Cómo era de esperarse, la marioneta de las víboras se enderezó de inmediato, su sonrisa desapareciendo mientras se giraba para enfrentarlo. La presencia de Arzhel siempre era imponente, pero en ese momento parecía aún más intimidante. El pobre mojaría sus pantalones en cualquier instante.—Arzhel. —habló finalmente, adoptando una expresión de cordialidad que claramente era forzada—. Solo estaba ofreciéndole mi ayuda a Kenna, ya que ahora tiene un papel importante en la empresa de mi suegro.En cuanto a Arzhel, él no respondió de inmediato, sus ojos se movieron lentamente hacia mí, como si quisiera confirmar que todo estaba bajo control. Le di un pequeño asentimiento con una pequeña sonrisa.Que él se preocupara por mí, me llenaba de una sensación de calidez y seguridad.—Agradezco tu preocupación por mi prometida. —contestó mientras se acercaba más a mí y ponía una de sus manos en mi espalda de manera protectora—. Pero estoy seguro de que tiene todo el apoyo que necesita.El desgracia
Finalmente, abrí la boca para responder, pero Arzhel levantó una mano y con suavidad puso su índice sobre mis labios, interrumpiéndome antes de que pudiera decir algo. No había ninguna señal de brusquedad en su gesto, solo, una señal de que necesitaba aclarar su punto.—No tienes que decir nada todavía. —susurró, inclinándose un poco hacia mí, su mirada sobre mí era intensa; sin embargo, mantenía esa calma que lo caracterizaba, en una forma más dulce de lo que otros podrían haber visto—. Solo quería ver cómo reaccionabas. Necesitaba asegurarme de que no saldrías corriendo o me lanzarías algo a la cabeza.Una pequeña risa escapó de mis labios. Esta era su manera de aligerar el ambiente, o de quitar un poco de la presión que sentía sobre mis hombros. Debo aclarar que a ese hombre le daría mi sí, incluso aunque perdiera todo su dinero.—¿De verdad crees que soy capaz de algo así? —indagué, cruzando los brazos mientras una sonrisa se asomaba en mis labios.—Definitivamente. —soltó sin señ
La tensión en la mesa era tan palpable que casi podía cortarse con un cuchillo. Ese par de víboras se acomodaron en las sillas que habían tomado sin invitación, cada uno con una sonrisa tan false que hasta un ciego lo notaría.—Es curioso —dijo Rune, inclinándose ligeramente hacia Arzhel—, siempre pensé que eras más protector con tus cosas, Whitfield.Mi prometido elevó una ceja, sus labios formaron una media sonrisa que no tenía nada de amistosa. Su postura era tan indescifrable que una pequeña sonrisa se posó en mis labios. Algo me decía que ellos estarían en un tira y afloja toda esa noche.—Lo soy. —Respondió con calma, y sus ojos fijos en Rune—. Lo que pasa es que no considero que todo lo que brilla sea digno de proteger. Si sabes a lo que me refieroLos ojos del desgraciado destellaron momentáneamente con irritación, pero lo ocultó con una carcajada ligera, como si fuera una habitual broma de amigos.Mientras ellos intercambiaban palabras cargadas de dobles intenciones, noté cóm
En la mañana siguiente, Arzhel se encontraba al volante, mientras mi gran y curiosa mente imaginaba todos los escenarios posibles de cómo terminó la noche para ese par de víboras. Una pequeña risa se escapó de mis labios mientras los imaginaba corriendo al baño a cada segundo, o lo mucho que podrían quejarse, pues, ambos, no tenían una buena resistencia al dolor, una gripe, parecía torturarlos.A medida que pasaban los segundos, ya no podía disimular más, llamando la atención de Arzhel, quien, me miraba con el ceño fruncido. Quizá estaba actuando como una completa loca en ese momento, o lo había tomado por sorpresa.—¿Qué es tan gracioso, princesa? —susurró dándome un vistazo rápido.Mis ojos se centraron en su rostro, peor antes de que pudiera decir algo, estallé en una risa incontrolable. No sabía exactamente qué me estaba pasando, pero la verdad era que, obtener diversión a costa de ese par, era demasiado bueno como para negarse.—No, nada —intenté mantener mi semblante serio; sin
El rostro de mi padre se endureció al escuchar mis palabras. Su expresión, que usualmente era tranquila y calculadora, ahora estaba teñida de incredulidad y enojo. No era común verlo perder la compostura, pero esta vez, parecía estar al borde de hacerlo.Y no era para menos, pues, se estaba dando cuenta de la cantidad de mentiras con las que había lidiado sin saber durante estos años.—¿De verdad Nessa y Rune hicieron eso? —Sus ojos estaban clavados en los míos mientras buscaba alguna señal de duda en mi rostro—. Drogarlos… ¿a ti y a Arzhel? ¿Para que tuvieran un hijo fuera del matrimonio?—Lo hicieron, papá. —Asentí con lentitud, temiendo por un momento que no me creyera, una parte de mí aún dudaba de cómo reaccionaría. Lo último que quería era que pensara que estaba exagerando o inventando cosas—. Lo planeaban todo. Sabían que, si eso sucedía, podrías haberte puesto en nuestra contra. Todos sabemos lo mucho que estás en contra de hijos ilegítimos, por lo que, si nosotros dos, como p
Sin duda alguna, ella estaba intentando dar un golpe demasiado bajo. No tenía idea de que el hombre que estaba delante de mí era mi padre, no sabía en lo absoluto que logré vivir incluso con las probabilidades en mi contra. No importaba, porque ahora no me detendría hasta destruirlos por completo, hasta vengarme de lo que hicieron y verlas pudrirse detrás de una reja, porque incluso la muerte sería un premio dulce para ellas.Mi sangre hervía mientras ordenaba en mi mente los pasos que tendríamos que dar. No iba a permitir que Teresa continuara manipulando a mi padre, mucho menos que esa bruja y su hija siguieran intentando destruir lo que quedaba de mi familia. Mi mente trabajaba a toda velocidad, y aunque me esforzaba por mantener la compostura, por dentro era un volcán a punto de estallar.—Esto sin duda debe de ser una broma de mal gusto —susurré intentando esconder todo mi descontento. El miedo de que papá creyera en sus mentiras crecía en medio del silencio, pues, hasta ahora,
—¿Vengarte de mí? —replicó, con una mezcla de incredulidad y diversión. Su postura cambió casi como si encontrara divertida mi sugerencia—. ¿Y cuál sería el motivo que te impulse a querer destruirme, princesa?—Diré que mi hermana falleció por tu culpa hace años. —Afirmé, notando cómo mi padre entrecerraba los ojos, mientras Arzhel se cruzaba de brazos.—Eso… es brillante. —Murmuró finalmente mi padre, asintiendo lentamente como si estuviera comenzando a visualizar el panorama completo—. Ellas no podrán resistirse a esa idea.—Exactamente, si Teresa cree que estoy en su contra y que quiero destruirlo, no solo me dejará entrar en su círculo, sino que también se confiará lo suficiente como para compartir más de sus planes.Arzhel permaneció en silencio unos segundos, evaluando mi propuesta. Finalmente, una sonrisa torcida apareció en sus labios.—Hay que admitirlo, princesa. Tienes una mente más retorcida de lo que esperaba.—Gracias, cariño. —Respondí con sarcasmo, aunque su aprobación
El resto del día transcurrió con una normalidad inquietante. Si algo sabía de Teresa, era que no dejaría pasar lo que había escuchado sin intentar obtener más información. Y no me equivoqué, justo cuando me preparaba para salir del edificio, mi teléfono vibró en el bolsillo. Al revisar la pantalla, un mensaje de la barracuda«Kenna, me gustaría que habláramos. ¿Puedes reunirte conmigo en el café cerca de la empresa?»Una pequeña sonrisa apreció en mis labios. El plan estaba yendo por buen camino, pues, esto era lo que queríamos, que la bruja esa se interesara por mí. Ahora, lo más importante era que mi habilidad de pensar con rapidez, no me fallara en ese momento.El café estaba tranquilo cuando llegué. Teresa ya me esperaba en una mesa junto a una de las ventanas; su postura, como siempre, era elegante, como si estuviera en completo control. Me acerqué con una sonrisa cortés, dispuesta a jugar en su mismo pasatiempo de engaños y mentiras.—Señora Beauregard. —La saludé mientras tomab