—No quiero… además no voy a importunarlo si está con su prometida— me levanto de donde estoy.
Todos se quedan boquiabiertos, se ven entre ellos y el silencio se vuelve molesto, incluso Eleonor me ve fijamente, no sé si lo hace por imitar a Hidden. Sus miradas se vuelven incómodas y poco a poco recuerdo el dolor que sentía la noche anterior, apoyo mi mano en la pared y empiezo a respirar para evitar llorar, no quiero hacerlo enfrente de ellos. Jenny llega por detrás, pone su mano en mi hombro y se asoma intentando hacer contacto visual, recorre su mano hasta que posa todo su brazo a lo largo de mis hombros y recarga su cabeza contra la mía. Se levanta Kuro y nos abraza a las dos.
—Lo siento, Salem— dice en voz baja Kuro y con su contacto no puedo evitar liberar esas lágrimas.
—¡Wao!… ¿quién lo diría?—, se acerca Rolo con una botella de tequila y me la ofrece.
—Primera y última vez que confío en un hombre— tomo la botella y bebo de ella como
Brooke Salem Es el día, me levanto y me baño, me visto, regreso a la rutina de comer con desconfianza de lo que me da Aurora, que llegue por mi Armand en su carro ostentoso; esperaría que después de nuestro encuentro en mi habitación, las cosas cambiaran, tal vez él se mostrara más cariñoso o interesado, pero se mantiene como si nada, sinceramente, es mejor así, no me siento presionada por actuar de cierta forma, como él dijo, quiere hacer las cosas bien y lo está haciendo, se está esforzando. Durante todo el camino venimos hablando de cosas sin sentido, nada me hace despegar la mente de ese momento, esperado donde vea a Dieter y vuelva a romper mi corazón. Sería un milagro que llegara y él se reportara enfermo, pero supongo que el destino no es tan benevolente. Cuando llegamos al edificio dudo en bajar del carro, pero Armand me ayuda y me desea suerte y paz. Me da un beso en el dorso de la mano y agarro valor para entrar al edificio. L
Levanto la mirada hacia él, está mordiendo su labio tan fuerte que pequeñas gotas de sangre salen, de inmediato tomo su rostro entre mis manos y con la lengua recojo esas pequeñas gotas carmín para después besarlo suavemente, mientras él me toma por el cabello de la nuca evitando que me pueda alejar, presionándome más contra sus labios. —Te amo Brooke— dice contra mis labios y unas lágrimas quieren brotar de mis ojos, lo abrazo con fuerza por el cuello. —Te amo Dieter— escondo mi rostro en su hombro y siento como el acaricia el mío con su nariz y lo besa con cariño. Estoy terminando de vestirme cuando siento su mirada, lo volteo a ver y estáabotonando sus mangas, aún con la camisa abierta, mostrando su abdomen fuerte. Sus ojos aún tienen ese color dorado y su sonrisa me derrite como siempre se acerca a mí. —Nunca tuve una secretaria tan dedicada a cuidar de las necesidades de su jefe— se inclina hacia míy me da un beso suave
—¿Veinte?, claro como túno los vas a parir jajajajaja— me intento zafar de su abrazo, pero él no me deja. —Pero te ayudaréa hacerlos— me ve pícaramente. —Aun así no se me hace justo— me inclino hacía él y beso su frente con cariño. Termina mi turno y volvemos a la misma pantomima, llega Armand por mí, saluda a Dieter el cual se comporta frío y distante, se despide seriamente de Armand y a míni me voltea a ver, intento guardar la compostura y entrar en papel mientras se va, alejándose de mí, dejándome en manos de Armand mientras la culpabilidad me carcome. —Bueno… por lo menos solo tengo que lidiar con él ahora— volteo hacia Armand que me sonríe. —No es tan malo… es una buena persona, simplemente… su carácter es difícil. —Bueno, después de cuantos años es que has notado eso, yo en un par de días no puedo y no me voy a dar a la tarea de averiguarlo, mientras el trato sea lo suficientemente cordial p
Nadie tenía porque salir herido, solo tenían que asustar, no tenían que matarla, malditos hijos de puta. Brinco por el barandal y corro hacia ella con la navaja en la mano, un lobo se pone en mi camino intentando agarrarme con sus enormes manos, me derrapo en el piso pasando entre sus piernas, giro sobre mi espalda y con mis pies golpeo sus rodillas por detrás haciendo que se hinque; a los grandotes, duro y a las rodillas, diría mi padre. Me levanto a tropezones y sigo corriendo hacia Aurora, la cual ya tiene un lobo enorme casi encima, brinco con las piernas por delante, lo tomo con las pantorrillas del cuello y en cuanto caigo y toco el piso con mis manos, utilizo toda mi fuerza, incluso siento que algo dentro de mí se enciende, lo aviento hacia el primer lobo al que logrétirar. Termino hincada junto a Aurora mientras me ve con los ojos abiertos de par en par. Volteo a ver hacia los lobos, el lobo dorado que al parecer los lidera estáen mis narices y de
También entiendo que Brooke no estará conmigo de la misma forma, no es lobo, no es que cuando la marque ella corra conmigo, dirija al grupo de la misma forma, entiendo que mi madre es lo que teme, que no sea la compañera ideal para guiar la manada, pero hay algo que ella no ha visto y es que Brooke tiene un corazón de león, jamás había visto a un humano enfrentarse a un lobo, menos a dos, aunque fueran tipos grandes y rudos, siempre se atemorizaban cuando les mostraba mi forma de lobo y huían, ella no lo hizo, peleó y venció, lo cual me sorprende ya que no vi en ningún momento que sacara magia para ayudarse, todo fue habilidad y su propia fuerza, ¿cómo no enamorarme de una mujer así?, podría apostar que si se enfrenta a Amanda le ganará, aunque no es que me agrade la idea de verlas peleando. Estamos a punto de llegar a la casa, aminoramos la velocidad. Los demás lobos empiezan a rebasarnos, yo prefiero caminar mientras regreso a mi forma humana. Es cuando siento que Am
Llegamos a un pasillo ancho, hay como seis puertas, supongo que en alguna de tantas duerme también Elizabeth, el pasillo al igual que el resto de la casa es frío y oscuro, llegamos a una de las puertas que es de madera, tallada con mucha habilidad y detalle, la abre frente a mí, veo una enorme cama matrimonial llena de almohadas, dos mesas de noche, una a cada lado de la cabecera, un pequeño mueble al pie de la cama, a la derecha hay un tocador con su asiento y con cosas encima como cremas, cepillos, etc., a mi izquierda un ropero gigante de madera, se ve antiguo y pegado a él una puerta también de madera, supongo que el baño. Camino hacia ella, la abro y así es, un baño enorme, todo es de mármol blanco con filos dorados, tina, regadera, es amplio y hermoso. Salgo de él y veo a Armand fijamente con curiosidad, se ve tenso y algo angustiado. Saca del cajón del tocador una llave y me la ofrece. La tomo con algo de recelo. —Cada vez que estés en el cuarto, cuando vayas
—Descubrí que no era una mujer cualquiera, despertaba dentro de mí a algo que al principio no sabía cómo interpretar…— recuerdo lo que me dijo Clarice en mi última visión. —No la amabas a ella, amabas quien eras cuando estabas con ella— pronuncio sus palabras tal cual las recuerdo y parece que Armand no solo las acepta sino se siente identificado. —Tal vez… no sabía otra cosa que llegar a un territorio y dominarlo junto con mi prima, pero la manada Iron no sería tan fácil, eran de los grupos de lobos más poderosos, no podríamos simplemente enfrentarlos, teníamos que ser más inteligentes que ellos y cuando vi por primera vez a Clarice, cuando vi sus ojos, supe que ella sería la clave para lograrlo, sus ojos la delataban como hechicera, así como los tuyos… —¿Eso fue lo que pensaste la primera vez que me viste?, ¿creíste encontrar esa hechicera que podría ayudarte a ti y a tu prima a continuar su legado de horror?, por eso te urgía que entrara a trabajar, que no
—Bien… puedo obtener carne de cañón de otro lado, aunque sinceramente esos hombres son a petición de Elizabeth no mía— camina hacia la puerta y salimos al pasillo —ella cree que somos cada vez menos y piensa que haciendo vampiros a lo bestia cambiaremos eso, se me hace un desperdicio de tiempo. Bajamos la escalera y me lleva por el pasillo contrario que me da a la biblioteca, este pasillo nos lleva a un comedor y después de este llegamos a la cocina, también hay una mesa más pequeña y unas sillas, me sienta con cuidado y busca en todos lados, alacenas, cajones, pero todo está vacío. —¿No te agrada que el número de vampiros aumente?—, le pregunto rompiendo el silencio. —No— se agacha y revisa unas puertas en un mueble —no cuando están hechos al aventón— se levanta y ve a todos lados en la cocina, camina hacia una segunda alacena —antes se convertía a la gente porque no deseabas que muriera, porque era parte de tu familia, tu esposa, la chica que te gusta, tu m