—¿De verdad me hicieron venir por esto? —resoplé, colocando las manos en mi cintura.No podía creer que ellos se atrevieran a hacerme sufrir un preinfarto solo para obtener un poco de diversión para sí, es que, ni a eso llegaban. Sus miradas estaban absortas en la pantalla de la televisión. ¿De verdad estaban tan ocupados en la telenovela?Ciprian era una mala influencia para todos, había que admitirlo, pero, ¿mi padre? ¿De verdad lo estaba obsesionando a él?—Baja la voz —musitó Ciprian sin apartar la vista de la pantalla—. Es el clímax del episodio.Mi ceja se arqueó automáticamente. ¿Ahora de qué rayos estaba hablando? —¿El qué? —cuestioné demostrando mi confusión; sin embargo, el descarado me ignoró. ¿Y se hacía llamar mi hermano?—Shhh —fue la única respuesta que recibí de mi propio padre, que ahora se inclinaba hacia delante, claramente absorto en la telenovela. Como si eso fuera lo más importante del mundo y se le olvidara que era un hombre de negocios que debía centrarse pre
La noche había caído cuando finalmente dejamos la mansión Beauregard y nos dirigimos de regreso a mi departamento. La ciudad pasaba de largo con su maraña de luces y sombras, reflejándose en el parabrisas del auto. A pesar del cansancio que sentía, no iba a dejar pasar la oportunidad de molestar un poco más a Arzhel.Me acomodé en el asiento del copiloto, girando levemente el rostro para observar su perfil mientras conducía. Su mandíbula estaba tensa, su expresión serena, pero había una rigidez en sus movimientos que delataba algo más.—Entonces, ¿nada que decir? —insistí con una sonrisa traviesa, crucé las piernas con tranquilidad, como si no estuviera intentando sacarle una confesión.Él mantuvo la vista fija en la carretera, su agarre en el volante tan firme como su compostura. Pero logré ver un atisbo de sonrisa en sus labios, parecía que se estaba forzando a mantener la apariencia de un hombre impasible.—No veo la necesidad de hacerlo, princesa.—Ah, claro. Porque no fue un plan
Las luces de la ciudad brillaban a través de las cortinas entreabiertas de mi departamento, proyectando sombras alargadas en las paredes. La noche se sentía más tranquila de lo normal, como si el mundo estuviera en pausa, alerta. Me encontraba sentada en el sofá con las piernas dobladas bajo mí, sosteniendo una taza de té caliente entre las manos mientras miraba hacia la ventana.El silencio era inusual. No porque no me hubiera acostumbrado a la calma, sino porque por primera vez en mucho tiempo, no sentía la presencia de un enemigo acechando en cada esquina.Teresa ya no representaba una amenaza.Ese pensamiento seguía acomodándose en mi mente como un huésped no deseado. No importaba cuántas veces lo repitiera, todavía me costaba asimilarlo. Teresa, la mujer que había manipulado mi vida, que había intentado destruir a mi padre, que me había arrebatado años de mi existencia, estaba acabada.Encerrada.Derrotada.La imagen de su rostro cuando la vi por última vez en la prisión seguía g
Me quedé mirándolo fijamente, atrapada en el azul profundo de sus ojos, esos que siempre parecían leer cada pensamiento mío antes de que pudiera expresarlo en palabras. Su mirada penetrante me atravesaba como si pudiera ver más allá de las capas de mi ser, descubriéndome por completo.La calidez de su presencia me envolvía, como un refugio seguro al que podía rendirme sin miedo, sin reservas. Pero sabía, muy en el fondo, que este momento de calma no duraría para siempre. Algo siempre nos separaba, algo siempre nos alejaba.—Tienes razón. —Murmuré, mis dedos trazando la tela de su camisa, sintiendo el calor bajo mis yemas, el latido de su corazón, como si él mismo fuera una extensión de mí. Como si esa proximidad, por pequeña que fuera, me diera fuerzas para continuar.No podía dejar de pensar en lo que me esperaba, en la huida que ya había decidido.—Podremos seguir con nuestra vida… cuando ninguno de los dos esté. —sentencié con mi voz saliendo más baja de lo que pretendía, cargada c
El comienzo de la mañana fue tenso, como una cuerda a punto de romperse. La reunión en la villa Lancaster se desarrollaba con una calma aparente, pero bajo la superficie, todos sabíamos que algo estaba a punto de estallar.Ciprian, con su expresión de siempre, indiferente y calculadora, escuchaba cada palabra del plan sin decir mucho.Arzhel, en cambio, permanecía con los brazos cruzados y el ceño fruncido, como si cada palabra que saliera de nuestras bocas le hiciera más difícil respirar. A pesar de su usual calma, conocía cada uno de los gestos de Arzhel. Y este en particular significaba solo una cosa: no estaba completamente de acuerdo.—Si vas a hacerlo, que sea rápido. —Finalmente, Ciprian rompió el silencio, su tono era bajo, firme, mientras se apoyaba contra la mesa, sus brazos estaban extendidos como si tratara de demarcar el espacio en la habitación. Su mirada estaba fija en mí, evaluando cada palabra que salía de mi boca—. Entre más tiempo pases con ese tipo, más posibilidad
El auto avanzaba lentamente por el sendero, el sonido de las ruedas sobre la grava rompía el silencio que había caído sobre nosotros. La oscuridad de la noche era casi absoluta, solo interrumpida por las luces lejanas de la ciudad que se desvanecían a medida que avanzábamos.El aire fresco entraba por la ventana, y aunque estaba fría, no lograba disipar la tensión que sentía apretando mi pecho.Rune conducía sin prisa, pero su presencia en el asiento del conductor me parecía aún más intimidante. Sabía que estaba jugando su juego, confiando en mi actuación, y aunque me esforzaba por mantener la compostura, la verdad era que cada movimiento de su cuerpo, cada palabra que decía, aumentaba la presión sobre mí.—Estamos cerca. —Su voz me sacó de mis pensamientos, y me volví hacia él, como si realmente tuviera curiosidad por lo que me diría a continuación.—¿Dónde exactamente? —pregunté, dándole la oportunidad de darme más detalles, como si no supiera ya que se dirigía a algún lugar apartad
El primer día en la cabaña transcurrió en un silencio que oscilaba entre lo cómodo y lo inquietante. Era un nuevo comienzo para Rune y para mí, el boleto para obtener mi ansiada libertad, para dejar atrás el dolor y sufrimiento del pasado, para olvidarme del cómo este hombre destruyó todo lo que había en mí.Cuando desperté, por un breve instante, olvidé dónde estaba. La suavidad de la cama, el tenue resplandor del sol filtrándose por la ventana y el sonido lejano de los árboles me hicieron pensar que todo era normal, que estaba en casa. Pero entonces, el peso de la realidad me golpeó y recordé.No estaba en casa.Estaba con Rune.Giré la cabeza lentamente y lo vi allí, acostado a mi lado. Su respiración era tranquila, su rostro relajado. Por un momento, parecía el hombre que alguna vez conocí, el que me sonreía con calidez y decía que me amaba sin una pizca de mentira en su voz. Durante un instante, los recuerdos de lo que fue me invadieron. ¿En qué momento cambió?Me quedé observánd
El segundo día en la cabaña comenzó con una extraña sensación de déjà vu, como si todo lo que estaba viviendo ya hubiera ocurrido antes, solo que en una versión diferente, en un tiempo que ya no existía.El amanecer llegó sin prisa, trayendo consigo el aroma del café recién hecho y el sonido de la leña crujir en la chimenea. Era un escenario casi poético, el tipo de imagen que alguna vez imaginé cuando Rune y yo éramos diferentes, cuando todo parecía más sencillo, cuando todavía era posible un futuro juntos.Excepto que ahora no lo era.Me giré lentamente en la cama, sintiendo el peso de la frazada sobre mi cuerpo, como una especie de ancla que me mantenía allí. Por un breve momento, consideré quedarme allí todo el día, fingir que estaba demasiado cansada para salir, pero sabía que eso levantaría sospechas. Rune estaba intentando acercarse, y si notaba que yo me alejaba, si sentía que le daba la espalda de nuevo, sospecharía. Mi libertad dependía de que todo pareciera natural, que mi