Pocos días.

Alexander.

Desde lo ocurrido en casa de Daría, había entrado en un estado de shock, no dormía, no comía, vivía por vivir.

Era una batalla diaria, entre mi corazón y mi conciencia, y si a eso le sumaba la presión de Rubi y Ares, estaba a punto de tener un colapso.

Cada día visitaba a Daría en el hospital, mis visitas eran silenciosas y cortas, pues debía aprovechar, el poco rato en que Alina dormía.

Así pasó un mes, un mes en el que había bajado de paso, mis ojeras eran más que notorias, estaba sumergido en la oscuridad.

Sentí que volví a vivir, cuando pude sentir la presencia de Daría, estaba en mi habitación recostado en la cama cuando Ares me habló.

—Ha despertado—dijo Ares.

Rápidamente, me levanté, me vestí y corrí al hospital. A kilómetros podía sentir su aroma, aroma que había extrañado. Al llegar a la habitación, me quedé parado en la entrada, no podía ingresar, ¿con qué excusa lo haría?

Solo me deleité con su voz, la había extrañado, sin darme cuenta. Daría se había convertid
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