La noche estaba tan tranquila como podía esperarse después de un día lleno de caras falsas. Mientras estacionaba el auto frente a mi apartamento, me sentía extrañamente ansiosa. Tal vez era el cúmulo de emociones, o quizás solo era mi instinto diciéndome que algo estaba fuera de lugar.Y, como ya sabrán, siempre pasa algo cuando esta sensación me invade, por eso mismo, subí las escaleras con rapidez, dejé que mis tacones resonaran en los pasillos. Al llegar a mi puerta, me detuve en seco. Estaba entreabierta.—¿Qué demonios…? —susurré mientras el corazón me latía a toda velocidad.Cerré los ojos un segundo, tratando de calmar mis pensamientos. Pensé en todas las posibles explicaciones, pero ninguna era suficiente para justificar lo que veía. ¿Había olvidado cerrar bien? No, era cuidadosa con esas cosas. ¿Cristopher? No, él era aún más paranoico que yo cuando se trataba de seguridad.Empujé la puerta con cautela, pero lo que vi al otro lado me dejó completamente desconcertada. Mi sala
Había intentado convencer a Arzhel de que no podía quedarse en mi apartamento durante más de lo que parecían treinta minutos. Su presencia comprometía la narrativa de nuestra supuesta separación y pondría en peligro los pasos que cuidadosamente estábamos ejecutando contra Teresa.—No puedes quedarte aquí. —Le dije por milésima vez, cruzándome de brazos mientras él se apoyaba en la pared, tan relajado como si no tuviera nada mejor que hacer.—Escucha, princesa, tengo una idea para que no sea sospechoso. —Su sonrisa tenía ese toque travieso que siempre me hacía querer darle un golpe en el brazo—. ¿Qué tal si empiezo a visitarte oficialmente como tu «exprometido arrepentido»? Podría parecer que estoy intentando reconquistarte, y así justificamos mis visitas.Lo miré con incredulidad, pensando en lo absurdo de su propuesta… aunque, siendo honesta, tenía sentido.—No sé… Suena como algo que podría complicarse.—¿Complicarse? —intervino Cristopher, sentado en el sillón con una taza de café
La noche anterior había sido crucial. Arzhel, Cristopher, mi padre y yo habíamos acordado que el siguiente movimiento sería definitivo. La idea de filtrar información sobre los crímenes de Teresa era peligrosa, pero necesaria. Cada uno tendría un papel específico en esta última etapa, y aunque fingir estar de su lado se volvía cada vez más difícil, sabía que era esencial para que todo saliera según lo planeado.A la mañana siguiente, papá y yo discutíamos los pendientes en la oficina. Mientras revisaba unos documentos, su voz interrumpió el leve murmullo de los teclados.—¿Cómo te sientes con todo esto, Kenna? —preguntó mientras repasaba una lista de reuniones que teníamos programadas para la semana.—¿Con qué exactamente? —indagué, fingiendo estar más distraída de lo que realmente estaba.—Con todo. La estrategia, la presión de tener que fingir frente a Teresa, y lo que pasará cuando todo salga a la luz.Lo miré por un momento, permitiéndome una pausa antes de responder.—Es complica
Esa noche en el apartamento, Arzhel, Cristopher y yo nos reunimos alrededor de la pequeña mesa del comedor. Había una energía tensa y calculadora, justo como en las películas de agentes secretos, con un plan casi perfecto, mientras cada uno repasaba los detalles del juicio de Rune.Cristopher había traído consigo una carpeta llena de documentos, notas y grabaciones que había recopilado meticulosamente. Su expresión era seria, como si cada página representara un paso más hacia nuestro objetivo final.—Tenemos que hacer esto bien. —Los miré con detenimiento a ambos—. No podemos arriesgarnos a que todo se derrumbe antes de tiempo.—El plan es sencillo: redirigir la atención del caso hacia Teresa y Nessa. Hacer que Rune quede como un peón, alguien manipulado por ellas, y exponer las pruebas clave justo en el momento adecuado —continuó Arzhel.—Eso significa que tenemos que ser precisos. —añadió Cristopher, colocando un par de hojas frente a nosotros—. Aquí están las declaraciones de los e
La hora del juicio llegó con una tensión que se sentía en el aire como una tormenta inminente. Me tomé un descanso en el apartamento antes de que todo comenzara. El apartamento estaba inusualmente silencioso, como si incluso Cristopher hubiera decidido darme un poco de espacio. Él no estaría presente en el juicio; sabía que sería un riesgo innecesario que pusiera en peligro todo lo que habíamos planeado.Arzhel estaba en la cocina, preparando unas tostadas. Su mirada se encontró con la mía cuando entré al lugar. Todo estaba saliendo bastante bien hasta ese instante, debíamos tener nuestra guardia alta, mientras aseguramos todo lo que habíamos construido.—Hoy es el gran día. —dijo con una leve sonrisa, aunque su voz estaba cargada de seriedad.—Sí, y no podemos permitirnos un solo error. —respondí, tomando la tostada que me ofreció—. Todo tiene que salir como lo planeamos.—Y saldrá. —aseguró, colocando una mano en mi hombro—. Teresa no tendrá idea de lo que se avecina.El tribunal es
El taxi avanzaba con lentitud por las calles de la ciudad, pero mi mente iba a toda velocidad. Cada paso que dábamos en este plan se volvía más peligroso, cada jugada más arriesgada. La desaparición de Patricia era una carta clave, una que habíamos jugado en el momento justo, pero no podía evitar sentirme como si estuviera caminando sobre una cuerda floja.Cuando finalmente llegué frente a la casa de Nessa, me tomé un momento antes de bajar del taxi. Inspiré profundamente, ajusté mi bolso y me preparé para enfrentar a las dos víboras que estaban al acecho en su interior. Sabía que mi retraso levantaría sospechas, pero tendría que manejarlo con cuidado.Al entrar, la tensión en el ambiente era palpable. Teresa estaba de pie cerca de la chimenea, con los brazos cruzados y la mandíbula apretada, mientras Nessa estaba sentada en el sofá, tamborileando los dedos contra el brazo de la silla con evidente nerviosismo. Ambas levantaron la mirada al verme entrar.—Por fin llegas —espetó Teresa,
El aire en la sala de audiencias estaba cargado de tensión, como si cada respiración de los presentes pudiera desencadenar una tormenta. Las luces fluorescentes iluminaban el rostro de Teresa, quien, por primera vez desde que todo había comenzado, parecía vulnerable. Nessa, a su lado, intentaba mantener la compostura, pero sus manos entrelazadas temblaban de manera notable.Yo estaba sentada junto a papá, con Arzhel detrás de mí. Sabía que Cristopher estaba siguiendo todo desde una distancia segura, probablemente desde algún lugar en el que pudiera vigilar cualquier movimiento sospechoso. Mi mente era un torbellino, pero mi rostro permanecía impasible.La audiencia adicional era la última oportunidad para demostrar que Teresa y Nessa tenían algo que ver con las irregularidades descubiertas en las empresas de mi padre y, por supuesto, los crímenes del pasado que habíamos recopilado con tanto cuidado.El juez entró en la sala, y todos nos pusimos de pie. Su presencia imponía respeto, y
Las visitas a la prisión siempre tenían un aire lúgubre, incluso para alguien que, como yo, había aprendido a lidiar con escenarios oscuros y tensos. Pero esa vez, mientras el guardia me acompañaba por los pasillos fríos y estrechos, mi mente estaba ocupada en las piezas finales de nuestro plan. Teresa y Nessa estaban bajo custodia, sus movimientos limitados, y todo lo que había estado construyendo desde el inicio se estaba alineando a la perfección.Cuando llegué a la sala de visitas, Rune ya estaba sentado al otro lado del cristal. Su apariencia había cambiado; parecía menos altivo, más cansado, aunque seguía manteniendo esa mirada que intentaba proyectar confianza.Sabía que verlo era una apuesta, pero si todo salía bien, sería la última pieza del rompecabezas para asegurar la caída de Teresa y Nessa. No solo eso, sino que la suya propia.Le sonreí con amabilidad mientras me sentaba frente a él, levantando el teléfono para que pudiéramos hablar. Él hizo lo mismo, sus ojos brillaban