Capítulo 1. Tambaleante
Nara se había despertado temprano, se encontraba arreglándose el cabello. Repetía una y otra vez, tablas de multiplicar. Si, tablas de multiplicar, ¿Raro no? Pero desde pequeña su papá le había enseñado a contar cada vez que se sentía estresada o nerviosa por algún acontecimiento próximo. Había dejado sus papeles dos días después de recibir la llamada y ya estaba tramitándolos, asegurándose de que su título llegara sano y salvo a casa.
Observó las tarjetas de presentación que había hecho en hojas negras: Ingeniera Nara del Valle Olivera. Qué bien se sentía aquello, su número telefónico en la tarjeta había tomado unos cursos de edición y fotografía en sus años de prepa, no era perfecta la tarjeta, pero pensar que la había hecho ella y que era para su propia presentación, la hacía especial. Guardó la tarjeta en la bolsa de su camisa blanca y se puso un saco corto negro (torera) ajustó sus tacones color rojo encendido de la pulsera que suavemente ajustó arriba de sus tobillos y se contempló en el espejo diciéndose:
—Vas a conseguir ese empleo, lo necesitas, lo necesitamos.
Bajó las escaleras y corrió hacia la puerta, todos estaban dormidos en casa, tendría que esperar para recibir ánimo de sus padres. Tomó sus llaves del bowl donde solía dejarlas para no perderlas. De camino en el autobús hacia la dirección del correo se sentía nerviosa, como si fuera a subirse a un patíbulo y no a una oficina donde seguramente la cuestionarían, no tenía experiencia como otros empleados.
Su única carta era su juventud, e irónicamente, era su peor destructor. La juventud que llevaba con ella tenía el peso de “no saber qué hacer” y tenía experiencia trabajando sí, pero de mesera en una cafetería bastante particular donde se exhibían cuadros finos puestos a la venta para los comensales o también en un restaurante temático de cómics ese fue su favorito aunque el más caótico. Amaba esos trabajos, pese a ser mesera, se divertía bastante y su conocimiento en historietas era amplio, hablaba con algunos de los clientes mientras ordenaban o preguntaban por la decoración (que, por cierto, también estaba a la venta) sabía qué tenía que decir, la cuestión era, que no quería quedar bien del todo, odiaba a las personas lambisconas. Sólo quería ser ella, pero sin dar la apariencia que, desgraciadamente tenía: Una chica pequeña, con 1.63 m de estatura, gafas negras de cristales grandes y con todos los nervios del mundo encima, quería seguir siendo ella, pero aparentando el suficiente control de su persona para recibir un puesto dentro de aquel laboratorio.
Dentro de las solicitudes que había mandado, por sugerencia escolar, le recomendaban mucho aquel laboratorio para trabajar, estaban saturados de licenciados y especialistas en la salud y requerían ahora un ingeniero o ingeniera que pudiera complementar sus trabajos en el área de logística y planeación. Ahí es donde ella entraba. Puede que fuera nerviosa, pero no dudaba jamás de sus capacidades, era muy hábil desde pequeña para la matemática y estadística, por ello había tomado aquella carrera que converge en la administración y la matemática.
Había quedado fascinada con la física, con todos esos comportamientos especiales, con todas esas expresiones… Pero no había mucho futuro para los científicos en México, la ciencia no era tan trascendente como en otros países y Nara no podía darse el lujo de salir del país quizá hace un par de años podría ser posible, casi seguro ¿Ahora? Es sencillamente imposible. En este punto, no tenía dinero para un viaje redondo simple de ida y vuelta y su familia la necesitaba.
Caminó directo a una cafetería y pidió un moka caliente sacando el cambio de la bolsa de su pantalón ajustado de vestir negro, contó lo exacto para pagar. Abrazaba con fuerza el folder manila que contenía todos sus documentos, fichas e incluso copias de su credencial oficial para la ciudadanía. Toda una adulta en apariencia, pero ¿Qué era ser un adulto? Mientras más pensaba en ello, más atormentada se sentía. Cuando vio el enorme edificio palideció. Pero no había vuelta atrás.
Caminó resonando los tacones, caminando con la mirada y la cabeza recta, se mecía de un lado a otro hasta llegar a un mostrador color caoba café, con dos señoritas en cada lado tecleando, se veían demasiado atareadas escribiendo en su computador, Nara analizó rápidamente a quien podía ser la más amable de las dos y se fue a parar frente a ella.
—Buenos días, mi nombre es Nara del Valle, vengo a una entrevista para un puesto dentro del área de Control de Calidad y Logística, envíe mis documentos hace una semana y me agendaron para hoy.
La señorita pelirroja sonrió y la saludó cordialmente, empezó a teclear en su computadora y habló por su auricular preguntando por el área a donde la iba a m****r, se veía a penas un par de años mayor que ella, eso le dio calma. La comprendería, comprendería el nerviosismo.
—Oh perfecto, aquí está, justo a tiempo. Venga conmigo señorita. Sol, te encargo aquí el mostrador en lo que llevo a la señorita Del Valle a su cita de trabajo.
Y así empezaba.
Los tacones de las dos se escuchaban parejos, la señorita le venía haciendo preguntas de su trabajo, lo común, por ejemplo su egreso, qué tal le había parecido la universidad, si era su primer empleo formal lo que provocó que el caminar por el pasillo no fuera tan terrible.
—Adelante, toma asiento y sé bienvenida.
—Muchas gracias—. La señorita le enseñó una sonrisa antes de irse, hablaba por el auricular a la chica que había llamado Sol, le decía que ya iba de regreso.
Entró en la oficina que estaba vacía, las persianas estaban arriba, se veía a lo lejos una planta enorme, debía ser ahí donde producían sus productos, si lo hacía bien, podría ser ese su lugar de trabajo. Se sentó y sacó de la bolsa de su blusa una servilleta que había guardado de la cafetería y limpió con cuidado su nariz y debajo de la nariz para evitar el brillo de la cara. Sin notarlo, dejó una de sus tarjetitas ahí, en el escritorio.
Tomó otro sorbo de su café, se le hizo raro que no le dijeran que los alimentos estaban prohibidos, aunque era una oficina, no un laboratorio.
—Buenos días. Mi nombre es Maricela y estoy a cargo de su entrevista.
Casi escupe el café, con cuidado y sin voltear a ver a la mujer se limpió los labios y vio una pequeña aunque muy visible mancha de café, trató de cubrirla con su cabello pero fue inútil. Se escuchó que la mujer cerró la puerta y se dirigió hacia ella, Nara se levantó del cómodo sillón color negro y le dio la mano sonriendo.
—Nara del Valle, es un placer.
—Iniciativa, eso me gusta. No tienes idea de cuántas solicitudes han pasado por mis manos y nadie se digna a levantar la mano para saludar, sé que muchos estarán nerviosos pero creo yo, que es más por educación levantarse a dar la mano—. Tomó asiento en el sillón ejecutivo café chocolate, girando un par de veces en su escritorio, buscando alguna pluma o algo para escribir, hurgando en los cajones al final encontró una pluma negra. Dejó en el suelo su bolso y comenzó a revisar su computadora previamente encendida, apareció la pantalla de bloqueo el logo de la empresa: Genética Laboratorios, INTERNACIONAL—. Permíteme un momento por favor, estoy viendo por qué no me dejaron las solicitudes ya impresas, es un relajo estar imprimiendo una por una, ay esa secretaria que tengo no es muy buena.
—Lo lamento.
—No lo lamentes querida, es su trabajo hacer las cosas bien—. Nara se sintió incómoda, no sabía qué decir ahora. Asintió ligeramente.—Oh por favor tómate tu café. Yo almorcé una dona en el camino, no le digas al jefe.
Nara no entendió nada pero igual se rio con ella. Tomó otro trago, era bastante amable con ella y eso lo agradeció.
—Okey perfecto, ya lo mandé pedir. Antes de que llene todo eso, estoy viendo que eres recién egresada de Ingeniería Industrial y de Sistemas, el área de Control ahorita es lo que más nos interesa mantener, calidad mexicana. Desde hace tiempo Genética Lab, si quieres abreviar, ha buscado mantener calidad dentro de sus instalaciones y productos, me encantaría que me platiques que tanta experiencia tienes—. Oh no. Ahí iba directo al ruedo—. Y más que nada si en tu carrera se ve plan estratégico, gestión, todos esos asuntos porque me interesa mucho tener un ingeniero en ese puesto.
—Sí claro. Verá he trabajado por mucho tiempo de mesera en una cafetería y un restaurante popular aquí en la capital, estuve en control de calidad por poco tiempo, no tenía mi título todavía y no podían dejarme en ese puesto tan grande o en ese departamento sin tener nada que avalara que estaba capacitada—. La mujer la veía con suma atención y se veía analítica a cualquier movimiento que hiciera—. Me hicieron recomendaciones ambos sitios y las traigo conmigo por si quiere escuchar algunos de mis puntos fuertes dentro de ese departamento—. Sacó del sobre las dos hojas opalinas y se las entregó. La mujer las leía mientras Nara hablaba—. La verdad es que creo que tengo toda la capacidad de hacer lo que sea dentro de Calidad, dentro del último semestre hubo seminarios y foros de calidad a los cuales asistí, igualmente traigo constancias.
Agradecía haber sido un ratón de biblioteca, de meterse a todos esos cursos y foros, ahora su currículum era bastante grueso, con pequeños cursos, foros, participaciones todas oficiales y con valor curricular.
—Perfecto. Lo digo porque los estudiantes, perdón egresados, siempre vienen con el título nada más y sus certificados de otros niveles, no es malo, al contrario. Pero me temo que no me dice nada más si cuando estamos hablando no hay más que eso decirme que ahí está el título; si han hecho algo o si realmente han estado cerca de lo que es su área de trabajo. Me agrada eso en los jóvenes, iniciativa, capacidad y sobre todo con ello veo quién tiene más curiosidad, el profundizar más de lo que ve en clase, el mundo real no es como en las películas, ¿me entiendes? Eso de que a la primera vas a caer en blandito y que todo se va a dar como quieres.
—Totalmente.
Ah, Nara sabía eso más que nadie.
—Háblame de tu inglés, aquí me aparece en tus documentos que estudiaste y te certificaste en inglés… So, I suppose that you don’t have any problem if I continue all this date in english.
—No, perfect.
La mujer le sonrió, tendría mucho miedo, pero Nara no desconfiaba de su conocimiento.
***
Rodrigo llegó una hora antes. Todos sus empleados lo saludaron con suma educación y llegó a mostrador.
—Buenos días Sol, una preguntota, ¿Ya llegó Mari, Maricela? Me urge hablar con ella.
—Sí señor—. Rodrigo salió disparado diciendo gracias mientras iba casi trotando de lo veloz que caminaba—. Señor, espere, está en una… Ya se fue.
Maricela se reía de una de las bromas que había dicho Nara, esa muchacha llevaba ya varias palomitas en su registro. De pronto Rodrigo entró sin pedir permiso y pasó de largo a Nara.
—Mari, me urge hablar contigo, ¿Tienes ya al candidato final? Tenemos muchísima demanda de un par de productos y no quiero que empiecen a salir más defectuosos de los que se tienen que contemplar.
—Disculpe—. Dijo Nara molesta. No le gustaban las faltas de respeto y menos cuando se trataba de asuntos delicados como su futuro.—Disculpe.
Volvió a llamarlo, los ojos oscuros de Rodrigo se posaron sobre los de ella, asombrados ¿Por qué le hablaba de esa manera?.
—Me parece una falta de respeto que nos interrumpa, no sé si lo sabe, pero esto es muy importante, no dejó a la señorita Maricela hablar y ciertamente es muy descortés lo que está haciendo, se toca la puerta antes de entrar así como así ¿Sí sabía eso?
Maricela no pudo evitar bajar la mandíbula y hacer una pequeña “o” con los labios, abriendo los ojos volteó a ver a Rodrigo, que se había quedado viendo a la muchacha con ojos impresionados.
—Nara, me temo que tendré que suspender la entrevista justo ahora. Mi jefe me necesita y ya sé que prometí una entrevista completa, pero es una emergencia.
¿Su… qué?
Vio entonces el gafete en letras color dorado, en el saco azul marino del apuesto hombre.
Rodrigo Heredia T. PRESIDENTE.
Capítulo 2 Inesperado Nara había salido de aquel lugar tan rápido como sus altos tacones le permitieron, la chica estaba más roja que cuando salía a disfrutar del frío en Navidad, había caminado sin mirar hacia atrás. Prácticamente corrió hasta que estuvo cerca de una estación de autobús, llegó entonces hasta el centro de la ciudad: Bellas Artes. Una hermosa locación en el corazón de la capital había un palacio lleno de historia, lleno de tiempo, lleno de arquitectura para contar el paso de la historia sobre el y acudía ahí seguido cuando necesitaba un respiro: había librerías, cafeterías, había familias paseando con sus hijos y algunos paseando a sus perros, restaurantes y miles de cosas más. En la explanada del Palacio de Bellas Artes, había un montón de personas con talento: Personas improvisando con sólo una bocina (Nara siempre se preguntaban cómo es que habían logrado conseguir rimar con cualquier objeto que se les ponía en frente), bailarines
Capítulo 3. Sorpresa Canción: Iris – Goo Goo Dolls Nara repitió los pasos de su primera entrevista para Genética Lab pero estaba más nerviosa que ese día, no quería fracasar en su segunda entrevista en la misma semana (nadie quiere, para ser sinceros) se calzó ahora unos tacones de pulsera de gamuza negros, un vestido hasta la rodilla color vino, con un saco completo negro y un cinturón a la cintura con la hebilla plateada. Se echó la mayor parte del cabello hacia la derecha, con un pasador con una mariposa de cristal se sujetó el cabello hacia allá se puso una cadena pequeñita, la única de oro que tenía con una medallita de la virgencita que le había dado su abuelita. Uno de sus tesoros. Se maquilló lo más natural los ojos, limpió sus gafas antes de salir y sus labios ya no eran rojos encendidos, eran granate… oscuros. Nadie la escuchó salir y fue un alivio, esperaba no tener otro fracaso cuando regresara a casa; por la mañana le ha
Capítulo 4. Invitación *Meses antes* Nara corría, estaba llegando tarde desde hacía un mes a clases. Sus profesores estaban al tanto de lo que le ocurría en casa, le tenían paciencia únicamente porque no había bajado su rendimiento en la escuela y sacaba buenas notas en sus exámenes; corrió por el pasillo, dobló con el cabello alborotado, la tarea en una mano, los lentes en otra y su mochila había jalado su suéter hacia la mitad de sus brazos, justo en la articulación. Las tareas de fin de ciclo son sencillamente una patada en el trasero junto con la invitación cordial a no dormir durante medio mes. O más. Entró en clase, tomó el asiento más cercano a la puerta para procurar no llamar la atención, no solía hablar mucho en clase ahora que se sentía agotada la mayor parte del tiempo así que hablaba menos, se esforzaba doble entre la escuela y lo personal sus amigos dejaban de invitarla a salir porque nunca pod
Capítulo 5. AcercamientoCuando Nara pasó su tarjeta para poner su primera asistencia estaba vuelta un mar de nervios. Lo había conseguido, había firmado ya su primer contrato y se sentía sumamente emocionada, llevaba unos tacones anchos y bajitos para poder seguir andando rumbo a su nueva oficina. No había visto a Rodrigo en toda la mañana y comenzó a preguntarse si realmente trabaja ahí diario o sólo pasa a ver si las cosas están en orden. No había deja de pensar en la fiesta, ¿Qué rayos iba a ponerse? Sabía que todos los invitados de Armendia (que buscando en la internet se dio cuenta de que es yerno de uno de los hombres más ricos del mundo) irían enfundados en trajes de Hugo Boss, vestidos de Chanel, por mencionar algunas de las marcas que ella conocía.Estaban pensando en cómo salirse del asunto sin sonar a
Capítulo 6. ConocerteNara se quedó en silencio, esperando que Rodrigo dijera algo más antes de tratar de convencerlo de lo contrario. Sé lo que estarán pensando: << ¿QUÉ?, ¿NO QUIERE IR CON RODRIGO HEREDIA A UNA CITA?>> Pues sí, así es. Nara estaba preocupada de conocer gente como aquella, podrían ser muy duros con ella, juzgar su ropa, sus nulas propiedades, su dinero inexistente al final de la semana. No quería eso, había tenido dinero, quizá no tanto como Rodrigo, mucho menos como Armendia, pero lo había tenido y ahora ya no estaba.Su madre decía que ser pobre y comenzar a escalar hasta tener éxito era maravilloso, pero si había algo peor de nunca escalar, era haberlo tenido todo y haberlo perdido de un día a otro… Tiene toda la razón del mundo. Pero, pese a que les había pas
Capítulo 7. Margarita Rodrigo tenía el cabello húmedo todavía. Estaba en su sala, tenía el televisor encendido pero no le ponía atención, aún recordaba los labios de Nara en la comisura de los suyos, no entendía qué demonios estaba haciendo… Pero no quería que se detuviera. Había dejado el teléfono arriba en su habitación, no sabía si Arturo le había respondido y sinceramente no tenía cabeza para pensar en ello. Comenzó entonces a preguntarse sobre la vida de Nara, ¿Sabría bailar?, ¿Qué le gustaba bailar?... ¿Le gustaba la música?, ¿Cantante o banda favorita? No sabía casi nada de ella y sin embargo, sentía que la conocía de tiempo atrás, quizá era porque no habían tenido al necesidad de “romper el hielo” ya que su forma de conocerse habían acabado con toda duda y pena entre los dos. Aunque ella sí se sentía algo apenada aún por haberle reclamado en su entrevista, aunque si no fuera por eso quizá no hubiera llamado su atención. Nara
Capítulo 8. Comida Canción: She wants to know – Half Moon Run. Nara tenía los ojos muy abiertos. Maricela había entrado a su oficina como si huyera de la policía. Se levantó al verla entrar corriendo tan agitada. —¿Qué sucede?—. Preguntó Nara colocando el lápiz que tenía en la mano detrás de su oreja. Maricela, una mujer más alta que ella, ligeramente robusta con el cabello corto y muy chino color rojizo, la miraba con una sonrisa. —¿Qué te dio?—Le dijo a Nara buscando cosas raras o anomalías en el escritorio hasta que posó su vista en el delicado florero rosa—. Oh por Dios… Qué delicado, es tan… Tierno. ¡Qué adorable! Lo vi. Lo vi cuando llegó, temprano como siempre, traía algo en las manos cuando pasó por el lobby, sabía que venía hacia acá y no quise interrumpir, mejor callé y pensé que entre chicas sería mejor guardar un secreto. Nara no sabía por qué, pero sabe que a Maricela le agrada y mucho. —Lo vi cua
Capítulo 9. Preparación Canción: Catch me if you can – Walking on cars. Los días habían pasado, Nara estaba frustrada de los trabajos tan pequeños que recibía de parte del canoso, como ella le había apodado. Estaba muy cansada de las cosas tan básicas de oficina que había hecho incluso en su servicio, ya no quería eso, quería tener trabajo real. Rodrigo le hacía caso, pero no del todo. Le hacía caso en sus quejas sobre los trabajos tan sencillos aunque no podía hacer mucho pues hay reglas en la competencia, o mejor dicho piezas por mover dentro de una empresa. Y ponerla aún con su buena estrella y el talento que presentaba en tan solo casi dos semanas de trabajar para él… No era lo más adecuado por cuestiones obvias. De cualquier modo, Rodrigo buscaba premiarle siempre con un bono, bonos que Maricela iba recibiendo, tenía ya en su bolsa tres bonos: El primero por la máquina, el segundo por checar e identificar al me