La hora del juicio llegó con una tensión que se sentía en el aire como una tormenta inminente. Me tomé un descanso en el apartamento antes de que todo comenzara. El apartamento estaba inusualmente silencioso, como si incluso Cristopher hubiera decidido darme un poco de espacio. Él no estaría presente en el juicio; sabía que sería un riesgo innecesario que pusiera en peligro todo lo que habíamos planeado.Arzhel estaba en la cocina, preparando unas tostadas. Su mirada se encontró con la mía cuando entré al lugar. Todo estaba saliendo bastante bien hasta ese instante, debíamos tener nuestra guardia alta, mientras aseguramos todo lo que habíamos construido.—Hoy es el gran día. —dijo con una leve sonrisa, aunque su voz estaba cargada de seriedad.—Sí, y no podemos permitirnos un solo error. —respondí, tomando la tostada que me ofreció—. Todo tiene que salir como lo planeamos.—Y saldrá. —aseguró, colocando una mano en mi hombro—. Teresa no tendrá idea de lo que se avecina.El tribunal es
El taxi avanzaba con lentitud por las calles de la ciudad, pero mi mente iba a toda velocidad. Cada paso que dábamos en este plan se volvía más peligroso, cada jugada más arriesgada. La desaparición de Patricia era una carta clave, una que habíamos jugado en el momento justo, pero no podía evitar sentirme como si estuviera caminando sobre una cuerda floja.Cuando finalmente llegué frente a la casa de Nessa, me tomé un momento antes de bajar del taxi. Inspiré profundamente, ajusté mi bolso y me preparé para enfrentar a las dos víboras que estaban al acecho en su interior. Sabía que mi retraso levantaría sospechas, pero tendría que manejarlo con cuidado.Al entrar, la tensión en el ambiente era palpable. Teresa estaba de pie cerca de la chimenea, con los brazos cruzados y la mandíbula apretada, mientras Nessa estaba sentada en el sofá, tamborileando los dedos contra el brazo de la silla con evidente nerviosismo. Ambas levantaron la mirada al verme entrar.—Por fin llegas —espetó Teresa,
El aire en la sala de audiencias estaba cargado de tensión, como si cada respiración de los presentes pudiera desencadenar una tormenta. Las luces fluorescentes iluminaban el rostro de Teresa, quien, por primera vez desde que todo había comenzado, parecía vulnerable. Nessa, a su lado, intentaba mantener la compostura, pero sus manos entrelazadas temblaban de manera notable.Yo estaba sentada junto a papá, con Arzhel detrás de mí. Sabía que Cristopher estaba siguiendo todo desde una distancia segura, probablemente desde algún lugar en el que pudiera vigilar cualquier movimiento sospechoso. Mi mente era un torbellino, pero mi rostro permanecía impasible.La audiencia adicional era la última oportunidad para demostrar que Teresa y Nessa tenían algo que ver con las irregularidades descubiertas en las empresas de mi padre y, por supuesto, los crímenes del pasado que habíamos recopilado con tanto cuidado.El juez entró en la sala, y todos nos pusimos de pie. Su presencia imponía respeto, y
Las visitas a la prisión siempre tenían un aire lúgubre, incluso para alguien que, como yo, había aprendido a lidiar con escenarios oscuros y tensos. Pero esa vez, mientras el guardia me acompañaba por los pasillos fríos y estrechos, mi mente estaba ocupada en las piezas finales de nuestro plan. Teresa y Nessa estaban bajo custodia, sus movimientos limitados, y todo lo que había estado construyendo desde el inicio se estaba alineando a la perfección.Cuando llegué a la sala de visitas, Rune ya estaba sentado al otro lado del cristal. Su apariencia había cambiado; parecía menos altivo, más cansado, aunque seguía manteniendo esa mirada que intentaba proyectar confianza.Sabía que verlo era una apuesta, pero si todo salía bien, sería la última pieza del rompecabezas para asegurar la caída de Teresa y Nessa. No solo eso, sino que la suya propia.Le sonreí con amabilidad mientras me sentaba frente a él, levantando el teléfono para que pudiéramos hablar. Él hizo lo mismo, sus ojos brillaban
El camino se extendía frente a nosotros mientras el auto de Arzhel se deslizaba suavemente por las carreteras. Yo miraba distraída por la ventana, sumida en mis pensamientos. El plan avanzaba, pero todavía había tantas piezas en el aire que no podía evitar sentirme inquieta.—¿Por qué tomaste esta salida? —pregunté de repente, al notar que nos desviábamos de la ruta que llevaba a mi departamento.Pero el tonto de Arzhel sonrió de lado, esa sonrisa que siempre parecía estar planeando algo.—Relájate, princesa. Necesitas un descanso, y yo también. —Su tono era casual, pero había un destello de diversión en sus ojos.—¿Un descanso? —Lo miré, arqueando una ceja—. No estamos precisamente en el momento para distraernos.—Precisamente por eso. —Aceleró un poco mientras sus dedos tamborileaban suavemente sobre el volante—. Si seguimos quemando nuestras energías sin recargar, no llegaremos al final de esto.Suspiré, cruzándome de brazos. Aunque sus palabras tenían sentido, me costaba desconect
El sol de la mañana entraba a través de las ventanas de la cabaña, iluminando el espacio con una calidez que me hacía querer quedarme ahí para siempre. Pero, claro, Arzhel siempre tenía que arruinar mis momentos de paz.—Vamos, princesa, te prometí un día de aventuras, y no pienso dejar que te quedes aquí holgazaneando. —Su voz resonó alegremente mientras sacaba una mochila llena de cosas que, según él, necesitaríamos para nuestra «excursión».—¿Aventuras? —Arqueé una ceja, mirando la mochila con desconfianza—. ¿Qué clase de aventuras tienes en mente? Porque si involucra escalar una montaña o enfrentar osos, déjame decirte que paso.—Tranquila, no habrá osos. Solo una caminata tranquila para disfrutar de la naturaleza y despejarnos. —Su sonrisa era tan encantadora que casi me convenció de que esto sería una buena idea. Casi.Suspiré, resignada, y me puse las botas que él me había llevado «por si acaso». ¿Cómo iba a saber que el «por si acaso» incluía ser arrastrada a una montaña por e
La mañana era fría, con un tan aire denso que parecía anticipar lo que estaba por venir. Desde la ventana de mi habitación, observaba cómo la niebla cubría la ciudad como un velo, ocultando su agitación interna. Cada rincón, cada esquina, parecía hablar de lo que pasaría ese día. Era el juicio más importante hasta el momento, y aunque habíamos trabajado incansablemente para ordenarlo todo, no podía evitar sentir un nudo en el estómago.Cristopher, sentado en el sofá con una taza de café, intentaba mostrarse despreocupado, pero el constante golpeteo de sus dedos contra la mesa lo delataba. Aunque no podía asistir al juicio, su mente estaba tan inmersa en él como la mía. Desde que se había integrado a nuestro pequeño grupo, había demostrado ser un aliado invaluable, pero también sabía que su presencia debía permanecer en las sombras.Solo hasta que Teresa ya no tuviera ni una sola chance de salir al exterior durante un tiempo eternal.—¿Estás lista para esto? —preguntó Arzhel desde la p
El día después del juicio tenía una calma inquietante, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento. Habíamos ganado una gran batalla, pero nadie estaba celebrando. Todo estaba suspendido en ese breve instante entre el caos y lo inevitable, como el ojo de un huracán que amenaza con volver a desatarse.Me encontraba en la oficina de mi padre, revisando algunos papeles que había dejado en mi escritorio la noche anterior. La luz del sol que entraba por el ventanal parecía más brillante de lo habitual, casi cegadora. Intentaba concentrarme, pero mi mente seguía en el juicio. La imagen de Teresa perdiendo el control, el eco de sus gritos en la sala… todo parecía tan surrealista y, al mismo tiempo, tan absolutamente real.Papá estaba sentado frente a mí, hojeando unos documentos con expresión pensativa. Era extraño verlo tan callado. Desde que habíamos comenzado este juego de ajedrez contra Teresa, mi padre siempre había tenido algo que decir, una estrategia que proponer. Pero ahora pa