El cielo comenzaba a oscurecer cuando dejamos la villa Lancaster. El motor del auto resonaba en el silencio, acompañando mis pensamientos que no dejaban de dar vueltas en torno a lo que estaba por venir.Miré por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad empezaban a encenderse, creando destellos que parecían latir al compás de mi ansiedad. La salida de Rune de prisión era inminente, y con ella, un nuevo acto en esta complicada obra que había construido meticulosamente.Acercarme al hombre que alguna vez amé, sonaba completamente ridículo para mí. Para alguien que juró no regresar por ese camino.Arzhel conducía con una expresión seria, sus manos sujetaban al volante con firmeza, como si estuviera luchando por mantener la calma. Podía sentir su tensión desde donde estaba sentada, y sabía que no tardaría mucho en decir algo, después de todo, no lograba mantenerse callado durante un largo periodo de tiempo. Me preparé mentalmente para la conversación que se avecinaba, pero inclu
El día de la liberación de Rune había llegado, y, como habíamos planeado, estaba allí para recibirlo.La entrada de la prisión tenía un aire frío, más por la tensión que cargaba sobre mis hombros que por el clima mismo. Estaba de pie, con las manos entrelazadas frente a mí, forzando una sonrisa que debía parecer genuina.Cada segundo que pasaba se sentía eterno hasta que, finalmente, lo vi aparecer.Rune salió con esa arrogancia que siempre llevaba consigo; su postura era recta y su caminar seguro parecían más propios de alguien que acababa de salir de una reunión de negocios, no de una prisión.Cuando sus ojos se encontraron con los míos, sonrió, y su expresión pretendía transmitir calidez, pero sabía que detrás de eso había algo mucho más oscuro. Él me veía como un medio para mantener su posición, y yo, como un hombre próximo a desaparecer.—Kenna. —Su voz resonó mientras se acercaba a mí. Antes de que pudiera responder, me envolvió en un abrazo. Mi cuerpo se tensó por un instante,
La habitación estaba sumida en el silencio, pero mi mente no me daba tregua. Estaba acostada en la cama, mirando el techo, escuchando el sonido constante de la respiración de Arzhel a mi lado.Él dormía profundamente, como si no cargara sobre sus hombros el peso de todo lo que estaba sucediendo. O quizá era precisamente ese peso lo que lo agotaba. Yo, en cambio, no podía apagar mis pensamientos. La culpa me rondaba como una sombra persistente, recordándome una y otra vez que estaba dejándolo fuera de algo importante.Moví las piernas bajo las sábanas, removiéndome en mi lugar mientras trataba de encontrar una posición cómoda. Pero, ¿cómo podía estar cómoda cuando todo lo que quería era decirle lo que estaba planeando, lo que realmente pasaba por mi cabeza? No se trataba solo de confianza, sino de la certeza de que, si lo hacía, su opinión sobre mí podría cambiar para siempre.Volteé hacia él. Su rostro estaba relajado, casi vulnerable. Había algo tan pacífico en verlo así, algo que si
La mañana estaba tranquila, el aire fresco soplaba ligeramente mientras caminaba hacia la casa de Rune con una bolsa de papel en una mano y un nudo en el estómago que no lograba deshacer.Había preparado todo con cuidado, asegurándome de incluir ropa limpia, víveres esenciales y algo de comida que podría durar un par de días. Sabía que debía actuar como si todo esto fuera completamente normal, como si realmente me importara que él estuviera cómodo, pero en el fondo, la idea de pasar tiempo con Rune me revolvía el estómago.Cuando llegué a su puerta, respiré hondo antes de llamar. Unos segundos pasaron en silencio, luego más, y no hubo respuesta. Fruncí el ceño, empujando la puerta ligeramente. Estaba entreabierta.—¿Rune? —llamé, cruzando el umbral con cautela. La casa estaba en completo silencio, lo que me hizo pensar por un momento que se había escapado.Entré y dejé la bolsa sobre la mesa de la cocina, observando a mi alrededor. Nada parecía fuera de lugar, pero la ausencia de ruid
El sonido de mi teléfono vibrando en el bolsillo me sobresaltó mientras caminaba hacia mi departamento. Había sido un día largo y agotador, pero al ver el nombre de Arzhel en la pantalla, algo en mi interior se calmó. Abrí el mensaje lo más rápido que pude.«Reúnete conmigo en mi departamento. Es urgente. Cristopher está aquí también. Tenemos que hablar».Por un momento, sentí que el cansancio de mi cuerpo se desvanecía, siendo reemplazado por una mezcla de anticipación y curiosidad. Cambié de rumbo de inmediato, tomé un taxi para llegar más rápido. Lo que fuera que ese par de locos tuviera que decir debía ser importante si me necesitaban allí con tanta urgencia.Cuando llegué, Arzhel abrió la puerta casi al instante, como si hubiera estado esperando justo detrás de ella. Su rostro mostraba una seriedad que no era común, incluso para él. Mis sentidos se pusieron alerta y mi mente comenzó a trabajar a todo lo que daba para encontrar una explicación razonable a lo que podría suceder.—E
Cuando finalmente llegué a mi departamento, estaba completamente exhausta.La visita a Teresa había sido muy desgastante a nivel mental y emocional, incluso si la mayor parte había sido una farsa elaborada. Cada palabra que había dicho, cada gesto que había hecho, había sido calculado, pero eso no quitaba que llevar el peso de mantenerme firme frente a ella fuera agotador.Cerré la puerta detrás de mí, dejando escapar un suspiro pesado mientras me quitaba los zapatos. El lugar estaba en silencio, salvo por el leve zumbido del refrigerador. Revisé mi teléfono al notar un mensaje de Arzhel.«Estaré con Cristopher un poco más de tiempo. Llegaré tarde. Descansa, princesa».—¿Ahora me querrá cambiar por Cristopher? —pregunté para mí misma y dejé el teléfono sobre la mesa.Necesitaba un baño caliente más que nada en ese momento. Dejé caer mi bolso en el sofá y me dirigí al baño, dejando que el agua tibia relajara los músculos tensos de mi espalda. Mientras el vapor llenaba el pequeño espaci
Arzhel salió de la habitación y yo me acomodé en la cama, suspirando con una mezcla de alivio y cansancio. Sabía que iba a asegurarse de que Ciprian realmente se hubiera marchado, y aunque estaba segura de que el mafioso no volvería esa noche, me resultaba entretenido imaginar lo que Arzhel le diría si lo atrapaba cerca de mi puerta.Unos minutos después, Arzhel regresó. Cerró la puerta del cuarto detrás de él con un movimiento firme y para nada ruidoso, sus ojos chispeaban con una mezcla de diversión y exasperación. Se cruzó de brazos mientras se apoyaba en el marco de la puerta.—Ciprian se fue. —Anunció, con un tono deliberadamente serio que contrastaba con la sonrisa que luchaba por asomar en sus labios—. Pero te juro, princesa, si vuelve a aparecer en tu cama…—¿Qué harás? —Levanté una ceja mientras me acomodaba en las almohadas.—Le daré una paliza que no olvidará. —Respondió, aunque sus labios temblaban ligeramente, traicionando la risa que estaba conteniendo.—Claro que sí. —M
—¿Qué pasa? —pregunté, fingiendo curiosidad mientras me giraba hacia él.—Todo esto me recuerda a mi primera esposa. —Comenzó, su tono bajó ligeramente mientras buscaba mis ojos con los suyos—. Aideen. Ella solía organizar cosas así, pequeñas tardes en casa, con comida sencilla y películas.Mi corazón dio un vuelco al escuchar mi verdadero nombre en sus labios, pero me aseguré de no mostrar ninguna reacción. Era cierto, él sabía que ella era yo, por lo que, usaría todos los medios para ser el hombre que ella siempre quiso. Se equivocaba en el hecho de que yo ya no era la misma.—¿En serio? —Indagué con suavidad, como si la mención de su esposa no me afectara.—Sí. —Asintió, su mirada se perdió en algún punto del espacio—. A veces, cuando estoy contigo, siento que estoy con ella de nuevo. No sé si es tu forma de hablar, tu sonrisa o algo más, pero hay algo en ti que me la recuerda.Quería gritarle que esa era precisamente la razón, que yo era Aideen, pero sabía que debía mantener mi fa