Por su parte Irina no estaba nada contenta con la denuncia de Mark, sabía que John no era capaz de encubrir un delito de esa magnitud, ni siquiera por un cliente importante de la firma, mientras Mark se bañaba, ella llamó a su padre, quería saber los pormenores de Bennett Almenar, marido de Laila, ella sabía que su padre era quien se encargaba de esta cuenta. A Harry Wells no le sorprendió en lo absoluto que la joven Laila fuera capaz de planear la muerte de su marido, los hijos de Bennett no confiaban en la nueva esposa de su padre, que a solo dos meses de casados enfermó y se degeneró muy rápido hasta morir. —Papá, pero el imbécil de Mark acusó a John de saber del delito y ayudar a la viuda a esconder el crimen e intentar comprarlo y sabemos que John no sería capaz de hacer nada de eso. —Irina, por amor de Dios, debes hacer que Mark deje ese asunto, una cosa es denunciar a su examante y lograr que la hundan en la cárcel y otra cosa es involucrar a John, eso no nos conviene a
Mark llevó a Lizzie con Anabella muy temprano, la niña quería estar con su madre, estaba preocupada por John y Mark furioso por el cariño que le tiene su hija a su enemigo prefirió alejarse de su hija. —Papi —lo llamó Lizzie porque se iba sin darle un beso como de costumbre, Mark se puso de cuclillas para igualar la estatura de Lizzie—. Sé que tú y John no son amigos, pero quizás si lo conversan, mi maestra dice que debemos decir lo que nos molesta y hacer un esfuerzo por recordar lo que les molesta a otros para evitar las peleas. —Son cosas de adultos Lizzie. La niña bajó la cara. —Es que yo quiero mucho a John, él es mi mejor amigo en el mundo. — ¡Yo soy tu mejor amigo en el mundo, no él! —exclamó Mark en voz alta y Anabella como una fiera protectora lo encaró. — ¡Mejor vas perdiendo esa costumbre de estar gritando! Me cansé de eso, Lizzie te está hablando con el corazón en la mano, ella no sabe de odios… Mark suspiró y vio que Lizzie apretaba sus manitos y su b
John fue a la oficina de su madre entonces y citó a su tío. Debía informarle su decisión. —Quería que Irina estuviera presente, pero no he podido localizarla, y nadie me da razones de ella. —Y la duendecilla que se pinta el cabello de colores de muñeca ni siquiera se presenta a trabajar, hace tiempo que debimos despedirla y mi estómago no se revolviera cada vez que tengo que verla, ella es mala para mi hija. —Melanie está embarazada, Harry y bien sabemos que ella e Irina tienen una relación, al menos ten el tacto de no ofenderla. —Y tú ten el tacto de meterme en mis asuntos Margot —replicó Harry. —Hubiera sido buenísimo que mi madre hubiera tenido el tacto, pero sabemos que no puede evitar querer arreglar todo lo que está mal y usted tío acumula una gran montaña de casas mal hechas en su vida. —Si esta es una inquisición me voy, no permitiré que un niño como John me recrimine nada. —Tengo el derecho a renegar de ambos, pero no es por eso que los cité. Vine a deci
Anabella estaba con Teresa y Emiliano en el cementerio, era el sepelio de Mark, al principio Anabella no quería que Lizzie fuera, pero por súplica de los padres de Mark y su propia madre que le dijo que Lizzie tenía derecho a despedirse de su padre y que si algo le pasaba ellos estarían para ella mostrándole que no estaba sola, finalmente la convencieron. Emiliano cargaba a Lizzie, Anabella no podía evitar concentrarse en la fotografía de Mark sonriente junto a la urna a punto de bajarla, sus padres lloraban por su hijo, la hermana de Mark que estaba en el espectro autista como siempre estaba en su propio mundo. Su corazón dolía, recordaba a Mark sonriendo, contándole emocionado lo que para él era importante, de alguna manera su mente también vivía en un mundo propio, uno que no le permitió ser un adulto, y ahora tampoco envejecerá, en su mente trataría siempre de recordarlo así como en la fotografía, como un hombre alegre, al que nunca le faltaba una sonrisa, pero sí propósit
Meses más tarde Anabella estaba en Central Park sirviendo la comida para toda su familia, era costumbre que asistieran a estos días de campo en familia, el pequeño William y las trillizas de Viviana caminaban ya y Lizzie y la sobrina de Jeremy los cuidaban. Anabella orgullosa y sonriente iba mirándolos y pensando que era un buen momento de felicidad para todos; John estaba acostado en las piernas de su mamá como si fuera una almohada, no solo la había perdonado, prefirió olvidarlo y demostrarle lo mucho que la ama, porque aunque fuera una mujer malvada que no lo era, por ser su madre y pilar fundamental de su vida no quería perder tiempo en peleas ni por un segundo. Margot ahora disfrutaba de estar en casa dedicándose a su esposo y nietos, renunció y salió por la puerta grande sin mancha, pero no quería ser de nuevo abogada, aunque de vez en cuando daba consejos a John que empezó en un pequeño bufete. Todos los empleados de Campbell Wells consiguieron trabajo en distintos bufete
UN AÑO ANTES —¡Anabella!, ¿qué haces aquí? —exclamó indignado el infiel como si quién hubiera pecado fuera ella. Anabella regresó tres días antes de lo esperado a la ciudad, estudiaba medicina legal y forense y regularmente tenía que viajar, esta vez quería dar una sorpresa romántica a su esposo y que pasarán un día solos antes de buscar a su hija en casa de su madre, así que no le dijo a nadie de su regreso. La traidora emitió un grito al verse en evidencia, el infiel se levantó del sofá como impulsado con un resorte. —Ustedes son unos desgraciados —exclamó Anabella con voz entrecortada por las emociones de rabia y dolor que oprime su pecho en este momento, vio a quién creía su amiga y la señaló llena de indignación—. Yo confié en ti, eras mi amiga, eras mi hermana. Laila recogió del suelo la manta que era decoración en el sofá tratando de tapar su desnudez, se veía azorada y Anabella tenía más rabia con ella que con su esposo. Anabella se fue encima de ambos, su esposo Mark
Era sábado por la noche, Anabella le dijo a su madre que saldría con Viviana. Desde hace unos días se queda en casa de su madre con su hija, debatía consigo misma si seguía adelante con esta locura. —No seas cobarde, eres una mujer segura de ti misma y de nada servirá, Viviana seguirá insistiendo —Anabella se miró al espejo de cuerpo entero y vio que en realidad se veía muy bien, era joven, tenía bonita figura, sus mejillas sonrojadas la hacían ver mejor. Miró el reloj en la pared, ya casi era la hora pautada, Anabella pensó en su pequeña Lizzie y una vez más quiso cancelar; al tomar su teléfono celular sonó el timbre de la puerta y Anabella dio un salto, diez minutos antes, la puntualidad era agradable para cualquier trato, pero ella había rogado porque el dichoso hombre no asistiera; su corazón se aceleró y sus manos se pusieron frías, antes de abrir la puerta se miró al espejo de nuevo y se peinó con las manos. —Es tarde para arrepentirse —musitó mirando su imagen en el e
«Dónde hay un bat cuando una mujer indefensa lo necesita» Fue el pensamiento desesperado de Anabella. —Cálmese, si yo fuera un psicópata ya le hubiera hecho daño —expresó él con el mismo tono neutro, ni siquiera sacó las manos de sus bolsillos, incluso al verla tan desesperada tuvo la desfachatez de sonreír. —Lárguese de aquí, o llamaré a la policía y lo denunciaré por acoso —expresó ella de la manera más intimidatoria que pudo, el caballero la miró alzando las cejas de manera irónica y ella bajó la cara, pero no se amilanó—. Bueno, en todo caso es un estafador que usurpó la identidad de otro hombre para entrar a mi casa no sé con qué intenciones —objetó Anabella con la frente en alto y toda la dignidad que puede aparentar aunque quiere morirse de vergüenza. El caballero sonrió y negó con la cabeza, la miró de arriba abajo. —Volveremos a hablar, pero cuando tenga pleno uso de sus cinco sentidos. —Dígame inmediatamente ¿quién es usted y que quiere de mí? El cab