El día siguiente llegó completamente cargado de adrenalina, debíamos actuar rápido. Sabíamos que el tiempo era crítico. Las dos brujas ya estaban sentenciadas, pero aún había hilos sueltos. Su red de aliados seguía viva, y era cuestión de tiempo antes de que alguien intentara mover las piezas para revertir la situación o, peor aún, limpiar sus huellas. El riesgo de que algún aliado leal encontrara la manera de sacarlas de ese hueco, era realmente alto.No debíamos dudar de las habilidades de Teresa y su capacidad de manipulación. Era una lucha compleja contra un enemigo invisible del que no sabíamos mucho.Estábamos sentados en la mesa del comedor de mi departamento, con Cristopher conectado por videollamada desde su escondite. Decidimos que era más seguro para él, estar en la villa Lancaster. Frente a nosotros, Arzhel tenía el mapa que habíamos visto la noche anterior. Esta vez, estaba más detallado, con nombres y fotografías que correspondían a cada punto rojo.—No es solo una red d
El vestíbulo del hotel era un espacio opulento, pero no llamativo. Todo estaba diseñado para ofrecer discreción, con muebles de colores neutros y un ambiente que parecía casi de un hospital. Las paredes parecían absorber cualquier ruido, haciendo que el silencio resultara ensordecedor. Caminé hacia el ascensor con una mezcla de confianza y cautela. Llevaba puesta una blusa de seda gris y una falda lápiz negra, lo suficientemente profesional para un encuentro de negocios, pero también lo suficientemente elegante como para transmitir autoridad.El mensaje de Cristopher había sido claro: Leonard Briggs tenía una reunión privada con uno de sus contactos en una de las salas de conferencia del hotel. Mi tarea era simple: acercarme a él y ganar su confianza. La clave estaba en aparentar ser una aliada leal de Teresa, alguien dispuesta a hacer lo que fuera necesario para salvar a su familia y su legado.Respiré profundamente mientras el ascensor ascendía, observando mi reflejo en las puertas
La mañana en la oficina comenzó con la rutina habitual: el murmullo de las conversaciones entre empleados, el suave zumbido de las máquinas de café, y las constantes notificaciones en mi teléfono. A pesar de la calma aparente, mi mente trabajaba a toda velocidad. Hoy era el día en que debía dar un paso crucial en el plan: acceder a los documentos de la caja fuerte de Teresa.Mi padre estaba revisando unos informes cuando entré a su oficina. Cerré la puerta tras de mí, asegurándome de que no hubiera oídos curiosos. Su mirada se levantó de los papeles y me observó con curiosidad.—¿Qué sucede, Kenna? —preguntó mientras dejaba los informes a un lado.Me acerqué a su escritorio, apoyando ambas manos sobre la superficie pulida, en un gesto que denotaba urgencia.—Papá, necesito saber si conoces la clave de la caja fuerte de Teresa.Frunció el ceño, claramente confundido por mi pregunta. No era algo que se escuchara todos los días.—¿La caja fuerte? No, no la conozco. Teresa siempre ha sido
La villa Lancaster era un lugar que siempre me ofrecía una mezcla de tranquilidad y tensión. La primera por el aislamiento y la paz que brindaba, y la segunda porque cada visita allí significaba un movimiento estratégico. Esa noche no era diferente. Arzhel conducía con su habitual calma, pero podía notar la rigidez en sus manos mientras sostenía el volante.Yo, en cambio, estaba ocupada tratando de organizar mis pensamientos. La salida de Rune estaba a la vuelta de la esquina, y sabía que eso significaba enfrentar directamente al hombre que había arruinado tanto de mi vida.Aunque la venganza siempre había sido mi meta, no podía negar que la perspectiva de mantener el juego con él por un poco más de tiempo me inquietaba. Tener que hacerle pensar que de verdad estaba interesada en él, era algo que me revolvía el estómago.—¿En qué piensas? —preguntó Arzhel, rompiendo el silencio.—En Rune. —solté sin rodeos, girando mi rostro hacia él—. En lo que significa cumplir con mi palabra de esc
El cielo comenzaba a oscurecer cuando dejamos la villa Lancaster. El motor del auto resonaba en el silencio, acompañando mis pensamientos que no dejaban de dar vueltas en torno a lo que estaba por venir.Miré por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad empezaban a encenderse, creando destellos que parecían latir al compás de mi ansiedad. La salida de Rune de prisión era inminente, y con ella, un nuevo acto en esta complicada obra que había construido meticulosamente.Acercarme al hombre que alguna vez amé, sonaba completamente ridículo para mí. Para alguien que juró no regresar por ese camino.Arzhel conducía con una expresión seria, sus manos sujetaban al volante con firmeza, como si estuviera luchando por mantener la calma. Podía sentir su tensión desde donde estaba sentada, y sabía que no tardaría mucho en decir algo, después de todo, no lograba mantenerse callado durante un largo periodo de tiempo. Me preparé mentalmente para la conversación que se avecinaba, pero inclu
El día de la liberación de Rune había llegado, y, como habíamos planeado, estaba allí para recibirlo.La entrada de la prisión tenía un aire frío, más por la tensión que cargaba sobre mis hombros que por el clima mismo. Estaba de pie, con las manos entrelazadas frente a mí, forzando una sonrisa que debía parecer genuina.Cada segundo que pasaba se sentía eterno hasta que, finalmente, lo vi aparecer.Rune salió con esa arrogancia que siempre llevaba consigo; su postura era recta y su caminar seguro parecían más propios de alguien que acababa de salir de una reunión de negocios, no de una prisión.Cuando sus ojos se encontraron con los míos, sonrió, y su expresión pretendía transmitir calidez, pero sabía que detrás de eso había algo mucho más oscuro. Él me veía como un medio para mantener su posición, y yo, como un hombre próximo a desaparecer.—Kenna. —Su voz resonó mientras se acercaba a mí. Antes de que pudiera responder, me envolvió en un abrazo. Mi cuerpo se tensó por un instante,
La habitación estaba sumida en el silencio, pero mi mente no me daba tregua. Estaba acostada en la cama, mirando el techo, escuchando el sonido constante de la respiración de Arzhel a mi lado.Él dormía profundamente, como si no cargara sobre sus hombros el peso de todo lo que estaba sucediendo. O quizá era precisamente ese peso lo que lo agotaba. Yo, en cambio, no podía apagar mis pensamientos. La culpa me rondaba como una sombra persistente, recordándome una y otra vez que estaba dejándolo fuera de algo importante.Moví las piernas bajo las sábanas, removiéndome en mi lugar mientras trataba de encontrar una posición cómoda. Pero, ¿cómo podía estar cómoda cuando todo lo que quería era decirle lo que estaba planeando, lo que realmente pasaba por mi cabeza? No se trataba solo de confianza, sino de la certeza de que, si lo hacía, su opinión sobre mí podría cambiar para siempre.Volteé hacia él. Su rostro estaba relajado, casi vulnerable. Había algo tan pacífico en verlo así, algo que si
La mañana estaba tranquila, el aire fresco soplaba ligeramente mientras caminaba hacia la casa de Rune con una bolsa de papel en una mano y un nudo en el estómago que no lograba deshacer.Había preparado todo con cuidado, asegurándome de incluir ropa limpia, víveres esenciales y algo de comida que podría durar un par de días. Sabía que debía actuar como si todo esto fuera completamente normal, como si realmente me importara que él estuviera cómodo, pero en el fondo, la idea de pasar tiempo con Rune me revolvía el estómago.Cuando llegué a su puerta, respiré hondo antes de llamar. Unos segundos pasaron en silencio, luego más, y no hubo respuesta. Fruncí el ceño, empujando la puerta ligeramente. Estaba entreabierta.—¿Rune? —llamé, cruzando el umbral con cautela. La casa estaba en completo silencio, lo que me hizo pensar por un momento que se había escapado.Entré y dejé la bolsa sobre la mesa de la cocina, observando a mi alrededor. Nada parecía fuera de lugar, pero la ausencia de ruid