Treinta y cuatro días antes.
Narra Dante
Son las tres de la mañana, hemos terminado las carreras de autos y ya muchos han comenzado a retirarse, solo queda nuestro reflector encendido y las luces de pocos autos.
Melisa, mi hija, está junto a sus amigos mostrando su nuevo auto que ganó esta noche, un Mustang GT de 1967 color negro brillante con dos líneas blancas que lo atraviesan de extremo a extremo en su parte superior.
- ¡Mel! - le grito a mi hija y cuando voltea le hago señas para que entienda que debemos irnos.
Mientras Alejandro sube los autos a la grúa, yo apago el reflector y guardo los cables eléctricos para marcharnos, luego de eso converso con Gabriel y decidimos que me iré con Alejandro y Mel se irá con él.
Volteo ver a Mel, se ve radiante de la alegría, siempre ha querido un Mustang y esta noche ha ganado uno, estoy orgulloso de ella pero comienzo a sentir que la vida que le ofrezco no es la que se merece.
Camino hacia el vehículo mientras que los chicos se despiden de sus amigos y éstos se marchan primero.
- ¡Es hora de irnos!- grito con fuerza y hago un gesto con la mano.
De pronto un auto se acerca a toda velocidad, oigo el rugir fuerte del motor, volteo a ver hacia la dirección de éste y me doy cuenta que en el medio de la carretera está mi hija, totalmente expuesta ante la gran máquina que viene hacia ella.
Miro a Mel, ella se ve contenta, victoriosa, hermosa y ajena a lo que sucede.
El auto ruge más fuerte y se acerca más rápido a ella.
- ¡Cuidado!
Grito tan fuerte que siento una punzada en mi garganta, corro a toda velocidad hacia ella y la empujó con todas mis fuerzas sacándola de la carretera.
Oigo el fuerte impacto, siento como mi cuerpo sale disparado por el aire, en el momento no siento ni entiendo nada, hasta que unos metros lejos de mi posición inicial caigo con fuerza en el pavimento, un fuerte golpe en mi cabeza me deja aturdido, cada una de mis articulaciones duelen con mucha agudeza, no puedo mover mi cuerpo y solo deseo qué mi hija esté bien y huyendo de la persona que haya querido hacerle este mal, miro al cielo cómo pidiéndole a Dios que la cuide y la proteja porque si este es mi último día, en el momento que yo muera, mi hija, mi tesoro, queda sola en este mundo.
Cierro mis ojos con fuerza y grandes lágrimas salen de ellos, los abro, respiro profundo y cierro mis ojos nuevamente intentando olvidarme del intenso dolor que hay en todo mi cuerpo, poco a poco siento más dificultades para respirar, un gran mareo se apodera de mi cuerpo.
- ¡Papá! ¿estás bien?, háblame.
Escucho a mi hija pero no puedo abrir mis ojos y aunque no pueda verla sé que Gabriel está con ella.
- ¡Llévatela!- es lo único que logro decir.
- ¡No me toques!, no me iré de aquí- oigo a mi hija pelear, como siempre, tan necia y poco dócil.
- ¡Vayánse yá!, la policía… – solo eso logro decir antes de perder el conocimiento.
Despierto y a lo lejos comienzo a oír sirenas de ambulancias o tal vez de la policía, Mel viene a mi mente, intento comunicarme con ella aunque sea en pensamiento “hija si puedes oírme quiero que te vayas lejos, que inicies una nueva vida apartada de los que te desean mal, no puedo protegerte así que hazlo por mí”.
De pronto el dolor desaparece de mi cuerpo, paz y tranquilidad puedo sentir, miro a mi amada esposa caminar hacia mí con una sonrisa radiante y en ese momento entiendo que yo he muerto.
Un fuerte sonido se oye, con la mano había golpeado la pequeña mesita junto a mi cama y ha caído la lámpara al suelo, en ese momento despierto exaltado y aturdido por la pesadilla que acabo de tener, miro desconcertado a mi alrededor, observo mi cuerpo con detenimiento y busco mi teléfono para ver la hora y fecha.
- ¡Fue tan real!- digo en voz alta y presiono mis sienes con ambas manos, estrujo mis ojos y me dirijo al lavabo.
Es el quinto sueño que tengo en lo que va de mes, en todos quieren hacerle daño a mi hija y yo lo recibo por ella.
Me lavo la cara con abundante agua fría y me observo nuevamente en el espejo, con pensamientos confusos, pero hay uno que está muy claro “amo a mi hija y no quiero dejarla tan pronto”.
Me voy a la cocina, preparo café mientras pienso en la vida de mi hija a mi lado, quiero darle una mejor oportunidad y que esté menos expuesta a peligros, tal vez este sueño sea una advertencia.
Apenas son las cuatro de la mañana, mi corazón sigue agitado por el temor que siento de que alguien quiera hacerle daño a mi pequeña, voy hacia el cuarto de estudio, me siento inspirado para escribirle una carta a mi hija diciendo lo importante que es ella para mí y los deseos que tengo para su futuro, no sé por qué lo hago pero el impulso me lleva hacerlo, como si el sueño que acabo de tener se tratara de una premonición.
Busco en el cajón de mi escritorio el pasaporte de mi hermosa Melisa, esa era la sorpresa que estaba preparando para su cumpleaños número veintidós que se celebra el 10 de enero.
Le hice creer que estaba juntando dinero para pagar mi seguro médico pero la verdad es que ya lo he pagado, también cancele el servicio funerario que cuando perdí a mi esposa entendí que eso era algo importante que debía mantenerse al día, he pagado las cuentas de la casa y el taller, por primera vez en mucho tiempo estoy solvente y tengo todo al día.
Le dije esa mentira a Melisa porque es muy preguntona y yo estaba juntando dinero para regalarle un pasaporte y también un pasaje de avión, quiero que viaje, que conozcan el mundo, que sea una mujer profesional, que se enamore, se case y me dé lindos nietos, quiero que Mel no siga queriendo cuidar de mí a cada instante y perdiendo su hermosa juventud metida en el taller todos los días de su vida.
Me hubiese gustado darle una vida mejor, haber vuelto a enamorarme y que se criara con una madre y tal vez con hermanos o mejor aún que su madre nunca hubiese muerto y fuésemos una familia feliz, algunas lágrimas caen de mis ojos, estoy cansado y solo ella me impulsa a seguir adelante.
Escribo para mi hija una carta expresando lo orgulloso que estoy de ella y los deseos que tengo para su futuro, la coloco al lado de su nuevo pasaporte y una tarjeta de banco donde he depositado su sueldo de estos diez últimos años, aunque ella no lo sabe.
Narra Melisa.Despierto muy temprano y con mucha energía, entro en la sala de baño y me doy una larga ducha con agua tibia, al salir envuelvo mi cuerpo con una toalla blanca y mi cabello con otra toalla, lavo mis dientes y me hago una limpieza facial, unos años atrás era impensable que yo cuidara de mí o tuviera actitudes femeninas, pero gracias a Maritza mi vecina he aprendido todo lo que mi padre no ha podido enseñarme.Me maquillo de forma ligera y elijo un vestido azul marino, holgado y de algodón para salir, me calzo con mis zapatos Converse blancos.Salgo de mi habitación después de perfumarme, peinarme y saludo a mi padre con entusiasmo.- Buenos días caballero.Él voltea a verme, está cocinando huevos revueltos y pan tostado, viste un overol negro.- Hola preciosa.Se acerca a mí y besa mi frente.- ¿Estás l
Narra GabrielMelisa es la chica que me ha gustado más en toda mi vida, en muchos aspectos ella es lo que yo quisiera ser, segura de sí misma, extrovertida y libre, yo por alguna razón soy callado e inseguro.Ella se mudó a mi vecindario cuando tenía seis años, su madre había muerto por cáncer de colon, su padre y ella estaban muy tristes, con deseos de alejarse de todo lo que les recordaba los últimos meses de agonía y dolor de su madre.Mel, como le digo de cariño, no hablaba ni salía de su casa, mi madre siempre decía que ella necesitaba amigos, afecto y que deberíamos ayudar, en aquella época aún mi padre vivía con nosotros, yo tenía nueve años y mi hermano cuatro.Cuando el padre de Mel compró el galpón abandonado de la esquina, mi madre se ofreció para la limpieza del lugar y también como ni
Narra Melisa Gabo y yo dejamos la moto en casa de su madre y nos fuimos caminando hasta el taller que nos quedaba a unos 20 metros de distancia. Gabo estaba distraído en sus pensamientos y yo en los míos. Al llegar al taller saludo con un buenas tardes a los presentes, dos clientes de mi padre, mi padre, Fernando el encargado de reparar la carrocería de los autos, Miguel el encargado de la pintura y un par de ayudantes, me acerco a mi padre, le entregó el almuerzo qué Maritza le ha enviado. - Hola padre, aquí te mandó una admiradora- digo con picardía y le guiño un ojo, él se ríe y niega con la cabeza pero toma la taza y la lleva a su oficina para luego lavarse las manos y comenzar a almorzar. - Hola Mel ¿cómo te preparas para la carrera de hoy?- Me pregunta Fernando. - Me siento bien y optimista como siempre- le contesto. - Lo sé, tienes un muy buen auto para competir, pocos están tan bien preparados cómo los tuyos. - Gracias,
Narrador Melisa se fue a casa a dormir, para ella es importante conservar la energía para la carrera. Gabo, Maritza y Dante estuvieron reunidos en el taller después de terminar sus labores, no fue nada planificado pero la oportunidad se dio y Dante la aprovechó para conversar, desde la pesadilla de la madrugada de hoy Dante se siente intranquilo y necesitaba hablar algunas cosas y no seguir retrasando el momento de agradecer la ayuda y el apoyo que ha recibido todos estos años. - Gracias a ti Dante, haz sido como un padre para mí- fueron las palabras de Gabo al finalizar la charla y antes de marcharse. Maritza se quedó más tiempo porque le correspondía limpiar el lugar y aprovechó de hablar con Dante, ella lograba percibir su ansiedad y como madre soltera es capaz de entender lo que el hombre está sintiendo. - Tengo que reconocer que Mel es una chica inquieta y yo le he permitido todo, no le he puesto suficientes frenos- dijo Dante. -
NarradorLa noche continúa entre competencias, risas, música y apuestas, una noche de diversión y adrenalina a la que Melisa está acostumbrada.A lo lejos ve a un hombre que no deja de observarla, tiene aspecto rudo y brazos tatuados, ella se percata de su mirada y él le guiña un ojo y levanta una botella de Ron haciéndole seña de brindis y se empina la botella, bebiendo repetidos tragos.- ¿Todo bien?- le pregunta Dante.Melisa le señala al hombre.- No lo había visto por aquí antes.- Yo tampoco Mel, esta noche hay varios nuevos, solo espero que ese hombre no piense competir.- Yo pienso igual aunque nuestras reglas no se lo permitirían aunque quiera, parece estar bebiendo mucho.- Si, pero que no nos preocupe, ven pongámonos más adelante, es hora de la carrera de Fernando.- Me encanta espero que gane esta noche y
NarradorSe marcharon rumbo a casa, en un viejo Volkswagen escarabajo iban Gabriel y Melisa, en la grúa iban Alejandro y Dante, quienes llevaban los autos de competencia en la plataforma.El teléfono de Dante sonó, el hombre miró la pantalla y sonrió antes de atender.- Dimen Mel.-¿Qué te parece si vamos por aquellas hamburguesas mixtas que me habías comentado?- Me encanta la idea ¿sería una cena de festejo?- Claro hombre.- Perfecto nos vemos en el lugar.Media hora después se desviaron de la carretera en busca del carro de comida, al llegar aparcan los autos y se bajan a ordenar.Esperan su comida conversando acerca de autos clásicos y las mejores modificaciones que han visto y hecho.Son las dos de la mañana y en otra mesa, una pareja de enamorados se ríe y conversa entre besos, la chica se ve frágil y he
NarradorLos policías inspeccionaron el lugar, tomaron fotos y declaraciones de lo sucedido, se llevaron el bate de béisbol como evidencia y remolcaron el Cadillac de Melisa a la delegación, todo mientras se dan las investigaciones aparentemente, Alejandro, Gabriel y Marcos debieron ir a la delegación para explicar detalladamente los hechos y Melisa se fue en la ambulancia con su padre rumbo al hospital.Mientras eran trasladados a la delegación Marcos le informó a los chicos que su hermano tenía muchos contactos y no quedaría preso, además no debían decir que todo el asunto tenía que ver con carreras ilegales porque eso haría que el carro de Melisa no fuese devuelto y que Melisa, Alejandro, Dante y Gabriel enfrentaran cargos y fueran obligados a delatar a toda la organización de carreras ilegales.Era mejor decir que un hombre ebrio golpeó el auto y les robó
Narra Melisa.Mi padre me había pedido no competir y que pasáramos tiempo juntos en la tranquilidad del hogar, viendo películas y comiendo, pero yo estaba entusiasmada en competir, en sentir adrenalina y emoción, ahora mi padre está en la UCI y yo solo puedo esperar que supere esta noche y que el doctor me diga que todo va a estar bien.En este momento me siento derrotada aunque tuve el mejor tiempo de la noche en las carreras, nada se compara con la satisfacción que te da saber que las personas que amas están bien y a tu lado.Camino de un lado al otro, ya son las seis de la mañana y mi cuerpo no se siente agotado ni con sueño, solo dentro de mí hay angustia que no cesará hasta que mi padre salga del hospital.Me parece increíble como las cosas pueden cambiar tan rápido, de un momento a otro, en un instante celebraba mi victoria con mucho dinero en mi mano y al sig