantar y conversaremos como adultos.—Seguía con su tono de burla, pero sus intenciones por calmarla y hablar, eran auténticas.—Uno, dos, tres… listo, podemos levantarnos. Retiró su cuerpo de Stefani y se levantó rápidamente para ajustar su traje nuevamente. Ella quedó un momento más en esa posición, quería quitarse la vergüenza antes de mirarlo a los ojos. Se levantó y giró la cabeza, en ese momento asimiló que no podía hacer más, sus intenciones rebeldes se habían apagado y no tenía la intención de luchar más. —Eres muy hermosa, te va mejor la personalidad rebelde... tal vez te de esos aires para dejar salir esa personalidad. Por primera vez Stefani se dedicó a analizar a su captor. Era un hombre joven, probablemente de su edad, sus facciones eran finas, su nariz afila, su cuerpo delgado aunque la gabardina que usaba, le aumentaba algunos kilos. Era un hombre muy galante con un atractivo nato. Su personalidad y jerarquía lo hacían ver incluso más interesante. Los colores obscuros le hacían resaltar más esa piel color blanca y sus ojos azules. Unos que empezaban a cautivar a la joven. —¿Qué haremos ahora?—Preguntó al juntar sus manos un poco apenada. —Ya te lo dije, iremos a comer algo.—Comenzó a caminar hacia la entrada principal, pero se detuvo al ver qué ella se quedó parada.—Tienes que venir, te recomiendo que te apresures o te irás a dormir tarde. —¡Primero me tratas como una prisionera y ahora me invitas a eso!, ¿Qué carajo estás jugando? —Tú vas a quedarte aquí.—Dijo él deteniendose tajantemente.—Puedes elegir si lo haces atada en el poste o como una invitada. —¡Es un intento de sumisión psicólogica! —Puedes decirle como tú quieras, pero si yo fiera tú, elegiría el ser un invitado. Al terminar sus palabras, le guiñó el ojo y salió caminando de ahí. La joven quien consideraba que su orgullo y dignidad no podían verse más afectadas, decidió seguirlo para saber de qué se trataba aquello. Ambos salieron, Esteban caminaba muy rápido y con bastante confianza, además todos sus hombres le saludaban y mostraban respeto ante él. Stefani caminó más lenta pero en ocasiones aumentaba el paso pues no quería separarse del capo líder. Todos los guardias la miraban extrañados y unos incluso mal, la seguían considerando una enemiga y en ella podían ver a la responsable de que muchos de sus compañeros estuvieran muertos en aquella guerra. Ella trató de bajar la mirada para no confrontar a nadie, su cansancio ya era extremo y el hambre que sentía era demasiada. Por eso, la idea de ir por comida y bebida no parecía nada mal. Después de caminar por varios largos pasillos, lograron llegar a un lugar que se usaba como comedor pero era otra bodega. Tenía varias rejas y puertas que conectaban con otros lugares. Había una señora que se encargaba de preparar los alimentos ahí, estaba colocada detrás de una barra muy sencilla que utilizaba para prepararlos. —Buenas tardes señor Esteban.—Le saludó muy amable al verlo entrar. —Buena noche, ¿Podría darle algo de comer y beber a nuestra invitada por favor? —¿Nuestra invitada?—Preguntó desconcertada y perdiendo un poco la alegría con ese comentario.—Acaso ¿No es esa chica que se rumora, es la líder de nuestros enemigos? —Que rápido corren los rumores por aquí.—Esteban estaba un poco desanimado.—Me pregunto si tenemos sicarios o viejas chismosas en las filas. —Entonces los rumores son ciertos.—Dijo frunciendo el seño muy molesta. —La señorita es mi invitada y tiene hambre. Solo basta con que sepa eso señora Vilma. Se dió la vuelta haciendo muecas con la boca, no estaba nada contenta con tener que servirle de comer al enemigo, pero tampoco podía cuestionar las órdenes directas. —Como verás, las cosas fluyen bastante bien por aquí.—Le hacía la plática mientras arrimaba una silla para que se sentara.—En pocas ocasiones el estrés es mucho y estas personas andan de mal humor. Stefani no dijo nada, se sentó y se dejó complacer. La tranquilidad no duró mucho para ellos. Varios sicarios cruzaron las puertas para llegar hasta ellos. —¿Cómo es posible que tengan a la hija de nuestro mayor rival aquí, atendiéndola?—Varios hombres muy bien armados llegaron al lugar una vez que se enteraron de la presencia de Stefani ahí.—Esa mujer debería estar atada o muerta. Estaban giró la cabeza y recibió ante él, una situación con la que tendría que lidiar para complacer su caprichoEl escenario era muy desafiante. En ese lugar no se tenía ningún control respecto a los sicarios y el armamento. Todos llevaban pistolas y tenían un temperamento algo inestable. No era extraño ver enfrentamientos de vez en cuando entre ellos, escuchar gritos u hombres desesperados ya que el ambiente no ayudaba mucho.Estos grupos actuaban como una pandilla y no como un grupo organizado, al menos no dentro de las instalaciones.Drogas, armas, sexo, erotismo y vulgaridad, eran algunas de las cosas que se veían en esta vida nocturna a la que estaban acostumbrados.La luna era de los pocos testigos que presenciaban lo que realmente ocurría en las sombras.Muchos de estos hombres no conocían otro tipo de vida, con eso habían crecido y pretendían mantenerse ahí. Eran muy pocos los que deseaban salir de aquello para buscar una vida diferente. En general todos ellos lo disfrutaban y planeaban seguir ahí hasta sus muertes, sin importar lo pronto que llegaran. Un sistema al que algunos llegaban
Las bodegas, ese lugar ocupado por los capos de la mafia como escondite, lugar para torturas y para mantener el armamento en orden.Aquellas bodegas oscuras a las cuales solo se tenía acceso gracias a una llave. Un lugar sumergido en la oscuridad y abandono. Donde algunos insectos, así como roedores buscaban refugio. Un sitio que parecía ser abandonado por las leyes divinas y del hombre, donde lo único que importaba era satisfacer los peores delirios de maldad. Instrumentos sangrientos, sustancias tóxicas y peligrosas, todo eso era refugiado en aquellas paredes, cobijandolas como un hogar.—¡Saquenme de aquí por favor!Gritaba Stefani después de tres días prisionera ahí. Atada en el grueso poste, con una mirada turbia, con la sensación de haber sido olvidada. —¡Prometo que voy a cooperar!Sus lamentos eran escuchados por apenas dos guardias que vigilaban la entrada. Se hacían los sordos, aunque no había mucho con lo que distraerse. Los gritos de la cautiva mujer comenzaban a ser mole
—No finjas que esto pasará solo porque estás amarrada.—Le decía Esteban a su hermosa prisionera mientras intentaba acomodar su cuerpo arriba del de ella.—Se que esto lo deseas tanto como yo.—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?—Le respondió con voz débil pero que aún se resistía por mostrarse rebelde.—Lo puedo sentir. Veo tus ojos totalmente entregados a mi.—Comenzó a desplazar su rodilla en la de ella para abrirla lentamente y entrar en un cruce demasiado sensual.—Puedo sentir a tu piel cómoda, excitada. Con deseos de seguir siendo acariciada por la mía.Stefani ya se había entregado casi por completo ante la presencia de su captor. Gran parte de lo que él decía era verdad pero su orgullo no le haría aceptarlo tan fácil.Estaba entregada a su abdomen y pecho que ya descansaban sobre ella ya sin ropa. Ese abdomen trabajado y marcado, complemento ideal de ese pecho fuerte que ya la domaba en la cama.El espacio era obscuro, en un lugar que podía ser el cómplice perfecto para que ocu
—¡Rápido, saquen a la hija del jefe de aquí!—Esos idiotas lo tenían todo planeado, nos han emboscado. —Le respondía un hombre herido en su hombro izquierdo por una bala que lo perforó. —Debe haber un soplón, nos van abatir.—¡No pierdas la cabeza estúpido! —Le respondía el sicario que perecia tener el mando ahí. —Tenemos que sacarla de aquí o las cuentas con el jefe serán peor.La luna brillaba intensamente en aquel escenario. Parecía que se había puesto su traje de gala, hermoso, luminoso, penetrante. Todo para alumbrar a estos dos grupos de sicarios, que se enfrentaban por las calles de Florencia.La balacera era muy intensa, el grupo de los "Melchi" había emboscado a sus enemigos jurados, los "Bolgia". Estos grupos habían estado en guerra por años, gracias a sus dos líderes que deseaban el poder absoluto del País.Los Melchi habían sido acorralados después de ser interceptados en un terreno aparentemente neutro. La hija del temible líder, había salido a pasear y su escolta la acom
El lugar se veía perfectamente conservado. Todo en él estaba muy ordenado y libre de polvo. Esto era a petición general de "Don Fernando" líder de los capos en todo el país. Este jefe se había ganado su popularidad no solo por inteligente, también por su sangre fría y por un gran olfato para los negocios. Tenía una especie de intuición que le hacía elegir bien a sus socios, así como prevenirse de quien no le sería útil.Don Fernando era el capo líder de los Bolgia, grupo que ya dominaba la mitad de Italia operando desde Roma, la mayor ciudad para sus negocios.—¿Cómo dices?—Preguntó muy enojado mientras golpeaba el escritorio con ambos puños.—¿Ese idiota tuvo la oportunidad de matarla y en vez de eso la trajo a nuestra fortaleza?—Sí señor, es lo que han reportado los hombres que recién llegaron.—Su acompañante se mostraba tímido, estaba claro que no deseaba ser él quien diera las noticias al jefe, pero indudablemente era su trabajo hacerlo y como buena persona de confianza, lo estaba