—No puedo imaginar por lo que tuviste que pasar… —murmuró finalmente, su voz se quebró ligeramente.—Eso no importa ahora. —Respondí, mi voz seguía temblorosa, pero mantenía ese matiz de firmeza—. Lo que importa ahora es que tenemos una oportunidad de arreglar todo esto, de hacerles pagar lo que hicieron, y créeme que no seré nada condescendiente con ellos.Papá cerró los ojos, respirando profundamente, como si intentara reunir fuerzas. Sus manos apretaron las mías, su agarre era firme como si temiera que me desvaneciera si las soltaba.—¿Qué necesitas que haga? —preguntó, su tono ahora lleno de resolución.Su pregunta me llenó de una mezcla de alivio y tristeza. Era el hombre que siempre había conocido: dispuesto a proteger a su familia, incluso cuando todo parecía estar en su contra.—Primero, quiero que actúes como si no supieras nada. —Mi voz era más tranquila ahora, no obstante, con mis ojos le rogaba que era necesario mantener el secreto—. Teresa y Nessa no deben sospechar que e
El día había llegado, mi padre y yo sabíamos exactamente qué decir. Mi corazón latía con fuerza al poder tener nuevamente el destino de todos bajo mi poder, es decir, ahora no importaba lo que sucediera, yo tenía el derecho legal y reconocido por mi padre para actuar.De camino a la conferencia de prensa, Arzhel fue quien me mantenía un poco más calmada. Mi sangre hervía cada vez que pensaba en que ellas estaban seguras de quedarse con la herencia de mi familia; sin embargo, no tenían idea de con quién se metieron.Esto no era solo por mí, sino por mi padre y por mamá. Debía defender su legado.Todo lo que me hicieron pasar no fue más que para fortalecerme, porque, no lograron destruirme. Si me caigo, volveré a levantarme, y si debo sacrificarme para lograr mis objetivos, las arrastraré conmigo.—Estoy demasiado feliz de poder regresar a casa con mi hija —suspiró mi padre mientras tomaba mis manos entre las de él.—Sí, se siente irreal. A pesar de que supiera que este momento llegaría
Papá bajó de ese sitio y se acercó a nosotros con una expresión impasible; sin embargo, yo sabía que estaba luchando contra una mezcla de emociones: ira, decepción, tal vez incluso tristeza.—Bien hecho. —Le susurré, con una pequeña sonrisa, la cual se desvaneció un poco cuando Teresa se acercaba otra vez a él.—Raiden, ¿puedo hablar contigo un momento en privado? —preguntó. Su tono seguía siendo tan dulce que habría engañado a cualquiera. Él la miró fijamente durante unos segundos antes de asentir.La seguí con la mirada mientras se alejaban, pero antes de que pudiera moverme, sentí la mano de Arzhel apretando mi cintura.—Dale espacio. —Me susurró al oído—. Tu padre sabe lo que está haciendo y no debes levantar sospechas, ¿recuerdas? —susurró acercándome mucho más a él.Asentí, aunque la preocupación seguía presente en mi pecho. Era difícil no intervenir, no tomar el control, especialmente después de todo lo que había pasado, después de que esa mujer desagradable hubiera preferido p
Seguía conversando con Arzhel cuando sentí un agarre firme en mi brazo. El olor del costoso perfume de Nessa llegó a mí antes de que pudiera siquiera voltear la cabeza.—¿Qué demonios fue eso? —susurró mientras estábamos casi a la entrada del edificio. Su voz estaba cargada de frustración e ira contenida.Me di la vuelta con lentitud, mientras reunía toda mi paciencia para no actuar con impulsividad. Sus ojos estaban llenos de rabia, pero también de desesperación.—¿De qué hablas, Nessa? —cuestioné en un murmullo, como si no esperara que alguien más nos escuchara. Mi voz fingía perfectamente el tono de inocencia que ellas usaban de costumbre.—No te hagas la tonta, Kenna. —Apretó los dientes, sus uñas estaban casi clavándose en mi brazo—. ¿Por qué Raiden? —Corrigió rápidamente—. ¿Por qué papá te puso en esa posición? ¿Por qué no lo rechazaste?Su voz estaba al borde de quebrarse, pero no por tristeza, sino por frustración. Su máscara de perfección estaba comenzando a resquebrajarse, y
Cómo era de esperarse, la marioneta de las víboras se enderezó de inmediato, su sonrisa desapareciendo mientras se giraba para enfrentarlo. La presencia de Arzhel siempre era imponente, pero en ese momento parecía aún más intimidante. El pobre mojaría sus pantalones en cualquier instante.—Arzhel. —habló finalmente, adoptando una expresión de cordialidad que claramente era forzada—. Solo estaba ofreciéndole mi ayuda a Kenna, ya que ahora tiene un papel importante en la empresa de mi suegro.En cuanto a Arzhel, él no respondió de inmediato, sus ojos se movieron lentamente hacia mí, como si quisiera confirmar que todo estaba bajo control. Le di un pequeño asentimiento con una pequeña sonrisa.Que él se preocupara por mí, me llenaba de una sensación de calidez y seguridad.—Agradezco tu preocupación por mi prometida. —contestó mientras se acercaba más a mí y ponía una de sus manos en mi espalda de manera protectora—. Pero estoy seguro de que tiene todo el apoyo que necesita.El desgracia
Finalmente, abrí la boca para responder, pero Arzhel levantó una mano y con suavidad puso su índice sobre mis labios, interrumpiéndome antes de que pudiera decir algo. No había ninguna señal de brusquedad en su gesto, solo, una señal de que necesitaba aclarar su punto.—No tienes que decir nada todavía. —susurró, inclinándose un poco hacia mí, su mirada sobre mí era intensa; sin embargo, mantenía esa calma que lo caracterizaba, en una forma más dulce de lo que otros podrían haber visto—. Solo quería ver cómo reaccionabas. Necesitaba asegurarme de que no saldrías corriendo o me lanzarías algo a la cabeza.Una pequeña risa escapó de mis labios. Esta era su manera de aligerar el ambiente, o de quitar un poco de la presión que sentía sobre mis hombros. Debo aclarar que a ese hombre le daría mi sí, incluso aunque perdiera todo su dinero.—¿De verdad crees que soy capaz de algo así? —indagué, cruzando los brazos mientras una sonrisa se asomaba en mis labios.—Definitivamente. —soltó sin señ
La tensión en la mesa era tan palpable que casi podía cortarse con un cuchillo. Ese par de víboras se acomodaron en las sillas que habían tomado sin invitación, cada uno con una sonrisa tan false que hasta un ciego lo notaría.—Es curioso —dijo Rune, inclinándose ligeramente hacia Arzhel—, siempre pensé que eras más protector con tus cosas, Whitfield.Mi prometido elevó una ceja, sus labios formaron una media sonrisa que no tenía nada de amistosa. Su postura era tan indescifrable que una pequeña sonrisa se posó en mis labios. Algo me decía que ellos estarían en un tira y afloja toda esa noche.—Lo soy. —Respondió con calma, y sus ojos fijos en Rune—. Lo que pasa es que no considero que todo lo que brilla sea digno de proteger. Si sabes a lo que me refieroLos ojos del desgraciado destellaron momentáneamente con irritación, pero lo ocultó con una carcajada ligera, como si fuera una habitual broma de amigos.Mientras ellos intercambiaban palabras cargadas de dobles intenciones, noté cóm
En la mañana siguiente, Arzhel se encontraba al volante, mientras mi gran y curiosa mente imaginaba todos los escenarios posibles de cómo terminó la noche para ese par de víboras. Una pequeña risa se escapó de mis labios mientras los imaginaba corriendo al baño a cada segundo, o lo mucho que podrían quejarse, pues, ambos, no tenían una buena resistencia al dolor, una gripe, parecía torturarlos.A medida que pasaban los segundos, ya no podía disimular más, llamando la atención de Arzhel, quien, me miraba con el ceño fruncido. Quizá estaba actuando como una completa loca en ese momento, o lo había tomado por sorpresa.—¿Qué es tan gracioso, princesa? —susurró dándome un vistazo rápido.Mis ojos se centraron en su rostro, peor antes de que pudiera decir algo, estallé en una risa incontrolable. No sabía exactamente qué me estaba pasando, pero la verdad era que, obtener diversión a costa de ese par, era demasiado bueno como para negarse.—No, nada —intenté mantener mi semblante serio; sin