Capítulo 64

Nadie tenía porque salir herido, solo tenían que asustar, no tenían que matarla, malditos hijos de puta. Brinco por el barandal y corro hacia ella con la navaja en la mano, un lobo se pone en mi camino intentando agarrarme con sus enormes manos, me derrapo en el piso pasando entre sus piernas, giro sobre mi espalda y con mis pies golpeo sus rodillas por detrás haciendo que se hinque; a los grandotes, duro y a las rodillas, diría mi padre.

Me levanto a tropezones y sigo corriendo hacia Aurora, la cual ya tiene un lobo enorme casi encima, brinco con las piernas por delante, lo tomo con las pantorrillas del cuello y en cuanto caigo y toco el piso con mis manos, utilizo toda mi fuerza, incluso siento que algo dentro de mí se enciende, lo aviento hacia el primer lobo al que logré tirar.

Termino hincada junto a Aurora mientras me ve con los ojos abiertos de par en par. Volteo a ver hacia los lobos, el lobo dorado que al parecer los lidera está en mis narices y de

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