Ambos nos instalamos en la sala, era hora de ver lo que mi padre y Teresa harían por sí mismos. Mi padre tendría que abrir los ojos por fin y entender que ella no era una buena compañía, sino que quería quitarle todo lo que con esfuerzo llegó a conseguir.Al encender la pantalla, Raiden, mi padre, estaba atado a una silla en el centro del sótano. Su expresión era una mezcla de ira y confusión, y aunque estaba tratando de mantener la compostura, se veía claro que no entendía lo que estaba pasando. Frente a él, Ciprian y dos de sus hombres estaban de pie, lucían imponentes y su presencia era un poco aterradora.Desvié mis ojos para ver la reacción de Arzhel, pero él estaba concentrado en lo que sucedería a continuación.—¿Qué demonios quieren de mí? —preguntó mi padre. Su voz estaba cargada de indignación, aunque había un matiz de nerviosismo en ella.Ciprian, con su acostumbrada calma, se paseó por la sala como si fuera un león dispuesto a encerrar a su víctima, se inclinó ligeramente
—¿Kenna? —susurró él con un gesto de confusión—. ¿De verdad eres tú, Aideen? —Su voz salía casi como un susurro, como si él intentara convencerse a sí mismo de lo que estaba sucediendo.Mis ojos estaban inundados por las lágrimas, mi corazón latía con fuerza, mis labios estaban apretados, ayudándome a mantener la calma.—Sí, soy yo, Aideen… papá —dije con dificultad, porque si abría más mi bocota, terminaría siendo una fuente inagotable de lágrimas.Me acerqué a él con pasos lentos, con cuidado. Tenía miedo de que él desapareciera en frente de mí, y la idea de que él no me creyera me aterraba. Cuando estuvimos a una distancia considerable, mi corazón parecía querer dar un vuelco, mis pies no respondían con normalidad.Me observó con detenimiento, como si estuviera buscando algo en ellos. ¿Una señal de que yo era quien decía ser o una muestra de que estuviera mintiendo?—¿De verdad eres tú? ¿Cómo no lo supe desde antes? —Su voz era suave, como si estuviera obligándose a creerlo.¿Y si
—No puedo imaginar por lo que tuviste que pasar… —murmuró finalmente, su voz se quebró ligeramente.—Eso no importa ahora. —Respondí, mi voz seguía temblorosa, pero mantenía ese matiz de firmeza—. Lo que importa ahora es que tenemos una oportunidad de arreglar todo esto, de hacerles pagar lo que hicieron, y créeme que no seré nada condescendiente con ellos.Papá cerró los ojos, respirando profundamente, como si intentara reunir fuerzas. Sus manos apretaron las mías, su agarre era firme como si temiera que me desvaneciera si las soltaba.—¿Qué necesitas que haga? —preguntó, su tono ahora lleno de resolución.Su pregunta me llenó de una mezcla de alivio y tristeza. Era el hombre que siempre había conocido: dispuesto a proteger a su familia, incluso cuando todo parecía estar en su contra.—Primero, quiero que actúes como si no supieras nada. —Mi voz era más tranquila ahora, no obstante, con mis ojos le rogaba que era necesario mantener el secreto—. Teresa y Nessa no deben sospechar que e
El día había llegado, mi padre y yo sabíamos exactamente qué decir. Mi corazón latía con fuerza al poder tener nuevamente el destino de todos bajo mi poder, es decir, ahora no importaba lo que sucediera, yo tenía el derecho legal y reconocido por mi padre para actuar.De camino a la conferencia de prensa, Arzhel fue quien me mantenía un poco más calmada. Mi sangre hervía cada vez que pensaba en que ellas estaban seguras de quedarse con la herencia de mi familia; sin embargo, no tenían idea de con quién se metieron.Esto no era solo por mí, sino por mi padre y por mamá. Debía defender su legado.Todo lo que me hicieron pasar no fue más que para fortalecerme, porque, no lograron destruirme. Si me caigo, volveré a levantarme, y si debo sacrificarme para lograr mis objetivos, las arrastraré conmigo.—Estoy demasiado feliz de poder regresar a casa con mi hija —suspiró mi padre mientras tomaba mis manos entre las de él.—Sí, se siente irreal. A pesar de que supiera que este momento llegaría
Papá bajó de ese sitio y se acercó a nosotros con una expresión impasible; sin embargo, yo sabía que estaba luchando contra una mezcla de emociones: ira, decepción, tal vez incluso tristeza.—Bien hecho. —Le susurré, con una pequeña sonrisa, la cual se desvaneció un poco cuando Teresa se acercaba otra vez a él.—Raiden, ¿puedo hablar contigo un momento en privado? —preguntó. Su tono seguía siendo tan dulce que habría engañado a cualquiera. Él la miró fijamente durante unos segundos antes de asentir.La seguí con la mirada mientras se alejaban, pero antes de que pudiera moverme, sentí la mano de Arzhel apretando mi cintura.—Dale espacio. —Me susurró al oído—. Tu padre sabe lo que está haciendo y no debes levantar sospechas, ¿recuerdas? —susurró acercándome mucho más a él.Asentí, aunque la preocupación seguía presente en mi pecho. Era difícil no intervenir, no tomar el control, especialmente después de todo lo que había pasado, después de que esa mujer desagradable hubiera preferido p
Seguía conversando con Arzhel cuando sentí un agarre firme en mi brazo. El olor del costoso perfume de Nessa llegó a mí antes de que pudiera siquiera voltear la cabeza.—¿Qué demonios fue eso? —susurró mientras estábamos casi a la entrada del edificio. Su voz estaba cargada de frustración e ira contenida.Me di la vuelta con lentitud, mientras reunía toda mi paciencia para no actuar con impulsividad. Sus ojos estaban llenos de rabia, pero también de desesperación.—¿De qué hablas, Nessa? —cuestioné en un murmullo, como si no esperara que alguien más nos escuchara. Mi voz fingía perfectamente el tono de inocencia que ellas usaban de costumbre.—No te hagas la tonta, Kenna. —Apretó los dientes, sus uñas estaban casi clavándose en mi brazo—. ¿Por qué Raiden? —Corrigió rápidamente—. ¿Por qué papá te puso en esa posición? ¿Por qué no lo rechazaste?Su voz estaba al borde de quebrarse, pero no por tristeza, sino por frustración. Su máscara de perfección estaba comenzando a resquebrajarse, y
Cómo era de esperarse, la marioneta de las víboras se enderezó de inmediato, su sonrisa desapareciendo mientras se giraba para enfrentarlo. La presencia de Arzhel siempre era imponente, pero en ese momento parecía aún más intimidante. El pobre mojaría sus pantalones en cualquier instante.—Arzhel. —habló finalmente, adoptando una expresión de cordialidad que claramente era forzada—. Solo estaba ofreciéndole mi ayuda a Kenna, ya que ahora tiene un papel importante en la empresa de mi suegro.En cuanto a Arzhel, él no respondió de inmediato, sus ojos se movieron lentamente hacia mí, como si quisiera confirmar que todo estaba bajo control. Le di un pequeño asentimiento con una pequeña sonrisa.Que él se preocupara por mí, me llenaba de una sensación de calidez y seguridad.—Agradezco tu preocupación por mi prometida. —contestó mientras se acercaba más a mí y ponía una de sus manos en mi espalda de manera protectora—. Pero estoy seguro de que tiene todo el apoyo que necesita.El desgracia
Finalmente, abrí la boca para responder, pero Arzhel levantó una mano y con suavidad puso su índice sobre mis labios, interrumpiéndome antes de que pudiera decir algo. No había ninguna señal de brusquedad en su gesto, solo, una señal de que necesitaba aclarar su punto.—No tienes que decir nada todavía. —susurró, inclinándose un poco hacia mí, su mirada sobre mí era intensa; sin embargo, mantenía esa calma que lo caracterizaba, en una forma más dulce de lo que otros podrían haber visto—. Solo quería ver cómo reaccionabas. Necesitaba asegurarme de que no saldrías corriendo o me lanzarías algo a la cabeza.Una pequeña risa escapó de mis labios. Esta era su manera de aligerar el ambiente, o de quitar un poco de la presión que sentía sobre mis hombros. Debo aclarar que a ese hombre le daría mi sí, incluso aunque perdiera todo su dinero.—¿De verdad crees que soy capaz de algo así? —indagué, cruzando los brazos mientras una sonrisa se asomaba en mis labios.—Definitivamente. —soltó sin señ