La tensión en la mesa era tan palpable que casi podía cortarse con un cuchillo. Ese par de víboras se acomodaron en las sillas que habían tomado sin invitación, cada uno con una sonrisa tan false que hasta un ciego lo notaría.—Es curioso —dijo Rune, inclinándose ligeramente hacia Arzhel—, siempre pensé que eras más protector con tus cosas, Whitfield.Mi prometido elevó una ceja, sus labios formaron una media sonrisa que no tenía nada de amistosa. Su postura era tan indescifrable que una pequeña sonrisa se posó en mis labios. Algo me decía que ellos estarían en un tira y afloja toda esa noche.—Lo soy. —Respondió con calma, y sus ojos fijos en Rune—. Lo que pasa es que no considero que todo lo que brilla sea digno de proteger. Si sabes a lo que me refieroLos ojos del desgraciado destellaron momentáneamente con irritación, pero lo ocultó con una carcajada ligera, como si fuera una habitual broma de amigos.Mientras ellos intercambiaban palabras cargadas de dobles intenciones, noté cóm
En la mañana siguiente, Arzhel se encontraba al volante, mientras mi gran y curiosa mente imaginaba todos los escenarios posibles de cómo terminó la noche para ese par de víboras. Una pequeña risa se escapó de mis labios mientras los imaginaba corriendo al baño a cada segundo, o lo mucho que podrían quejarse, pues, ambos, no tenían una buena resistencia al dolor, una gripe, parecía torturarlos.A medida que pasaban los segundos, ya no podía disimular más, llamando la atención de Arzhel, quien, me miraba con el ceño fruncido. Quizá estaba actuando como una completa loca en ese momento, o lo había tomado por sorpresa.—¿Qué es tan gracioso, princesa? —susurró dándome un vistazo rápido.Mis ojos se centraron en su rostro, peor antes de que pudiera decir algo, estallé en una risa incontrolable. No sabía exactamente qué me estaba pasando, pero la verdad era que, obtener diversión a costa de ese par, era demasiado bueno como para negarse.—No, nada —intenté mantener mi semblante serio; sin
El rostro de mi padre se endureció al escuchar mis palabras. Su expresión, que usualmente era tranquila y calculadora, ahora estaba teñida de incredulidad y enojo. No era común verlo perder la compostura, pero esta vez, parecía estar al borde de hacerlo.Y no era para menos, pues, se estaba dando cuenta de la cantidad de mentiras con las que había lidiado sin saber durante estos años.—¿De verdad Nessa y Rune hicieron eso? —Sus ojos estaban clavados en los míos mientras buscaba alguna señal de duda en mi rostro—. Drogarlos… ¿a ti y a Arzhel? ¿Para que tuvieran un hijo fuera del matrimonio?—Lo hicieron, papá. —Asentí con lentitud, temiendo por un momento que no me creyera, una parte de mí aún dudaba de cómo reaccionaría. Lo último que quería era que pensara que estaba exagerando o inventando cosas—. Lo planeaban todo. Sabían que, si eso sucedía, podrías haberte puesto en nuestra contra. Todos sabemos lo mucho que estás en contra de hijos ilegítimos, por lo que, si nosotros dos, como p
Sin duda alguna, ella estaba intentando dar un golpe demasiado bajo. No tenía idea de que el hombre que estaba delante de mí era mi padre, no sabía en lo absoluto que logré vivir incluso con las probabilidades en mi contra. No importaba, porque ahora no me detendría hasta destruirlos por completo, hasta vengarme de lo que hicieron y verlas pudrirse detrás de una reja, porque incluso la muerte sería un premio dulce para ellas.Mi sangre hervía mientras ordenaba en mi mente los pasos que tendríamos que dar. No iba a permitir que Teresa continuara manipulando a mi padre, mucho menos que esa bruja y su hija siguieran intentando destruir lo que quedaba de mi familia. Mi mente trabajaba a toda velocidad, y aunque me esforzaba por mantener la compostura, por dentro era un volcán a punto de estallar.—Esto sin duda debe de ser una broma de mal gusto —susurré intentando esconder todo mi descontento. El miedo de que papá creyera en sus mentiras crecía en medio del silencio, pues, hasta ahora,
—¿Vengarte de mí? —replicó, con una mezcla de incredulidad y diversión. Su postura cambió casi como si encontrara divertida mi sugerencia—. ¿Y cuál sería el motivo que te impulse a querer destruirme, princesa?—Diré que mi hermana falleció por tu culpa hace años. —Afirmé, notando cómo mi padre entrecerraba los ojos, mientras Arzhel se cruzaba de brazos.—Eso… es brillante. —Murmuró finalmente mi padre, asintiendo lentamente como si estuviera comenzando a visualizar el panorama completo—. Ellas no podrán resistirse a esa idea.—Exactamente, si Teresa cree que estoy en su contra y que quiero destruirlo, no solo me dejará entrar en su círculo, sino que también se confiará lo suficiente como para compartir más de sus planes.Arzhel permaneció en silencio unos segundos, evaluando mi propuesta. Finalmente, una sonrisa torcida apareció en sus labios.—Hay que admitirlo, princesa. Tienes una mente más retorcida de lo que esperaba.—Gracias, cariño. —Respondí con sarcasmo, aunque su aprobación
El resto del día transcurrió con una normalidad inquietante. Si algo sabía de Teresa, era que no dejaría pasar lo que había escuchado sin intentar obtener más información. Y no me equivoqué, justo cuando me preparaba para salir del edificio, mi teléfono vibró en el bolsillo. Al revisar la pantalla, un mensaje de la barracuda«Kenna, me gustaría que habláramos. ¿Puedes reunirte conmigo en el café cerca de la empresa?»Una pequeña sonrisa apreció en mis labios. El plan estaba yendo por buen camino, pues, esto era lo que queríamos, que la bruja esa se interesara por mí. Ahora, lo más importante era que mi habilidad de pensar con rapidez, no me fallara en ese momento.El café estaba tranquilo cuando llegué. Teresa ya me esperaba en una mesa junto a una de las ventanas; su postura, como siempre, era elegante, como si estuviera en completo control. Me acerqué con una sonrisa cortés, dispuesta a jugar en su mismo pasatiempo de engaños y mentiras.—Señora Beauregard. —La saludé mientras tomab
Al salir, la figura imponente de Arzhel estaba junto al auto, con las manos en los bolsillos y una expresión serena en su rostro. Sus ojos se encontraron con los míos por un momento, luego se desviaron hacia el interior del café, donde Teresa seguía observándonos a través del cristal.Era el momento perfecto para completar el acto.—Cariño. —Lo llamé con un tono dulce mientras me acercaba a él, dejando que mi voz se elevara lo suficiente para que Teresa pudiera escucharme.Sin dudarlo, rodeé su brazo con las manos, inclinándome hacia él como si no pudiera contener mi entusiasmo. Arzhel, como siempre, captó la señal al instante y se inclinó ligeramente hacia mí, colocando una mano en mi cintura.Antes de entrar al auto, me giré una última vez hacia Teresa y le dediqué una sonrisa cálida.—Gracias por el café, señora Beauregard. Fue un placer hablar con usted.Teresa inclinó la cabeza ligeramente en respuesta, pero su expresión era difícil de leer. Sabía que había plantado suficientes d
De regreso a casa, el ambiente fue sereno; no obstante, yo me mantenía un poco más callada de lo usual mientras observaba a la ventana. Ese día había estado cargado de emociones contradictorias, como si hubiera sido una montaña rusa llena de probabilidades y guerras silenciosas.Que Teresa estuviera más interesada en mí, era algo que seguía manteniéndome alerta para no cometer ninguna clase de error. Sabía que ella no actuaba sola y que tendría ojos en cualquier rincón de la empresa para conocer cada uno de mis movimientos. No era la primera vez que alguien lo haría, pero, la actuación debía extenderse a cada área de mi vida, salvo cuando Arzhel estuviera a mi lado, entonces ahí, solo ahí, podría ser yo misma, pero Teresa, ella creería que estoy actuando para atraparlo, para dejarlo en la ruina.Entramos a casa y, como era costumbre, Arzhel abría las puertas delante de mí, su mano permanecía en la mía, mientras su sonrisa se hacía cada vez más amplia.—¿Qué tal si tomamos un poco de v