El primer día en la cabaña transcurrió en un silencio que oscilaba entre lo cómodo y lo inquietante. Era un nuevo comienzo para Rune y para mí, el boleto para obtener mi ansiada libertad, para dejar atrás el dolor y sufrimiento del pasado, para olvidarme del cómo este hombre destruyó todo lo que había en mí.Cuando desperté, por un breve instante, olvidé dónde estaba. La suavidad de la cama, el tenue resplandor del sol filtrándose por la ventana y el sonido lejano de los árboles me hicieron pensar que todo era normal, que estaba en casa. Pero entonces, el peso de la realidad me golpeó y recordé.No estaba en casa.Estaba con Rune.Giré la cabeza lentamente y lo vi allí, acostado a mi lado. Su respiración era tranquila, su rostro relajado. Por un momento, parecía el hombre que alguna vez conocí, el que me sonreía con calidez y decía que me amaba sin una pizca de mentira en su voz. Durante un instante, los recuerdos de lo que fue me invadieron. ¿En qué momento cambió?Me quedé observánd
El segundo día en la cabaña comenzó con una extraña sensación de déjà vu, como si todo lo que estaba viviendo ya hubiera ocurrido antes, solo que en una versión diferente, en un tiempo que ya no existía.El amanecer llegó sin prisa, trayendo consigo el aroma del café recién hecho y el sonido de la leña crujir en la chimenea. Era un escenario casi poético, el tipo de imagen que alguna vez imaginé cuando Rune y yo éramos diferentes, cuando todo parecía más sencillo, cuando todavía era posible un futuro juntos.Excepto que ahora no lo era.Me giré lentamente en la cama, sintiendo el peso de la frazada sobre mi cuerpo, como una especie de ancla que me mantenía allí. Por un breve momento, consideré quedarme allí todo el día, fingir que estaba demasiado cansada para salir, pero sabía que eso levantaría sospechas. Rune estaba intentando acercarse, y si notaba que yo me alejaba, si sentía que le daba la espalda de nuevo, sospecharía. Mi libertad dependía de que todo pareciera natural, que mi
La noche seguía su curso, y el silencio entre nosotros se fue aligerando con las pequeñas bromas que Rune hacía, como si intentara devolverme la sensación de complicidad que alguna vez tuvimos. Pero no podía permitirme ser arrastrada por su encanto otra vez. Esta cena, todo este esfuerzo, era parte de su juego, y yo no iba a caer en la trampa.El viento susurraba suavemente entre los árboles, y la luz de las velas continuaba parpadeando de una manera casi hipnótica. Los reflejos del lago daban la sensación de que la noche tenía vida propia, como si el entorno se hubiera alineado para crear la atmósfera perfecta. Pero no dejé que eso me distrajera.Rune estaba en su elemento, cómodo, mostrando una faceta de sí mismo que intentaba transmitir calidez, cercanía, confianza. Era una fachada que había aprendido a construir con el tiempo, pero yo la conocía demasiado bien. Lo observé mientras reía por algo que acababa de decirme, pero en lugar de unirme a su risa, me quedé pensativa. Sabía qu
—Lo siento, no debí haber dicho eso —se disculpó sin pensarlo dos veces.—Yo también me disculpo, tampoco debí haber traído el pasado a este momento, ¿cierto?—¿Entonces estamos bien? —cuestionó elevando una de sus cejas, sus ojos brillaban como si estuviera pidiendo otra oportunidad.—Sí, estamos bien —sonreí para esfumar la tensión del momento. Debía mantenerme enfocada en el plan.La noche parecía haberse alargado de una forma extraña, como si los minutos se estiraran y todo se moviera en cámara lenta. La velada continuó con una ligereza inusual, un respiro de la constante tensión que había rodeado mis interacciones con Rune hasta ahora.La habitación, que estaba siendo bañada en la luz suave de la luna, se volvió un espacio acogedor y, de alguna manera, ajeno a lo que en verdad estaba sucediendo entre nosotros. Rune pareció percibirlo, o quizás lo interpretó como una señal de progreso, y se relajó, mostrándome un lado de él que no veía desde hacía años.Su risa era más genuina, su
Cuando abrí los ojos esa mañana, lo primero que sentí fue el peso del brazo de Rune aún sobre mi cintura. No había cambiado de posición en toda la noche. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo, pero traté de mantener la calma. Recordé dónde estaba, lo que debía hacer y, sobre todo, que no podía dejar que los recuerdos de anoche me afectaran.Me giré con cuidado, sin despertarlo, encontrándome con su rostro relajado. Estaba tan tranquilo, casi inocente, como si estuviera soñando con un futuro en el que todo lo que estábamos viviendo fuera real, como si en su mente todo volviera a ser como antes. Pero no lo era. No podía serlo. Había demasiadas sombras en su pasado, demasiadas mentiras que habían dejado marcas irreparables. Y esas huellas no desaparecen con caricias o promesas vacías.Con delicadeza, deslicé su brazo lejos de mi cuerpo, asegurándome de no hacer ruido. Me levanté de la cama y caminé hasta la ventana, buscando la paz en el paisaje que se extendía frente a mí. Este lugar, q
La tienda tenía un aroma cálido a madera y perfume floral, creando un ambiente acogedor, con luces suaves que hacían un contraste perfecto con el frío que reinaba afuera. Las prendas estaban cuidadosamente organizadas, y los maniquíes lucían ropa tanto casual como elegante.Rune caminaba a mi lado, fingiendo que no tenía control sobre nuestros movimientos. Pero yo ya sabía la verdad. Él pensaba que estaba atrapada en su telaraña, creyendo que cada paso que daba, cada decisión que tomaba, era porque él me había guiado hasta allí. Pero estaba equivocándose. Yo tenía mis propios planes.—¿Qué opinas de esto? —pregunté con una sonrisa, levantando un vestido rojo brillante, ajustado al cuerpo con un escote pronunciado en la espalda.La expresión de Rune cambió al instante. Su mirada recorrió el vestido y luego volvió a encontrar la mía, como si tratara de leer algo entre líneas.—Es… atrevido —dijo, su tono una mezcla de sorpresa y aprobación.Me mordí el labio inferior, dejando que un ati
Ciprian apareció en la puerta con una sonrisa burlona, sacudiéndose el polvo de las manos como si acabara de terminar el trabajo más sencillo del mundo. Estaba tan tranquilo, como si lo que acababa de hacer fuera lo más común, como si hubiera entregado un paquete en vez de enviar a un hombre inconsciente al degolladero.—El cerdo ya está en el camión con Cristopher —dijo, con una calma que casi parecía una burla, como si habláramos de cualquier cosa menos de la situación que teníamos entre manos—. Tenemos treinta minutos antes de que despierte, así que si quieren seguir abrazados como dos adolescentes enamorados, este es el momento.Arzhel y yo no nos soltamos. Ni siquiera nos inmutamos.Ciprian arqueó una ceja, claramente esperando que reaccionáramos como siempre. Me imaginaba que esperaba ver mi rostro rojo como un tomate o a Arzhel incómodo, retrocediendo y aclarando la garganta, avergonzado por la situación. Pero no hubo nada de eso. Esta vez no.Arzhel me abrazó con más firmeza,
La cabaña estaba envuelta en la misma sombra macabra de aquella noche.El aire olía a madera húmeda y cenizas de recuerdos podridos. Este era el lugar perfecto para terminar lo que él mismo había comenzado, un escenario sombrío para la culminación de nuestra historia.Rune, quien había sido el artífice de muchas tragedias, ahora era la víctima. Yacía inconsciente en el suelo, su respiración pesada y su ceño fruncido, como si todavía estuviera atrapado en un sueño perturbador, una mueca de incomodidad que reflejaba lo que estaba por venir. No había escape. La red de mentiras, de dolor, de decisiones equivocadas que había tejido lo había atrapado en su propia trampa.Ciprian chasqueó la lengua con diversión mientras terminaba de atarlo con una precisión casi artística. Las cuerdas se ajustaban alrededor de su torso y piernas, asegurándolo con fuerza a la silla de madera maciza, que a su vez estaba firmemente clavada al piso. No había forma de que pudiera liberarse, y él lo sabía. Lo est