—¿Y ahora qué? —pregunto cuando nos hemos vuelto a sentar y balanceo los pies colgando por el barco.—No lo sé.—Ya no vas a ser un gilipollas, ¿verdad?Cuando me mira algo se remueve en mi interior. ¿De verdad vamos a intentar ser algo? Me marea pensarlo. Me marea pensar en esta conversación que acabamos de tener. ¿Ahora qué somos? —Voy a intentar no serlo.No sé si me conformo con eso, pero después de tres años no creo que pueda pedirle mucho más. Aún creo que hay cosas por hablar, no sólo de lo que pasó, de lo que ha sido de nosotros estos años, también de lo que sea que estemos haciendo. Pero no ahora, creo que por esta noche ya es suficiente. Y estoy cansada de discutir con él.Con total confianza y recogiendo los sueños que tenía con quince años, me dejo caer contra su cuerpo y apoyo la cabeza en su brazo. Se me remueven las ilusiones de la niñata que era hace años. Sé que me hubiera sentido mucho más feliz años atrás, ahora son un monto de recuerdos lo que se me remueve. Ojalá
Por primera vez en meses dejo que Kay elija lo que me voy a poner y saca de su armario un vestido negro y ajustado. Me gusta como me queda si no fuera por lo corto que es, pero por lo menos es de manga larga y hace que me sienta algo más resguardada. Tiene un escote pronunciado rectangular y me quedaría mejor si tuviera algo más de pecho, además, tampoco un culo enorme como para que se me vaya subiendo la falda. —¿Quieres unos tacones?Eso ya es demasiado y no estoy dispuesta a terminar la noche en el hospital con los tacones de doce centímetros con plataforma.—Tengo zapatillas negras —digo y se le abren los ojos como si eso fuera impensable.—Coge mis botas, no te jodas tanto lo sexy que estás. Por lo menos no tienen tacón aunque pesan un poco y me deja que les quite unas cadenas de plata que cuelgan de los cordones. Al mirarme al espejo casi no me reconozco, mucho menos cuando el delineado que me hace es mucho más bruto de lo que acostumbro a hacerme.Kay tiene una cámara instant
Las piernas se me tensan, se me encogen los dedos de los pies y ojalá haberme quitado las botas. Su lengua, aunque me ha dado un orgasmo liberal, sigue dando toquecitos en mi que me mandan descargas de adrenalina a todo el cuerpo. Apoya las manos en el colchón a mi lado y hace que se hunda un poco cuando hace una flexión para volver a estar a mi altura. Sus labios ahora parecen más húmedos, más grandes, y me lanzo a besarlos.—Estás buenísima, en todos los sentidos.Sonrío y la boca se me abre en un gemido cuando su mano vuelve a tocarme, ahora sus dedos hacen círculos en mi centro y las caderas se me mueven solas contra ellos esperando que me haga sentir mucho mejor esta noche. —Jack... —jadeo. Quiero más.—¿Quieres más?¿No es obvio? Yo me noto que es muy obvio. Estoy ardiendo al igual que él y ni decidiendo si seguir o no podemos estar quietos; sus dedos siguen tocándome, arrancándome suspiros, y yo no dejo que eso pare restregándome como una gata en celo. —Sabes que sí —digo con
Por la mañana aplasto la cara contra la almohada unos segundos más y siento como su lado de la cama está frío. Le doy manotazos. No, no está. Las dudas se me resuelven cuando escucho la puerta abrirse. —¿Ya estás despierta? —Mmhm —murmuro contra la almohada. —He subido café. El tuyo con hielo. ¿Se acuerda? Tampoco es un detalle muy importante de mi vida. Me siento de piernas cruzadas, seguramente tenga el pelo revuelto y no puedo abrir los ojos del todo, pero intento adecentarme cuando no me mira. Se sienta en el borde de la cama a tomarse el suyo conmigo, en silencio un rato. Los oídos me pitan aún de anoche. —¿Has dormido bien? —me pregunta. —Bueno... —sopeso—. Sí porque tu cama es mucho mejor que la de la residencia, pero la cabeza todavía me retumba por la música. Deja caer su mano en mi pierna desnuda y me da un apretón en la rodilla que me hace reír. —Un par de noches más aquí y te acostumbrarás. El solo hecho de pensar en que esto va a volver a repetirse, hace que m
Tenía ganas de contarle todo a Kay, en estos meses se ha convertido en una gran amiga. He luchado durante años contra el vacío que Anna me dejó, tenía miedo de conocer gente nueva y que alguien fuera capaz de llenarme tanto como lo hacía ella aunque ahora sé que eso es imposible. Nadie nunca será ella. Sigo aprendiendo a vivir con ello, pero tendré que aprender sobre la marcha, no puedo paralizar mi vida mucho más. —Vaya —silba y sacude las manos para que se le seque el pintauñas negro—. Has dejado de ser virgen antes que una novata. Chasqueo la lengua pero es inevitable que no me haga reír. —Llevo aquí un tiempo ya, ¿Cuándo voy a dejar de ser una novata? Se encoge de hombros.—Puede que para el año que viene, ya me lo pensaré.—Bueno, mientras te lo piensas voy a ir a ducharme —digo y hago un monto de mis cosas.Lo más interesante de mi semana son las clases de conducir algunas tardes y en el autobús de vuelta me entra una videollamada de mis padres porque están cenando con los B
El fin de semana llega rápido y me paso casi toda la mañana del sábado buscando trabajo. Hay un par de empresas que buscan becarios los fines de semana y no tengo currículum, nunca he hecho uno porque tampoco tengo nada que poner, así que hago uno bastante escaso con mis mejores cualidades objetivas y pruebo suerte.Cuando Kay llega del taller de arte ya entra por la puerta hablando de la fiesta de la noche en la fraternidad. Hoy no dejo ni que proponga que me ponga uno de sus vestidos, escojo unos vaqueros largos algo acampanados y un top de tirantes blanco a juego con mis zapatillas de tela. Kay me mira a punto de reírse.—Voy bien —replico.Levanta las manos al aire.—No he dicho nada —se ríe—. ¿Hoy vas a dormir aquí o con tu novio el que cree que hago brujería? No tengo ni idea, pero ahora que lo pienso me gustaría pasar la noche con Jack.—No lo sé, puede que pase la noche con él.—¿Allí? —¿Es que piensas traerte a alguien? Se encoge de hombros retocándose el maquillaje.—Depe
Permanecemos unos minutos más en el coche, Jack no deja de removerse y parece aliviado cuando salimos y me da las llaves como si quemaran. Caminamos en silencio por la calle hasta la fiesta, me acompaña por el lateral y hunde su mano en el bolsillo trasero de mis vaqueros para no perderme entre la gente. Por suerte el tumulto de gente arremolinado sobre la mesa de ping-pong es tan grande que encontrarlos es algo más fácil. Levanto la cabeza lo suficiente para darme cuenta de que Jack me está mirando. —¿Los ves? —le pregunto. Se agacha y me da un beso corto, por sorpresa, hace que se me ponga la piel de gallina. Con lo alto que es, él encuentra antes a mis amigos y les devuelvo las llaves y sus cosas. Lee se ha unido a jugar y estoy segura de que ha perdido la camiseta. Kay me guiña un ojo cuando me ve con Jack. Él ya me está arrastrando a su habitación y en un abrir y cerrar de ojos me he quitado las zapatillas y Jack me deja una de sus camisetas para que duerma. —No tienes des
Me he creado una sutil rutina durante todas las semanas. Por la mañana voy a clase, a las de conducir algunas tardes, los fines de semana siempre hay alguna fiesta y termino dormida en la fraternidad con Jack, y los domingos por la mañana suelo ir al taller de la facultad de artes a sentarme con Peter en el suelo mientras Kay y Lee hacen sus trabajos atrasados. Cuando vine a Miami no estaba tan segura de si duraría mucho, pero ahora estoy tan cómoda que lo voy a echar de menos el par de semanas que estaré fuera por Navidad. Lo sé cuando veo a Kay empujar sus cosas en su maleta negra llena de pegatinas. —¿No piensas doblarlo? —le pregunto.—No, me quita tiempo y no lo tengo.Noche Buena es el sábado, Lee y Kay se van hoy porque es el primer día de vacaciones y Peter viaja con su familia a casa de su abuela a un par de horas de aquí, así que me quedaré sola hasta que mi vuelo salga el jueves. He buscado el último, no tengo tantas ganas de pasar días de más en casa, y aquí está Jack, s