Capítulo 26

Una caricia cómplice, un susurro tentador, unos besos lentos que la conducían a la locura. Ekaterina estaba sumida en un estado casi ajeno a este mundo. Nathan parecía no tener nada de prisa, disfrutando cada toque, cada lento roce, pero para la castaña era como una dulce tortura. No es que aquella fuera la vez más ardiente, la más salvaje, ni la más emocionante, era que aquella era la vez en que se encontraba en esa situación con alguien a quien estaba segura que amaba. Antes no sabía cuál era la diferencia entre estar enamorada o no, ahora lo entendía. La diferencia estaba en la manera en que te hacía sentir, era diferente, era mejor, como nunca antes pensó poder sentirse. Una emoción indescriptible que iba más allá del conocimiento humano.

Las manos de Nathan vagaban por todo el cuerpo de la castaña, eran delicadas pero a la vez muy demandantes. La espalda de Ekaterina se encontraba presionada contra la pared del baño, mientras estaba sumida en un beso largo y demandante que había
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